Capítulo 22

Toco el lado de la cama de Sam y noto que está vacío. Me levanto, alarmado, y la veo en el balcón, sentada en una silla, con la mirada perdida en el horizonte.

—Buenos días —digo, caminando hacia ella.

—Buenos días —responde sin mirarme, su voz cargada de desdén.

—¿Qué tienes? —pregunto, sintiendo la tensión en el aire.

—¿De verdad me preguntas eso? —rueda los ojos sin mirarme.

—¿Estás así por lo de anoche? —me atrevo a preguntar, aunque sé que puede no ser la mejor pregunta.

—Sí —responde con un tono frío.

—Pero...

—En vez de venir y hablar conmigo para solucionar las cosas, te fuiste a la maldita cabaña a beber con esa... —ella misma se detiene, mordiéndose el labio.

—No seas ridícula, Sam.

—¿Ridícula? —levanta ambas cejas con incredulidad—. Espero que tú no me digas nada cuando yo haga lo mismo.

—Sabía que no te ibas a quedar calladita —ruedo mis ojos, frustrado.

—¿Disculpa? —se levanta de la silla con indignación—. ¿Crees que puedes hacer lo que te dé la gana y voy a quedarme call
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