Capítulo 20

—¿Quieren brownies? —pregunta Dorotea, sacudiendo una caja de mezcla para brownies.

—¡Sí! —respondemos Drake y yo al unísono, con entusiasmo.

Dorotea es una experta en la cocina, especialmente cuando se trata de repostería. Le encanta preparar pasteles, galletas y, por supuesto, brownies. La casa siempre huele a dulces cuando ella está en la cocina.

—Ya está oscuro y Edward aún no llega —murmura Dorotea, mirando hacia la puerta principal con preocupación.

Edward lleva fuera casi tres horas, y estoy haciendo todo lo posible por no preocuparme. Sé que está bien; si algo le sucediera, lo sabría. Es una de esas corazonadas inexplicables que me dicen que todo está bajo control. Sin embargo, mi mente no puede evitar imaginar el peor escenario: que su frustración se convierta en una excusa para buscar un bar. Aunque desearía que se alejara de mí, la idea de verlo regresar tambaleándose, con el aliento a alcohol, me resulta insoportable.

Dorotea comienza a hacer una mueca mientras mezcla la masa de los brownies. Normalmente, ella prepara su propia mezcla desde cero, pero esta vez ha optado por la versión comprada. Parece un poco frustrada con la textura de la masa, como si no fuera lo que esperaba.

—¿Te pasa algo? —le pregunto mientras la observo trabajar.

—No, solo que la mezcla no tiene la misma textura que cuando hago la masa casera. Pero no te preocupes, siempre sale deliciosa —responde con una sonrisa forzada, intentando no dejar que su frustración se note demasiado.

Drake y yo intercambiamos miradas, comprendiendo la tensión en el aire. La espera de Edward está comenzando a afectar a todos, y la idea de los brownies caseros se convierte en un pequeño consuelo en medio de la inquietud.

—Tal vez se ha retrasado con el tráfico o algo así —sugiero para aliviar un poco la tensión.

—Sí, puede ser —asiente Dorotea, aunque su mirada sigue fija en la puerta, esperando que Edward aparezca pronto.

—¿Lograste descansar? —me pregunta Leonardo, con una mirada comprensiva.

Descansar... Ahora entiendo. Edward debe haberles dicho que no salí porque estaba cansada, en lugar de explicar nuestra pelea.

—Sí, la verdad es que estaba algo cansada y me quedé dormida cuando llegamos —respondo, tratando de sonar convincente.

He estado pensando en dónde estará Edward desde que se fue. Una parte de mí no quiere verlo ni en pintura, pero la otra parte, mucho más grande, necesita asegurarse de que no está haciendo nada que pueda dañar nuestra relación.

Mientras tanto, Drake comienza a recordar anécdotas de nuestra infancia y no podemos evitar reírnos de las historias que saca a relucir.

—¿Puedo manejar de regreso a casa? —pregunta Drake con una sonrisa desafiante.

—Queremos llegar vivos —bromea Leonardo, y todos reímos.

—Soy un muy buen conductor, ¿verdad, Sam? —añade Drake, dirigiéndose a mí.

—Sí —trato de esbozar una sonrisa, aunque mi mente sigue en otro lugar.

Cojo un brownie del plato sobre la encimera de la cocina y miro hacia la puerta una vez más. No he dejado de observarla y de esperar a que Edward regrese.

Miro la hora en mi celular y mi preocupación aumenta al ver el tiempo que ha pasado.

En ese momento, el celular de Leonardo comienza a sonar. Él responde y se queda hablando con una persona cuya voz no reconozco.

—Qué bueno saber eso. Nos vemos mañana, amigo —dice Leonardo antes de colgar.

Me siento incómoda al ver cómo la conversación de Leonardo parece terminar con una nota positiva, mientras yo sigo atrapada en mis pensamientos sobre Edward.

Él se acerca a nosotros y su esposa lo mira con curiosidad, esperando que le explique con quién estaba hablando.

—¿Quién era, papá? —pregunta el.

—Es mi amigo Ted —responde Leonardo—. Edward está en su cabaña con Roxy.

Un nudo enorme se forma en mi garganta, y el nombre de Roxy me causa un torbellino de emociones.

—¿Quién es Roxy? —pregunto, intentando mantener la calma pero sintiendo cómo los celos comienzan a apoderarse de mí.

—Es la hija de mi amigo. Creo que tiene la edad de Drake —informa Leonardo, aparentemente despreocupado.

La idea de que Edward esté en la cabaña de los vecinos con su hija me atormenta. ¿Cómo la conoce? ¿Han salido juntos? La preocupación y la ira me invaden.

—Ya regresará —me dice Drake, tratando de ofrecerme algún consuelo.

Leonardo frunce el ceño al notar mi reacción, y siento que su incomodidad solo intensifica la mía. Su mirada me hace sentir aún más incómoda.

—Entiendo —digo mientras me levanto de la silla—. Creo que me voy a acostar.

La furia resurge en mí, y necesito alejarme antes de que pierda el control. Mi cabeza está llena de preguntas y suposiciones que me están ahogando.

—¿Quieres que vaya contigo? —me susurra Drake con preocupación.

—No, estoy bien, de verdad. He madrugado mucho, todos lo hemos hecho, y se está haciendo tarde —le aseguro, aunque no me siento del todo convencida.

Salgo de la cocina y me dirijo hacia mi habitación, intentando calmar el torbellino de pensamientos y emociones que me abruma. La idea de Edward con Roxy me persigue, y siento que no podré dormir hasta resolver este caos en mi mente.

Me acerco a cerrar las puertas del balcón antes de revisar qué pijama ponerme para esta noche. Nada parece un buen sustituto de la ropa usada de Edward, y me niego a ponerme la camiseta negra tirada sobre la silla. Después de rebuscar en los cajones sin éxito, decido quedarme con los shorts y la sudadera que llevo puestos y me tumbo en la cama.

La mente no deja de preguntarse: ¿Quién es esa chica misteriosa con la que está Edward?

Curiosamente, me molesta más la situación con Luke que la presencia de esta chica. Si Edward quiere terminar nuestra relación y engañarme, es problema suyo. Tal vez la diferencia de edad realmente afecta nuestra relación.

A pesar de todo lo que ha pasado, me cuesta imaginarme a Edward engañándome. Sí, es controlador y no sabe cuándo dejar de interferir en mi vida, pero en el fondo, su intención siempre ha sido mantenerme a su lado, no escapar con otra.

Me levanto de la cama y voy a la habitación de Drake para hablar con él. Toque la puerta antes de entrar.

—¿No puedes dormir? —pregunta Drake al verme entrar y cerrar la puerta detrás de mí.

—No —me siento en su cama y dejo escapar un suspiro—. ¿Tú crees que Edward sea capaz de engañarme?

—No —responde sin dudarlo—. ¿Por qué piensas en eso?

—¿Por qué está con una chica a esta hora? Es como si yo estuviera en la casa de un chico. Él se volvería loco y vendría a buscarme.

—¿Entonces tú...?

—Yo no voy a ir tras él —me recuesto a su lado—. Si quiere engañarme, es problema de él. No voy a estar esperándolo como una estúpida.

—No eres nada de eso —me dice en un tono reconfortante—. ¿Ya te vas a dormir?

—Puedo esperar a que él llegue —responde Drake, dando un bostezo.

—No, está bien. Mejor me voy a intentar dormir. Gracias por escucharme.

—No hay de qué. —Me sonríe—. Si necesitas algo más, solo avísame.

Drake cierra los ojos y se queda dormido en menos de cinco minutos. En contraste, yo llevo más de una hora mirando al techo y contando las vigas de madera que sostienen el tejado inclinado. No estoy segura de estar lista para enfrentar a Edward aún, pero sé que no podré dormir hasta escuchar su regreso.

Cuanto más tiempo pasa fuera, más intensos se vuelven los celos en mi pecho. No puedo evitar pensar en la doble moral que veo en nuestra relación. Si fuera yo la que estuviera en la casa de un chico, Edward se volvería loco y me llamaría cada cinco minutos para preguntarme qué estoy haciendo.

—¿Aún no te duermes? —me pregunta Drake, girándose hacia mi lado de la cama.

—No puedo —admito con frustración—. Estamos acostumbrados a dormir juntos todas las noches. Se siente raro que él no esté aquí.

—¿Quieres que lo llame?

—No, gracias. Lo último que quiero es parecerme a él con sus celos.

—Bueno, yo sí lo llamaré —dice decidido, tomando su teléfono móvil—. No es justo que te haga esto.

Drake marca varias veces, pero Edward no responde. Cada timbre de llamada perdida parece aumentar mi desesperación y mi deseo de que este paseo termine para poder regresar a casa y evitar cualquier confrontación.

—Tranquila —me dice Drake, abrazándome con una mezcla de consuelo y frustración—. Es un idiota.

Siento el calor de su abrazo y el apoyo en sus palabras.

—Lo odio. De seguro él se está acostando con esa zorra y yo estoy aquí aguantando mis ganas de llorar.

—No llores por él —me dice Drake, limpiando las lágrimas con sus dedos—. No vale la pena que llores, Sam.

—¿Tú sabes cuánto tiempo he estado enamorada de él? —le pregunto, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se hace más fuerte—. Deseaba tanto estar con Edward y cuando finalmente todo parecía ir bien entre nosotros... él se encarga de arruinarlo todo con sus celos.

—Mi hermano nunca ha tenido una relación seria antes de ti. Tú realmente le importas, Sam. Ten por seguro que él no te está engañando.

—Arruinó las cosas desde que le dijo a Luke que no me hablara nunca más. Luke y yo hemos sido mejores amigos por mucho tiempo.

—Edward estaba celoso, Sam. No hay excusa para su comportamiento, pero es la verdad.

—Vamos, Drake —le digo, rodando los ojos—. Deja de excusar a Edward.

—No es una excusa, Sam —responde con seriedad—. Él mismo me ha dicho cuánto te ama. También me pidió que no coqueteara contigo. Cuando regrese, le preguntaré a Edward sobre ti.

¿Acaso él...?

—¿Tú...?

—Sí, Sam. Me sentía atraído por ti, pero luego me di cuenta de lo enamorada que estás de mi hermano y...

—No sabía eso.

¡Mierda! Ahora mismo me siento tan incómoda de estar en la misma cama que Drake.

—Drake, creo que me iré a dormir. No quiero que te desveles por mi culpa.

—Entiendo —dice, con una expresión que mezcla decepción y comprensión.

Me levanto con torpeza y me dirijo a mi habitación, tratando de ordenar mis pensamientos y rezando para que Edward regrese pronto. No soporto estar sin él y la confusión que siento ahora solo aumenta mi ansiedad. Me tumbo en la cama, deseando que la noche pase rápido y que cuando despierte, todo haya vuelto a la normalidad.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo