Capítulo 18

Hace tiempo que no salgo con Luke. De hecho, no he tenido mucho tiempo para mis amigos desde que me he dedicado a estar con Edward.

—¡Lucy! —grito cuando contesta la llamada—. ¿Qué planes tienes hoy?

—Estaba pensando en organizar algo tranquilo. ¿Te gustaría una fiesta en la piscina?

—Suena perfecto —digo con entusiasmo—. Cuéntame más detalles.

—Le diré a la gente que venga. ¿Te parece si te espero a las cuatro?

—Claro, comenzaré a arreglarme.

Busco mi bikini rosa en el armario y me miro en el espejo mientras me lo pongo. Encima, me coloco un short negro y una blusa blanca de tirantes. Me siento lista y a gusto con el look.

—¿A dónde vas? —me pregunta mi mamá mientras paso por la sala.

—Iré a casa de Lucy.

—¿Alguien viene por ti?

—Voy a pedir un Uber, mamá.

Pido un Uber y le doy la dirección de Lucy. Me pregunto si debería contarle a Edward sobre mis planes, pero al final decido que no es necesario. No creo que tenga que informarle de cada detalle de mi vida.

Cuando llego a la casa de mi mejor amiga, veo que Luke ya está allí.

—Hola —digo, besando la mejilla de Lucy.

Luego me vuelvo hacia Luke, quien me observa con una sonrisa.

—Hola, Luke —le digo, dándole un beso en la mejilla.

—Hola, Samy —responde él, con una sonrisa.

Lucy se aclara la garganta y se rasca la nuca.

—Voy a ir a mi habitación un momento —dice, dejándonos solos.

—¿Vamos al patio? —me pregunta Luke, mirando hacia la puerta corrediza.

—Sí, vamos —respondo con una sonrisa, sintiendo la promesa de una tarde relajada y divertida.

¿Por qué me siento tan nerviosa?

Llegamos al patio y nos sentamos en una de las mesas cerca de la piscina. El silencio se hace palpable entre nosotros, y entiendo si Luke está molesto conmigo por alguna razón.

—¿Tú me odias? —pregunto, tratando de romper el hielo.

—No, Sam. Yo no podría odiarte —responde Luke, con una sinceridad que me alivia un poco.

—Luke, yo...

—Mira, seamos los mejores amigos como antes. Te extraño, Sam. No puedo estar alejado de ti. No me importa que estés con Edward.

¡Mierda!

Luke es tan... lindo y tierno.

¿Por qué estoy pensando en Luke así?

—Oye, hace mucho que no nos tomamos una foto —digo para desviar el tema.

Saco mi teléfono y tomo una foto de nosotros dos. Ambos la subimos a nuestras historias de I*******m y luego continuamos conversando.

Las personas comienzan a llegar y varias de ellas traen alcohol. Luke y yo nos servimos un vaso de ron y hacemos un brindis antes de darle un sorbo.

—Siempre vas a ser una parte importante de mi vida —admito—. Te quiero, Luke. Eres el mejor amigo del mundo.

—Igual, nena —dice, dándome un beso en la mejilla.

Me agarro el cabello y le digo a Luke que entremos a la piscina un rato. La tarde está calurosa y la idea de refrescarse en el agua es irresistible. Entramos juntos y empezamos a jugar al voleibol en la piscina. La competición es reñida, pero mi equipo logra ganar. Como castigo, el equipo contrario tiene que beber un vaso de ron en diez segundos. Las risas y el entusiasmo llenan el aire, y el ambiente es de pura diversión.

Después de jugar, salgo de la piscina sintiéndome revitalizada. Miro la hora en mi celular y veo que son las nueve de la noche. Hay varias llamadas y mensajes de Edward. La preocupación empieza a asentarse en mi pecho.

—Debo irme —anuncio a mis amigos mientras me seco con una toalla—. Nos vemos luego.

Pido un Uber y le doy la dirección del apartamento de Edward. Mientras espero a que llegue, reviso los mensajes de Edward, que van desde preguntas sobre dónde estoy hasta preocupaciones por si estoy bien. La ansiedad crece con cada minuto que pasa. Me siento mal por no haberle informado de mis planes y por no haber estado en contacto más seguido.

Cuando finalmente llega el Uber, me subo al auto y el trayecto hacia el apartamento de Edward se siente más largo de lo habitual. Los pensamientos de cómo abordará la situación me inquietan. No quiero que se sienta dejado de lado, y mucho menos que piense que no le doy la importancia que merece.

Al llegar, me despido del conductor y entro al edificio, subo las escaleras con pasos rápidos y ansiosos. Espero que Edward entienda que solo necesitaba un poco de tiempo con amigos, pero que mi intención nunca fue alejarme de él. Con el corazón acelerado, me dirijo hacia la puerta de su apartamento, preparándome para enfrentar cualquier reacción que pueda tener.

—Edward —toco la puerta con fuerza, intentando controlar el temblor en mi voz.

Después de varios intentos, finalmente abre la puerta. Su expresión es dura, casi distante, y no entiendo por qué está tan molesto.

—¿Te divertiste? —pregunta con voz áspera, cruzándose de brazos.

—Sí —me encojo de hombros, intentando mantener la calma—. ¿Estás molesto por eso?

—No, Sam. Me molesta el hecho de que no me hayas dicho nada.

—No sabía que tenía que mantenerte informada, Ed. Además, estos últimos tres días me has estado ignorando y no sé la razón. ¿Hice algo malo?

—No sé.

—¿Cómo que no sabes?

—No sé —repite, evitando mi mirada.

—Edward, dime algo.

—No sé qué decirte.

Su actitud está comenzando a molestarme bastante. Camino hacia el baño y le mando un mensaje a mi mejor amigo para que me saque de este lugar. Lo que menos quiero es ir a casa y tener que darle una explicación a mis padres de por qué estoy llorando.

—Edward, tienes que hablar conmigo —comienzo a llorar, sintiendo cómo la frustración se convierte en desesperación—. La he pasado fatal todos estos días que me has estado ignorando. Ni siquiera respondes mis mensajes o mis llamadas.

—Tú tampoco —murmura, mirando al suelo.

—Estaba en la piscina —mi voz se quiebra y las lágrimas fluyen aún más.

Edward finalmente levanta la vista, y veo una chispa de arrepentimiento en sus ojos. Se acerca y me abraza, sujeta mis hombros, pero yo lo aparto, demasiado herida para aceptar su consuelo en este momento.

—No entiendes cómo me siento, Ed. Estoy cansada de sentirme así, de esta incertidumbre.

—Sam, lo siento. No sabía cómo manejar esto —su voz es suave ahora, pero no basta para calmar mi dolor.

—No puedes simplemente alejarte cada vez que algo te molesta. Necesitamos hablar, comunicarnos.

EDWARD

Cuando empieza a llorar, se me hace mucho más difícil mantener la fachada que tenía hace un momento. No sé qué sucedería si le dijera que yo también lo he pasado fatal, que he sentido un dolor que tampoco sabía si iba a ser capaz de resistir.

No creo que las cosas entre nosotros vayan a funcionar. Yo soy mayor que ella y tal vez ella deba estar con alguien de su edad. O eso fue lo que me dijo Richard. La duda y el miedo me invaden.

El día en que le haga algo, ella va a arrepentirse de haberme conocido.

—¿Por qué me has estado ignorando? —me pregunta con los ojos llenos de lágrimas, su voz quebrada.

—No te importa —respondo con dureza, y contemplo cómo mis palabras se le clavan en el alma.

—Me siento tan estúpida por haber pensado que nosotros dos íbamos a durar.

Ella sale corriendo de mi apartamento y la sigo hasta afuera del edificio.

Las luces de unos faros de coche aparecen al final de la calle oscura, enmarcan su silueta y crean nuevas sombras en el suelo. Todo parece detenerse por un instante, y siento el impulso de correr hacia ella, de detenerla.

Quiero decirle que su padre me pidió que me alejara de ella, que me dijo que yo no soy bueno para Samantha y que me alejara rápido o la enviaría a un internado. Pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta. No puedo añadir más peso a su corazón roto.

—¿Qué hace él aquí? —reconozco el auto al instante, y la furia empieza a burbujear dentro de mí.

—Vino a recogerme —dice ella con una tranquilidad que me enerva aún más.

—¿Por qué...? ¿Y él...? ¿Qué m****a...? —me llevo las manos al cabello, tratando de entender lo que está pasando.

—Ya cállate —responde ella con frialdad.

—¿Has... has estado viendo a ese desgraciado? —le digo con mirada asesina, sintiendo cómo la traición me quema por dentro.

Dejo atrás a Samantha y me acerco a la camioneta, mis pasos resonando con furia en el asfalto.

—¡Sal del maldito auto! —grito con toda mi rabia.

Para mi sorpresa, Luke baja del vehículo y deja el motor en marcha, con una sonrisa despreocupada en su rostro.

—¿Por qué los gritos? —pregunta, bajando del auto con una calma exasperante.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que estabas esperando el momento oportuno para ir por ella! ¿Creías que no me iba a enterar?

—Edward, no hagas uno de tus escándalos —me pide ella, su voz temblando un poco.

—¿Escándalo? ¿De verdad, Sam? —miro a Luke, la traición reflejada en cada fibra de mi ser—. ¿Él? ¿De todos los malditos tipos, él?

Luke da un paso hacia mí, levantando las manos en un gesto de paz, pero su sonrisa irónica sigue presente.

—No es lo que piensas, Eddie. Solo vine a recogerla porque me lo pidió. No estoy buscando problemas.

—¡Claro que estás buscando problemas! —escupo, sintiendo cómo la ira me consume—. No te acerques a ella. No tienes derecho.

—Edward, por favor... —Samantha intenta intervenir, pero no puedo escucharla. Estoy demasiado enfurecido, demasiado herido.

—No, Sam. No lo entiendes. Este tipo siempre ha estado esperando su oportunidad. Y tú... tú me lo ocultaste.

Ella me mira con los ojos llenos de lágrimas, y por un momento, el dolor en su mirada me hace flaquear.

—Edward, no es así. No te he ocultado nada. Luke es solo un amigo.

—Amigo... —repito, mi voz cargada de sarcasmo—. ¿Y crees que me voy a tragar eso?

Luke da otro paso hacia mí, su expresión más seria ahora.

—Eddie, si realmente amas a Sam, confía en ella. Yo no soy el enemigo aquí.

Las palabras de Luke me golpean como una bofetada. La razón y la lógica intentan abrirse paso entre la niebla de mi rabia. Pero el miedo a perderla, la inseguridad, son más fuertes.

—No me digas cómo sentirme o qué pensar —digo finalmente, mi voz baja pero firme—. Esto no ha terminado.

Con una mano cojo a Luke por el cuello de la

chaqueta. Con la otra le atizo en la mandíbula. Sam grita, pero es apenas un susurro que se tragan el viento y mi rabia.

Luke se tambalea y se lleva la mano a la mandíbula, pero rápidamente se estabiliza y viene por mí.

Tiene ganas de morir joven.

—Fui claro contigo y te dije que dejaras a mi chica en paz. No quiero que te acerques a ella.

Me abalanzo de nuevo sobre él, pero esta vez bloquea el golpe y se las apaña para devolverme el gancho en la mandíbula.

La  ira se mezcla con la adrenalina que genera mi primera pelea desde hace  semanas. Echaba de menos la sensación, la energía que corre por mis  venas. Menudo subidón.

Le  atizo en las costillas. Esta vez lo derribo y en cuestión de segundos  estoy sentado encima de él, pegándole un puñetazo tras otro. He de  reconocer que consigue hacerme encajar algún golpe, pero no va a poder  conmigo.

—Tú la haces sufrir —me provoca.

—¡Para, Edward! ¡Suéltalo! —Sam me agarra del brazo y, en un acto reflejo, la empujo para que me suelte y la tiro al suelo.

Abro mis ojos cuando caigo en cuenta de lo que acabo de hacer. Me acerco a ella y retrocede de inmediato.

—Ni se te ocurra dar un paso más hacia ella —me advierte Luke.

En un abrir y cerrar de ojos está a su lado. Ella se le queda mirando fijamente y ni siquiera se molesta en mirarme a mí.

—Amor, no quería hacerlo. No sabía que eras tú, ¡te lo juro! Sabes que pierdo el control cuando me enfado... Lo siento, yo...

Ella me ignora por completo.

—Luke, quiero irme.

—Por supuesto que sí.

Luke le abre la puerta del auto y ella sube sin ningún problema, sin siquiera mirarme.

—Amor, hablemos —le pido con una calma forzada, tratando de mantener mi voz firme.

Luke camina hacia su puesto y, antes de que se suba, me detengo y lo miro fijamente.

—Esto no se quedará así —le advierto, mi voz cargada de una mezcla de amenaza y desesperación.

—Yo creo que sí, Edward —responde con una sonrisa satisfecha—. Buenas noches.

Sube al vehículo y arranca, dejándome solo en la oscuridad con mis pensamientos y mi rabia. Subo rápidamente a mi apartamento, sintiendo que el dolor y la frustración me ahogan. Sin pensarlo, le doy un golpe al espejo del baño, haciéndolo añicos. La sangre comienza a brotar de mi mano, pero apenas siento el dolor físico comparado con el emocional.

Busco una venda y, con manos temblorosas, quito los pedazos de vidrio incrustados en mi piel. El alcohol arde al contacto con las heridas, pero es un dolor necesario, casi bienvenido. Me limpio y vendo mi mano con cuidado, mi mente aún girando con la imagen de Sam subiendo al auto de Luke sin vacilar.

Me siento en el borde de la cama, la cabeza entre las manos, intentando calmarme. La traición, la confusión y la desesperación se mezclan en mi interior, haciéndome difícil pensar con claridad. ¿Qué he hecho mal? ¿Cómo llegamos a este punto?

Valentina Cano

Buenos días ☀️ ¿Que tal les está pareciendo el libro?

| 8
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo