97

La proverbial sonrisa de Artos vaciló al darse cuenta que Milo estaba herido, y al parecer eso le resultó motivo suficiente para justificar mi ánimo, lo cual agregó una línea más a la lista de cosas que me hacían sentir culpable.

Para no tener que contar lo sucedido dos veces, nos entretuvimos hablando de cuestiones prácticas e inmediatas sobre la semana de marcha que teníamos por delante. Eamon llegó dos horas después, y apenas se sentaba a la mesa con su Beta y su Gamma cuando madre me llamó.

—Necesito hablar con tus tíos antes que partan —dijo—. Y contigo, claro. ¿Puedo invitarlos a desayunar?

Su invitación no tenía nada de extraño en esas circunstancias, y me dirigí con Artos, Eamon y Milo a los aposentos de madre, mientras los demás permanecían en el comedor principal.

Mis tíos abrazaron

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP