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Ni siquiera me di cuenta que trotaba de regreso hacia el prado.

—¿Qué?

—Los ruidos en su habitación despertaron a Tilda, que fue a ver si le había ocurrido algo. Ya sabes, con esto de sus pesadillas, Tilda se mantenía atenta. Pero la puerta estaba trabada por dentro y Risa no contestaba, y cuando Tilda rodeó el ala oeste por fuera, halló su ventana abierta y la habitación vacía. ¡Búscala! Asegúrate que está bien.

—Lo peor que podría pasarle ahora es volver a verme, madre —mascullé.

—Entonces no te dejes ver. Busca su rastro. Si fue hacia el sur, seguramente se dirigió a la casa de Tea en Iria y está a salvo.

—Y si fue hacia el norte, podría pasarle algo en el bosque —gruñí pensando en los leones de la montaña que debían acechar en las sombras, en busca de una presa.

Pronto rodeaba el jardín medicinal hacia las ventanas de Risa. Un candil se movía en su habitación. Mi prima Tilda se detuvo junto a la cama al verme llegar y me saludó con un ca

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