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La escena en el claro me detuvo cuando salía del establo con mi semental de la brida.

Las mujeres del clan de Ragnar descansaban en cuatro patas rodeando a Risa, que cepillaba el lomo de Engla, sus claras pelambres color arena brillantes al sol como la cabellera de nieve de mi pequeña. Bardo volaba en círculos sobre ella, seguramente buscando una presa. Sigrid y Brenan estaban echados juntos a pocos pasos, mordisqueándose y jugando como cachorros.

—Cada vez quedamos menos —le dije a Declan burlón, para que su hermano me escuchara.

Brenan alzó las orejas, volviéndose hacia nosotros, y ladró moviendo la cola para no responderme ante todos.

Eso atrajo la atención de Risa, que al vernos acercarnos se incorporó y se las compuso para salir de en medio de las lobas sin tropezar con ninguna.

Vino a mi encuentro sonriendo y Declan se adelantó para dejarnos solos. Después de nuestra conversación sobre lo que ocurriera con Alanis, habíamos pasado los dos días

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