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Por suerte no era una noche despejada, y antes que los licántropos se recuperaran como para volver a darnos pelea, las oscuras nubes de tormenta que llegaban de las montañas ocultaron la luna, menguando su influencia. Para nuestra sorpresa, tan pronto el cielo estuvo cubierto los licántropos comenzaron a temblar violentamente, y sus cuerpos cambiaron ante nuestros ojos, encogiéndose, normalizándose. El proceso pareció consumir toda su energía, porque quedaron inconscientes antes de terminar de transformarse.

Los primeros relámpagos relumbraron sobre sus formas humanas, débiles y enflaquecidas. Despertaron bruscamente, y descubrirse desnudos al aire libre, rodeados por nosotros en cuatro patas, los hizo retroceder a amontonarse aterrorizados. Envié a las exploradoras a cambiar y vestirse para venir por las mujeres.

—Garold —llamé.

El Gamma miró a su alrededor, busc&aac

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