108

No lograba comprender cómo había llegado allí, y el embotamiento que aún perduraba del licor no ayudaba. En ese momento escuché las voces y risas que se acercaban desde la morada. Lo primero que se me ocurrió fue arrojarme al agua. El frío transformó el embotamiento en una jaqueca tan repentina como dolorosa. Me froté la cara y sacudí la cabeza, pero seguía sintiendo como si me clavaran dagas en las sienes y la nuca.

Cuando distinguí a las hijas de Alanis que llegaban a recoger agua, trepé con torpeza a la orilla. Tenía una sola manera de regresar a la morada. Cambié, aliviado al comprobar que el dolor de cabeza cedía un poco, y busqué el camino más directo a la gran cabaña. Pero no llegué muy lejos, porque trastabillé al primer paso. Me eché jadeando de dolor. ¿Qué demonios me ocurría? Era como si mi cu

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo