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Se había detenido a varios pasos y me volví a medias para enfrentarla. Asentí tratando de sonreír, porque la tenía a contraluz y el sol me daba de lleno en los ojos. Bardo estaba posado en su hombro, y volteaba la cabeza para mirarme con sus ojos dorados.

—Sí, gracias por venir —dije tratando de sonar tan normal como podía con el corazón latiéndome en la garganta, y aunque no veía bien su cara, advertí su rápida inspiración al escuchar mi voz—. Quisiera saber qué planes tienes para esta noche.

Mi pregunta pareció sorprenderla, y aun a contraluz vi su ceño fruncido. Sólo entonces reparé en las palabras que utilizara. Incliné la cabeza, tentado de reír por lo bajo.

—Lo siento. Me refiero al clan de Ragnar y el plenilunio —aclaré.

—Oh, por supuesto —murmuró, como si

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