¿Quién dijo que el dinero compra la felicidad? Esa es la pregunta que Aren se hace todo el tiempo después de que la mujer de su vida lo dejara en el altar. Él lo tiene todo, o al menos eso que la gente dice que el dinero es todo en la vida. Tiene riqueza gracias a sus empresas relacionadas a la industria automotriz, un privilegiado estatus social, y una apariencia física que es la envidia de muchos. Sin embargo, eso no evita que sea llamado un “perdedor”, después de todo, le faltaba lo más importante para muchos; alguien que lo ame por lo que es y no por lo que tiene. El constante señalamiento de la sociedad y los medios de comunicación, hacen que Aren deje de ser el hombre estratégico que fue siempre para tomar decisiones, y se pierda el control de todo. Su mente se nubla de tal manera, que, dejando todos sus principios a un lado, él decide comprar el amor por llamarlo de alguna manera. Si bien su decisión está fuera de sus principios, su desesperación no llega al punto de hacer que meta a una completa extraña a su vida, sino que a una mujer que él conoce muy bien y puede beneficiarse de esta oferta que él tiene para hacerle. Esa “afortunada” es Haizea, una joven empresaria que busca ser parte del mundo en el que se mueve Aren, y no lo consigue por no tener un apellido que avale su estatus social y económico. Necesitándose mutuamente por motivos diferentes, ambos armaran un teatro para convencer al mundo de que Aren no es un perdedor, y que Haizea es la joven promesa en un mundo de negocios lleno de prejuicios, pero ¿Qué pasara después? ¿Será esto acaso un trato con fecha de vencimiento?
Leer másLas vistas de Catar son muy hermosas desde el auto que nos está llevando al hotel, pero la verdad es que no consigo concentrarme en nada cuando la tengo a mi lado y lo único que puedo hacer es besar su cuello. Ella lleva una de sus manos a mi cabello y trata de detenerme.—Aren, no estamos solos —me dice agitada y de inmediato cierro la división que hay entre la cabina del conductor y nosotros.—Ahora si —le digo al oído y rozo su brazo con la punta de mis dedos.—¿Por qué no esperamos a llegar al hotel? Estamos en un país bastante conservador y no quiero que termines en la cárcel —sugiere haciéndome sonreír.—Tengo la sensación de que falta una eternidad —me quejo y sonríe sobre mi boca.—Yo también, pero mejor comportémonos bien —insiste y de a poco voy separándome de ella para evitar que la tentación sea aún peor.[…]Creo que ambos estábamos locos por llegar al hotel, y mucho más para que la registración no tardara una eternidad. Parecemos dos locos que apenas entran a la suite de
Al día siguiente: 11 de agostoTenía la sensación de que sus padres nos harían un gran interrogatorio después de decirles que teníamos que irnos a Catar el día de hoy. Eso sin contar que los hemos tenido que volver nuestros cómplices en caso de que alguien preguntara donde estaba Haizea. Creo que en el fondo ellos saben que algo no está bien, pero por respeto a la privacidad de su hija y yo, no están comentando nada.A veces creo que me tienen mucha confianza, y teniendo en cuenta de que apenas nos hemos conocido, lo aprecio muchísimo. Verla feliz a ella es lo que posiblemente haga que las cosas marchen de esta manera tan armoniosa entre su familia y yo, pero es que nada de lo que decimos o hacemos con ella es fingido. De verdad nos amamos, y de verdad somos capaces de muchas cosas buenas con tal de que el otro este feliz.Después de preparar el equipaje con algo de prisa y de pedir que tuvieran el avión preparado, aquí estamos juntos una vez más emprendiendo un nuevo viaje, uno que s
Apenas terminé de hablar con Miguel, lo siguiente que hice fue abrir mi correo electrónico y tal y como lo anticipo, allí estaba la invitación. Sinceramente creí que tendría más tiempo para organizarlo todo, pero el supuesto evento es pasado mañana, lo que significa que deberíamos irnos mañana a Catar.La pregunta que me hago una y otra vez es si ella estará de acuerdo con todo esto. Tampoco sé como le diremos a sus padres que debemos irnos, y es que en el fondo temo que crea que los hemos dejado solos por descortesía. De pronto la puerta de mi oficina se abre, y allí aparece ella quien me mira un poco confundida.—Mi amor, ¿Qué ocurre? ¿Por qué me has dejado sola en la cama? —me cuestiona mientras entra a la oficina y luego cierra la puerta detrás de ella.—Alma mía, lo siento no fue mi intención dejarte sola —me disculpo con pena.—Tranquilo, sé que si me dejas durmiendo sola es porque tienes que solucionar algo —explica tranquilizándome.—Así es —murmuro y solo observo como ella se
Al día siguiente: 10 de agostoDespertarte con el molesto sonido de tu celular cuando estas tan a gusto durmiendo, puede ser de lo más fastidioso. Suelto a mi prometida con cuidado para no despertarla y manoteo la mesita de noche para inmediatamente contestar la llamada entre dormido.—Hola —digo escuchando lo ronca que esta mi voz.—Aren, soy Miguel —escucho.Creo que tengo tantas ganas de terminar con todo esto, que, con solo oír su voz, me levanto de la cama y salgo de la habitación para que ella no se despierte.—Miguel, hola… perdón, estaba durmiendo —explico y voy hacia mi oficina para que nadie nos interrumpa.—Lo siento Aren, sé que es muy temprano, pero lo que tengo que decirte es muy importante —me informa obteniendo toda mi atención mientras que me siento en la silla detrás de mi escritorio.—Solo dime que son buenas noticias, ¿sí? —le pido casi como si fuera una súplica.—Son buenas noticias, y todo gracias al trabajo que hiciste —me cuenta y a pesar de no sé exactamente d
Creo que ni ella ni yo podíamos espera a estar solos en nuestro cuarto, y es que, si bien la cena con sus padres ha sido increíble, yo solo quería poder besarla como lo estoy haciendo ahora en nuestro cuarto. Caemos en nuestra cama en medio de nuestra guerra de besos y caricias, cuando de pronto caigo en cuenta de que tal vez esto no sea lo correcto.—Espera —le pido separándonos un poco y acaricio su rostro con ternura.—¿Qué ocurre? ¿Por qué te detienes? ¿Por mis padres? —me pregunta frustrada y sonrió.—No, es decir… si es un tema que estén en la misma casa y que puedan llegar a escucharnos, pero me detengo porque no sé si podemos —digo como un tonto.—¿Cómo que no sabes si no podemos? —pregunta entrecerrando sus ojos tal y como si no pudiese creer lo que le acabo de decir.—Es que tu salud… el bebé… ¿y si le pasa algo? —expongo nervioso y por alguna razón Haizea comienza a reír—. ¿Qué pasa? No te burles de mí, ¿sí? —le pido como niño pequeño.Ella de repente se levanta de la cama
No sé si hay un enemigo más grande que la curiosidad, pero es con lo que he tenido que luchar durante todo el día, y es que solo a mí se me ocurre decirle a ella que en la cena hablaríamos de algunas cosas con sus padres. Ha sido toda una odisea poder salir de la casa sin ser víctima de un extenso interrogatorio, pero lo conseguí.—Señor Danek —me saluda Catalina al verme entrar a su atelier y sonrió.—Señorita Fernández, que gusto verla nuevamente —digo divertido y me acerco a ella para abrazarla como la amiga que es.—Lo mismo digo Danek, hace mucho que no venias a visitarme —se queja cuando nos vamos soltando.—Lo siento amiga, pero si yo te contara de todo lo que ha pasado en mi vida últimamente, no lo creerías —comento y sonríe.—No sé si quiero saberlo, lo que si quisiera saber es que haces en mi atelier —menciona y ahora soy yo quien esboza una media sonrisa.—Te mentiría y diría que he venido a visitarte como el buen amigo que soy, pero la realidad es que necesito de tu ayuda
Al día siguiente: 9 de agostoLa anoche de anoche fue un tanto fatídica, Haizea apenas me ha dejado abrazarla, pero no la culpo, yo también estaría enfadado con solo pensar que alguien más la hubiese tocado. A pesar de esto, me siento triste porque es difícil aceptar su rechazo.—Buenos días —le digo al oído para que despierte.—Hola —saluda un poco fría y se gira en la cama para verme de frente y acaricia mi rostro.—¿Sigues molesta? —me atrevo a cuestionar y es que en verdad no quiero que ella este triste.—No estaba molesta, pero entiéndeme, ¿sí? —me pide y se acomoda en mi pecho tal y como si fuese una niña pequeña.—Te entiendo, yo también me sentiría así —confieso y acaricio su cabello—. Lo que tienes que comprender es que era la única manera de poder llevar a cabo el plan, ¿sí? Creerme que todo lo que hice, y lo que hago es por ti y por el bebé —digo con toda seguridad y esboza una leve sonrisa.—Eso lo sé, y el día de mañana, cuando tengamos a nuestro bebé con nosotros le cont
Entro a la casa casi como si fuese un ladrón dadas las horas que son, y con mucho cuidado para no despertar a los padres de Haizea, voy a mi cuarto. Al entrar, la veo a ella abrazada a la almohada completamente dormida. No pudo evitarlo y me acerco a ella para después agacharme y acariciar su rostro.—Te amo alma mía, y te prometo que todo lo que hago es por ti y por nuestro bebé —expreso bajito, pero al parecer no lo suficiente para que ella no se despierte.—Regresaste —susurra y acaricia mi rostro.Al parecer esta tan dormida que apenas abre sus ojos un poco confundida y sonríe levente.—Aquí estoy preciosa, tu descansa ahora —sugiero, pero al parecer ella finalmente despierta del todo y se reincorpora sentándose en la cama.—Regresaste —reafirma como si lo de recién hubiese sido mentira—. ¿Cómo te fue? ¿Conseguiste el objetivo? —averigua sin pausa.—Todo ha salido tal y como lo planeamos, aunque bueno… tuvimos que optar por el plan B —resumo y es que no quiero darle detalles.—¿Ha
Si hay algo que he aprendido en mi tiempo colaborando con la DEA, es que no hay lugar para la improvisación. En todas las ocasiones que he sido parte de una misión, siempre ha habido un plan B, e incluso C, y esta no es la excepción.—¿Qué es este lugar? —me pregunta cuando ya estamos en el estacionamiento subterráneo del edificio.—Es un sitio muy discreto al que suelo venir, ya sabes que la prensa suele hacerse un festín de mis descuidos —menciono continuando con mi papel.—No sabía que tenías un sitio así —dice y se acerca a mi para darme un beso que no genera nada en mí.—Cuando no encuentras lo que necesitas en tu casa, debes buscarlo en otro sitio —miento y hago un gran esfuerzo para volver a besarla y convencerla de que hoy pasara todo entre nosotros dos.—Entremos por favor, me muero por quitarte la ropa y recorrerte entero como solía hacerlo en nuestros mejores días —dice y sé que con esto la tengo en mis brazos.—Vamos —concuerdo.[…]No tengo idea si Haizea me perdonara por