¿Quién dijo que el dinero compra la felicidad? Esa es la pregunta que Aren se hace todo el tiempo después de que la mujer de su vida lo dejara en el altar. Él lo tiene todo, o al menos eso que la gente dice que el dinero es todo en la vida. Tiene riqueza gracias a sus empresas relacionadas a la industria automotriz, un privilegiado estatus social, y una apariencia física que es la envidia de muchos. Sin embargo, eso no evita que sea llamado un “perdedor”, después de todo, le faltaba lo más importante para muchos; alguien que lo ame por lo que es y no por lo que tiene. El constante señalamiento de la sociedad y los medios de comunicación, hacen que Aren deje de ser el hombre estratégico que fue siempre para tomar decisiones, y se pierda el control de todo. Su mente se nubla de tal manera, que, dejando todos sus principios a un lado, él decide comprar el amor por llamarlo de alguna manera. Si bien su decisión está fuera de sus principios, su desesperación no llega al punto de hacer que meta a una completa extraña a su vida, sino que a una mujer que él conoce muy bien y puede beneficiarse de esta oferta que él tiene para hacerle. Esa “afortunada” es Haizea, una joven empresaria que busca ser parte del mundo en el que se mueve Aren, y no lo consigue por no tener un apellido que avale su estatus social y económico. Necesitándose mutuamente por motivos diferentes, ambos armaran un teatro para convencer al mundo de que Aren no es un perdedor, y que Haizea es la joven promesa en un mundo de negocios lleno de prejuicios, pero ¿Qué pasara después? ¿Será esto acaso un trato con fecha de vencimiento?
Leer más[AREN]Estoy abatido por el cambio de hora, pero en estos momentos no hay cansancio que valga, quiero y necesito terminar con toda esta pesadilla lo antes posible. Entro al edificio donde me ha citado Miguel y al llegar a la recepción no hace falta ni siquiera que me presente cuando la mujer me indica el piso y número de oficina a la que debo ir.Me siento extraño, el lugar está lleno de gente que va y viene de diferentes áreas y parecieran conocerme ante la forma en que me observan. En el fondo trato de que esto no me afecte, y es que supongo que después de todo el revuelo que se formó, esto será un poco más común.—Aren, bienvenido —escucho de repente y al voltear veo a Miguel.—Hola, justamente estaba buscando la oficina que me dijeron —comento.—Siempre le dicen que vayan ahí, pero yo nunca estoy en esa oficina, ven por aquí por favor —me pide con ese humor tan particular que lo caracteriza.—Si tú lo dices… —pronuncio siguiendo sus pasos.Me llama la atención que volvamos a subir
[AREN]Al día siguiente: 25 de agostoSe supone que debería de estar feliz por estar de regreso en casa, pero la realidad es que no es así, siento que me falta la mitad de mi vida. Es extraño porque jamás en mi vida me había sentido tan vacío como en este momento, bueno, si… tal vez cuando ella me pidió el divorcio. El avión finalmente aterriza en pista y comprendo todo lo que me espera cuando la seguridad es más de lo habitual. —Señor Danek, en breve podrá salir del avión —anuncia una de las auxiliares de vuelo.—Muchas gracias, ¿puedes comunicarte con mi chofer para que esté listo para irnos, por favor? —le pido y ella amablemente asiente.—Claro que sí, me asegurare de que todo esté listo —confirma amable.[…]La pista de avión privada tiene sus ventajas en cuanto a comodidad, pero también es más sencillo si la prensa esta al acecho de tu llegada. Los periodistas con sus grandes cámaras y flashes están al pendiente de cada movimiento que hago, pero sobre todo de cuando me subo al
[AREN]Haizea y yo hemos conversado mucho acerca de lo que nos espera basado en lo que Miguel me ha informado. Hay muchos asuntos que hemos puesto sobre la mesa, entre ellas la salud de nuestro bebé y basándonos en lo que es mejor para nosotros, decidimos viajar por separado. Sé perfectamente que la prensa estará esperando para atacar tal y como si yo fuese su presa y es exactamente eso lo que le quiero evitar a ella.Hemos cuidado mucho su salud y la del bebé después de aquel episodio y no pienso echarlo a perder ahora que las cosas se están solucionando. La veo preparar su equipaje y me da tristeza que tengamos que tomar rumbos diferentes en un momento como este.—¿Necesitas ayuda con algo? —pregunto preocupado y niega con la cabeza.—Todo esta bajo control —asegura y voltea para verme mientras esboza una perfecta sonrisa.—No sabes cuanto siento que debamos irnos de esta manera —digo acercándome a ella para abrazarla por la espalda.—No quiero que te preocupes por todo esto. Esta p
[AREN]Tres días después: 24 de agostoEl tiempo puede llegar a ser un gran aliado o tu peor enemigo según la ocasión. Bajo mi perspectiva, en estos momentos se está convirtiendo en mi mayor enemigo. La palabra esperar me está cansando y ya no sé qué hacer para no perder la poca paciencia que me queda. Se supone que hoy debería tener noticias de lo que está pasando con el plan, o si al menos han podido conseguir una mínima prueba que nos ayude a terminar con esta pesadilla. No paro de observar la pantalla del celular, parezco un desesperado, y por más que ella trate de distraerme con sus besos o abrazos, mi mente siempre vuelve al mismo lugar.—No vas a llamarlo por telepatía —me susurra al oído mientras que me abraza desde atrás.—Se supone que ya debería haber llamado —me quejo.Sus labios besan mi cuello dulcemente tratando de distraerme, pero ni siquiera eso me hace olvidar de todo esto.—Eres demasiado intenso cuando quieres —se burla haciéndome reír.—Ya sabes… —murmuro con un
[AREN]Una vez más, ella tenia razón. Salir a cenar, a pasear, e incluso ir al cine me ha ayudado muchísimo a distraerme, a dejar de pensar en todo el caos y solo enfocarme en nosotros y nuestra felicidad. Me encanto actuar como su novio en el cine, dejar que apoyara su cabeza sobre mi hombro, comprar palomitas de maíz y comportarme como el chico que quería besarla en la sala oscura. Me encanto que ella besar mi cuello de manera sensual, o que algunas lagrimas se escaparan de sus ojos al emocionarse con la película.Ahora caminamos juntos por uno de los más espectaculares centros comerciales del mundo y si bien somos “extraños” para los ojos de los locales, todos entienden que es el amor el cual nos hace actuar como dos adolescentes. —Tengo que admitirte una cosa —menciono y la miro por un instante.—¿Cuál? —indaga y me mira como intentando adivinar lo que pueda llegar a decirle, pero sé que no se lo puede imaginar.—Eres muy buena distrayéndome. Es como si supieras que hacer o que d
[AREN]Una semana después: 21 de agostoEstoy casi seguro de que esta semana que ha pasado ha sido una de las pruebas más grandes para ella y es que siendo sincero, he estado insoportable. Simplemente no puedo estar aquí encerrado sin poder hacer nada en cuanto a lo que sucede en Miami. Me siento un inútil estando aquí encerrado.Sé que Miguel está haciendo todo lo posible para terminar con esta pesadilla, pero ¿Cuánto tiempo tardara? Esa es la pregunta que no deja de dar vueltas en mi cabeza.—Amor —me llama cuando sale del baño después de ducharse.—¿Sí? —pregunto y al verla trato de hacer mi mejor esfuerzo para mantener la compostura, aunque es muy difícil cuando solo lleva una toalla envolviendo su espectacular anatomía—. Guau… te ves muy tentadora —señalo y sonríe.—Gracias y te juro que no lo hago a propósito —se disculpa y rio.—Creo que solo quieres torturarme y hacerme sentir mal por no poder hacerte el amor todavía —me quejo y ahora es ella quien ríe.—Te juro que no, además
[AREN]—¡Aren! ¿Puedes quedarte quieto por favor? —me pide siguiendo mis pasos en este pequeño espacio.No sé como puede pedirme algo así, ¿acaso no se da cuenta de lo que esto significa para nosotros? Volteo para verla y finalmente se detiene sin apartar su mirada de la mía.—Alma mía, ¿acaso no lo entiendes? —le pregunto intentando de no lastimarla ya que tampoco quiero lastimarla.—Entiendo absolutamente todo, sé lo que significa para nosotros, pero tienes que entender una cosa —me dice y da un paso más hacia mi para tomarme de la cara con la ternura que tanto la caracteriza—. Entiende una cosa amor —continua y hace una pausa—. Aquí lo único más importante es que tu estes bien. No me sirve de nada que soluciones el mundo si te pierdo a ti, ¿de acuerdo? —me dice firmemente.Veo en su mirada todo ese inmenso amor que siente por mi y me doy cuenta de lo afortunado que soy por tener a esta gran mujer en mi vida. No puedo fallarle, no puedo dejar solo a nuestro hijo… —Lo siento alma mí
[AREN]Sentirme un inútil encerrado en esta habitación de hotel no se me da nada bien, sobre todo cuando la veo a ella encargándose de todo, incluso de acercar el carro con la cena. —Alma mía, yo podría encargarme de eso —trato de convencerla, pero de inmediato voltea y niega con su cabeza.—Ni te atrevas a levantarte, reposo absoluto —me advierte levantándome el dedo índice a modo de advertencia.—Creo que estas exagerando —digo completamente frustrado.—No, no exagero, son ordenes medicas y pienso hacerte cumplirlas —continua.De pronto escucho el timbre de mi celular y como de costumbre tengo la intención de contestar, pero ella es quien lo toma de la mesa de noche y mira la pantalla.—Alma mía, déjame contestar —le pido, pero vuelve a negar.—Es de la empresa, contestare yo —avisa y sin darme chance a nada se aleja de la habitación para ir al salón de la suite dejándome aquí con un mar de preguntas.Voy a tener que hablar con ella seriamente, sé que el doctor quiere que me cuide,
[AREN]Dos días después: 14 de agostoSe supone que me darían el alta el mismo día que llegue al hospital, pero al parecer los médicos se han ensañado en que me quedase en este lugar por más tiempo, según ellos debían hacerme más estudios para descartar cualquier otro problema.Lo único que yo sé es que siento que le estoy fallando a Haizea. Se supone que era yo quien debía cuidarla, que tenía que ser en quien ella se pudiera apoyar durante todo el embarazo, pero todo esta siento al revés. Es ella quien pasó las noches en vela en el hospital, quien no me soltó la mano cuando ni un solo minuto.—Por fin me puedo ir de aquí —me quejo cuando ya vamos saliendo de la habitación.—No sigas culpando a los doctores, ellos solo hacían su trabajo —me pide sabiendo que lo único que hice este tiempo fue justamente eso.—Lo sé, pero es que este tiempo aquí es tiempo inútil —continúo quejándome.Ella pareciera que con tal de no discutir conmigo solo me sigue la corriente.—Pareces un niño chiquito,