Haizea y yo estamos sentados frente a frente alrededor de una de las mesas más alejadas de todas, una que esta de manera paralela a los enormes cristales de este lugar. La vista de la bahía y los rascacielos nos hace compañía, y la luz del sol hace que sus ojos azules cambien a una tonalidad parecida a la que lo hacen los ojos de los siberianos.
—Usted dirá, ¿de qué negocios quiere hablarme? —cuestiono rompiendo finalmente el silencio que se hizo presente entre los dos.
Ella termina de beber un sorbo de la copa de vino que recogimos de camino aquí, y la apoya sobre la mesa.
—¿Sabe realmente quien soy yo? ¿a qué me dedico? ¿o es que solo ha escuchado lo que todos dicen de mí? —pregunta con autoridad y su carácter me agrada.
—¿Y qué es lo que dice la gente de usted? —rebato con interés.
—Que soy una joven ilusa que tiene la intención de meterse en un mundo que no encajo, que solo busco una fortuna para que la gente me tome en serio —señala haciéndome sonreír ampliamente.
—¿Y no es eso lo que busca? —averiguo y mueve su cabeza de un lado a otro.
—No —sentencia firme y me inclino un poco hacia la mesa para mirarla más de cerca.
Sus ojos no buscan romper el contacto visual y esto, sin duda alguna es una clara señal del carácter que tiene.
—¿Y que busca? —interrogo.
Ella saca algo de su bolso y luego coloca lo que parece ser un papel con un reducido plano dibujado en este sobre la mesa. Lo desliza lentamente hacia mí y no me deja de mirar.
—No soy una mujer en busca de fortuna, soy una ingeniera mecatrónica que busca que una empresa automotriz, o aeronáutica, tome ventaja de la solución que he creado para sus fábricas —concluye e inmediatamente bajo mi mirada al papel que esta sobre la mesa.
Me quedo en silencio mientras analizo la información y realmente me sorprende el sistema que ha creado para la automatización de una de las áreas críticas de la fábrica. La vuelvo a mirar y su sonrisa lo dice todo.
—¿Qué quieres por esto? —indago de inmediato.
—¿Qué quieres ofrecerme? —responde y levanta su dedo índice—. No me lo digas todavía, iré al tocador y cuando regrese me das tu respuesta, ¿te parece? Mientras tanto, me llevare esto —dice firme y se levanta de su silla.
Observo como agarra el papel y luego se aleja dejándome aquí pensando en que es lo que le puedo ofrecer a esta mujer.
—Aren, que guardado lo tenías, ¿eh? —escucho la voz de Nicolas, y al voltear a verlo, me doy cuenta de que no viene solo; Samuel también viene con él.
Los miro un tanto confundido y no entiendo de que están hablando.
—¿A qué se refieren? —les pregunto y ambos ríen.
—No te hagas el tonto, andan diciendo por ahí que estabas escondido porque le habías encontrado reemplazo a Lorena rápidamente, pero jamás pensamos que era esa rubia —expone Nicolas y esto de verdad se está saliendo de control.
—No tienen idea de lo que están hablando —me quejo y ellos solo llaman a otros de nuestros colegas que están en la reunión y comienzan a regar la falsa información de una manera incontrolable.
Observo como van comentando la noticia de una manera diferente y noto como ya no me miran con lastima, sino todo lo contrario, halagan mi buen gusto a pesar de lo poco que encaja Haizea en este mundo. La observo regresando del tocador, y decido adelantarme a los hechos poniéndome de pie y acercándome a ella.
—¿Qué sucede aquí? —me pregunta confundida y sin decirle nada, la tomo de la mano.
—Sígueme —hablo y hago que salgamos a la terraza del edificio.
El viento roza nuestros rostros, y ella se ve en la obligación de hacer un moño improvisado en su cabello para evitar que este tape su cara.
—¿Me puedes decir que pasa? ¿Acaso le has dicho del diseño? ¿están interesados? —inquiere emocionada y niego.
—No, no les he dicho nada.
—¿Entonces? ¿Qué es lo que ocurrió? —insiste.
—Todos pensaron que entre tú y yo pasa algo. No sé si lo sabes, pero mi pareja me dejo plantado en el altar hace un mes, y desde ese momento todos me dicen que soy un perdedor —le cuento.
—Algo escuche, y lo siento —murmura.
—Pero me vieron contigo y mira, todos cambiaron su manera de verme —hablo y sonríe sarcástica.
—No les hagas caso, mejor dime que me ofrecerás por la solución que te acabo de mostrar —presiona.
—¿Tú quieres encajar? ¿no? —averiguo.
—Quiero que me tomen en serio, que quieran mi proyecto —señala.
—Y yo quiero que la gente deje de mirarme como al idiota que dejaron en el altar, y gracias a ti lo empezaron a hacer —digo seguro.
Ella entrecierra sus ojos y trata de adivinar lo que pasa por mi mente.
—¿Y?
—Finge ser mi pareja. Te prometo que no solo te daré una gran fortuna porque instales tu sistema en mis fábricas, sino que te abriré las puertas para que negocies con los más grandes empresarios. Tu vida cambiara para siempre —le aseguro y su manera de mirarme es bastante intimidante.
—¿Te has vuelto loco? —rebate.
—No, pero míralo por el lado positivo, nos servirá a los dos. Un teatro y una vida mejor, ¿Qué piensas? —insisto.
—Que enloqueciste.
—Piénsalo, podemos reunirnos mañana y decidirlo mejor, pero te conviene —expreso con firmeza.
—Lo que me conviene ahora es irme, mañana vere, porque si te respondo ahora de seguro cometeré la tontería más grande del mundo —habla y comienza a alejarse de mí, y yo, por disimular y no volver a quedar como un imbécil, la sigo con la esperanza de que su respuesta sea un “si”.
Al día siguiente: 8 de junio—Revisa ese reporte de venta antes de enviarlo a contaduría, necesitamos que los números estén correctos —le pido a Francisco, y él asiente.—Por supuesto señor Danek —responde sin dudar y luego se da media vuelta para salir de mi oficina y apenas lo hace se encuentra con Inés.Ella sonríe al verlo, y luego pasa a mi oficina.—Señor Danek, la señorita Haizea Alarcón está en la recepción y quiere hablar con usted —me informa y miro la hora.«Eso fue rápido» Pienso y trato de no sonreír.—Hazla pasar, y por favor tráenos dos cafés —le pido amablemente.—Por supuesto —rebate y sin más, ella se retira mientras que yo acomodo la corbata color negra que llevo puesta.«Bueno, llego la hora de hacer el trato más importante que he hecho jamás» En solo cuestión de minutos alguien llama a mi puerta e inmediatamente voy a abrir para encontrarme con su aproximadamente metro setenta de altura vistiendo un vestido azul que hace juego con sus ojos.—Señorita Alarcón, bie
Cuatro días después: 12 de junioNunca se me paso por la mente hacer algo semejante, pero aquí estoy esperando por ella en la recepción de la corte para casarnos y comenzar este teatro. Lucas y Alex, dos de mis mejores amigos, y en este caso testigos de mi boda, me miran como tratando de entender lo que ocurre.—¿De verdad te casaras? —inquiere Lucas y asiento.—Ya sabes como son las cosas —me limito a decir cuando de pronto la puerta principal se abre y allí aparece ella luciendo un vestido corto color blanco que dibuja su figura de una manera bastante tentadora.—Perdón por la demora —se disculpa caminando hacia mi—. ¿Empezamos con esto? —inquiere y sonrió.—Hola, ¿no? —respondo sarcástico.—Hola Aren, ¿Cómo estás? ¿estas listo para casarte? —contesta haciéndome reír.—Muy bien gracias, y sí, estoy listo para atar mi vida a la tuya —hablo y sonríe.—Solo por un año —susurra y mira a nuestro alrededor cruzándose con la expectante mirada de Lucas y Alex—. ¿Los testigos? —averigua y de
Los “si acepto”, fueron fríos por parte de los dos, pero al final del día esto se trataba de un acuerdo, ¿no? Nos miramos mutuamente después de salir del salón donde se llevó a cabo la ceremonia, y luego Haizea observa el certificado de matrimonio.—¿Quieres guardarlo tú? —me pregunta fríamente y asiento.—Claro, lo guardare con nuestro contrato —menciono en un susurro, y al ver a los paparazis, la tomo de la mano para que juntos caminemos hasta salir de la corte dejando a mis amigos atrás.—Esa gente no se va —murmura.—Están esperando una foto, ¿se la damos? ¿o dejamos que nos continúen siguiendo hasta obtenerla? —indago y su mirada llena de confusión se fija en mí.—Ya tomaron fotos, y muchas cuando entramos a casarnos, ¿Qué más quieren? —rebate y sonrió.—Sabes muy bien lo que buscan —digo y la miro a los ojos—. ¿Qué hace una pareja enamorado? —continuo y sonríe.—¿De verdad? ¿No les basta con vernos casados? —responde sarcástica y en respuesta encojo mis hombros.Viendo que somos
Abro la puerta principal de la casa, y noto como ella tan solo se ha quedado a algunos pasos detrás de mí y observa todo con demasiada atención.—¿Qué ocurre? ¿No te gusta mi casa? —indago y sus ojos se encuentran con los míos.—¿Bromeas? ¿A esto le llamas casa? —rebate y mira hacia arriba—. Es inmensa, ¿Cómo puede ser que solo vivas tú aquí? —continua cuando abro un poco más la puerta y ella finalmente se decide a entrar.Sonrió ante la forma que mira cada detalle y tan solo camino detrás suyo por el vestíbulo hasta llegar al salón.—Tenía planes de una familia en este sitio, pero ya ves, ella está haciendo su vida con alguien más —explico.Haizea deja su bolso sobre el sofá y se voltea para verme a la cara.—Sabes, si el mundo de los negocios no tuviera tantos prejuicios, yo también tendría una casa así. Eso sin contar que no tendría que estar endeudada por pagar los gastos médicos de Pablo —continua y camina por el salón hasta llegar a las puertas de cristal que dan al jardín—. Mir
Al día siguiente: 13 de junioHa sido una noche bastante larga y por supuesto complicada. No dejo de pensar en la locura que he cometido y en todo lo que me espera en estos próximos meses. Ni siquiera sé bien si debería tener un plan en marcha, o improvisar a medida que la vida me lo pida. Cierro la llave de la ducha, envuelvo una toalla en mi cintura para luego continuar con mi rutina matutina hasta que ya estoy vestido y listo para desayunar. Camino por la casa hasta llegar a la cocina, y antes de que ella se percate de mi presencia, observo como mantiene una videollamada con quien supongo es su familia.—Lisa, te prometo que todo esto lo estoy haciendo por tu hermano. El culpable pagara por su negligencia —le dice y no puedo ver la imagen en su celular.—Haizea, ten cuidado con esto, es peligroso —oigo la voz de una mujer.—No lo es, Aren es un buen hombre — justifica haciéndome sonreír ya que eso es algo lindo de escuchar.—Eso es lo peligroso cuñis… no te enamores de él, ¿sí? Yo
Nunca estuvo en mis planes comportarme como el típico hombre rico que pagaba las tarjetas y deudas de una mujer para después llevarla de compras. Siempre fui más partidario de que ellas fueran independientes y resolvieran sus propios problemas, aunque por supuesto, si ella lo pedía o necesitaba ayuda, yo no tenía problema en interceder. Sin embargo, lo que estoy haciendo con Haizea es completamente diferente.Sé muy bien que ella es una mujer independiente y capaz de resolver cualquier tipo de problemas que quiera, pero por nuestro acuerdo, y su paz mental, estoy haciendo que todo sea un poco más fácil. La miro sentada a mi lado mientras el chofer nos lleva al exclusivo centro comercial de Bal Harbour Shops, y su silencio habla más que todas las palabras que pueda pronunciar.—Oye, no te sientas mal, era parte de nuestro acuerdo —le digo sabiendo lo que puede estar pasando por su mente.Es extraño porque no la conozco tanto, pero de pronto hay actitudes de ella que reconozco enseguida
No soy uno de esos hombres a los que les encanta ir de compras, mucho menos acompañar a su pareja y sentarse a que comience un desfile más largo que la semana de la moda en Paris. Sin embargo, este trato tiene algunas cláusulas que ambos debemos cumplir para ser vistos en ciertos círculos sociales, y esa es una. Estamos aquí caminando, tomados de la mano, jugando a ser la pareja perfecta mientras que ella mira las vidrieras de los locales. —¿Sabes que puedes entrar a cualquiera? ¿No? —le digo tratando de animarla y me mira.—Es que no estoy acostumbrada a este tipo de ropa, lo mío es de un presupuesto más bajo y fácil de combinar —me cuenta haciéndome reír.—Bueno, es hora de cambiar esos hábitos, además, tú puedes ponerte un costal de papas si quieres y te quedara bien —expreso sincero y sonríe.—Con la moda rara que hay aquí, tal vez sea eso lo que use —murmura y miro a nuestro alrededor.—Ven, creo que este local te gustara, están todas las marcas dentro de un mismo lugar, y los
El camino de regreso a casa ha transcurrido en completo silencio, y no sé si se deba a los besos que nos tuvimos que dar, o al desfile de ropa que evalué sin influenciar en su decisión de que comprar y que no. Noel nos abre la puerta, y ella es la primera en bajar del coche para después entrar a la casa con su silencio aun siendo presente.—Noel, ¿puedes entrar las bolsas por favor? —le pido amable y él tan solo asiente mientras que yo voy detrás de ella. Respiro profundo tratando de no frustrarme con su actitud, y la sigo hasta que intenta cerrar la puerta de su cuarto, pero lo impido interponiendo mi brazo—. ¿Se puede saber que ocurre? —inquiero finalmente y cierro la puerta detrás de mí para evitar que huya.Haizea cruza sus brazos y me mira fijamente.—Sucede que he sido tu muñequita en aquel local y no me ha gustado —sentencia.Sus palabras me llaman la atención, tanto que entrecierro mis ojos y me acerco un poco más.—¿Mi muñequita? ¿De qué hablas? —presiono confundido.—Juega t