Los “si acepto”, fueron fríos por parte de los dos, pero al final del día esto se trataba de un acuerdo, ¿no? Nos miramos mutuamente después de salir del salón donde se llevó a cabo la ceremonia, y luego Haizea observa el certificado de matrimonio.
—¿Quieres guardarlo tú? —me pregunta fríamente y asiento.
—Claro, lo guardare con nuestro contrato —menciono en un susurro, y al ver a los paparazis, la tomo de la mano para que juntos caminemos hasta salir de la corte dejando a mis amigos atrás.
—Esa gente no se va —murmura.
—Están esperando una foto, ¿se la damos? ¿o dejamos que nos continúen siguiendo hasta obtenerla? —indago y su mirada llena de confusión se fija en mí.
—Ya tomaron fotos, y muchas cuando entramos a casarnos, ¿Qué más quieren? —rebate y sonrió.
—Sabes muy bien lo que buscan —digo y la miro a los ojos—. ¿Qué hace una pareja enamorado? —continuo y sonríe.
—¿De verdad? ¿No les basta con vernos casados? —responde sarcástica y en respuesta encojo mis hombros.
Viendo que somos el centro de atención de muchas personas que están a nuestro alrededor, acaricio su rostro.
—¿Qué tan rápido quieres que te respeten en el mundo de los negocios? —inquiero y ella respira profundo.
Tomándome por absoluta sorpresa, ella se acerca un poco más y pasa sus brazos por encima de mis hombros.
—No tenemos demasiado tiempo para conseguir lo que queremos, pero no te olvides que yo tengo novio y lo amo demasiado —advierte haciéndome sonreír.
—No te preocupes, aprendí mi lección en el amor. Esto es tan solo un negocio —sentencio y sin decir nada más, ella acorta toda la distancia y me besa haciendo que yo responda a su boca y atrape su cuerpo entre mis brazos para que no haya distancia entre nosotros.
—Ahora si se lo creerán —pronuncia sobre mis labios y sonrió.
—Totalmente —rebato y la miro a los ojos—. Deberías venir conmigo a mi casa por si nos siguen, además, deberás mudarte conmigo por este año —sugiero y asiente.
—Tengo mi maleta en el coche, ya te lo dije, yo también tengo mis intereses en este contrato —declara.
—Muy bien señora Danek, me agrada mucho lo decidida que es y cómo se anticipa a todo —digo haciéndola reír.
—Ya ves, ahora mejor vayamos que no quiero que sigan mirándonos, son molestos —me pide y asiento.
—Vamos, mis amigos ya saben que deben irse, que no habrá fiesta —bromeo y la suelto para tomarla de la mano y así ir hacia mi coche.
—Espera, mi auto —murmura deteniéndome en mitad del camino.
—Dale la llave a mi chofer, él se encargará de todo —sugiero y de inmediato la busca en su pequeño bolso para después dársela a Noel.
—Encárgate de su auto, nos vemos en la casa —le informo y él tan solo asiente para después hacer lo que le he pedido.
Por mi parte, abro la puerta del coche para que ella suba, y luego subo yo del lado del conductor y al mirarla noto lo nerviosa que esta.
—No quiero pensar más de la cuenta en lo que acabamos de hacer porque es una locura —murmura.
Sus palabras me sorprenden, y es que no pensé que se pondría así.
—¿Te estas arrepintiendo? —inquiero mirándola fijamente.
Haizea respira profundo y voltea a verme.
—No, y espero no hacerlo —rebate—. Es solo que hay cosas que no estaban contempladas en mi mente —explica y sé por dónde va la cosa.
—¿El beso? —averiguo y asiente.
—Olvidaba que nos tocara fingir cuando estemos frente a las personas que deben creer que lo nuestro es verdad —confiesa y sonrió.
—No te preocupes, no tengo intenciones de propasarme contigo. Piensa en los besos como parte de la actuación, no involucres al corazón y ya —sugiero.
—Va —rebate y mira por la ventanilla—. ¿Podemos irnos? Pareciera que me case con Ben Affleck y que yo fuera JLO —murmura haciéndome reír.
—Ya nos vamos, a mí también me molesta esta gente —digo y pongo en marcha el coche para luego arrancar alejándonos de aquí—. ¿Qué dijeron tus padres de esta boda? —averiguo haciendo que me mire.
—Me dijeron que estaba loca por hacer algo así, pero ya después lo entendieron y me apoyaron, supongo que con el tiempo se irán acostumbrando —relata.
—Vamos a tener que conocernos un poco mejor, no sabemos nada del otro y eso sin dudas no es bueno para cuando nos empecemos a mover en mi circulo social —sugiero y asiente.
—Me parece bien, no quiero fallar, quiero que ese idiota pague por lo que le paso a Pablo —sentencia.
—No quisiera tenerte de enemiga —bromeo y me mira.
—Ni yo a ti, mira que hacer todo esto… guau —dice mirándome fijamente.
—No me gusta que la gente me deje en ridículo —me defiendo.
—Te entiendo, a mí tampoco —pronuncia y respira profundo.
La miro un breve instante y pienso en lo que pueda estar pasando por su mente.
—¿Todo bien? —averiguo y niega.
—No, solo pienso… imaginaba algo diferente para mi boda, y por supuesto a alguien diferente, pero está claro que nadie puede controlar el destino —indica.
—Lo sé, la vida es muy caprichosa, pero también tiene sus cosas buenas, así que mejor miremos eso para afrontar esto de una mejor manera —sugiero y ella tan solo asiente.
Quiero pensar que esto nos dará alivio, hará que nuestra vida sea mejor, o al menos que podamos encontrar algo de paz en medio de todo este caos.
Abro la puerta principal de la casa, y noto como ella tan solo se ha quedado a algunos pasos detrás de mí y observa todo con demasiada atención.—¿Qué ocurre? ¿No te gusta mi casa? —indago y sus ojos se encuentran con los míos.—¿Bromeas? ¿A esto le llamas casa? —rebate y mira hacia arriba—. Es inmensa, ¿Cómo puede ser que solo vivas tú aquí? —continua cuando abro un poco más la puerta y ella finalmente se decide a entrar.Sonrió ante la forma que mira cada detalle y tan solo camino detrás suyo por el vestíbulo hasta llegar al salón.—Tenía planes de una familia en este sitio, pero ya ves, ella está haciendo su vida con alguien más —explico.Haizea deja su bolso sobre el sofá y se voltea para verme a la cara.—Sabes, si el mundo de los negocios no tuviera tantos prejuicios, yo también tendría una casa así. Eso sin contar que no tendría que estar endeudada por pagar los gastos médicos de Pablo —continua y camina por el salón hasta llegar a las puertas de cristal que dan al jardín—. Mir
Al día siguiente: 13 de junioHa sido una noche bastante larga y por supuesto complicada. No dejo de pensar en la locura que he cometido y en todo lo que me espera en estos próximos meses. Ni siquiera sé bien si debería tener un plan en marcha, o improvisar a medida que la vida me lo pida. Cierro la llave de la ducha, envuelvo una toalla en mi cintura para luego continuar con mi rutina matutina hasta que ya estoy vestido y listo para desayunar. Camino por la casa hasta llegar a la cocina, y antes de que ella se percate de mi presencia, observo como mantiene una videollamada con quien supongo es su familia.—Lisa, te prometo que todo esto lo estoy haciendo por tu hermano. El culpable pagara por su negligencia —le dice y no puedo ver la imagen en su celular.—Haizea, ten cuidado con esto, es peligroso —oigo la voz de una mujer.—No lo es, Aren es un buen hombre — justifica haciéndome sonreír ya que eso es algo lindo de escuchar.—Eso es lo peligroso cuñis… no te enamores de él, ¿sí? Yo
Nunca estuvo en mis planes comportarme como el típico hombre rico que pagaba las tarjetas y deudas de una mujer para después llevarla de compras. Siempre fui más partidario de que ellas fueran independientes y resolvieran sus propios problemas, aunque por supuesto, si ella lo pedía o necesitaba ayuda, yo no tenía problema en interceder. Sin embargo, lo que estoy haciendo con Haizea es completamente diferente.Sé muy bien que ella es una mujer independiente y capaz de resolver cualquier tipo de problemas que quiera, pero por nuestro acuerdo, y su paz mental, estoy haciendo que todo sea un poco más fácil. La miro sentada a mi lado mientras el chofer nos lleva al exclusivo centro comercial de Bal Harbour Shops, y su silencio habla más que todas las palabras que pueda pronunciar.—Oye, no te sientas mal, era parte de nuestro acuerdo —le digo sabiendo lo que puede estar pasando por su mente.Es extraño porque no la conozco tanto, pero de pronto hay actitudes de ella que reconozco enseguida
No soy uno de esos hombres a los que les encanta ir de compras, mucho menos acompañar a su pareja y sentarse a que comience un desfile más largo que la semana de la moda en Paris. Sin embargo, este trato tiene algunas cláusulas que ambos debemos cumplir para ser vistos en ciertos círculos sociales, y esa es una. Estamos aquí caminando, tomados de la mano, jugando a ser la pareja perfecta mientras que ella mira las vidrieras de los locales. —¿Sabes que puedes entrar a cualquiera? ¿No? —le digo tratando de animarla y me mira.—Es que no estoy acostumbrada a este tipo de ropa, lo mío es de un presupuesto más bajo y fácil de combinar —me cuenta haciéndome reír.—Bueno, es hora de cambiar esos hábitos, además, tú puedes ponerte un costal de papas si quieres y te quedara bien —expreso sincero y sonríe.—Con la moda rara que hay aquí, tal vez sea eso lo que use —murmura y miro a nuestro alrededor.—Ven, creo que este local te gustara, están todas las marcas dentro de un mismo lugar, y los
El camino de regreso a casa ha transcurrido en completo silencio, y no sé si se deba a los besos que nos tuvimos que dar, o al desfile de ropa que evalué sin influenciar en su decisión de que comprar y que no. Noel nos abre la puerta, y ella es la primera en bajar del coche para después entrar a la casa con su silencio aun siendo presente.—Noel, ¿puedes entrar las bolsas por favor? —le pido amable y él tan solo asiente mientras que yo voy detrás de ella. Respiro profundo tratando de no frustrarme con su actitud, y la sigo hasta que intenta cerrar la puerta de su cuarto, pero lo impido interponiendo mi brazo—. ¿Se puede saber que ocurre? —inquiero finalmente y cierro la puerta detrás de mí para evitar que huya.Haizea cruza sus brazos y me mira fijamente.—Sucede que he sido tu muñequita en aquel local y no me ha gustado —sentencia.Sus palabras me llaman la atención, tanto que entrecierro mis ojos y me acerco un poco más.—¿Mi muñequita? ¿De qué hablas? —presiono confundido.—Juega t
Muevo mi pie una y otra vez mientras que espero que Haizea baje al salón, y debo decir que estoy extremadamente nervioso. No es fácil asumir que volveré a ver a esa mujer y que en esa ocasión será junto con quien para todos es mi amada esposa. Consulto el reloj una vez más, y cuando estoy a punto de decirle que se dé prisa, siento el sonido de sus tacones en los escalones.Levanto mi mirada y la imagen que aparece frente me deja sin aliento.—¡Guau! —es lo único que sale de mi boca. El vestido largo color negro le queda increíblemente bien, y ni hablar de la forma que se dibuja a su figura, o de ese pronunciado escote diseñado para robar miradas.—Querías una esposa que se viera elegante y sexy, ¿no? —me pregunta recordando las palabras que le dije antes de que nos fuéramos a cambiar.Le ofrezco mi mano para que termine de bajar el último peldaño y sonrió sin dejar de mirarla a los ojos.—Lorena odia que en las fiestas haya mujeres más hermosas que ella —le confieso y Haizea me mira s
Haizea y yo estamos disfrutando de una exquisita copa de champagne mientras que conversamos con algunos conocidos, y debo admitir que ella sabe desenvolverse muy bien en este mundo de fieras. Yo solo observo, comento cuando es necesario, y hago mi mejor esfuerzo por no reírme ante la manera que los hombres la miran. Todos intentan mantener contacto visual con ella, pero se les hace cuesta arriba bajo la tentación de su escote, y no los culpo, ella es sumamente hermosa.—Nos gustaría conversar con usted de una manera un poco más formal, tal vez una reunión en nuestra oficina —propone Isaac, quien es un importante empresario automotriz de México.Paso uno de mis brazos por la cintura de Haizea y hago que me mire.—Cariño, no olvides que tú y yo somos mucho más que esposos —le digo de manera disimulada para que no acepte.—No lo olvido — esponde sonriente y vuelve a verlo—. Lamentablemente para usted, ahora soy accionista y vicepresidenta de la empresa de mi esposo, y por ende ya mis pro
Pensé que había tocado fondo el día que ella me dejo, llegue a creer que no podía llorar más, que no podía sentirme peor, pero me equivoque; hoy todo aquello ha sido superado por las palabras que me acaba de decir Lorena, por esa crueldad con la que me miro, y hacerme sentir que no valía nada. La impotencia y el dolor apenas me dejan caminar por este jardín hasta que finalmente consigo llegar a un rincón alejado y me dejo caer de rodillas al suelo para luego sentarme.La brisa proveniente de la bahía roza mi rostro y esta opresión en el pecho se hace más fuerte.—¿Aren? —escucho la voz de Haizea.Abro mis ojos y allí está frente a mi mirándome mientras que trata de entender lo que me sucede.—Haizea —es lo único que consigo pronunciar mientras que veo como ella se arrodilla frente a mí.Me mira detenidamente y toma mi rostro entre sus manos.—¿Qué fue lo que paso? —inquiere preocupada y el dolor no se va.—No me quería, solo quería mi dinero, pero ni siquiera eso le alcanzo. Me dejo p