No soy uno de esos hombres a los que les encanta ir de compras, mucho menos acompañar a su pareja y sentarse a que comience un desfile más largo que la semana de la moda en Paris. Sin embargo, este trato tiene algunas cláusulas que ambos debemos cumplir para ser vistos en ciertos círculos sociales, y esa es una. Estamos aquí caminando, tomados de la mano, jugando a ser la pareja perfecta mientras que ella mira las vidrieras de los locales. —¿Sabes que puedes entrar a cualquiera? ¿No? —le digo tratando de animarla y me mira.—Es que no estoy acostumbrada a este tipo de ropa, lo mío es de un presupuesto más bajo y fácil de combinar —me cuenta haciéndome reír.—Bueno, es hora de cambiar esos hábitos, además, tú puedes ponerte un costal de papas si quieres y te quedara bien —expreso sincero y sonríe.—Con la moda rara que hay aquí, tal vez sea eso lo que use —murmura y miro a nuestro alrededor.—Ven, creo que este local te gustara, están todas las marcas dentro de un mismo lugar, y los
El camino de regreso a casa ha transcurrido en completo silencio, y no sé si se deba a los besos que nos tuvimos que dar, o al desfile de ropa que evalué sin influenciar en su decisión de que comprar y que no. Noel nos abre la puerta, y ella es la primera en bajar del coche para después entrar a la casa con su silencio aun siendo presente.—Noel, ¿puedes entrar las bolsas por favor? —le pido amable y él tan solo asiente mientras que yo voy detrás de ella. Respiro profundo tratando de no frustrarme con su actitud, y la sigo hasta que intenta cerrar la puerta de su cuarto, pero lo impido interponiendo mi brazo—. ¿Se puede saber que ocurre? —inquiero finalmente y cierro la puerta detrás de mí para evitar que huya.Haizea cruza sus brazos y me mira fijamente.—Sucede que he sido tu muñequita en aquel local y no me ha gustado —sentencia.Sus palabras me llaman la atención, tanto que entrecierro mis ojos y me acerco un poco más.—¿Mi muñequita? ¿De qué hablas? —presiono confundido.—Juega t
Muevo mi pie una y otra vez mientras que espero que Haizea baje al salón, y debo decir que estoy extremadamente nervioso. No es fácil asumir que volveré a ver a esa mujer y que en esa ocasión será junto con quien para todos es mi amada esposa. Consulto el reloj una vez más, y cuando estoy a punto de decirle que se dé prisa, siento el sonido de sus tacones en los escalones.Levanto mi mirada y la imagen que aparece frente me deja sin aliento.—¡Guau! —es lo único que sale de mi boca. El vestido largo color negro le queda increíblemente bien, y ni hablar de la forma que se dibuja a su figura, o de ese pronunciado escote diseñado para robar miradas.—Querías una esposa que se viera elegante y sexy, ¿no? —me pregunta recordando las palabras que le dije antes de que nos fuéramos a cambiar.Le ofrezco mi mano para que termine de bajar el último peldaño y sonrió sin dejar de mirarla a los ojos.—Lorena odia que en las fiestas haya mujeres más hermosas que ella —le confieso y Haizea me mira s
Haizea y yo estamos disfrutando de una exquisita copa de champagne mientras que conversamos con algunos conocidos, y debo admitir que ella sabe desenvolverse muy bien en este mundo de fieras. Yo solo observo, comento cuando es necesario, y hago mi mejor esfuerzo por no reírme ante la manera que los hombres la miran. Todos intentan mantener contacto visual con ella, pero se les hace cuesta arriba bajo la tentación de su escote, y no los culpo, ella es sumamente hermosa.—Nos gustaría conversar con usted de una manera un poco más formal, tal vez una reunión en nuestra oficina —propone Isaac, quien es un importante empresario automotriz de México.Paso uno de mis brazos por la cintura de Haizea y hago que me mire.—Cariño, no olvides que tú y yo somos mucho más que esposos —le digo de manera disimulada para que no acepte.—No lo olvido — esponde sonriente y vuelve a verlo—. Lamentablemente para usted, ahora soy accionista y vicepresidenta de la empresa de mi esposo, y por ende ya mis pro
Pensé que había tocado fondo el día que ella me dejo, llegue a creer que no podía llorar más, que no podía sentirme peor, pero me equivoque; hoy todo aquello ha sido superado por las palabras que me acaba de decir Lorena, por esa crueldad con la que me miro, y hacerme sentir que no valía nada. La impotencia y el dolor apenas me dejan caminar por este jardín hasta que finalmente consigo llegar a un rincón alejado y me dejo caer de rodillas al suelo para luego sentarme.La brisa proveniente de la bahía roza mi rostro y esta opresión en el pecho se hace más fuerte.—¿Aren? —escucho la voz de Haizea.Abro mis ojos y allí está frente a mi mirándome mientras que trata de entender lo que me sucede.—Haizea —es lo único que consigo pronunciar mientras que veo como ella se arrodilla frente a mí.Me mira detenidamente y toma mi rostro entre sus manos.—¿Qué fue lo que paso? —inquiere preocupada y el dolor no se va.—No me quería, solo quería mi dinero, pero ni siquiera eso le alcanzo. Me dejo p
No sé muy bien que se supone que debo hacer en estos momentos, pero mi instinto me lleva a quedarme algunos pasos lejos de ella mientras que se acerca a un grupo de tres personas que están de pie en esta sala de espera. Haizea abraza a la mujer de cabello rubio y por mi parte solo observo la imagen hasta que se marchan. Quiero suponer que irán a ver a Pablo, asique decido quedarme aquí y esperar pacientemente. Mi cabeza es un caos, piensa en lo que paso en aquella gala y me doy cuenta de que todo esto es un gran error. Por una parte, Lorena y sus duras palabras para conmigo, y por otro lado el novio de Haizea ha despertado, y con esto todo cambia más pronto de lo que esperaba. Sé que ella va a tener que pasar más tiempo con él. Posiblemente nuestra convivencia se vea interrumpida cuando ella decida verlo, y por supuesto deberé tener una conversación con este hombre para explicarle que no tengo malas intenciones con Haizea.No sé muy bien cuanto tiempo, y es que estoy completamente pe
Al día siguiente: 14 de junioSe me parte la cabeza, trato de abrir mis ojos, pero siento que me pesan tanto que la tarea se hace cuesta arriba. Respiro profundo, froto mis ojos con mis manos y finalmente encuentro la fuerza para abrirlos. La imagen del techo de mi cuarto es lo primero con lo que me encuentro, pero luego un movimiento me hace mirar a mi costado derecho de la cama y me encuentro con ella.«¿Qué fue lo que paso aquí?», me pregunto alarmado al ver a Haizea completamente desnuda a mi lado. Ella aun esta dormida y la sábana apenas cubre su cuerpo por debajo de la cintura. Me distraigo en su geografía, pero al mismo tiempo mi corazón late en una mezcla inexplicable de ansiedad, miedo, y «¿excitación?». —¿Qué carajos hice? —me pregunto en un susurro.Es tanta mi confusión que me dispongo a levantarme de la cama cuando ella abre sus ojos de una manera bastante débil. —Buenos días —saluda y un gesto de queja me deja saber que se siente igual que yo —. Que dolor de cabeza —s
Dos días después: 16 de junioHa sido un fin de semana bastante complicado, y es que después de lo que paso la otra noche, ni Haizea ni yo sabemos muy bien como actuar. Incluso el camino a la empresa estuvo lleno de silencios, y supongo que es normal, ¿no? Oficialmente, hoy es su primer día aquí y sé las cosas no deberían ser tan extrañas como lo son ahora, pero si hay algo que tenemos claro, es que debemos seguir con nuestro teatro, aunque ya ni siquiera sé que es falso o verdad. La miro al bajar del coche y me uno a su lado.—¿Quieres seguir adelante con esto? —pregunto y miro nuestras manos—. Si no quieres podemos terminarlo y admitir que nuestro matrimonio fue por conveniencia —le ofrezco y ella niega inmediatamente.Antes de aceptar mi mano, ella se para delante de mí y se quita los lentes de sol para verme a los ojos.—Aren, ya no hare esto por Pablo, ni por su tratamiento, ni la venganza contra Jorge por ser el responsable de lo que le paso —habla firme y debo admitir que me s