Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado.
Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo. Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado. —¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos. Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso. —¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada. Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad. —Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación. Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero decidió ignorar el sentimiento y cambiar de tema rápidamente. —Deberíamos ir a la biblioteca a estudiar un rato —sugirió, tratando de sonar entusiasta. —Tenemos una práctica en estos días y necesitamos repasar los procedimientos. Clara y Marco asintieron, aceptando la propuesta sin cuestionar. Se levantaron de la mesa y se dirigieron juntos hacia la biblioteca, dejando atrás la confusión y las emociones encontradas, al menos por el momento. Alya, Clara y Marco llegaron a la biblioteca y encontraron una mesa en una esquina tranquila. El ambiente silencioso y el olor a libros viejos les ayudaron a concentrarse en sus estudios. Alya sacó sus apuntes y comenzó a repasar los procedimientos para la práctica que tenían en unos días. —¿Por dónde empezamos? —preguntó Marco, abriendo su cuaderno. —Creo que deberíamos repasar primero los conceptos básicos —sugirió Clara, organizando sus notas. —Así nos aseguramos de que todos estamos en la misma página. Alya asintió, agradecida por la distracción. Mientras repasaban, trató de mantener su mente enfocada en el estudio, pero los pensamientos sobre Christian y Laura seguían rondando en su cabeza. Se preguntaba por qué le afectaba tanto saber sobre la relación de Christian con Laura. Tal vez era porque, en el fondo, deseaba algo más con él, aunque sabía que no era posible. —Alya, ¿estás bien? —preguntó Clara, notando su distracción. —Sí, solo estaba pensando en la práctica —respondió Alya, forzando una sonrisa. —Vamos a seguir. Pasaron las siguientes horas estudiando y discutiendo los procedimientos. Poco a poco, Alya logró sumergirse en el material, dejando de lado sus preocupaciones por un rato. Marco y Clara hicieron un gran trabajo manteniendo la conversación ligera y enfocada, lo que ayudó a aliviar la tensión. Cuando finalmente terminaron, Marco se estiró y bostezó. —Creo que hemos hecho un buen progreso hoy. ¿Qué les parece si tomamos un descanso y vamos por un café? Clara asintió con entusiasmo. —¡Me parece una excelente idea! ¿Qué dices, Alya? Alya sonrió, sintiéndose un poco más relajada. —Sí, un café suena perfecto. Salieron de la biblioteca y se dirigieron a una pequeña cafetería cercana. Mientras caminaban, Alya se dio cuenta de que, aunque sus sentimientos por Christian seguían siendo confusos, tenía amigos que la apoyaban y eso era lo más importante en ese momento. La pequeña cafetería estaba llena de estudiantes, pero lograron encontrar una mesa junto a la ventana. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, creando un ambiente acogedor. Marco fue a pedir las bebidas mientras Alya y Clara se acomodaban. —¿Te sientes mejor? —preguntó Clara, mirando a Alya con preocupación. Alya asintió, agradecida por la preocupación de su amiga. —Sí, gracias. Estudiar me ayudó a despejar la mente. Marco regresó con tres tazas de café y se sentó con una sonrisa. —Aquí tienen. Nada como un buen café para recargar energías. Mientras bebían sus cafés, la conversación se desvió hacia temas más ligeros. Hablaron sobre sus clases, sus profesores y los planes para el fin de semana. Alya se sintió más relajada, disfrutando del momento con sus amigos. De repente, la puerta de la cafetería se abrió y Christian entró, seguido de Laura y algunos de sus amigos. Alya sintió un nudo en el estómago, pero trató de no mostrarlo. Christian la vio y le dedicó una breve sonrisa antes de dirigirse a una mesa al otro lado del local. Clara notó la tensión en Alya y decidió cambiar de tema rápidamente. —Oigan, ¿han escuchado sobre la fiesta que están organizando los de último año? —preguntó Clara, tratando de desviar la atención. —Dicen que va a ser increíble. Ya saben cómo son, siempre saben cómo montar una buena fiesta. Marco asintió con entusiasmo. —Sí, he oído que va a ser épica. ¿Quieren ir? Podría ser una buena manera de relajarnos después de tanto estudio. Alya sonrió, agradecida por la distracción. —Claro, suena divertido. Necesito un descanso de tanto estudio. Pasaron el resto del tiempo en la cafetería hablando sobre la fiesta y haciendo planes para asistir. Aunque la presencia de Christian seguía en el fondo de su mente, Alya decidió no dejar que eso arruinara su día. Cuando finalmente se despidieron y salieron de la cafetería, Alya se sintió un poco más ligera. Sabía que aún tenía mucho que resolver en su corazón, pero por ahora, estaba decidida a disfrutar de los pequeños momentos de felicidad que la vida le ofrecía.Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m
Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida."¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.Alya se detuv
El sábado por la mañana, Alya y Clara se preparaban para su visita al museo. Alya se puso unos jeans ajustados y una blusa oversize, complementando su atuendo con un bolso cruzado. Clara, por su parte, eligió un vestido azul que resaltaba su figura.—¿Estás lista, Alya? —preguntó Clara mientras se miraba en el espejo.—Sí, ya casi. ¿Qué te parece? —Alya giró sobre sí misma, mostrando su atuendo.—Te ves genial. Vamos a divertirnos mucho hoy —respondió Clara con una sonrisa.Al llegar a la entrada del museo, se encontraron con Marco, quien las esperaba con una sonrisa.—¡Hola, chicas! —saludó Marco—. ¿Listas para una dosis de cultura?—¡Claro! —respondió Clara entusiasmadaAlya sintió un nudo en el estómago al ver a Christian acercándose. No esperaban verlo allí, y la incomodidad de Alya era evidente.—Hola a todos —dijo Christian, con una mirada fija en Alya.—Hola, Christian —respondió Alya, tratando de sonar casual.Mientras recorrían las exposiciones, Alya intentaba mantener la cal
Esa noche, Alya estaba en su habitación, tratando de concentrarse en sus estudios, cuando su teléfono vibró. Miró la pantalla y vio un mensaje de Enrique, su exnovio. Dudó un momento antes de abrirlo.Enrique: Alya, te extraño. No dejo de pensar en ti.Alya sintió una punzada en el corazón. Había sido difícil dejar atrás su relación con Enrique, pero sabía que era lo mejor. Aun así, las palabras de él la hicieron dudar.Alya: Enrique, no quiero saber nada de ti. Lo que hiciste me lastimó mucho.Enrique: Por favor, Alya. Lo que hice fue en un momento de debilidad. Te lo ruego, dame otra oportunidad.Alya dejó el teléfono a un lado, su mente en un torbellino. Pensaba en el dolor que Enrique le había causado, pero también en los momentos felices que habían compartido. Y luego estaba Christian, con sus ojos oscuros y su presencia dominante, que la confundía aún más.Decidió no responderle a Enrique. Necesitaba tiempo para pensar. Sin embargo, Enrique no se dio por vencido. Al día siguient
Pasaron semanas desde que Enrique se fue, y durante ese tiempo, Alya evitó a Christian a toda costa. Cada vez que él intentaba acercarse, ella encontraba una excusa para alejarse. Esta situación lo frustraba profundamente, y la tensión entre ellos crecía con cada día que pasaba.Una noche, después de una larga jornada en la universidad, Christian decidió que ya no podía soportarlo más. Sabía que Alya solía quedarse en la biblioteca hasta tarde, así que fue allí con la esperanza de encontrarla. Al entrar, la vio sentada en una mesa al fondo, absorta en sus libros.—Alya —dijo con firmeza, acercándose a ella.Ella levantó la vista, sorprendida y un poco nerviosa. Intentó ignorarlo, pero él no se lo permitió. Se sentó frente a ella, su mirada intensa y decidida.—No podemos seguir así —dijo Christian, su voz baja pero cargada de emoción—. Necesitamos hablar.Alya suspiró, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que tenía razón, pero también sabía que enfrentarlo significaba abrir una pu
El bar estaba lleno de gente, la música alta y las luces tenues creaban el ambiente perfecto para perderse. Christian se acercó a la barra y pidió un whisky doble. Mientras bebía, sus ojos recorrieron el lugar hasta que se detuvieron en una chica que estaba sola en una mesa. Era atractiva, con una sonrisa fácil y una mirada que prometía distracción.Se acercó a ella con su habitual confianza.—¿Te importa si me siento? —preguntó, aunque ya estaba tomando asiento.La chica sonrió, intrigada.—Claro, adelante. Soy Zoe.—Christian —respondió él, extendiendo la mano—. ¿Qué hace una chica como tú sola en un lugar como este?Zoe se rió suavemente.—Solo necesitaba un respiro. ¿Y tú?—Buscando olvidar —dijo Christian, su voz más seria de lo que pretendía.La conversación fluyó fácilmente, y pronto, Christian la llevó a su dormitorio. Todo fue rápido, casi mecánico. Se besaron apasionadamente, pero en su mente, Christian no podía dejar de pensar en Alya. Cada caricia, cada beso, solo le recor
A la mañana siguiente, Alya se despertó sintiéndose un poco más clara. Sabía que tenía que mantenerse firme en su decisión. Christian era una distracción peligrosa, y no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por sus sentimientos. Tenía un futuro que construir, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.Mientras se preparaba para el día, su teléfono vibró con un mensaje de Enrique. Sonrió al ver su nombre en la pantalla. Su relación a distancia con Enrique estaba resultando super bien. Abrió el mensaje y leyó sus palabras cariñosas, sintiendo una calidez en su corazón.—Buenos días, mi amor. Espero que hayas dormido bien. Te extraño mucho —decía el mensaje.Alya respondió rápidamente, sintiendo que su día mejoraba solo con leer sus palabras.—Buenos días, Enrique. Yo también te extraño. Espero que tengas un buen día.Guardó el teléfono y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Clara se unió a ella, y las dos amigas compartieron una conversación ligera m
El bar estaba lleno de luces parpadeantes y música ensordecedora. Clara, Marco y Alya se movían al ritmo de la música, riendo y disfrutando de la noche. Los tres estaban un poco borrachos, pero eso solo hacía que la noche fuera más divertida.En un momento, Clara y Marco se alejaron, dejándola sola en la pista de baile. Alya, con una sonrisa en el rostro, seguía moviéndose al ritmo de la música, disfrutando de la libertad del momento.De repente, sintió una presencia detrás de ella. Un chico desconocido se acercó demasiado, intentando bailar con ella. Alya se giró rápidamente, negando con la cabeza.—No, gracias —dijo, tratando de ser educada pero firme.El chico no se dio por vencido y volvió a acercarse, insistiendo.—Vamos, solo un baile —dijo con una sonrisa que no le gustó nada a Alya.Antes de que pudiera responder, sintió otra presencia, esa voz más familiar y reconfortante. Christian apareció detrás del chico, su mirada oscura y dominante.—Ella dijo que no —dijo Christian con