CAPÍTULO 9

Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado.

Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.

Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.

—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.

Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.

—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.

Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.

—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.

Al escuchar esto, Alya sintió una presión

en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero decidió ignorar el sentimiento y cambiar de tema rápidamente.

—Deberíamos ir a la biblioteca a estudiar un rato —sugirió, tratando de sonar entusiasta. —Tenemos una práctica en estos días y necesitamos repasar los procedimientos.

Clara y Marco asintieron, aceptando la propuesta sin cuestionar. Se levantaron de la mesa y se dirigieron juntos hacia la biblioteca, dejando atrás la confusión y las emociones encontradas, al menos por el momento.

Alya, Clara y Marco llegaron a la biblioteca y encontraron una mesa en una esquina tranquila. El ambiente silencioso y el olor a libros viejos les ayudaron a concentrarse en sus estudios. Alya sacó sus apuntes y comenzó a repasar los procedimientos para la práctica que tenían en unos días.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Marco, abriendo su cuaderno.

—Creo que deberíamos repasar primero los conceptos básicos —sugirió Clara, organizando sus notas. —Así nos aseguramos de que todos estamos en la misma página.

Alya asintió, agradecida por la distracción. Mientras repasaban, trató de mantener su mente enfocada en el estudio, pero los pensamientos sobre Christian y Laura seguían rondando en su cabeza. Se preguntaba por qué le afectaba tanto saber sobre la relación de Christian con Laura. Tal vez era porque, en el fondo, deseaba algo más con él, aunque sabía que no era posible.

—Alya, ¿estás bien? —preguntó Clara, notando su distracción.

—Sí, solo estaba pensando en la práctica —respondió Alya, forzando una sonrisa. —Vamos a seguir.

Pasaron las siguientes horas estudiando y discutiendo los procedimientos. Poco a poco, Alya logró sumergirse en el material, dejando de lado sus preocupaciones por un rato. Marco y Clara hicieron un gran trabajo manteniendo la conversación ligera y enfocada, lo que ayudó a aliviar la tensión.

Cuando finalmente terminaron, Marco se estiró y bostezó.

—Creo que hemos hecho un buen progreso hoy. ¿Qué les parece si tomamos un descanso y vamos por un café?

Clara asintió con entusiasmo.

—¡Me parece una excelente idea! ¿Qué dices, Alya?

Alya sonrió, sintiéndose un poco más relajada.

—Sí, un café suena perfecto.

Salieron de la biblioteca y se dirigieron a una pequeña cafetería cercana. Mientras caminaban, Alya se dio cuenta de que, aunque sus sentimientos por Christian seguían siendo confusos, tenía amigos que la apoyaban y eso era lo más importante en ese momento.

La pequeña cafetería estaba llena de estudiantes, pero lograron encontrar una mesa junto a la ventana. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, creando un ambiente acogedor. Marco fue a pedir las bebidas mientras Alya y Clara se acomodaban.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Clara, mirando a Alya con preocupación.

Alya asintió, agradecida por la preocupación de su amiga.

—Sí, gracias. Estudiar me ayudó a despejar la mente.

Marco regresó con tres tazas de café y se sentó con una sonrisa.

—Aquí tienen. Nada como un buen café para recargar energías.

Mientras bebían sus cafés, la conversación se desvió hacia temas más ligeros. Hablaron sobre sus clases, sus profesores y los planes para el fin de semana. Alya se sintió más relajada, disfrutando del momento con sus amigos.

De repente, la puerta de la cafetería se abrió y Christian entró, seguido de Laura y algunos de sus amigos. Alya sintió un nudo en el estómago, pero trató de no mostrarlo. Christian la vio y le dedicó una breve sonrisa antes de dirigirse a una mesa al otro lado del local.

Clara notó la tensión en Alya y decidió cambiar de tema rápidamente.

—Oigan, ¿han escuchado sobre la fiesta que están organizando los de último año? —preguntó Clara, tratando de desviar la atención. —Dicen que va a ser increíble. Ya saben cómo son, siempre saben cómo montar una buena fiesta.

Marco asintió con entusiasmo.

—Sí, he oído que va a ser épica. ¿Quieren ir? Podría ser una buena manera de relajarnos después de tanto estudio.

Alya sonrió, agradecida por la distracción.

—Claro, suena divertido. Necesito un descanso de tanto estudio.

Pasaron el resto del tiempo en la cafetería hablando sobre la fiesta y haciendo planes para asistir. Aunque la presencia de Christian seguía en el fondo de su mente, Alya decidió no dejar que eso arruinara su día.

Cuando finalmente se despidieron y salieron de la cafetería, Alya se sintió un poco más ligera. Sabía que aún tenía mucho que resolver en su corazón, pero por ahora, estaba decidida a disfrutar de los pequeños momentos de felicidad que la vida le ofrecía.

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