Alya y Clara salieron del laboratorio, sus estómagos rugiendo de hambre. Se dirigieron a la cafetería, ansiosas por comer algo. Mientras estaban en la fila, Alya notó a Christian al final de las mesas, rodeado de sus amigos. Encima de él, una chica esbelta de cabello ondulado y muy linda, reía y coqueteaba con él.
Alya no pudo evitar compararse con la chica. Era muy bella, y al pensar en cómo Enrique la había engañado, sintió una presión en el pecho. La imagen de Christian prestando atención a esa chica la hizo sentir rara, como si algo se rompiera dentro de ella. —¿Qué tienes? —preguntó Clara, notando la expresión de Alya. Alya no respondió de inmediato, pero Clara siguió su mirada y vio lo mismo. Le agarró la mano y le dijo con firmeza: —Olvídalo. Recuerda que dijiste que te ibas a alejar de los chicos. Además, tienes a medio campus detrás de ti. Alya sonrió débilmente y asintió. —Me da igual. No me importa —dijo, tratando de convencerse a sí misma. Cuando regresó la vista a la comida, sintió la mirada de Christian sobre ella. Levantó la vista y lo vio recorriendo su mirada por todo su cuerpo. Alya sintió un escalofrío, pero rápidamente desvió la mirada, tratando de concentrarse en qué comida escoger. Clara, notando la tensión, le dio un apretón en la mano. —Vamos, Alya. No dejes que esto te afecte. Eres increíble y no necesitas la aprobación de nadie. Alya asintió, agradecida por el apoyo de Clara. Aunque seguía sintiéndose confundida y herida, decidió que no dejaría que la situación la derrumbara. Con una nueva determinación, se concentró en disfrutar su comida y la compañía de su amiga. "¿Por qué me afecta tanto? No debería importarme." CHRISTIAN Christian se sentía cómodo con Laura, la chica de cabello ondulado que conocía desde hacía años. Su risa era familiar y reconfortante, un eco de tiempos más simples. Mientras ella coqueteaba y reía, él se dejaba llevar por la corriente, disfrutando de la compañía sin complicaciones. Sin embargo, su mirada se desvió hacia Alya, que estaba en la fila de la cafetería. Había algo en ella que lo atraía de una manera que no podía ignorar. Alya era luz, una presencia brillante y pura que contrastaba con la oscuridad que sentía dentro de sí mismo. Sabía que no podía ofrecerle más que encuentros casuales y momentos fugaces. Su vida estaba llena de sombras y complicaciones que no quería compartir con ella. Alya levantó la vista y sus ojos se encontraron. Christian sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había una conexión innegable, una chispa que encendía algo profundo dentro de él. Pero rápidamente desvió la mirada, recordándose a sí mismo que no podía arrastrarla a su mundo. Laura le dio un suave empujón en el brazo, trayéndolo de vuelta a la conversación. Christian sonrió, pero su mente seguía con Alya. Sabía que debía mantener la distancia, por su bien y por el de ella. No podía permitirse el lujo de enamorarse, no cuando su vida estaba tan llena de oscuridad. ALYA Alya y Clara se sirvieron comida y buscaron una mesa en un rincón tranquilo de la cafetería. El bullicio de los estudiantes a su alrededor era un telón de fondo constante, pero ellas se concentraron en sus platos, tratando de disfrutar de un momento de calma. —¿Qué tal si probamos ese nuevo postre? —sugirió Clara, tratando de animar a Alya. Alya asintió, aunque su mente seguía divagando. Justo cuando empezaban a comer, Marco, se acercó con una sonrisa amplia. —¡Hola, chicas! ¿Puedo unirme? —preguntó, señalando la silla vacía junto a ellas. —Claro, Marco, siéntate —respondió Clara, dándole la bienvenida. Marco se sentó y comenzó a hablar sobre su día, compartiendo anécdotas divertidas y logrando arrancar algunas sonrisas a Alya. La conversación fluyó con naturalidad, y poco a poco, Alya empezó a relajarse. —¿Han oído sobre la nueva exposición en el museo? —preguntó Marco, cambiando de tema. —Dicen que es increíble. Deberíamos ir juntos este fin de semana. Clara asintió con entusiasmo, y Alya, aunque aún un poco distraída, también mostró interés. —Podría ser divertido —dijo Alya, tratando de dejar atrás sus preocupaciones. Mientras hablaban, Alya sintió una mirada sobre ella. Levantó la vista y vio a Christian observándola desde su mesa. Sus ojos se encontraron por un breve instante antes de que él desviara la mirada. Alya sintió un nudo en el estómago, pero decidió concentrarse en la conversación con sus amigos. —Entonces, ¿qué opinan? —preguntó Marco, esperando una respuesta. —Me parece una excelente idea —respondió Clara, mirando a Alya para asegurarse de que estaba de acuerdo. —Sí, vamos —dijo Alya, sonriendo. —Será una buena distracción. Con la compañía de sus amigos y la promesa de una salida divertida, Alya se sintió un poco más ligera. Aunque la sombra de sus sentimientos por Christian seguía presente, decidió no dejar que eso arruinara su día. Narrador Alya se sentía atrapada en una maraña de emociones que no lograba desenredar. Mientras observaba a Christian desde la distancia, una sensación de traición la invadía, pero no entendía por qué. No tenía ningún derecho a sentirse así; después de todo, Christian no le debía nada. Sin embargo, cada vez que lo veía con otra chica, una punzada de dolor atravesaba su corazón. "¿Por qué me afecta tanto?", se preguntaba una y otra vez. "No debería importarme. Apenas lo conozco y ya estoy sintiendo cosas que no tienen sentido." La reciente traición de Enrique seguía fresca en su memoria, como una herida que se negaba a cicatrizar. Tal vez, pensó, estaba proyectando esos sentimientos de traición y desconfianza en Christian. Quizás su corazón aún no había sanado del todo, y cualquier indicio de interés en otra persona reavivaba ese dolor. "¿Estoy confundiendo las cosas?", se preguntó. "¿Es posible que esté viendo fantasmas donde no los hay? Christian es solo un chico más, alguien que apenas conozco. No debería sentirme así." Pero había algo en Christian que la atraía de una manera inexplicable. Era como si una parte de ella reconociera una oscuridad en él que resonaba con sus propios miedos y dudas. Y, sin embargo, también veía una luz en él, una chispa que la hacía querer conocerlo más. "Tal vez estoy buscando algo que no existe", pensó Alya, tratando de racionalizar sus sentimientos. "O tal vez solo necesito tiempo para sanar y entender lo que realmente quiero." Con un suspiro, decidió que no dejaría que esos pensamientos la consumieran. Tenía que concentrarse en sí misma, en su nueva vida y en las oportunidades que tenía por delante. Christian podía esperar. Primero, tenía que encontrar su propio equilibrioMientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado. Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero dec
Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m
Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida."¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.Alya se detuv
El sábado por la mañana, Alya y Clara se preparaban para su visita al museo. Alya se puso unos jeans ajustados y una blusa oversize, complementando su atuendo con un bolso cruzado. Clara, por su parte, eligió un vestido azul que resaltaba su figura.—¿Estás lista, Alya? —preguntó Clara mientras se miraba en el espejo.—Sí, ya casi. ¿Qué te parece? —Alya giró sobre sí misma, mostrando su atuendo.—Te ves genial. Vamos a divertirnos mucho hoy —respondió Clara con una sonrisa.Al llegar a la entrada del museo, se encontraron con Marco, quien las esperaba con una sonrisa.—¡Hola, chicas! —saludó Marco—. ¿Listas para una dosis de cultura?—¡Claro! —respondió Clara entusiasmadaAlya sintió un nudo en el estómago al ver a Christian acercándose. No esperaban verlo allí, y la incomodidad de Alya era evidente.—Hola a todos —dijo Christian, con una mirada fija en Alya.—Hola, Christian —respondió Alya, tratando de sonar casual.Mientras recorrían las exposiciones, Alya intentaba mantener la cal
Esa noche, Alya estaba en su habitación, tratando de concentrarse en sus estudios, cuando su teléfono vibró. Miró la pantalla y vio un mensaje de Enrique, su exnovio. Dudó un momento antes de abrirlo.Enrique: Alya, te extraño. No dejo de pensar en ti.Alya sintió una punzada en el corazón. Había sido difícil dejar atrás su relación con Enrique, pero sabía que era lo mejor. Aun así, las palabras de él la hicieron dudar.Alya: Enrique, no quiero saber nada de ti. Lo que hiciste me lastimó mucho.Enrique: Por favor, Alya. Lo que hice fue en un momento de debilidad. Te lo ruego, dame otra oportunidad.Alya dejó el teléfono a un lado, su mente en un torbellino. Pensaba en el dolor que Enrique le había causado, pero también en los momentos felices que habían compartido. Y luego estaba Christian, con sus ojos oscuros y su presencia dominante, que la confundía aún más.Decidió no responderle a Enrique. Necesitaba tiempo para pensar. Sin embargo, Enrique no se dio por vencido. Al día siguient
Pasaron semanas desde que Enrique se fue, y durante ese tiempo, Alya evitó a Christian a toda costa. Cada vez que él intentaba acercarse, ella encontraba una excusa para alejarse. Esta situación lo frustraba profundamente, y la tensión entre ellos crecía con cada día que pasaba.Una noche, después de una larga jornada en la universidad, Christian decidió que ya no podía soportarlo más. Sabía que Alya solía quedarse en la biblioteca hasta tarde, así que fue allí con la esperanza de encontrarla. Al entrar, la vio sentada en una mesa al fondo, absorta en sus libros.—Alya —dijo con firmeza, acercándose a ella.Ella levantó la vista, sorprendida y un poco nerviosa. Intentó ignorarlo, pero él no se lo permitió. Se sentó frente a ella, su mirada intensa y decidida.—No podemos seguir así —dijo Christian, su voz baja pero cargada de emoción—. Necesitamos hablar.Alya suspiró, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que tenía razón, pero también sabía que enfrentarlo significaba abrir una pu
El bar estaba lleno de gente, la música alta y las luces tenues creaban el ambiente perfecto para perderse. Christian se acercó a la barra y pidió un whisky doble. Mientras bebía, sus ojos recorrieron el lugar hasta que se detuvieron en una chica que estaba sola en una mesa. Era atractiva, con una sonrisa fácil y una mirada que prometía distracción.Se acercó a ella con su habitual confianza.—¿Te importa si me siento? —preguntó, aunque ya estaba tomando asiento.La chica sonrió, intrigada.—Claro, adelante. Soy Zoe.—Christian —respondió él, extendiendo la mano—. ¿Qué hace una chica como tú sola en un lugar como este?Zoe se rió suavemente.—Solo necesitaba un respiro. ¿Y tú?—Buscando olvidar —dijo Christian, su voz más seria de lo que pretendía.La conversación fluyó fácilmente, y pronto, Christian la llevó a su dormitorio. Todo fue rápido, casi mecánico. Se besaron apasionadamente, pero en su mente, Christian no podía dejar de pensar en Alya. Cada caricia, cada beso, solo le recor
A la mañana siguiente, Alya se despertó sintiéndose un poco más clara. Sabía que tenía que mantenerse firme en su decisión. Christian era una distracción peligrosa, y no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por sus sentimientos. Tenía un futuro que construir, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.Mientras se preparaba para el día, su teléfono vibró con un mensaje de Enrique. Sonrió al ver su nombre en la pantalla. Su relación a distancia con Enrique estaba resultando super bien. Abrió el mensaje y leyó sus palabras cariñosas, sintiendo una calidez en su corazón.—Buenos días, mi amor. Espero que hayas dormido bien. Te extraño mucho —decía el mensaje.Alya respondió rápidamente, sintiendo que su día mejoraba solo con leer sus palabras.—Buenos días, Enrique. Yo también te extraño. Espero que tengas un buen día.Guardó el teléfono y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Clara se unió a ella, y las dos amigas compartieron una conversación ligera m