Alya se quedó en la azotea, tratando de calmar su respiración y ordenar sus pensamientos. Sabía que no podía quedarse allí para siempre, pero necesitaba un momento para recomponerse.
Después de un rato, se levantó y decidió que lo mejor sería regresar a su dormitorio y hablar con Clara. Necesitaba el apoyo de su amiga más que nunca. Al llegar, Clara la recibió con una sonrisa, pero esta se desvaneció al ver la expresión en el rostro de Alya. —¿Qué pasó? —preguntó Clara, preocupada. Alya se dejó caer en el sofá y comenzó a contarle todo, desde su decisión de hablar con Christian hasta el momento en que lo vio besándose con Laura. Clara escuchó en silencio, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y enojo. —No puedo creer que te haya hecho eso —dijo Clara finalmente, abrazando a Alya con fuerza—. No merece ni un segundo más de tu tiempo. Alya asintió, sintiendo el consuelo en las palabras de su amiga. Pero aún así, el dolor seguía ahí, latente. —Sé que tienes razón, pero duele tanto —murmuró Alya, dejando que las lágrimas cayeran de nuevo. Clara la sostuvo, susurrando palabras de ánimo y apoyo. Sabía que Alya necesitaba tiempo para sanar, pero también sabía que su amiga era fuerte y que eventualmente superaría esto. —Vamos a salir de esta, Alya. Juntas —dijo Clara con determinación. Alya sonrió débilmente, agradecida por tener a Clara a su lado. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con su amiga a su lado, sentía que podría enfrentarlo. Después de un rato, Alya se secó las lágrimas y respiró hondo. Sabía que Clara tenía razón. No podía seguir dejándose llevar por el dolor y la confusión. Tenía a Enrique, su novio, quien siempre había estado a su lado, apoyándola y amándola incondicionalmente. No podía permitir que los sentimientos por Christian nublaran su juicio y pusieran en riesgo su relación con Enrique, a pesar de que él también la había engañado en el pasado. —Tienes razón, Clara —dijo Alya, con una nueva determinación en su voz—. No puedo seguir así. Tengo a Enrique y debo enfocarme en él. No puedo caer en tentaciones. Clara frunció el ceño, recordando el dolor que Enrique le había causado a Alya. —Alya, sé que lo perdonaste, pero no olvides lo que te hizo. No quiero que vuelvas a sufrir por él. Alya asintió, comprendiendo la preocupación de su amiga. —Lo sé, Clara. Pero también sé que quiero darle una oportunidad. No puedo dejar que el pasado controle mi presente. Clara suspiró, resignada pero aún preocupada. —Solo prométeme que serás cuidadosa. No quiero verte herida de nuevo. —Lo prometo —dijo Alya, sintiendo una renovada esperanza. Sabía que el camino no sería fácil, pero con Clara y Enrique a su lado, estaba segura de que podría superar cualquier obstáculo. Alya caminaba por el campus, tratando de concentrarse en sus estudios y dejar atrás el tumulto emocional de los últimos días. Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando vio a Christian acercándose. Su corazón se aceleró, pero se obligó a mantener la calma. —Alya, tenemos que hablar —dijo Christian, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —No tenemos nada de qué hablar —respondió ella, tratando de pasar de largo. Christian la detuvo, su mano firme en su brazo. —¿Ya se te olvidó lo bien que te hice sentir con un beso? —susurró, acercándose peligrosamente. Alya lo miró con desdén. —Sí, tan bien que hasta vomité. Deberías olvidar eso, porque para mí no fue algo importante. Tengo a mi novio Enrique. Aléjate de mí. Christian frunció el ceño, pero no soltó su agarre. —¿Ahora sí te importa tu noviecito ese? —preguntó con sarcasmo. —Aléjate de mí. Vete con esa chica, Laura —repitió Alya, su voz firme. Christian la observó con una mirada oscura y una sonrisa de lado. —¿Acaso estás celosa? —provocó. Alya lo ignoró, tratando de liberarse de su agarre. —Pero no habías dicho que no éramos nada. ¿Por qué te pones así? Solo déjate llevar —insistió Christian. Fue entonces cuando Alya lo miró directamente a los ojos, su paciencia agotada. —Vete a la m****a y déjame en paz —dijo con firmeza, alejándose rápidamente. Christian se quedó allí, observándola irse, su mandíbula apretada por la frustración. Mientras la veía desaparecer en la distancia, una oscura determinación se asentó en su mirada.Christian se quedó inmóvil por unos segundos, su mente trabajando a toda velocidad. No estaba acostumbrado a que alguien le hablara de esa manera, y mucho menos a que lo dejaran plantado. Pero Alya era diferente, y eso solo hacía que la deseara más.Alya, por su parte, caminaba rápidamente, tratando de calmar su respiración y sus pensamientos. No podía creer que hubiera tenido el valor de enfrentarse a Christian de esa manera. Pero sabía que era necesario. Enrique, aunque lejos, era su ancla, y no podía permitir que Christian siguiera jugando con sus emociones.Al llegar a su dormitorio, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer en el sofá. Las lágrimas comenzaron a brotar, no solo por la confrontación con Christian, sino por la confusión y el dolor que sentía en su corazón. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que su vida se complicara tanto?Mientras tanto, Christian, aún de pie en el mismo lugar, sacó su teléfono y marcó un número. Su voz era baja y controlada c
Christian caminaba por el sendero del campus, sus pensamientos ocupados con la imagen de Alya. De repente, vio a Clara acercándose y decidió interceptarla.—Clara, necesito hablar contigo —dijo, su voz firme.Clara lo miró con desdén. —¿Qué quieres, Christian?—¿Dónde está Alya? —preguntó, ignorando el tono hostil de Clara.Clara se cruzó de brazos, su mirada dura. —No está en condiciones para tus juegos, Christian. Búscate a otra chica con quien pasar el rato. Con Alya no es.Christian frunció el ceño, su paciencia agotándose. —Alya me importa, Clara.—Si te importa como dices, aléjate de ella y haz algo bien por primera vez —replicó Clara, su voz llena de desafío.Christian se quedó solo, confundido y enojado. No podía dejar las cosas así. Decidió que iría a buscar a Alya, sin importar lo que tuviera que hacer.Con determinación, se dirigió hacia el dormitorio de Alya. Si tenía que usar la fuerza bruta y palabras dolorosas para hacerla entrar en razón, lo haría. No permitiría que se
A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de determinación renovada. Sabía que no podía seguir permitiendo que las palabras de Christian me afectaran. Tenía que tomar el control de mi vida y mis emociones.Después de desayunar, decidí salir a caminar para despejar mi mente. El aire fresco y el sol de la mañana me ayudaron a sentirme más centrada. Mientras caminaba, pensé en lo que Clara me había dicho sobre Marco. Sabía que ella estaba preocupada, y quería ayudarla tanto como ella me había ayudado a mí.Cuando regresé al departamento, encontré a Clara en la cocina, preparando café. Me acerqué y le di un abrazo.—Buenos días, Clara. ¿Cómo te sientes hoy?Clara me devolvió el abrazo y sonrió.—Buenos días, Alya. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?—Mejor, gracias. He estado pensando en lo que dijiste sobre Marco. Tal vez deberías intentar hablar con él hoy. No tienes que presionarlo, pero podrías hacerle saber que estás ahí para él si necesita hablar —sugerí.Clara asintió, pensativa
Después de hablar con mi mamá, me sentí más tranquila y decidida a seguir adelante. Sabía que tenía el apoyo de las personas que más me importaban, y eso me daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío.Al día siguiente, me desperté temprano y me preparé para ir a la universidad. Mientras caminaba hacia el campus, me encontré con Clara, quien también se dirigía a sus clases.—¡Buenos días, Alya! ¿Cómo te sientes hoy? —me saludó con una sonrisa.—Buenos días, Clara. Me siento bien, gracias. Hablé con mi mamá anoche y me hizo sentir mucho mejor —respondí, sonriendo.—Me alegra escuchar eso. Las mamás siempre saben cómo hacernos sentir mejor, ¿verdad? —dijo Clara, riendo.Asentí, sintiéndome agradecida por tener a Clara a mi lado.—Sí, definitivamente. ¿Y tú? ¿Cómo te fue con Marco anoche? —pregunté, curiosa. Ya que en la noche había vuelto a salir con el.Clara sonrió ampliamente.—Fue muy bien. Hablamos mucho y creo que estamos en un buen camino para resolver nuestras diferencias. Me
Alya se quedó en su dormitorio, tratando de calmarse. El silencio de la habitación solo hacía que sus pensamientos resonaran más fuerte en su mente. Sabía que debía alejarme de él; sus actitudes controladoras y su invasión a la privacidad de Enrique eran señales claras de que algo no estaba bien. Decidí enfocarme en mis estudios y dejar de lado mis sentimientos por Christian, aunque sabía que no sería fácil.Durante las siguientes semanas, me sumergí en mis clases y proyectos, tratando de mantener mi mente ocupada. Sin embargo, no podía evitar pensar en Christian. Me preguntaba si había hecho lo correcto al alejarme, si tal vez había sido demasiado dura con él. Pero cada vez que esos pensamientos me asaltaban, recordaba la intensidad en sus ojos y la forma en que había invadido mi espacio personal.Christian, por su parte, no podía aceptar la distancia que Alya había impuesto entre ellos. Intentó buscarla en la universidad, pero ella lo evitaba constantemente. La frustración y la sole
Mis pensamientos eran un torbellino de emociones y dudas. ¿Cómo había llegado todo a este punto? La empresa, nuestra familia, todo parecía desmoronarse.Caminé por los pasillos del campus, tratando de encontrar claridad. Las palabras de Gabriel resonaban en mi mente: "Somos familia. Tenemos que protegernos mutuamente." Pero, ¿a qué costo? No podía ser parte de algo que iba en contra de mis principios.Me detuve frente a una ventana en uno de los edificios del campus y miré hacia afuera. El jardín, normalmente un lugar de paz, ahora parecía un reflejo de mi confusión interna. Sentí una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que mi decisión no solo afectaba a mí, sino a todos los que me rodeaban.De repente, escuché pasos detrás de mí. Me giré y vi a Gabriel, su rostro aún marcado por la desesperación.—Christian, por favor —dijo, su voz más suave esta vez—. No podemos hacerlo sin ti.Lo miré a los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas.—Gabriel, entiendo lo que dices, p
La mañana siguiente, me reuní con Gabriel en su oficina. La tensión en el aire era palpable, pero ambos sabíamos que teníamos que trabajar juntos si queríamos salvar la empresa.—¿Por dónde empezamos? —le pregunté, mirando a mi hermano.—Tenemos que investigar quién está detrás de todo esto —respondió Gabriel—. Necesitamos saber quién está manipulando la empresa desde las sombras.Asentí.—Tengo algunas ideas. He estado investigando y creo que puedo encontrar algunas pistas.Gabriel me miró con interés.—¿Qué has encontrado?Saqué una carpeta llena de papeles y documentos.—He estado revisando los registros financieros de la empresa y he encontrado algunas irregularidades. Creo que podemos seguir el rastro del dinero y encontrar al responsable.Gabriel se impresionó.—Eso es genial, Christian. Podrías ser un gran detective.Sonreí.—No es nada, solo he estado haciendo algunas preguntas y buscando respuestas.Juntos, comenzamos a seguir el rastro del dinero, descubriendo una red de cor
Me encontraba recostada en mi cama, pensando en mi futuro. En unos días me voy a la universidad a estudiar la carrera que he soñado desde mi niñez, y estoy super feliz del paso que daré. Por otro lado, está mi novio. Mi relación comenzará siendo una relación a distancia, lo cual eso me tiene un poco triste e inquieta, ya que él por motivos del trabajo tiene que permanecer aquí y yo me iré a otro país a estudiar, sola.— Alya, baja. Ya está lista la comida.-escucho el grito de mi mamá provenir de abajo.Me obligó salir de mis pensamientos y bajo a pasar estos días que me quedan con mis padres.— Que comeremos, mamá.- le pregunto mientras tomo asiento y observo que me acerca un plato con comida.— Es carne con verduras, mire la receta hace días y quise probar como me quedaba.- tomó asiento y voltea a verme con una sonrisa, le sonrió devuelta.— Se mira y huele super bien.- Tomo el tenedor y me llevo un bocado. Suelto un sonido de fascinación.— Y sabe super bueno.- le digo mientras me ll