CAPÍTULO 23

A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de determinación renovada. Sabía que no podía seguir permitiendo que las palabras de Christian me afectaran. Tenía que tomar el control de mi vida y mis emociones.

Después de desayunar, decidí salir a caminar para despejar mi mente. El aire fresco y el sol de la mañana me ayudaron a sentirme más centrada. Mientras caminaba, pensé en lo que Clara me había dicho sobre Marco. Sabía que ella estaba preocupada, y quería ayudarla tanto como ella me había ayudado a mí.

Cuando regresé al departamento, encontré a Clara en la cocina, preparando café. Me acerqué y le di un abrazo.

—Buenos días, Clara. ¿Cómo te sientes hoy?

Clara me devolvió el abrazo y sonrió.

—Buenos días, Alya. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

—Mejor, gracias. He estado pensando en lo que dijiste sobre Marco. Tal vez deberías intentar hablar con él hoy. No tienes que presionarlo, pero podrías hacerle saber que estás ahí para él si necesita hablar —sugerí.

Clara asintió, pensativa.

—Sí, creo que tienes razón. Lo llamaré más tarde.

Pasamos la mañana juntas, hablando de cosas triviales y disfrutando de la compañía mutua. Pero sabía que ambas estábamos pensando en nuestros propios problemas.

Más tarde, mientras Clara se preparaba para llamar a Marco, decidí ocuparme en algo productivo. Me senté en mi escritorio y comencé a estudiar un tema de la universidad. Sumergirme en mis estudios siempre había sido una forma de terapia para mí, y hoy no era la excepción.

Mientras estudiaba, me di cuenta de que, aunque las palabras de Christian me habían herido, también me habían dado una oportunidad para reflexionar sobre mi relación con Enrique. Tal vez era el momento de dejar atrás el pasado y concentrarme en mi futuro.

Unos minutos después, escuché a Clara hablando por teléfono en la sala. Su voz era suave y tranquilizadora, y me sentí orgullosa de ella por enfrentar sus propios miedos. Sabía que, al igual que yo, ella también estaba tratando de encontrar su camino.

Cuando Clara terminó su llamada, vino a mi habitación con una sonrisa en el rostro.

—Hablé con Marco. Me dijo que ha estado pasando por un momento difícil en el trabajo, pero que aprecia que me preocupe por él. Vamos a vernos esta noche para hablar más.

Sonreí, sintiéndome aliviada por ella.

—Me alegra escuchar eso, Clara. Estoy segura de que todo saldrá bien.

Clara asintió, su expresión más relajada.

—Gracias, Alya. Y tú, ¿cómo te sientes?

—Mejor. Estudiar me ha ayudado a aclarar mis pensamientos. Creo que estoy lista para dejar atrás el pasado y concentrarme en el futuro —respondí con sinceridad.

Clara me abrazó de nuevo.

—Estoy orgullosa de ti, Alya. Sé que no ha sido fácil, pero eres fuerte. Vamos a superar esto juntas.

Asentí, sintiéndome más segura que nunca. Sabía que, con Clara a mi lado, podía enfrentar cualquier cosa. Y, aunque el camino por delante no sería fácil, estaba lista para dar el siguiente paso.

Esa tarde, después de que Clara se fue a su encuentro con Marco, me quedé sola en casa. Aproveché el tiempo para seguir estudiando, sumergiéndome en los temas de la universidad que me apasionaban. Sentía que cada página que leía y cada concepto que comprendía me acercaban más a mi objetivo de construir un futuro mejor.

Mientras estudiaba, mi teléfono vibró con un mensaje. Era de Enrique. Dudé por un momento antes de abrirlo, pero finalmente decidí leerlo.

"Hola, Alya. Sé que he cometido muchos errores y que te he lastimado. Solo quería decirte que lo siento y que espero que algún día puedas perdonarme."

Sentí una mezcla de emociones al leer sus palabras. Parte de mí quería responder y decirle lo mucho que me había dolido su traición, pero otra parte sabía que no valía la pena revivir el pasado. Decidí no responder y, en cambio, me concentré en mis estudios.

Más tarde, Clara regresó a casa con una sonrisa en el rostro. Parecía más relajada y feliz.

—¿Cómo te fue con Marco? —le pregunté, curiosa.

—Muy bien. Hablamos mucho y me contó sobre los problemas que ha estado enfrentando en el trabajo. Creo que necesitaba desahogarse. Vamos a intentar vernos más seguido para apoyarnos mutuamente —respondió Clara, con una expresión de alivio.

—Me alegra escuchar eso. Sabía que hablar con él te haría sentir mejor —dije, sonriendo.

Clara se sentó a mi lado y me miró con curiosidad.

—¿Y tú? ¿Cómo te ha ido hoy?

—He estado estudiando mucho. Me ayuda a mantener la mente ocupada y a no pensar tanto en lo que pasó con Enrique y Christian —respondí sinceramente.

Clara asintió, comprensiva.

—Es bueno que te enfoques en tus estudios. Tienes un futuro brillante por delante, Alya. No dejes que nadie te haga dudar de eso.

Sentí una oleada de gratitud por tener a Clara en mi vida. Su apoyo incondicional me daba la fuerza que necesitaba para seguir adelante.

—Gracias, Clara. No sé qué haría sin ti —dije, abrazándola.

—Siempre estaré aquí para ti, Alya. Somos amigas y eso significa que nos apoyamos en los buenos y malos momentos —respondió Clara, devolviéndome el abrazo.

Esa noche, mientras me preparaba para dormir, me sentí más en paz conmigo misma. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con Clara a mi lado y mi determinación renovada, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Sin embargo, no podía evitar sentir una pequeña punzada de tristeza al pensar en Marco. Me alegraba que él y Clara estuvieran resolviendo sus problemas, pero no entendía por qué él también se había alejado de mí. Los tres habíamos sido muy buenos amigos, y su distancia me dolía. Decidí que, en algún momento, tendría que hablar con él y aclarar las cosas.

Esa noche, después de reflexionar sobre Marco, decidí que era momento de hacer algo que había estado postergando: llamar a mi mamá. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos, y sentía la necesidad de escuchar su voz y contarle lo que había estado sucediendo en mi vida.

Tomé mi teléfono y marqué su número. Después de unos tonos, escuché su voz familiar al otro lado de la línea.

—¡Alya! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás, hija? —dijo mi mamá con entusiasmo.

—Hola, mamá. Estoy bien, gracias. ¿Y tú? —respondí, sintiendo una mezcla de alivio y nostalgia.

—Estoy bien, cariño. Te he extrañado mucho. ¿Cómo van las cosas por allá? —preguntó con interés.

Tomé una respiración profunda antes de responder.

—He estado ocupada con la universidad y... bueno, quería contarte que Enrique y yo terminamos —dije, tratando de mantener mi voz firme.

Hubo un breve silencio antes de que mi mamá respondiera.

—Lo siento, Alya. Sé que eso debe ser difícil para ti. ¿Qué pasó? —preguntó con suavidad.

—No funcionó por la distancia. Ambos estábamos en lugares diferentes y era complicado mantener la relación —expliqué, evitando entrar en detalles.

Mi mamá suspiró al otro lado de la línea.

—Sabes, siempre he creído que el destino tiene algo mejor preparado para ti. Tal vez esto es una señal de que algo maravilloso está por venir —dijo con convicción.

Sonreí, sintiéndome reconfortada por sus palabras.

—Gracias, mamá. Eso espero. Además, sé que nunca te gustó mucho Enrique —dije, riendo un poco.

Mi mamá también rió.

—Es verdad, nunca me convenció del todo. Pero lo importante es que tú estés bien y que sigas adelante. Eres fuerte, Alya, y sé que encontrarás a alguien que realmente te valore —dijo con cariño.

Sentí una oleada de gratitud por tener a mi mamá en mi vida, siempre apoyándome y dándome fuerzas.

—Gracias, mamá. Te quiero mucho —dije con sinceridad.

—Yo también te quiero, hija. Y recuerda, siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase —respondió con ternura.

Después de colgar, me sentí más ligera y en paz. Sabía que, aunque había pasado por momentos difíciles, tenía el apoyo incondicional de mi mamá y de Clara. Con ellas a mi lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío y seguir adelante con mi vida.

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