Alya y Clara estaban desempacando sus cosas en su dormitorio cuando alguien llamó a la puerta. Era un representante de la universidad, invitándolas a la fiesta de bienvenida para los estudiantes de primer año.
— ¡Hola chicas! —dijo con entusiasmo—. Esta noche tenemos una fiesta de bienvenida en el salón principal. ¡Están todas invitadas! Alya y Clara se miraron emocionadas. — ¡Perfecto! Será una gran oportunidad para conocer a más personas —dijo Clara, sonriendo. Esa noche, Alya se puso un elegante vestido rojo que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un vestido azul que complementaba su personalidad vibrante. Ambas estaban listas para disfrutar de la fiesta. Al llegar al salón de eventos, se encontraron con Marco, quien las saludó con una gran sonrisa. — ¡Chicas, por aquí! —gritó, haciéndoles señas para que se unieran a su grupo. La música y las luces creaban un ambiente festivo, y todos parecían estar disfrutando. Mientras bailaban y reían, Alya notó a un chico que parecía observarla desde la distancia. Era el chico misterioso, un estudiante de cuarto año, conocido por su presencia imponente y su aire de misterio. Aunque nunca se habían presentado formalmente, él parecía saber quién era ella. Sus miradas se cruzaron brevemente, y Alya sintió un escalofrío. A medida que avanzaba la noche, Alya comenzó a relajarse y a disfrutar más de la fiesta. Clara y Marco la animaban a bailar y a divertirse, y pronto Alya se encontró tomando algunas copas de más. En un momento, mientras se tomaba un descanso en una esquina del salón, sintió una presencia a su lado. Se giró y vio al chico misterioso, quien la miraba con una expresión indescifrable. — Hola, Alya —dijo, su voz profunda y suave. Alya, sorprendida de que supiera su nombre, trató de mantener la compostura. — Hola... —respondió, sin saber cómo continuar. El chico sonrió ligeramente. — Me alegra verte disfrutando de la fiesta. Si alguna vez necesitas algo, no dudes en buscarme —dijo antes de alejarse, dejándola con más preguntas que respuestas. Alya se quedó allí, mirando cómo el chico misterioso se alejaba. Sabía que había algo más en él, algo que aún no comprendía, pero que la atraía irremediablemente. La fiesta continuó, pero Alya no podía dejar de pensar en el enigmático chico de cuarto año que parecía tener un interés especial en ella. Al día siguiente, Alya decidió llamar a su mamá para contarle cómo le estaba yendo en la universidad. — ¡Hola, mamá! —dijo Alya, sonriendo al escuchar la voz familiar. — ¡Hola, cariño! ¿Cómo te va en la universidad? —preguntó su mamá, con tono preocupado. — Todo va muy bien. He conocido a mi compañera de cuarto, Clara, y a un chico llamado Marco. Son geniales y me están ayudando a adaptarme —respondió Alya. — Me alegra escuchar eso. ¿Y cómo van las clases? —preguntó su mamá. — Muy bien. Estoy emocionada por empezar las clases de medicina veterinaria. Hoy tuvimos una introducción y conocimos a nuestros profesores. ¡Estoy ansiosa por aprender más! —dijo Alya con entusiasmo. — Estoy tan orgullosa de ti, Alya. Sé que harás un gran trabajo —dijo su mamá, con voz emocionada. Después de colgar, Alya se sintió más motivada que nunca. Sabía que tenía el apoyo de su familia y amigos, y estaba lista para enfrentar los desafíos de la universidad. Más tarde, mientras revisaba sus mensajes, vio uno de Enrique. Aunque su relación a distancia había sido difícil, Enrique siempre trataba de mantenerse en contacto. — Hola, Alya. ¿Cómo te va en la universidad? Te extraño mucho —decía el mensaje. Alya sonrió y respondió rápidamente. — Hola, Enrique. Todo va bien aquí. He conocido a algunas personas geniales y las clases están siendo muy interesantes. También te extraño mucho. ¿Cómo estás tú? —escribió. La respuesta de Enrique llegó casi de inmediato. — Estoy bien, pero te extraño mucho. Espero que podamos vernos pronto. Cuídate mucho, Alya —respondió Enrique. Alya suspiró, sintiendo la distancia entre ellos, pero decidió enfocarse en lo positivo. Sabía que la universidad era una oportunidad única y estaba decidida a aprovecharla al máximo.Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya.— Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa.Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida.— Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual.Clara levantó una ceja.— ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó.Alya se encogió de hombros.— No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió.Mientras hablaban, Alya decidió revisar su Instagram. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una
Esa noche, la fiesta en la casa de la fraternidad estaba en pleno apogeo. La música retumbaba y las luces parpadeaban, creando un ambiente casi hipnótico. Alya y Clara, ya bastante borrachas, reían y bailaban sin preocuparse por nada más.Alya se tambaleó ligeramente mientras intentaba mantener el equilibrio. Clara, a su lado, no estaba en mejor estado. Un grupo de chicos se acercó a ellas, con intenciones que no eran del todo inocentes.—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo, chicas? —dijo uno de los chicos, sonriendo de manera insinuante.—No, gracias. Estamos bien aquí —respondió Alya, riendo.Antes de que los chicos pudieran insistir, Christian apareció, con el ceño fruncido y una mirada de desaprobación. A su lado, su amigo Marco, quien también parecía preocupado.—Creo que es hora de que se vayan —dijo Christian con voz firme.—¿Y tú quién eres para decirnos qué hacer? —replicó otro de los chicos, desafiante.—Somos sus amigos. Y no creemos que quieran irse con ustedes
Alya y Clara estaban en su dormitorio, ambas aún sintiendo los efectos de la resaca. Alya se sentó en su cama, mirando fijamente su teléfono, recordando la dolorosa conversación con Enrique.—Clara, terminé con Enrique —dijo finalmente, su voz temblando.Clara levantó la vista, sorprendida.—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a Alya.—Me engañó con una chica. Dijo que no podía soportar la distancia —respondió Alya, las lágrimas comenzando a brotar de nuevo.Clara la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.—Lo siento tanto, Alya. No te mereces esto.Alya sollozó en el hombro de Clara, sintiendo un alivio al compartir su dolor. Después de unos minutos, Clara se levantó y abrió el congelador.—Creo que necesitamos helado —dijo, sacando dos botes y unas cucharas.Se sentaron en la cama de Alya, comiendo helado directamente del bote y buscando una película para ver. Eligieron una comedia romántica, esperando que les levantara el ánimo. A medida que la película avanzaba, ambas comenzaron
Alya y Clara salieron del laboratorio, sus estómagos rugiendo de hambre. Se dirigieron a la cafetería, ansiosas por comer algo. Mientras estaban en la fila, Alya notó a Christian al final de las mesas, rodeado de sus amigos. Encima de él, una chica esbelta de cabello ondulado y muy linda, reía y coqueteaba con él.Alya no pudo evitar compararse con la chica. Era muy bella, y al pensar en cómo Enrique la había engañado, sintió una presión en el pecho. La imagen de Christian prestando atención a esa chica la hizo sentir rara, como si algo se rompiera dentro de ella.—¿Qué tienes? —preguntó Clara, notando la expresión de Alya.Alya no respondió de inmediato, pero Clara siguió su mirada y vio lo mismo. Le agarró la mano y le dijo con firmeza:—Olvídalo. Recuerda que dijiste que te ibas a alejar de los chicos. Además, tienes a medio campus detrás de ti.Alya sonrió débilmente y asintió.—Me da igual. No me importa —dijo, tratando de convencerse a sí misma.Cuando regresó la vista a la com
Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado. Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero dec
Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m
Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida."¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.Alya se detuv
El sábado por la mañana, Alya y Clara se preparaban para su visita al museo. Alya se puso unos jeans ajustados y una blusa oversize, complementando su atuendo con un bolso cruzado. Clara, por su parte, eligió un vestido azul que resaltaba su figura.—¿Estás lista, Alya? —preguntó Clara mientras se miraba en el espejo.—Sí, ya casi. ¿Qué te parece? —Alya giró sobre sí misma, mostrando su atuendo.—Te ves genial. Vamos a divertirnos mucho hoy —respondió Clara con una sonrisa.Al llegar a la entrada del museo, se encontraron con Marco, quien las esperaba con una sonrisa.—¡Hola, chicas! —saludó Marco—. ¿Listas para una dosis de cultura?—¡Claro! —respondió Clara entusiasmadaAlya sintió un nudo en el estómago al ver a Christian acercándose. No esperaban verlo allí, y la incomodidad de Alya era evidente.—Hola a todos —dijo Christian, con una mirada fija en Alya.—Hola, Christian —respondió Alya, tratando de sonar casual.Mientras recorrían las exposiciones, Alya intentaba mantener la cal