CAPÍTULO 5

Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.

Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya.

— Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa.

Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida.

— Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual.

Clara levantó una ceja.

— ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó.

Alya se encogió de hombros.

— No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió.

Mientras hablaban, Alya decidió revisar su I*******m. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una de las fotos, Enrique estaba muy cerca de una chica, ambos sonriendo y pareciendo bastante cómodos juntos. Alya sintió un nudo en el estómago.

— ¿Qué pasa? —preguntó Clara, notando el cambio en la expresión de Alya.

— Es Enrique. Está en una fiesta con otra chica, y parecen muy... cercanos —dijo Alya, mostrando las fotos a Clara.

Clara frunció el ceño.

— ¿Le has preguntado sobre eso? —sugirió.

Alya asintió y decidió enviarle un mensaje a Enrique.

— Enrique, ¿quién es la chica con la que estás en las fotos? —escribió, tratando de mantener la calma.

La respuesta de Enrique llegó rápidamente.

— Es solo una amiga, Alya. Sabes que estamos en una relación a distancia. No significa nada —respondió Enrique.

Alya sintió una mezcla de alivio y frustración. Sabía que Enrique tenía razón, pero no podía evitar sentirse insegura.

— No me gusta verte tan cerca de otras chicas, Enrique. Esto es difícil para mí —escribió.

Enrique respondió con un tono más serio.

— Alya, tenemos que confiar el uno en el otro. Si no, esto no va a funcionar. Te extraño, pero no podemos estar celosos todo el tiempo —dijo.

Alya suspiró, sabiendo que Enrique tenía razón, pero aún así se sentía herida.

Clara, viendo la expresión de Alya, le puso una mano en el hombro.

— Vamos, salgamos a beber algo. Necesitas despejarte y relajarte un poco —sugirió Clara, sonriendo.

Alya asintió, agradecida por el apoyo de su amiga.

— Tienes razón. Necesito distraerme un poco —dijo, levantándose.

Clara sonrió ampliamente.

— Perfecto, porque escuché que los de último año están organizando una fiesta esta noche. Será una gran oportunidad para relajarnos y divertirnos —dijo Clara.

Esa noche, Alya se puso un conjunto negro corto que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un conjunto color vino. Ambas se dirigieron a una de las casas de la fraternidad de los de último año, donde la música retumbaba y las luces parpadeaban al ritmo de la fiesta.

— ¡Vaya, esta fiesta está a tope! Vamos a buscar algo de beber.— dijo clara mirando alrededor

—Sí, necesito algo para relajarme.

Mientras se acercaban a la barra, Alya no podía dejar de pensar en su novio a distancia, Enrique. Aunque intentaba disfrutar de la fiesta, su mente volvía una y otra vez a él.

— Hola, guapa. ¿Quieres bailar?— le preguntó un chico que se iba acercando.

— No, gracias. Estoy esperando a alguien.— le sonreí cortésmente.

De repente, Alya vio al chico misterioso al otro lado de la sala. Decidió acercarse para intentar conocerlo mejor, pero justo cuando estaba a punto de hablarle, él se fue sin decir una palabra.

— ¿Quién es ese chico? Siempre parece tan distante.— dije con un tono de frustración.

—No lo sé, pero no vale la pena preocuparse por él. Vamos a divertirnos.

Alya intentó seguir el consejo de Clara y se unió a la pista de baile. Mientras bailaba, un chico simpático se le acercó y comenzaron a conversar.

— Hola, soy Diego. ¿Te estás divirtiendo?

— Sí, un poco. Soy Alya.— le contesté sonriendo

—¿Qué estudias, Alya?

—Medicina veterinaria

La conversación con Diego fue agradable y Alya comenzó a relajarse. Sin embargo, no podía evitar mirar de reojo al chico misterioso, quien seguía mostrándose indiferente.

Más tarde, mientras Alya y Clara estaban en la cocina buscando algo de beber, Alya se encontró cara a cara con el chico misterioso.

— Hola, Alya.— me miraba fijamente

— ¿Cómo sabes mi nombre? — le pregunté un poco sorprendida

— Nos conocimos brevemente la otra vez. Soy Christian. —lo decía mientras me daba una sonrisa

La revelación del nombre del chico misterioso dejó a Alya aún más intrigada. Antes de que pudiera decir algo más, Christian se fue, dejándola con más preguntas que respuestas.

— Parece que finalmente tienes un nombre para tu chico misterioso.— dijo soltando una risa.

— Sí, pero sigue siendo un enigma.

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