Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.
Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya. — Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa. Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida. — Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual. Clara levantó una ceja. — ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó. Alya se encogió de hombros. — No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió. Mientras hablaban, Alya decidió revisar su I*******m. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una de las fotos, Enrique estaba muy cerca de una chica, ambos sonriendo y pareciendo bastante cómodos juntos. Alya sintió un nudo en el estómago. — ¿Qué pasa? —preguntó Clara, notando el cambio en la expresión de Alya. — Es Enrique. Está en una fiesta con otra chica, y parecen muy... cercanos —dijo Alya, mostrando las fotos a Clara. Clara frunció el ceño. — ¿Le has preguntado sobre eso? —sugirió. Alya asintió y decidió enviarle un mensaje a Enrique. — Enrique, ¿quién es la chica con la que estás en las fotos? —escribió, tratando de mantener la calma. La respuesta de Enrique llegó rápidamente. — Es solo una amiga, Alya. Sabes que estamos en una relación a distancia. No significa nada —respondió Enrique. Alya sintió una mezcla de alivio y frustración. Sabía que Enrique tenía razón, pero no podía evitar sentirse insegura. — No me gusta verte tan cerca de otras chicas, Enrique. Esto es difícil para mí —escribió. Enrique respondió con un tono más serio. — Alya, tenemos que confiar el uno en el otro. Si no, esto no va a funcionar. Te extraño, pero no podemos estar celosos todo el tiempo —dijo. Alya suspiró, sabiendo que Enrique tenía razón, pero aún así se sentía herida. Clara, viendo la expresión de Alya, le puso una mano en el hombro. — Vamos, salgamos a beber algo. Necesitas despejarte y relajarte un poco —sugirió Clara, sonriendo. Alya asintió, agradecida por el apoyo de su amiga. — Tienes razón. Necesito distraerme un poco —dijo, levantándose. Clara sonrió ampliamente. — Perfecto, porque escuché que los de último año están organizando una fiesta esta noche. Será una gran oportunidad para relajarnos y divertirnos —dijo Clara. Esa noche, Alya se puso un conjunto negro corto que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un conjunto color vino. Ambas se dirigieron a una de las casas de la fraternidad de los de último año, donde la música retumbaba y las luces parpadeaban al ritmo de la fiesta. — ¡Vaya, esta fiesta está a tope! Vamos a buscar algo de beber.— dijo clara mirando alrededor —Sí, necesito algo para relajarme. Mientras se acercaban a la barra, Alya no podía dejar de pensar en su novio a distancia, Enrique. Aunque intentaba disfrutar de la fiesta, su mente volvía una y otra vez a él. — Hola, guapa. ¿Quieres bailar?— le preguntó un chico que se iba acercando. — No, gracias. Estoy esperando a alguien.— le sonreí cortésmente. De repente, Alya vio al chico misterioso al otro lado de la sala. Decidió acercarse para intentar conocerlo mejor, pero justo cuando estaba a punto de hablarle, él se fue sin decir una palabra. — ¿Quién es ese chico? Siempre parece tan distante.— dije con un tono de frustración. —No lo sé, pero no vale la pena preocuparse por él. Vamos a divertirnos. Alya intentó seguir el consejo de Clara y se unió a la pista de baile. Mientras bailaba, un chico simpático se le acercó y comenzaron a conversar. — Hola, soy Diego. ¿Te estás divirtiendo? — Sí, un poco. Soy Alya.— le contesté sonriendo —¿Qué estudias, Alya? —Medicina veterinaria La conversación con Diego fue agradable y Alya comenzó a relajarse. Sin embargo, no podía evitar mirar de reojo al chico misterioso, quien seguía mostrándose indiferente. Más tarde, mientras Alya y Clara estaban en la cocina buscando algo de beber, Alya se encontró cara a cara con el chico misterioso. — Hola, Alya.— me miraba fijamente — ¿Cómo sabes mi nombre? — le pregunté un poco sorprendida — Nos conocimos brevemente la otra vez. Soy Christian. —lo decía mientras me daba una sonrisa La revelación del nombre del chico misterioso dejó a Alya aún más intrigada. Antes de que pudiera decir algo más, Christian se fue, dejándola con más preguntas que respuestas. — Parece que finalmente tienes un nombre para tu chico misterioso.— dijo soltando una risa. — Sí, pero sigue siendo un enigma.Esa noche, la fiesta en la casa de la fraternidad estaba en pleno apogeo. La música retumbaba y las luces parpadeaban, creando un ambiente casi hipnótico. Alya y Clara, ya bastante borrachas, reían y bailaban sin preocuparse por nada más.Alya se tambaleó ligeramente mientras intentaba mantener el equilibrio. Clara, a su lado, no estaba en mejor estado. Un grupo de chicos se acercó a ellas, con intenciones que no eran del todo inocentes.—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo, chicas? —dijo uno de los chicos, sonriendo de manera insinuante.—No, gracias. Estamos bien aquí —respondió Alya, riendo.Antes de que los chicos pudieran insistir, Christian apareció, con el ceño fruncido y una mirada de desaprobación. A su lado, su amigo Marco, quien también parecía preocupado.—Creo que es hora de que se vayan —dijo Christian con voz firme.—¿Y tú quién eres para decirnos qué hacer? —replicó otro de los chicos, desafiante.—Somos sus amigos. Y no creemos que quieran irse con ustedes
Alya y Clara estaban en su dormitorio, ambas aún sintiendo los efectos de la resaca. Alya se sentó en su cama, mirando fijamente su teléfono, recordando la dolorosa conversación con Enrique.—Clara, terminé con Enrique —dijo finalmente, su voz temblando.Clara levantó la vista, sorprendida.—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a Alya.—Me engañó con una chica. Dijo que no podía soportar la distancia —respondió Alya, las lágrimas comenzando a brotar de nuevo.Clara la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.—Lo siento tanto, Alya. No te mereces esto.Alya sollozó en el hombro de Clara, sintiendo un alivio al compartir su dolor. Después de unos minutos, Clara se levantó y abrió el congelador.—Creo que necesitamos helado —dijo, sacando dos botes y unas cucharas.Se sentaron en la cama de Alya, comiendo helado directamente del bote y buscando una película para ver. Eligieron una comedia romántica, esperando que les levantara el ánimo. A medida que la película avanzaba, ambas comenzaron
Alya y Clara salieron del laboratorio, sus estómagos rugiendo de hambre. Se dirigieron a la cafetería, ansiosas por comer algo. Mientras estaban en la fila, Alya notó a Christian al final de las mesas, rodeado de sus amigos. Encima de él, una chica esbelta de cabello ondulado y muy linda, reía y coqueteaba con él.Alya no pudo evitar compararse con la chica. Era muy bella, y al pensar en cómo Enrique la había engañado, sintió una presión en el pecho. La imagen de Christian prestando atención a esa chica la hizo sentir rara, como si algo se rompiera dentro de ella.—¿Qué tienes? —preguntó Clara, notando la expresión de Alya.Alya no respondió de inmediato, pero Clara siguió su mirada y vio lo mismo. Le agarró la mano y le dijo con firmeza:—Olvídalo. Recuerda que dijiste que te ibas a alejar de los chicos. Además, tienes a medio campus detrás de ti.Alya sonrió débilmente y asintió.—Me da igual. No me importa —dijo, tratando de convencerse a sí misma.Cuando regresó la vista a la com
Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado. Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero dec
Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m
Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida."¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.Alya se detuv
El sábado por la mañana, Alya y Clara se preparaban para su visita al museo. Alya se puso unos jeans ajustados y una blusa oversize, complementando su atuendo con un bolso cruzado. Clara, por su parte, eligió un vestido azul que resaltaba su figura.—¿Estás lista, Alya? —preguntó Clara mientras se miraba en el espejo.—Sí, ya casi. ¿Qué te parece? —Alya giró sobre sí misma, mostrando su atuendo.—Te ves genial. Vamos a divertirnos mucho hoy —respondió Clara con una sonrisa.Al llegar a la entrada del museo, se encontraron con Marco, quien las esperaba con una sonrisa.—¡Hola, chicas! —saludó Marco—. ¿Listas para una dosis de cultura?—¡Claro! —respondió Clara entusiasmadaAlya sintió un nudo en el estómago al ver a Christian acercándose. No esperaban verlo allí, y la incomodidad de Alya era evidente.—Hola a todos —dijo Christian, con una mirada fija en Alya.—Hola, Christian —respondió Alya, tratando de sonar casual.Mientras recorrían las exposiciones, Alya intentaba mantener la cal
Esa noche, Alya estaba en su habitación, tratando de concentrarse en sus estudios, cuando su teléfono vibró. Miró la pantalla y vio un mensaje de Enrique, su exnovio. Dudó un momento antes de abrirlo.Enrique: Alya, te extraño. No dejo de pensar en ti.Alya sintió una punzada en el corazón. Había sido difícil dejar atrás su relación con Enrique, pero sabía que era lo mejor. Aun así, las palabras de él la hicieron dudar.Alya: Enrique, no quiero saber nada de ti. Lo que hiciste me lastimó mucho.Enrique: Por favor, Alya. Lo que hice fue en un momento de debilidad. Te lo ruego, dame otra oportunidad.Alya dejó el teléfono a un lado, su mente en un torbellino. Pensaba en el dolor que Enrique le había causado, pero también en los momentos felices que habían compartido. Y luego estaba Christian, con sus ojos oscuros y su presencia dominante, que la confundía aún más.Decidió no responderle a Enrique. Necesitaba tiempo para pensar. Sin embargo, Enrique no se dio por vencido. Al día siguient