CAPÍTULO 12

El sábado por la mañana, Alya y Clara se preparaban para su visita al museo. Alya se puso unos jeans ajustados y una blusa oversize, complementando su atuendo con un bolso cruzado. Clara, por su parte, eligió un vestido azul que resaltaba su figura.

—¿Estás lista, Alya? —preguntó Clara mientras se miraba en el espejo.

—Sí, ya casi. ¿Qué te parece? —Alya giró sobre sí misma, mostrando su atuendo.

—Te ves genial. Vamos a divertirnos mucho hoy —respondió Clara con una sonrisa.

Al llegar a la entrada del museo, se encontraron con Marco, quien las esperaba con una sonrisa.

—¡Hola, chicas! —saludó Marco—. ¿Listas para una dosis de cultura?

—¡Claro! —respondió Clara entusiasmada

Alya sintió un nudo en el estómago al ver a Christian acercándose. No esperaban verlo allí, y la incomodidad de Alya era evidente.

—Hola a todos —dijo Christian, con una mirada fija en Alya.

—Hola, Christian —respondió Alya, tratando de sonar casual.

Mientras recorrían las exposiciones, Alya intentaba mantener la calma, pero la tensión era palpable. De repente, Christian la tomó del brazo sin previo aviso y la llevó a un pequeño cuarto de limpieza. Confundida, Alya lo miró con ojos interrogantes.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, tratando de mantener la compostura.

Christian cerró la puerta detrás de ellos y la miró con intensidad.

—¿Por qué me mentiste? —espetó, su voz cargada de reproche.

Alya frunció el ceño, sin entender a qué se refería.

—¿De qué hablas?

—Sabes perfectamente de qué hablo. Dijiste que tenías novio, pero no es cierto. ¿Por qué lo hiciste?

La ira de Christian era evidente, y Alya sintió una mezcla de culpa y enojo.

—No tengo que darte ninguna explicación —respondió, tratando de sonar firme—. No somos nada y no estoy interesada en nadie.

Christian se acercó, su presencia dominante llenando el pequeño espacio. Colocó un brazo al lado de la cabeza de Alya y con la otra mano levantó su mentón, obligándola a mirarlo a los ojos.

—¿Estás segura? —susurró, su voz baja y peligrosa.

Alya sintió su corazón acelerarse y el calor subir a sus mejillas. Nerviosa, apenas pudo responder.

—Sí.

Christian sonrió de lado, acercándose aún más hasta que sus labios casi rozaron los de ella. La tensión entre ellos era insoportable. De repente, se alejó bruscamente.

—De acuerdo —dijo, antes de salir del cuarto, dejándola sola y llena de preguntas.

Alya se quedó allí, con el corazón latiendo desbocado y la mente en un torbellino de emociones.

No entendía por qué se sentía tan afectada; después de todo, ellos no eran nada. Solo habían tenido algunos momentos juntos, pero ninguno había declarado sus sentimientos. La tensión entre ellos la estaba volviendo loca. Casi había sentido sus labios sobre los suyos, y la frustración la consumía porque, en el fondo, deseaba que la besara. Pero al mismo tiempo, se sentía enojada y confundida. No sabía lo que quería, y los cambios de humor repentinos de Christian solo complicaban más las cosas.

Alya salió del pequeño cuarto de limpieza, todavía con el corazón latiendo desbocado y la mente en un torbellino de emociones. Se unió a Clara y Marco, quienes estaban absortos en una exposición de arte moderno.

—¿Todo bien? —preguntó Clara, notando la expresión perturbada de Alya.

—Sí, todo bien —respondió Alya, forzando una sonrisa—. Solo necesitaba un momento para mí.

Christian se mantenía a cierta distancia, observando las obras de arte con una expresión inescrutable. Alya intentó concentrarse en las exposiciones, pero su mente seguía volviendo a la intensa confrontación que acababa de tener. No entendía por qué se sentía tan afectada; después de todo, ellos no eran nada. Solo habían tenido algunos momentos juntos, pero ninguno había declarado sus sentimientos.

Mientras caminaban por el museo, Clara y Marco discutían animadamente sobre las diferentes piezas, pero Alya apenas podía seguir la conversación. De repente, Clara se detuvo frente a una pintura particularmente llamativa.

—Mira esta, Alya. ¿No te parece fascinante? —dijo Clara, señalando la obra.

Alya asintió, aunque apenas había registrado la pintura. Su mente estaba en otra parte, tratando de procesar lo que había sucedido con Christian. La tensión entre ellos la estaba volviendo loca. Casi había sentido sus labios sobre los suyos, y la frustración la consumía porque, en el fondo, deseaba que la besara. Pero al mismo tiempo, se sentía enojada y confundida. No sabía lo que quería, y los cambios de humor repentinos de Christian solo complicaban más las cosas.

Finalmente, llegaron a una sala dedicada a esculturas antiguas. Christian se mantenía alejado, su mirada fría y distante. Alya sintió un nudo en el estómago al notar su indiferencia. Era como si la confrontación de antes no hubiera significado nada para él.

Clara y Marco continuaban disfrutando del museo, ajenos a la tensión entre Alya y Christian. Alya intentó concentrarse en las esculturas, pero la presencia distante de Christian la inquietaba.

—¿Te sientes bien? —preguntó Marco, notando la distracción de Alya.

—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió Alya, tratando de sonar convincente.

Christian no hizo ningún esfuerzo por acercarse a ella o hablarle. Su indiferencia era palpable, y Alya no podía evitar sentirse herida. Mientras recorrían el museo, la distancia entre ellos parecía crecer, llenando el aire de una tensión incómoda.

Pero entonces, una idea se formó en su mente: tal vez era mejor así. Tal vez era mejor que ambos se alejaran, porque no llegarían a nada bueno. Eran demasiado diferentes, y esa diferencia solo traería más dolor y confusión.

Con un suspiro, Alya decidió que era hora de dejar ir. Mientras caminaba hacia la salida, sintió una extraña mezcla de alivio y tristeza. Quizás, al final, era lo mejor para ambos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo