CAPÍTULO 17

El bar estaba lleno de luces parpadeantes y música ensordecedora. Clara, Marco y Alya se movían al ritmo de la música, riendo y disfrutando de la noche. Los tres estaban un poco borrachos, pero eso solo hacía que la noche fuera más divertida.

En un momento, Clara y Marco se alejaron, dejándola sola en la pista de baile. Alya, con una sonrisa en el rostro, seguía moviéndose al ritmo de la música, disfrutando de la libertad del momento.

De repente, sintió una presencia detrás de ella. Un chico desconocido se acercó demasiado, intentando bailar con ella. Alya se giró rápidamente, negando con la cabeza.

—No, gracias —dijo, tratando de ser educada pero firme.

El chico no se dio por vencido y volvió a acercarse, insistiendo.

—Vamos, solo un baile —dijo con una sonrisa que no le gustó nada a Alya.

Antes de que pudiera responder, sintió otra presencia, esa voz más familiar y reconfortante. Christian apareció detrás del chico, su mirada oscura y dominante.

—Ella dijo que no —dijo Christian con voz firme y autoritaria.

El chico se dio la vuelta, encontrándose con la mirada intensa de Christian. Sin decir una palabra más, se alejó rápidamente, dejando a Alya y Christian solos.

Alya se sintió nerviosa, su corazón latiendo con fuerza. La tensión entre ellos era palpable.

—Gracias —murmuró, sin saber qué más decir.

Christian la miró, sus ojos oscuros llenos de misterio.

—¿Por qué estás sola y borracha? —le reclamó, su tono lleno de reproche.

Alya frunció el ceño, sintiendo una mezcla de enojo y confusión.

—No te interesa. Deja de acosarme —respondió, tratando de sonar firme.

Christian levantó una ceja, una sonrisa burlona en sus labios.

—No te creas tan importante. Intervine porque me dio pena verte tan borracha. Cualquiera podría aprovecharse de eso.

—Eso no te incumbe. Puedo meterme con el chico que quiera —replicó Alya, su voz temblando ligeramente.

Christian se acercó más, su presencia imponente.

—¿Ya no eres la chica fiel? —preguntó, su voz baja y peligrosa.

Alya se quedó sin palabras, sintiendo la cercanía de él.

—Entonces, ¿solo conmigo eres la chica fiel? ¿A qué le tienes tanto miedo? —continuó Christian, su tono desafiante.

—No tengo miedo —susurró Alya, aunque su voz traicionaba su nerviosismo.

Christian sonrió de lado, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y desafío.

—Entonces, si no tienes miedo, ¿por qué no terminamos con esta tensión que hay entre nosotros? —dijo, acercándose aún más.

—Estás confundiendo las cosas —respondió Alya, su voz apenas audible.

Christian la tomó de la cintura con una mano, mientras con la otra le levantaba la barbilla, quedando a centímetros de su rostro.

—¿Estás segura? —preguntó, su voz suave pero cargada de intensidad.

Alya bajó la mirada a los labios de Christian, lamiéndose los suyos inconscientemente. Christian siguió su mirada, sus ojos oscureciéndose aún más.

—Nena, no hagas eso si no quieres despertar a la bestia —dijo, su voz ronca de deseo.

Alya lo miró a los ojos, su corazón latiendo con fuerza.

— Y, ¿que te detiene? —murmuró, aunque su voz carecía de convicción.

Christian no espera más, un beso intenso y ardiente, la tensión se desborda, en un momento candente. Bajo las luces del bar, entre sombras y destellos, Alya y Christian se encuentran, en un beso eterno.

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