A la mañana siguiente, Alya se despertó sintiéndose un poco más clara. Sabía que tenía que mantenerse firme en su decisión. Christian era una distracción peligrosa, y no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por sus sentimientos. Tenía un futuro que construir, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.
Mientras se preparaba para el día, su teléfono vibró con un mensaje de Enrique. Sonrió al ver su nombre en la pantalla. Su relación a distancia con Enrique estaba resultando super bien. Abrió el mensaje y leyó sus palabras cariñosas, sintiendo una calidez en su corazón. —Buenos días, mi amor. Espero que hayas dormido bien. Te extraño mucho —decía el mensaje. Alya respondió rápidamente, sintiendo que su día mejoraba solo con leer sus palabras. —Buenos días, Enrique. Yo también te extraño. Espero que tengas un buen día. Guardó el teléfono y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Clara se unió a ella, y las dos amigas compartieron una conversación ligera mientras comían. Alya se sentía agradecida por tener a Clara y a Enrique en su vida, personas que la apoyaban y la hacían sentir segura. Más tarde, Alya y Clara se encontraron en la cafetería de la universidad para tomar un café antes de sus clases. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, disfrutando del sol de la mañana que entraba por los grandes ventanales. —Oye, ¿qué te parece si salimos esta noche? —dijo Clara, rompiendo el silencio—. Marco me ha invitado a salir y pensé que podrías venir con nosotros. Podría ser divertido. Alya sintió un alivio inmediato al escuchar la propuesta. Marco, Clara y ella eran amigos cercanos, y la idea de pasar una noche con ellos le parecía perfecta. —Me parece una excelente idea —respondió Alya, sonriendo—. Necesito distraerme un poco y ustedes dos siempre saben cómo hacerme reír. Clara asintió, contenta. —¡Genial! Entonces, es una cita. Nos divertiremos mucho, ya verás. Alya asintió, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, algo de la tensión en su pecho comenzaba a disiparse. Tal vez una noche con amigos era justo lo que necesitaba para aclarar su mente y seguir adelante. Alya y Clara pasaron el resto del día en sus clases y estudios, pero Alya no podía evitar sentir una ligera emoción por la salida de esa noche. Sabía que pasar tiempo con Clara y Marco sería una buena distracción y una oportunidad para relajarse. Al caer la tarde, las dos amigas regresaron a su dormitorio para prepararse. Clara estaba especialmente animada, eligiendo cuidadosamente su ropa y maquillándose con esmero. Alya, por su parte, optó por un look más sencillo pero elegante, queriendo sentirse cómoda y segura. —¿Lista? —preguntó Clara, sonriendo mientras se miraba en el espejo. —Lista —respondió Alya, devolviéndole la sonrisa. Salieron del dormitorio y se dirigieron al lugar donde habían quedado de encontrarse con Marco. Él ya estaba allí, esperándolas con una sonrisa amplia. —¡Hola, chicas! —saludó Marco, abrazándolas a ambas—. Me alegra que hayan podido venir. —Gracias por invitarnos, Marco —dijo Alya, sintiendo que su ánimo mejoraba al estar con sus amigos. Se dirigieron a un bar cercano, uno de sus lugares favoritos para relajarse y disfrutar de buena música. El ambiente era animado, con risas y conversaciones llenando el aire. Encontraron una mesa y se sentaron, pidiendo bebidas y comenzando a charlar. —Entonces, ¿cómo han estado? —preguntó Marco, mirando a Alya con interés—. Hace tiempo que no salimos los tres juntos. —He estado bien, solo ocupada con los estudios —respondió Alya, sintiendo una calidez al estar rodeada de amigos—. ¿Y tú? —Igual, ocupado con la universidad, pero siempre hay tiempo para divertirse un poco —dijo Marco, guiñándole un ojo. Clara se rió y añadió: —Sí, Marco siempre sabe cómo encontrar el equilibrio perfecto entre trabajo y diversión. Deberíamos aprender de él. Alya sonrió, sintiendo que la tensión en su pecho comenzaba a disiparse. —Definitivamente. Necesito más de ese equilibrio en mi vida. La conversación fluyó fácilmente, y Alya se encontró riendo y disfrutando de la compañía de Clara y Marco. Por un momento, pudo olvidar sus preocupaciones y simplemente disfrutar del presente. —¿Recuerdan aquella vez que fuimos al museo? —dijo Clara, sonriendo—. Fue un día increíble. La exposición de arte moderno fue fascinante. —Sí, lo recuerdo —dijo Marco—. Especialmente cuando nos perdimos en la sección de esculturas y terminamos haciendo un recorrido privado con el guía. Alya sonrió, pero su mente se desvió hacia un recuerdo más reciente. Recordó cómo, durante esa visita al museo, Christian la había seguido y la había confrontado en una de las salas vacías. Había estado tan cerca de besarla, y la intensidad de ese momento aún la perseguía. —Sí, fue un día muy especial —dijo Alya, tratando de mantener su voz firme. Marco notó su cambio de expresión y se inclinó hacia ella. —¿Estás bien, Alya? Pareces un poco distante. Alya suspiró, apreciando la preocupación de su amigo. —Sí, solo recordaba algo. Pero estar aquí con ustedes me ayuda mucho. Marco asintió, sonriendo. —Siempre estamos aquí para ti, ya lo sabes. Clara, que había escuchado la conversación, se unió a ellos. —Exactamente. No importa lo que pase, siempre puedes contar con nosotros. Alya sintió una oleada de gratitud. Tener amigos como Clara y Marco era un verdadero regalo, y se prometió a sí misma no dejar que sus problemas la abrumaran.El bar estaba lleno de luces parpadeantes y música ensordecedora. Clara, Marco y Alya se movían al ritmo de la música, riendo y disfrutando de la noche. Los tres estaban un poco borrachos, pero eso solo hacía que la noche fuera más divertida.En un momento, Clara y Marco se alejaron, dejándola sola en la pista de baile. Alya, con una sonrisa en el rostro, seguía moviéndose al ritmo de la música, disfrutando de la libertad del momento.De repente, sintió una presencia detrás de ella. Un chico desconocido se acercó demasiado, intentando bailar con ella. Alya se giró rápidamente, negando con la cabeza.—No, gracias —dijo, tratando de ser educada pero firme.El chico no se dio por vencido y volvió a acercarse, insistiendo.—Vamos, solo un baile —dijo con una sonrisa que no le gustó nada a Alya.Antes de que pudiera responder, sintió otra presencia, esa voz más familiar y reconfortante. Christian apareció detrás del chico, su mirada oscura y dominante.—Ella dijo que no —dijo Christian con
Sus labios se funden, el mundo a su alrededor desaparece, solo existe el calor de sus cuerpos y el deseo que los consume.Pero de repente, Alya siente un mareo, el alcohol que ha ingerido comienza a hacer estragos. Se separa bruscamente de Christian, su rostro pálido y sus ojos vidriosos. Intenta mantener la compostura, pero es inútil. Con un gemido ahogado, se inclina hacia un lado y vomita, el sonido resonando en el bar.La vergüenza la invade, sus mejillas arden de humillación. Christian, sorprendido, da un paso atrás, su expresión cambiando de deseo a preocupación.—Alya... —murmura, extendiendo una mano hacia ella.Ella se limpia la boca con el dorso de la mano, evitando su mirada.—Lo siento... —susurra, su voz quebrada.Christian se acerca, su mano cálida en la espalda de Alya, ofreciéndole apoyo.—No te preocupes, nena. Vamos a sacarte de aquí —dice con suavidad, su voz llena de comprensión.Alya asiente, agradecida por su gesto. Aunque el momento se ha vuelto vergonzoso, la c
Alya y Clara estaban sentadas en los sofás del dormitorio, la luz tenue del atardecer se filtraba por las cortinas. Alya miró a Clara con curiosidad y un toque de preocupación.—Clara, ¿dónde estabas anoche? Cuéntame todo —dijo Alya, inclinándose hacia adelante.Clara suspiró, sabiendo que no podía ocultar nada más.—Después del bar, Marco y yo intentamos buscarte, pero no te encontramos. Así que seguimos bailando... y de repente, estábamos besándonos. Luego fuimos a su dormitorio y... bueno, ya sabes. Me levanté antes de que él despertara, me bañé y le agarré ropa para venir aquí —dijo Clara, avergonzada.Alya la miró con una mezcla de sorpresa y diversión.—¿Y cómo te sientes? —preguntó Alya.—No lo sé. Me gustó, pero no sé si esto arruinará nuestra amistad o si será incómodo después —respondió Clara, con un tono de incertidumbre.Alya asintió, comprendiendo la confusión de su amiga.—Deberían hablarlo —sugirió Alya.Clara asintió en silencio. Alya, tratando de aliviar la tensión, s
Alya se quedó en la azotea, tratando de calmar su respiración y ordenar sus pensamientos. Sabía que no podía quedarse allí para siempre, pero necesitaba un momento para recomponerse. Después de un rato, se levantó y decidió que lo mejor sería regresar a su dormitorio y hablar con Clara. Necesitaba el apoyo de su amiga más que nunca.Al llegar, Clara la recibió con una sonrisa, pero esta se desvaneció al ver la expresión en el rostro de Alya.—¿Qué pasó? —preguntó Clara, preocupada.Alya se dejó caer en el sofá y comenzó a contarle todo, desde su decisión de hablar con Christian hasta el momento en que lo vio besándose con Laura. Clara escuchó en silencio, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y enojo.—No puedo creer que te haya hecho eso —dijo Clara finalmente, abrazando a Alya con fuerza—. No merece ni un segundo más de tu tiempo.Alya asintió, sintiendo el consuelo en las palabras de su amiga. Pero aún así, el dolor seguía ahí, latente.—Sé que tienes razón, pero duele tanto
Christian se quedó inmóvil por unos segundos, su mente trabajando a toda velocidad. No estaba acostumbrado a que alguien le hablara de esa manera, y mucho menos a que lo dejaran plantado. Pero Alya era diferente, y eso solo hacía que la deseara más.Alya, por su parte, caminaba rápidamente, tratando de calmar su respiración y sus pensamientos. No podía creer que hubiera tenido el valor de enfrentarse a Christian de esa manera. Pero sabía que era necesario. Enrique, aunque lejos, era su ancla, y no podía permitir que Christian siguiera jugando con sus emociones.Al llegar a su dormitorio, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer en el sofá. Las lágrimas comenzaron a brotar, no solo por la confrontación con Christian, sino por la confusión y el dolor que sentía en su corazón. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que su vida se complicara tanto?Mientras tanto, Christian, aún de pie en el mismo lugar, sacó su teléfono y marcó un número. Su voz era baja y controlada c
Christian caminaba por el sendero del campus, sus pensamientos ocupados con la imagen de Alya. De repente, vio a Clara acercándose y decidió interceptarla.—Clara, necesito hablar contigo —dijo, su voz firme.Clara lo miró con desdén. —¿Qué quieres, Christian?—¿Dónde está Alya? —preguntó, ignorando el tono hostil de Clara.Clara se cruzó de brazos, su mirada dura. —No está en condiciones para tus juegos, Christian. Búscate a otra chica con quien pasar el rato. Con Alya no es.Christian frunció el ceño, su paciencia agotándose. —Alya me importa, Clara.—Si te importa como dices, aléjate de ella y haz algo bien por primera vez —replicó Clara, su voz llena de desafío.Christian se quedó solo, confundido y enojado. No podía dejar las cosas así. Decidió que iría a buscar a Alya, sin importar lo que tuviera que hacer.Con determinación, se dirigió hacia el dormitorio de Alya. Si tenía que usar la fuerza bruta y palabras dolorosas para hacerla entrar en razón, lo haría. No permitiría que se
A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de determinación renovada. Sabía que no podía seguir permitiendo que las palabras de Christian me afectaran. Tenía que tomar el control de mi vida y mis emociones.Después de desayunar, decidí salir a caminar para despejar mi mente. El aire fresco y el sol de la mañana me ayudaron a sentirme más centrada. Mientras caminaba, pensé en lo que Clara me había dicho sobre Marco. Sabía que ella estaba preocupada, y quería ayudarla tanto como ella me había ayudado a mí.Cuando regresé al departamento, encontré a Clara en la cocina, preparando café. Me acerqué y le di un abrazo.—Buenos días, Clara. ¿Cómo te sientes hoy?Clara me devolvió el abrazo y sonrió.—Buenos días, Alya. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?—Mejor, gracias. He estado pensando en lo que dijiste sobre Marco. Tal vez deberías intentar hablar con él hoy. No tienes que presionarlo, pero podrías hacerle saber que estás ahí para él si necesita hablar —sugerí.Clara asintió, pensativa
Después de hablar con mi mamá, me sentí más tranquila y decidida a seguir adelante. Sabía que tenía el apoyo de las personas que más me importaban, y eso me daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío.Al día siguiente, me desperté temprano y me preparé para ir a la universidad. Mientras caminaba hacia el campus, me encontré con Clara, quien también se dirigía a sus clases.—¡Buenos días, Alya! ¿Cómo te sientes hoy? —me saludó con una sonrisa.—Buenos días, Clara. Me siento bien, gracias. Hablé con mi mamá anoche y me hizo sentir mucho mejor —respondí, sonriendo.—Me alegra escuchar eso. Las mamás siempre saben cómo hacernos sentir mejor, ¿verdad? —dijo Clara, riendo.Asentí, sintiéndome agradecida por tener a Clara a mi lado.—Sí, definitivamente. ¿Y tú? ¿Cómo te fue con Marco anoche? —pregunté, curiosa. Ya que en la noche había vuelto a salir con el.Clara sonrió ampliamente.—Fue muy bien. Hablamos mucho y creo que estamos en un buen camino para resolver nuestras diferencias. Me