El bar estaba lleno de luces parpadeantes y música ensordecedora. Clara, Marco y Alya se movían al ritmo de la música, riendo y disfrutando de la noche. Los tres estaban un poco borrachos, pero eso solo hacía que la noche fuera más divertida.En un momento, Clara y Marco se alejaron, dejándola sola en la pista de baile. Alya, con una sonrisa en el rostro, seguía moviéndose al ritmo de la música, disfrutando de la libertad del momento.De repente, sintió una presencia detrás de ella. Un chico desconocido se acercó demasiado, intentando bailar con ella. Alya se giró rápidamente, negando con la cabeza.—No, gracias —dijo, tratando de ser educada pero firme.El chico no se dio por vencido y volvió a acercarse, insistiendo.—Vamos, solo un baile —dijo con una sonrisa que no le gustó nada a Alya.Antes de que pudiera responder, sintió otra presencia, esa voz más familiar y reconfortante. Christian apareció detrás del chico, su mirada oscura y dominante.—Ella dijo que no —dijo Christian con
Sus labios se funden, el mundo a su alrededor desaparece, solo existe el calor de sus cuerpos y el deseo que los consume.Pero de repente, Alya siente un mareo, el alcohol que ha ingerido comienza a hacer estragos. Se separa bruscamente de Christian, su rostro pálido y sus ojos vidriosos. Intenta mantener la compostura, pero es inútil. Con un gemido ahogado, se inclina hacia un lado y vomita, el sonido resonando en el bar.La vergüenza la invade, sus mejillas arden de humillación. Christian, sorprendido, da un paso atrás, su expresión cambiando de deseo a preocupación.—Alya... —murmura, extendiendo una mano hacia ella.Ella se limpia la boca con el dorso de la mano, evitando su mirada.—Lo siento... —susurra, su voz quebrada.Christian se acerca, su mano cálida en la espalda de Alya, ofreciéndole apoyo.—No te preocupes, nena. Vamos a sacarte de aquí —dice con suavidad, su voz llena de comprensión.Alya asiente, agradecida por su gesto. Aunque el momento se ha vuelto vergonzoso, la c
Alya y Clara estaban sentadas en los sofás del dormitorio, la luz tenue del atardecer se filtraba por las cortinas. Alya miró a Clara con curiosidad y un toque de preocupación.—Clara, ¿dónde estabas anoche? Cuéntame todo —dijo Alya, inclinándose hacia adelante.Clara suspiró, sabiendo que no podía ocultar nada más.—Después del bar, Marco y yo intentamos buscarte, pero no te encontramos. Así que seguimos bailando... y de repente, estábamos besándonos. Luego fuimos a su dormitorio y... bueno, ya sabes. Me levanté antes de que él despertara, me bañé y le agarré ropa para venir aquí —dijo Clara, avergonzada.Alya la miró con una mezcla de sorpresa y diversión.—¿Y cómo te sientes? —preguntó Alya.—No lo sé. Me gustó, pero no sé si esto arruinará nuestra amistad o si será incómodo después —respondió Clara, con un tono de incertidumbre.Alya asintió, comprendiendo la confusión de su amiga.—Deberían hablarlo —sugirió Alya.Clara asintió en silencio. Alya, tratando de aliviar la tensión, s
Alya se quedó en la azotea, tratando de calmar su respiración y ordenar sus pensamientos. Sabía que no podía quedarse allí para siempre, pero necesitaba un momento para recomponerse. Después de un rato, se levantó y decidió que lo mejor sería regresar a su dormitorio y hablar con Clara. Necesitaba el apoyo de su amiga más que nunca.Al llegar, Clara la recibió con una sonrisa, pero esta se desvaneció al ver la expresión en el rostro de Alya.—¿Qué pasó? —preguntó Clara, preocupada.Alya se dejó caer en el sofá y comenzó a contarle todo, desde su decisión de hablar con Christian hasta el momento en que lo vio besándose con Laura. Clara escuchó en silencio, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y enojo.—No puedo creer que te haya hecho eso —dijo Clara finalmente, abrazando a Alya con fuerza—. No merece ni un segundo más de tu tiempo.Alya asintió, sintiendo el consuelo en las palabras de su amiga. Pero aún así, el dolor seguía ahí, latente.—Sé que tienes razón, pero duele tanto
Christian se quedó inmóvil por unos segundos, su mente trabajando a toda velocidad. No estaba acostumbrado a que alguien le hablara de esa manera, y mucho menos a que lo dejaran plantado. Pero Alya era diferente, y eso solo hacía que la deseara más.Alya, por su parte, caminaba rápidamente, tratando de calmar su respiración y sus pensamientos. No podía creer que hubiera tenido el valor de enfrentarse a Christian de esa manera. Pero sabía que era necesario. Enrique, aunque lejos, era su ancla, y no podía permitir que Christian siguiera jugando con sus emociones.Al llegar a su dormitorio, cerró la puerta con fuerza y se dejó caer en el sofá. Las lágrimas comenzaron a brotar, no solo por la confrontación con Christian, sino por la confusión y el dolor que sentía en su corazón. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había permitido que su vida se complicara tanto?Mientras tanto, Christian, aún de pie en el mismo lugar, sacó su teléfono y marcó un número. Su voz era baja y controlada c
Christian caminaba por el sendero del campus, sus pensamientos ocupados con la imagen de Alya. De repente, vio a Clara acercándose y decidió interceptarla.—Clara, necesito hablar contigo —dijo, su voz firme.Clara lo miró con desdén. —¿Qué quieres, Christian?—¿Dónde está Alya? —preguntó, ignorando el tono hostil de Clara.Clara se cruzó de brazos, su mirada dura. —No está en condiciones para tus juegos, Christian. Búscate a otra chica con quien pasar el rato. Con Alya no es.Christian frunció el ceño, su paciencia agotándose. —Alya me importa, Clara.—Si te importa como dices, aléjate de ella y haz algo bien por primera vez —replicó Clara, su voz llena de desafío.Christian se quedó solo, confundido y enojado. No podía dejar las cosas así. Decidió que iría a buscar a Alya, sin importar lo que tuviera que hacer.Con determinación, se dirigió hacia el dormitorio de Alya. Si tenía que usar la fuerza bruta y palabras dolorosas para hacerla entrar en razón, lo haría. No permitiría que se
A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de determinación renovada. Sabía que no podía seguir permitiendo que las palabras de Christian me afectaran. Tenía que tomar el control de mi vida y mis emociones.Después de desayunar, decidí salir a caminar para despejar mi mente. El aire fresco y el sol de la mañana me ayudaron a sentirme más centrada. Mientras caminaba, pensé en lo que Clara me había dicho sobre Marco. Sabía que ella estaba preocupada, y quería ayudarla tanto como ella me había ayudado a mí.Cuando regresé al departamento, encontré a Clara en la cocina, preparando café. Me acerqué y le di un abrazo.—Buenos días, Clara. ¿Cómo te sientes hoy?Clara me devolvió el abrazo y sonrió.—Buenos días, Alya. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?—Mejor, gracias. He estado pensando en lo que dijiste sobre Marco. Tal vez deberías intentar hablar con él hoy. No tienes que presionarlo, pero podrías hacerle saber que estás ahí para él si necesita hablar —sugerí.Clara asintió, pensativa
Después de hablar con mi mamá, me sentí más tranquila y decidida a seguir adelante. Sabía que tenía el apoyo de las personas que más me importaban, y eso me daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío.Al día siguiente, me desperté temprano y me preparé para ir a la universidad. Mientras caminaba hacia el campus, me encontré con Clara, quien también se dirigía a sus clases.—¡Buenos días, Alya! ¿Cómo te sientes hoy? —me saludó con una sonrisa.—Buenos días, Clara. Me siento bien, gracias. Hablé con mi mamá anoche y me hizo sentir mucho mejor —respondí, sonriendo.—Me alegra escuchar eso. Las mamás siempre saben cómo hacernos sentir mejor, ¿verdad? —dijo Clara, riendo.Asentí, sintiéndome agradecida por tener a Clara a mi lado.—Sí, definitivamente. ¿Y tú? ¿Cómo te fue con Marco anoche? —pregunté, curiosa. Ya que en la noche había vuelto a salir con el.Clara sonrió ampliamente.—Fue muy bien. Hablamos mucho y creo que estamos en un buen camino para resolver nuestras diferencias. Me