Alya se quedó en su dormitorio, tratando de calmarse. El silencio de la habitación solo hacía que sus pensamientos resonaran más fuerte en su mente. Sabía que debía alejarme de él; sus actitudes controladoras y su invasión a la privacidad de Enrique eran señales claras de que algo no estaba bien. Decidí enfocarme en mis estudios y dejar de lado mis sentimientos por Christian, aunque sabía que no sería fácil.
Durante las siguientes semanas, me sumergí en mis clases y proyectos, tratando de mantener mi mente ocupada. Sin embargo, no podía evitar pensar en Christian. Me preguntaba si había hecho lo correcto al alejarme, si tal vez había sido demasiado dura con él. Pero cada vez que esos pensamientos me asaltaban, recordaba la intensidad en sus ojos y la forma en que había invadido mi espacio personal. Christian, por su parte, no podía aceptar la distancia que Alya había impuesto entre ellos. Intentó buscarla en la universidad, pero ella lo evitaba constantemente. La frustración y la soledad comenzaron a consumirlo. Fue entonces cuando Laura, la chica con la que solía acostarse, comenzó a aparecer más seguido en su vida. Al principio, Christian la veía como una distracción, alguien con quien pasar el tiempo y olvidar sus problemas. Pero pronto, Laura empezó a ocupar un lugar más importante en su vida. Alya no podía evitar sentirse celosa al verlos juntos. Aunque había decidido alejarse de Christian, ver a Laura tan cerca de él le provocaba una punzada de dolor en el pecho. Se preguntaba si había tomado la decisión correcta. La llegada de un desconocido con aura de misterio y oscura, hizo que christian se pusiera a la defensiva. Alya no sabía quién era, pero podía sentir que su llegada traería consigo más problemas y revelaciones. Christian se encontró cara a cara con el hombre, su expresión se endureció y sus ojos se llenaron de una mezcla de sorpresa y desconfianza. —¿Qué haces aquí? —preguntó Christian, su voz baja y tensa. El hombre sonrió, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —Tenemos asuntos pendientes, Hermano. CHRISTIAN Miré a mi alrededor, consciente de las miradas curiosas de los transeúntes. Sin decir una palabra más, tomé al hombre del brazo y lo llevé a mi dormitorio. Cerré la puerta detrás de nosotros, creando un espacio privado para la conversación que estaba por venir. Una vez en mi dormitorio, Gabriel me miró con desesperación en sus ojos. —Christian, necesitas regresar a la empresa —dijo, su voz temblando ligeramente. Lo miré fijamente, sintiendo una mezcla de tristeza y determinación. —No pienso regresar ahí, Gabriel —respondí con firmeza. Gabriel suspiró, y pude ver en sus ojos que ya sabía la verdad. —Sé que te enteraste de lo ilícito, pero una vez adentro ya no puedes salir. Es lo que nos tocó —dijo, su voz cargada de resignación. Negué con la cabeza, sintiendo un nudo en el estómago. —No puedo ser parte de eso, Gabriel. No puedo. Gabriel se acercó, su desesperación palpable. —Lo siento, Christian, pero necesito que regreses. Hay problemas grandes. —No —respondí, mi voz más firme de lo que me sentía por dentro. Gabriel, en un arrebato de desesperación, me gritó. —¡Somos familia! ¡Tenemos que protegernos mutuamente! Sentí una punzada de dolor en el corazón, pero mantuve mi decisión. —No voy a regresar, lo siento —dije, antes de salir de la habitación, dejando a Gabriel atrás. Caminé por el pasillo, confundido y sin saber qué hacer. La presión de la situación me abrumaba, y cada paso que daba me parecía más pesado que el anterior.Mis pensamientos eran un torbellino de emociones y dudas. ¿Cómo había llegado todo a este punto? La empresa, nuestra familia, todo parecía desmoronarse.Caminé por los pasillos del campus, tratando de encontrar claridad. Las palabras de Gabriel resonaban en mi mente: "Somos familia. Tenemos que protegernos mutuamente." Pero, ¿a qué costo? No podía ser parte de algo que iba en contra de mis principios.Me detuve frente a una ventana en uno de los edificios del campus y miré hacia afuera. El jardín, normalmente un lugar de paz, ahora parecía un reflejo de mi confusión interna. Sentí una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que mi decisión no solo afectaba a mí, sino a todos los que me rodeaban.De repente, escuché pasos detrás de mí. Me giré y vi a Gabriel, su rostro aún marcado por la desesperación.—Christian, por favor —dijo, su voz más suave esta vez—. No podemos hacerlo sin ti.Lo miré a los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas.—Gabriel, entiendo lo que dices, p
La mañana siguiente, me reuní con Gabriel en su oficina. La tensión en el aire era palpable, pero ambos sabíamos que teníamos que trabajar juntos si queríamos salvar la empresa.—¿Por dónde empezamos? —le pregunté, mirando a mi hermano.—Tenemos que investigar quién está detrás de todo esto —respondió Gabriel—. Necesitamos saber quién está manipulando la empresa desde las sombras.Asentí.—Tengo algunas ideas. He estado investigando y creo que puedo encontrar algunas pistas.Gabriel me miró con interés.—¿Qué has encontrado?Saqué una carpeta llena de papeles y documentos.—He estado revisando los registros financieros de la empresa y he encontrado algunas irregularidades. Creo que podemos seguir el rastro del dinero y encontrar al responsable.Gabriel se impresionó.—Eso es genial, Christian. Podrías ser un gran detective.Sonreí.—No es nada, solo he estado haciendo algunas preguntas y buscando respuestas.Juntos, comenzamos a seguir el rastro del dinero, descubriendo una red de cor
Me encontraba recostada en mi cama, pensando en mi futuro. En unos días me voy a la universidad a estudiar la carrera que he soñado desde mi niñez, y estoy super feliz del paso que daré. Por otro lado, está mi novio. Mi relación comenzará siendo una relación a distancia, lo cual eso me tiene un poco triste e inquieta, ya que él por motivos del trabajo tiene que permanecer aquí y yo me iré a otro país a estudiar, sola.— Alya, baja. Ya está lista la comida.-escucho el grito de mi mamá provenir de abajo.Me obligó salir de mis pensamientos y bajo a pasar estos días que me quedan con mis padres.— Que comeremos, mamá.- le pregunto mientras tomo asiento y observo que me acerca un plato con comida.— Es carne con verduras, mire la receta hace días y quise probar como me quedaba.- tomó asiento y voltea a verme con una sonrisa, le sonrió devuelta.— Se mira y huele super bien.- Tomo el tenedor y me llevo un bocado. Suelto un sonido de fascinación.— Y sabe super bueno.- le digo mientras me ll
Desperté por la alarma que ya tenía programada. Agarro mi celular y noto que no tengo ningún mensaje de mi novio Enrique.Frunzo las cejas y le vuelvo a mandar un mensaje.— Buenos días mi amor, espero hayas amanecido bien❤️No espero respuesta y me encaminó a darme un baño para bajar.Cuando salgo del baño ya lista vuelvo a tomar mi celular y noto un mensaje de mi novio.— Buenos días amor, en una hora estaré en tu casa.Me sale una sonrisa y le contesto.— Aquí te espero mi vida🥰Bloqueo el celular y bajo a la cocina.— Buenos días mamá.- llegó a dondeella y le doy un beso en la Mejia.— Buenos días mi niña, siéntate ya te sirvo el desayuno.- la veo que se acerca a la estufa con un plato para comenzar a servirme.— Gracias mamá.- le sonrió cuando me coloca el plato frente mío. Veo que ella también se sirve y se posiciona frente mío.— ¿Vendrá Enrique?.- levantó la vista de mi plato hacía mi mamá.— Si, me dijo que vendrá, no debe tardar en llegar.- le sonrió y ella hace una mueca,
Alya se dirigió al aeropuerto con el corazón pesado. La despedida de su madre había sido emotiva, y la ausencia de su padre, ocupado en una reunión de trabajo, solo aumentaba su tristeza. Enrique, su novio, la acompañaba, pero el silencio entre ellos era palpable. Ninguno de los dos había mencionado qué pasaría con su relación una vez que ella se fuera. En el camino, Alya intentó romper el hielo. — Enrique, ¿has pensado en cómo manejaremos esto? —preguntó, su voz temblando ligeramente. Enrique suspiró, mirándola brevemente y regresando su vista a la carretera. — He estado pensando… —comenzó, pero se detuvo, como si buscara las palabras adecuadas—. Tal vez deberíamos considerar una relación abierta mientras estás fuera. Alya sintió un nudo en el estómago. No era la respuesta que esperaba, pero tampoco era una sorpresa completa. — ¿Una relación abierta? —repitió, tratando de procesar la idea. — Sí, no quiero que te sientas atada mientras estás en otro país. Quiero que disfr
Alya y Clara estaban desempacando sus cosas en su dormitorio cuando alguien llamó a la puerta. Era un representante de la universidad, invitándolas a la fiesta de bienvenida para los estudiantes de primer año.— ¡Hola chicas! —dijo con entusiasmo—. Esta noche tenemos una fiesta de bienvenida en el salón principal. ¡Están todas invitadas!Alya y Clara se miraron emocionadas.— ¡Perfecto! Será una gran oportunidad para conocer a más personas —dijo Clara, sonriendo.Esa noche, Alya se puso un elegante vestido rojo que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un vestido azul que complementaba su personalidad vibrante. Ambas estaban listas para disfrutar de la fiesta.Al llegar al salón de eventos, se encontraron con Marco, quien las saludó con una gran sonrisa.— ¡Chicas, por aquí! —gritó, haciéndoles señas para que se unieran a su grupo.La música y las luces creaban un ambiente festivo, y todos parecían estar disfrutando. Mientras bailaban y reían, Alya notó a un chico que parec
Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya.— Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa.Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida.— Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual.Clara levantó una ceja.— ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó.Alya se encogió de hombros.— No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió.Mientras hablaban, Alya decidió revisar su Instagram. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una
Esa noche, la fiesta en la casa de la fraternidad estaba en pleno apogeo. La música retumbaba y las luces parpadeaban, creando un ambiente casi hipnótico. Alya y Clara, ya bastante borrachas, reían y bailaban sin preocuparse por nada más.Alya se tambaleó ligeramente mientras intentaba mantener el equilibrio. Clara, a su lado, no estaba en mejor estado. Un grupo de chicos se acercó a ellas, con intenciones que no eran del todo inocentes.—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo, chicas? —dijo uno de los chicos, sonriendo de manera insinuante.—No, gracias. Estamos bien aquí —respondió Alya, riendo.Antes de que los chicos pudieran insistir, Christian apareció, con el ceño fruncido y una mirada de desaprobación. A su lado, su amigo Marco, quien también parecía preocupado.—Creo que es hora de que se vayan —dijo Christian con voz firme.—¿Y tú quién eres para decirnos qué hacer? —replicó otro de los chicos, desafiante.—Somos sus amigos. Y no creemos que quieran irse con ustedes