Alya se dirigió al aeropuerto con el corazón pesado. La despedida de su madre había sido emotiva, y la ausencia de su padre, ocupado en una reunión de trabajo, solo aumentaba su tristeza. Enrique, su novio, la acompañaba, pero el silencio entre ellos era palpable. Ninguno de los dos había mencionado qué pasaría con su relación una vez que ella se fuera.
En el camino, Alya intentó romper el hielo. — Enrique, ¿has pensado en cómo manejaremos esto? —preguntó, su voz temblando ligeramente. Enrique suspiró, mirándola brevemente y regresando su vista a la carretera. — He estado pensando… —comenzó, pero se detuvo, como si buscara las palabras adecuadas—. Tal vez deberíamos considerar una relación abierta mientras estás fuera. Alya sintió un nudo en el estómago. No era la respuesta que esperaba, pero tampoco era una sorpresa completa. — ¿Una relación abierta? —repitió, tratando de procesar la idea. — Sí, no quiero que te sientas atada mientras estás en otro país. Quiero que disfrutes de tu tiempo allí sin preocupaciones —explicó Enrique, aunque su tono era más práctico que emocional. Alya asintió lentamente, aunque su mente estaba llena de dudas. ¿Podría realmente manejar una relación abierta? ¿Era eso lo que ella quería? Llegaron al aeropuerto y, después de registrar su equipaje, se dirigieron a la puerta de embarque. Enrique la abrazó, pero el abrazo se sintió diferente, más distante. — Cuídate, Alya. Te llamaré cuando pueda —dijo Enrique, dándole un beso en la frente. — Tú también, Enrique. —Alya respondió, tratando de mantener la compostura. Mientras se alejaba, Alya no pudo evitar sentir que algo había cambiado irrevocablemente. Con una mezcla de emociones, abordó el avión, lista para comenzar su nueva vida en la universidad, pero con una incertidumbre que la acompañaría en su viaje. Alya se acomodó en su asiento del avión, mirando por la ventana mientras el paisaje familiar se desvanecía. Sus pensamientos estaban enredados en la conversación con Enrique. ¿Una relación abierta? No estaba segura de cómo se sentía al respecto, pero sabía que tendría que tomar una decisión pronto. El vuelo fue largo, y Alya aprovechó el tiempo para reflexionar sobre su futuro. Sabía que la universidad sería un desafío, pero también una oportunidad para crecer y descubrir más sobre sí misma. Decidió que, al menos por ahora, se centraría en sus estudios y en adaptarse a su nueva vida. Alya llegó a su destino con una mezcla de nervios y emoción. Después de recoger su equipaje, fue recibida por un representante de la universidad que la ayudó a llegar a su dormitorio. Al abrir la puerta, se encontró con una chica sonriente que estaba desempacando sus cosas. — ¡Hola! Soy Clara, tu compañera de cuarto —dijo la chica, extendiendo la mano. Alya sonrió y estrechó su mano. — Hola, soy Alya. Encantada de conocerte. Las dos chicas rápidamente se llevaron bien, compartiendo historias sobre sus vidas y sus expectativas para la universidad. Clara era extrovertida y divertida, y su energía positiva ayudó a Alya a sentirse más cómoda en su nuevo entorno. Unos días después, mientras exploraban el campus juntas, conocieron a Marco, un estudiante de intercambio de Italia. Marco era encantador y tenía un sentido del humor que las hizo reír desde el primer momento. Los tres formaron un pequeño grupo que se volvió inseparable, apoyándose mutuamente en los desafíos de la vida universitaria. Mientras tanto, Alya notó a un chico que parecía observarla desde la distancia. El chico era alto, con una presencia imponente y un aire de misterio que lo rodeaba. Aunque no se acercaba a hablar con ella, Alya sentía su mirada en varias ocasiones, lo que despertaba su curiosidad y un poco de inquietud. Una tarde, mientras estudiaban en la biblioteca, Alya comentó a Clara y Marco sobre el chico misterioso. — Hay un chico que siempre me observa, pero nunca se acerca. Es un poco inquietante —dijo Alya, tratando de sonar casual. Clara levantó una ceja, interesada. — ¿Cómo es? —preguntó. — Alto, con ojos oscuros y una presencia que no puedes ignorar —respondió Alya. Marco sonrió. — Tal vez solo está interesado en ti y no sabe cómo acercarse —sugirió. Alya se encogió de hombros, aunque no podía evitar sentir que había algo más en ese chico. Decidió no darle demasiada importancia y centrarse en sus estudios y en disfrutar de su nueva vida con sus amigos. Sin embargo, la presencia del chico seguía siendo una constante en su vida, y Alya sabía que eventualmente tendría que descubrir quién era realmente y por qué la observaba con tanto interés.Alya y Clara estaban desempacando sus cosas en su dormitorio cuando alguien llamó a la puerta. Era un representante de la universidad, invitándolas a la fiesta de bienvenida para los estudiantes de primer año.— ¡Hola chicas! —dijo con entusiasmo—. Esta noche tenemos una fiesta de bienvenida en el salón principal. ¡Están todas invitadas!Alya y Clara se miraron emocionadas.— ¡Perfecto! Será una gran oportunidad para conocer a más personas —dijo Clara, sonriendo.Esa noche, Alya se puso un elegante vestido rojo que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un vestido azul que complementaba su personalidad vibrante. Ambas estaban listas para disfrutar de la fiesta.Al llegar al salón de eventos, se encontraron con Marco, quien las saludó con una gran sonrisa.— ¡Chicas, por aquí! —gritó, haciéndoles señas para que se unieran a su grupo.La música y las luces creaban un ambiente festivo, y todos parecían estar disfrutando. Mientras bailaban y reían, Alya notó a un chico que parec
Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya.— Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa.Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida.— Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual.Clara levantó una ceja.— ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó.Alya se encogió de hombros.— No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió.Mientras hablaban, Alya decidió revisar su Instagram. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una
Esa noche, la fiesta en la casa de la fraternidad estaba en pleno apogeo. La música retumbaba y las luces parpadeaban, creando un ambiente casi hipnótico. Alya y Clara, ya bastante borrachas, reían y bailaban sin preocuparse por nada más.Alya se tambaleó ligeramente mientras intentaba mantener el equilibrio. Clara, a su lado, no estaba en mejor estado. Un grupo de chicos se acercó a ellas, con intenciones que no eran del todo inocentes.—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo, chicas? —dijo uno de los chicos, sonriendo de manera insinuante.—No, gracias. Estamos bien aquí —respondió Alya, riendo.Antes de que los chicos pudieran insistir, Christian apareció, con el ceño fruncido y una mirada de desaprobación. A su lado, su amigo Marco, quien también parecía preocupado.—Creo que es hora de que se vayan —dijo Christian con voz firme.—¿Y tú quién eres para decirnos qué hacer? —replicó otro de los chicos, desafiante.—Somos sus amigos. Y no creemos que quieran irse con ustedes
Alya y Clara estaban en su dormitorio, ambas aún sintiendo los efectos de la resaca. Alya se sentó en su cama, mirando fijamente su teléfono, recordando la dolorosa conversación con Enrique.—Clara, terminé con Enrique —dijo finalmente, su voz temblando.Clara levantó la vista, sorprendida.—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a Alya.—Me engañó con una chica. Dijo que no podía soportar la distancia —respondió Alya, las lágrimas comenzando a brotar de nuevo.Clara la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.—Lo siento tanto, Alya. No te mereces esto.Alya sollozó en el hombro de Clara, sintiendo un alivio al compartir su dolor. Después de unos minutos, Clara se levantó y abrió el congelador.—Creo que necesitamos helado —dijo, sacando dos botes y unas cucharas.Se sentaron en la cama de Alya, comiendo helado directamente del bote y buscando una película para ver. Eligieron una comedia romántica, esperando que les levantara el ánimo. A medida que la película avanzaba, ambas comenzaron
Alya y Clara salieron del laboratorio, sus estómagos rugiendo de hambre. Se dirigieron a la cafetería, ansiosas por comer algo. Mientras estaban en la fila, Alya notó a Christian al final de las mesas, rodeado de sus amigos. Encima de él, una chica esbelta de cabello ondulado y muy linda, reía y coqueteaba con él.Alya no pudo evitar compararse con la chica. Era muy bella, y al pensar en cómo Enrique la había engañado, sintió una presión en el pecho. La imagen de Christian prestando atención a esa chica la hizo sentir rara, como si algo se rompiera dentro de ella.—¿Qué tienes? —preguntó Clara, notando la expresión de Alya.Alya no respondió de inmediato, pero Clara siguió su mirada y vio lo mismo. Le agarró la mano y le dijo con firmeza:—Olvídalo. Recuerda que dijiste que te ibas a alejar de los chicos. Además, tienes a medio campus detrás de ti.Alya sonrió débilmente y asintió.—Me da igual. No me importa —dijo, tratando de convencerse a sí misma.Cuando regresó la vista a la com
Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado. Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero dec
Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m
Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida."¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.Alya se detuv