Alya se quedó en el balcón, sintiendo el vacío que dejaba su partida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil. Con un suspiro, se dio la vuelta y regresó a la fiesta, decidida a seguir adelante, aunque una parte de ella siempre recordaría esa noche en el balcón.

Mientras caminaba de regreso al interior de la casa, no podía dejar de pensar en lo que había dicho. Había mentido a Christian sobre tener novio, cuando en realidad había terminado con Enrique semanas atrás. La traición de Enrique aún dolía, y quizás por eso había usado esa mentira como un escudo, una forma de protegerse de volver a salir herida.

"¿Por qué le mentí?" se preguntó a sí misma, sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la atraía de una manera que no podía explicar. Tal vez era el misterio, o tal vez era simplemente la necesidad de sentir algo diferente después de la decepción con Enrique.

Alya se detuvo un momento, observando a sus amigos que seguían bailando y riendo, ajenos a su tormenta interna. Decidió que no podía seguir así, atrapada entre el pasado y el presente. Tenía que encontrar una manera de seguir adelante, de dejar atrás las mentiras y las dudas.

Con una nueva determinación, se unió a sus amigos en la pista de baile, tratando de perderse en la música y en la alegría del momento. Pero en el fondo de su mente, la imagen de Christian seguía presente, recordándole que algunas tentaciones eran difíciles de ignorar.

Mientras bailaba, sus pensamientos volvían una y otra vez a la conversación en el balcón. La mentira sobre Enrique pesaba en su conciencia. Había terminado con él porque la había engañado, y aunque la herida aún estaba fresca, no quería que esa experiencia definiera sus futuras relaciones. Sin embargo, había usado esa mentira como una barrera, una forma de mantener a Christian a distancia.

"¿Por qué me siento así?" se preguntó mientras giraba al ritmo de la música. Sabía que Christian no era bueno para ella, pero había algo en él que la hacía sentir viva, algo que no había sentido en mucho tiempo.

De repente, sintió una mano en su hombro. Se giró y vio a su amiga Clara, con una sonrisa preocupada en el rostro.

—¿Estás bien? —preguntó Clara, levantando la voz para hacerse oír sobre la música.

Alya asintió, aunque no estaba segura de si era verdad.

—Sí, solo necesitaba despejarme un poco.

Clara la miró con escepticismo, pero no insistió. En cambio, la tomó de la mano y la llevó a un rincón más tranquilo de la sala.

—He visto cómo mirabas a Christian en el balcón —dijo Clara, sin rodeos—. ¿Qué pasó?

Alya suspiró, sabiendo que no podía ocultar nada de su amiga.

—Le dije que todavía estaba con Enrique —admitió, sintiendo una mezcla de culpa y confusión—. No sé por qué lo hice. Sabes que terminé con Enrique hace semanas.

Clara arqueó una ceja.

—¿Por qué le mentiste?

Alya miró a su amiga, buscando las palabras adecuadas.

—Creo que fue una forma de protegerme. Christian me atrae, pero sé que no es bueno para mí. No quería complicar las cosas.

Clara asintió lentamente.

—Entiendo. Pero mentir no va a hacer que las cosas sean más fáciles. Si realmente te atrae, deberías ser honesta con él y contigo misma.

Alya sabía que su amiga tenía razón. Tenía que enfrentar sus sentimientos y ser sincera, tanto con Christian como consigo misma.

—Gracias, Clara. Necesitaba escuchar eso.

Clara sonrió y le dio un abrazo.

—Para eso están las amigas. Ahora, vamos a disfrutar de la fiesta. Mañana será otro día.

Alya asintió, sintiendo un poco de alivio. Sabía que tenía mucho que resolver, pero por ahora, decidió dejarse llevar por el momento y disfrutar de la compañía de sus amigos.

Mientras la noche avanzaba, Alya no podía evitar buscar a Christian con la mirada. Lo vio varias veces, siempre rodeado de gente, pero sus ojos se encontraban de vez en cuando, y cada vez que lo hacían, sentía un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que eventualmente tendría que hablar con él, aclarar las cosas.