Desperté por la alarma que ya tenía programada. Agarro mi celular y noto que no tengo ningún mensaje de mi novio Enrique.
Frunzo las cejas y le vuelvo a mandar un mensaje. — Buenos días mi amor, espero hayas amanecido bien❤️ No espero respuesta y me encaminó a darme un baño para bajar. Cuando salgo del baño ya lista vuelvo a tomar mi celular y noto un mensaje de mi novio. — Buenos días amor, en una hora estaré en tu casa. Me sale una sonrisa y le contesto. — Aquí te espero mi vida🥰 Bloqueo el celular y bajo a la cocina. — Buenos días mamá.- llegó a donde ella y le doy un beso en la Mejia. — Buenos días mi niña, siéntate ya te sirvo el desayuno.- la veo que se acerca a la estufa con un plato para comenzar a servirme. — Gracias mamá.- le sonrió cuando me coloca el plato frente mío. Veo que ella también se sirve y se posiciona frente mío. — ¿Vendrá Enrique?.- levantó la vista de mi plato hacía mi mamá. — Si, me dijo que vendrá, no debe tardar en llegar.- le sonrió y ella hace una mueca, nunca le ha agradado Enrique. — Espero si venga, hoy te vas y no creo que no se toque el corazón de dejar un rato su “trabajo” y venir a verte cuando estarán sin verse por un buen rato.- hace un gesto de comillas con las manos y se lleva un bocado a la boca. Suspiró pensando porque mi mamá nunca le ha agrado Enrique. — Ya sabes mamá, se satura mucho de trabajo no es culpa suya. — No, pero para todo hay tiempos.- se levanta del pequeño comedor y se lleva su plato al lavado. Vuelvo a suspirar y mejor termino mi desayuno para así llevarlo al lavado igual. Cuando termino de lavar los platos escucho el timbre de la puerta. Mientras voy caminando voy secando mis manos con los pantalones para así abrir la puerta y encontrarme a mi novio y sonrió como una boba. —Hola, mi amor —le digo, acercándome para darle un beso que él me regresa con ternura. —Hola, amor —responde, entrando a la casa y dirigiéndose directamente a la sala. Lo sigo y me siento a su lado, recargando mi cabeza en su hombro. Mientras lo observo contestar mensajes en su celular, una mezcla de curiosidad y ansiedad me invade. —¿Con quién hablas, amor? —pregunto, girando la cabeza para mirarlo. —Con clientes, amor —responde, notando mi interés. Bloquea su celular y lo deja a un lado, como si quisiera darme su atención. Antes de que pueda formular otra pregunta, él habla de nuevo. —¿A qué hora sale tu vuelo? Me sorprendo por su pregunta y miro el reloj en la sala. —Dentro de tres horas, así que en una hora tengo que estar en el aeropuerto para hacer las revisiones y todo ese asunto que me da dolor de cabeza —le digo, haciendo un puchero, intentando ocultar mi frustración. —Entonces tenemos tiempo —dice, tomando mi cara entre sus manos y acercándose para darme un beso. Le devuelvo el beso, pero lo aparto un poco, sintiendo que hay algo más que deberíamos discutir. Él me mira con ojos acusadores. —Pensé que hablaríamos sobre nuestra relación —comenta, volviendo a besarme. —No te preocupes por eso, primero quítame estas ganas que tengo y después hablamos —le respondo, sintiendo cómo la tensión entre nosotros se intensifica. Sin más, me levanta y me jala escaleras arriba hacia mi habitación. Una vez allí, comienza a besarme con desesperación, como si el tiempo se estuviera acabando. Me siento a horcajadas sobre él, frotándome suavemente, y un pequeño gemido escapa de mis labios. —Eso, mi amor, frótate contra mí que eso me prende —susurra, mientras sus besos descienden hacia mi cuello y sus manos se aferran a mis nalgas. Muevo la cabeza, dándole más acceso, pero de repente me quita de encima y me empuja suavemente hacia la cama — No aguanto más.— dice él, mientras comienza a quitarse la camisa, dejando al descubierto su torso. Me muerdo el labio inferior, observando cómo se desviste frente a mí. No es un hombre muy musculoso, pero su cuerpo está marcado por el trabajo y se nota que le gusta cuidarse. Se sube encima de mí y comienza a besarme con pasión. —Tienes mucha ropa todavía, amor,—murmura, mientras sus manos se deslizan bajo mi blusa. — Eso lo podemos arreglar— le respondo, incorporándome un poco para quitarme la blusa. Él me ayuda a deshacerme del short, quedando solo en ropa interior. Vuelve a besarme, y siento cómo me desabrocha el brasier, quitándolo con delicadeza. Suelto un gemido cuando se lleva un pecho a la boca, mientras su otra mano explora el otro. Regresa a mis labios, y en un instante, me quita la única prenda que me queda, dejándome desnuda frente a él. Se separa un momento para ponerse el preservativo y vuelve a acercarse, besándome intensamente. Siento cómo entra en mí de manera brusca, y suelto un quejido más que un gemido. Él comienza a moverse con fuerza, y mis gemidos se mezclan con los suyos. De repente, se sale de mí y me voltea hacia la cama, indicándome que me ponga de perrito. Vuelve a penetrarme, y no puedo evitar soltar un suspiro de placer. — Sí, así, amor. Qué rica estás— dice, mientras continúa su movimiento. Acelera el ritmo, y en un momento escucho un gemido de él antes de que se retire. — Eso, mi amor, estuvo muy bien, ¿no?— me dice, dándome un beso en la espalda mientras comienza a vestirse. Sin embargo, me siento un poco molesta y frustrada. No terminé, de nuevo. —Deberías arreglarte para llevarte al aeropuerto— comenta, acomodándose en la cama. Lo miro y, sintiendo una mezcla de emociones. Me encaminó agarrar un conjunto del closet y me dirijo a bañarme. Salgo ya bañada y cambiada, él sigue acostado mensajeando. — Ya estoy lista.- le digo mientras me acerco a la cama. — Vamos amor, te llevo al aeropuerto.- se levanta de mi cama y agarra mi mano mientras salimos de mi habitación. Bajamos y miro a mi mamá entrando a la casa. Nos mira y me da una mirada triste. — Ya me voy mamá.- le hago un puchero mientras me acerco a ella abrazarla. — Te voy a extrañar mucho mi niña, ve con cuidado tu papá me marcó y me dijo que no iba a poder venir que tiene reunión en la oficina pero cuando pudiera se iba a comunicar contigo.- termina de decir y hago una mueca. — Está bien mamá, también te voy a extrañar demasiado. Me tengo que ir si no perderé el vuelvo.- vuelvo abrazarla — Está bien hija, ve con cuidado cualquier cosa estaré al pendiente al celular.- me acomoda el cabello mientras me da una sonrisa triste. — Claro mamá, te estaré notificando todo.- siento una presencia atrás mío y volteo para ver a mi novio atrás mío. — Amor tenemos que irnos.- mi mamá voltea a ver Enrique y hace una mueca. — Vayan hija, te deseo lo mejor. Te amo.- me da un beso en la Mejía y se hace aún lado para que pasemos. — Gracias mamá, te amo.- salgo de casa atrás de Enrique y me subo a su automóvil. Y comienza a manejar directo al aeropuerto, volteo a ver mi casa hasta que se me pierde de vista, suelto un suspiro y dirijo mi vista hacia la carretera.Alya se dirigió al aeropuerto con el corazón pesado. La despedida de su madre había sido emotiva, y la ausencia de su padre, ocupado en una reunión de trabajo, solo aumentaba su tristeza. Enrique, su novio, la acompañaba, pero el silencio entre ellos era palpable. Ninguno de los dos había mencionado qué pasaría con su relación una vez que ella se fuera. En el camino, Alya intentó romper el hielo. — Enrique, ¿has pensado en cómo manejaremos esto? —preguntó, su voz temblando ligeramente. Enrique suspiró, mirándola brevemente y regresando su vista a la carretera. — He estado pensando… —comenzó, pero se detuvo, como si buscara las palabras adecuadas—. Tal vez deberíamos considerar una relación abierta mientras estás fuera. Alya sintió un nudo en el estómago. No era la respuesta que esperaba, pero tampoco era una sorpresa completa. — ¿Una relación abierta? —repitió, tratando de procesar la idea. — Sí, no quiero que te sientas atada mientras estás en otro país. Quiero que disfr
Alya y Clara estaban desempacando sus cosas en su dormitorio cuando alguien llamó a la puerta. Era un representante de la universidad, invitándolas a la fiesta de bienvenida para los estudiantes de primer año.— ¡Hola chicas! —dijo con entusiasmo—. Esta noche tenemos una fiesta de bienvenida en el salón principal. ¡Están todas invitadas!Alya y Clara se miraron emocionadas.— ¡Perfecto! Será una gran oportunidad para conocer a más personas —dijo Clara, sonriendo.Esa noche, Alya se puso un elegante vestido rojo que resaltaba su figura, mientras que Clara optó por un vestido azul que complementaba su personalidad vibrante. Ambas estaban listas para disfrutar de la fiesta.Al llegar al salón de eventos, se encontraron con Marco, quien las saludó con una gran sonrisa.— ¡Chicas, por aquí! —gritó, haciéndoles señas para que se unieran a su grupo.La música y las luces creaban un ambiente festivo, y todos parecían estar disfrutando. Mientras bailaban y reían, Alya notó a un chico que parec
Alya y Clara estaban en su primera clase de medicina veterinaria, emocionadas por comenzar su formación. El aula estaba llena de estudiantes, todos ansiosos por aprender. El profesor comenzó a hablar sobre la importancia de la salud animal y la ética en la profesión, captando la atención de todos.Durante un descanso, Clara se inclinó hacia Alya.— Oye, ¿has visto al chico misterioso últimamente? —preguntó Clara, con una sonrisa traviesa.Alya suspiró, recordando la fiesta de bienvenida.— Sí, lo vi en la fiesta. Se acercó a hablar conmigo, pero fue muy breve. Me dijo que si necesitaba algo, podía buscarlo —respondió Alya, tratando de sonar casual.Clara levantó una ceja.— ¿En serio? Eso suena interesante. ¿Cómo se llama? —preguntó.Alya se encogió de hombros.— No lo sé. No me lo dijo, y yo tampoco le pregunté. Fue todo muy extraño —admitió.Mientras hablaban, Alya decidió revisar su Instagram. Al abrir la aplicación, vio una serie de fotos recientes de Enrique en una fiesta. En una
Esa noche, la fiesta en la casa de la fraternidad estaba en pleno apogeo. La música retumbaba y las luces parpadeaban, creando un ambiente casi hipnótico. Alya y Clara, ya bastante borrachas, reían y bailaban sin preocuparse por nada más.Alya se tambaleó ligeramente mientras intentaba mantener el equilibrio. Clara, a su lado, no estaba en mejor estado. Un grupo de chicos se acercó a ellas, con intenciones que no eran del todo inocentes.—¿Por qué no nos vamos a un lugar más tranquilo, chicas? —dijo uno de los chicos, sonriendo de manera insinuante.—No, gracias. Estamos bien aquí —respondió Alya, riendo.Antes de que los chicos pudieran insistir, Christian apareció, con el ceño fruncido y una mirada de desaprobación. A su lado, su amigo Marco, quien también parecía preocupado.—Creo que es hora de que se vayan —dijo Christian con voz firme.—¿Y tú quién eres para decirnos qué hacer? —replicó otro de los chicos, desafiante.—Somos sus amigos. Y no creemos que quieran irse con ustedes
Alya y Clara estaban en su dormitorio, ambas aún sintiendo los efectos de la resaca. Alya se sentó en su cama, mirando fijamente su teléfono, recordando la dolorosa conversación con Enrique.—Clara, terminé con Enrique —dijo finalmente, su voz temblando.Clara levantó la vista, sorprendida.—¿Qué pasó? —preguntó, acercándose a Alya.—Me engañó con una chica. Dijo que no podía soportar la distancia —respondió Alya, las lágrimas comenzando a brotar de nuevo.Clara la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.—Lo siento tanto, Alya. No te mereces esto.Alya sollozó en el hombro de Clara, sintiendo un alivio al compartir su dolor. Después de unos minutos, Clara se levantó y abrió el congelador.—Creo que necesitamos helado —dijo, sacando dos botes y unas cucharas.Se sentaron en la cama de Alya, comiendo helado directamente del bote y buscando una película para ver. Eligieron una comedia romántica, esperando que les levantara el ánimo. A medida que la película avanzaba, ambas comenzaron
Alya y Clara salieron del laboratorio, sus estómagos rugiendo de hambre. Se dirigieron a la cafetería, ansiosas por comer algo. Mientras estaban en la fila, Alya notó a Christian al final de las mesas, rodeado de sus amigos. Encima de él, una chica esbelta de cabello ondulado y muy linda, reía y coqueteaba con él.Alya no pudo evitar compararse con la chica. Era muy bella, y al pensar en cómo Enrique la había engañado, sintió una presión en el pecho. La imagen de Christian prestando atención a esa chica la hizo sentir rara, como si algo se rompiera dentro de ella.—¿Qué tienes? —preguntó Clara, notando la expresión de Alya.Alya no respondió de inmediato, pero Clara siguió su mirada y vio lo mismo. Le agarró la mano y le dijo con firmeza:—Olvídalo. Recuerda que dijiste que te ibas a alejar de los chicos. Además, tienes a medio campus detrás de ti.Alya sonrió débilmente y asintió.—Me da igual. No me importa —dijo, tratando de convencerse a sí misma.Cuando regresó la vista a la com
Mientras comían, Alya y Clara no pudieron evitar notar cómo Christian se levantaba de su mesa junto con sus amigos y la chica de cabello ondulado. Salieron de la cafetería riendo y conversando animadamente. Alya sintió una punzada de curiosidad y algo más que no podía identificar del todo.Marco, que estaba sentado frente a ellas, notó la mirada fija de las dos chicas y levantó una ceja, intrigado.—¿Qué están mirando? —preguntó, siguiendo la dirección de sus ojos.Clara fue la primera en hablar, con un tono casual pero curioso.—¿Quién es esa chica que estaba con Christian? —preguntó, tratando de sonar despreocupada.Marco se encogió de hombros y respondió con naturalidad.—Esa es Laura, una amiga de Christian. Han sido amigos desde hace años. Es con quien tiene sus encuentros, ya que él no tiene relaciones formales. Es lo más cercano que ha tenido a una relación.Al escuchar esto, Alya sintió una presión en el pecho. La información la golpeó más fuerte de lo que esperaba, pero dec
Era un viernes por la noche, y Clara estaba decidida a que Alya asistiera a la fiesta con un atuendo que dejara a todos boquiabiertos.—Tienes que ir súper sensual —insistió Clara, sosteniendo una falda de cuero negra y una blusa transparente.Alya negó con la cabeza, sintiéndose incómoda con la idea. Pero Clara no aceptó un no por respuesta.—Confía en mí, te verás increíble —dijo Clara mientras le entregaba la falda y la blusa.Alya suspiró y se cambió, completando el look con unos tacones altos. Clara, por su parte, llevaba un vestido negro ajustado que resaltaba sus curvas. Ambas se miraron en el espejo y sonrieron.—Nos vemos sensacionales —dijo Clara, guiñándole un ojo a Alya.Al llegar a la fiesta, las miradas de los hombres se posaron sobre ellas. Alya sintió una mirada especialmente intensa y, al buscar su origen, encontró a Christian sentado en un sofá, con un vaso en una mano y un cigarro en la otra. Encima de él, Laura reía coquetamente. Alya levantó una ceja y apartó la m