Lyra se siente abandonada por su distante marido, Landon Russell, el cual nunca tiene atención para ella, pero sí para Karime, una hermosa actriz que se dice que fue su pareja y su primer amor. Luego perder su primer , decide que nunca más tendrá un hijo de él, así que tras un encuentro toma la pastilla anticonceptiva, causando que él enfurezca. Landon la obliga a no tomarla más y la hace suya durante meses, en los cuales ella no queda . Sin embargo, Karime anuncia que está esperando un hijo él. Esta es la gota que derrama el vaso y decide solicitar el divorcio, pero su marido no está dispuesto a dejarla ir. —¡Quiero el divorcio! —¡¿Divorcio?! —grita él—. ¡Ni lo sueñes!
Leer másEkaterinaComo médica, sabía que las emociones fuertes podían afectar a mi bebé, y de verdad intentaba con todas mis fuerzas apaciguar las mías, pero no había manera. A cada instante, mientras atravesaba el continente en ese pequeño asiento de avión en el que me encontraba, pensaba en él. No sabía absolutamente nada sobre el lugar en el que estaba, solo que una corazonada me decía que podría encontrarlo en su ciudad natal, donde Lyra y el señor Russell vivían.Recosté la cabeza en el asiento y cerré los ojos. Apenas toleraba los olores, el sabor de mi propia saliva y la sensación de tener los oídos tapados. Me dolía la cabeza y deseaba con todo mi corazón poder tomar un fuerte analgésico o algo que me mantuviera en cama durante al menos una semana. No solo sentía agotamiento físico, sino también mental. Odiaba la idea de abandonar la seguridad de París para buscar un futuro incierto, adonde el amor por él me había arrastrado.Pude haberlo traicionado y dejarlo con la esperanza de encon
LyraLa felicidad de recuperar a Hunter era inmensa, y no pude evitar llorar al ver cómo Lilly, Byron y mi padre se deshacían en llanto mientras lo abrazaban. Sin duda, el pequeño era alguien muy importante para todos, incluido mi esposo, quien no dudó en alzarlo en brazos.—Estábamos muy preocupados por ti —le dijo.Mis hijos, que ahora estaban en el suelo, jalaron un poco la tela de mi pantalón para llamar mi atención. Sus rostros reflejaban tristeza, como si estuvieran celosos de que su padre quisiera más a su sobrino que a ellos.—Mis pequeños, su primo estuvo perdido unos días y todos estamos felices porque ha regresado, pero su padre los adora. Solo dejen que…—Mis niños, vengan —los llamó Landon al bajar a Hunter—. Este es su primo.—Hola —saludó Hunter.Mis pequeños avanzaron dubitativos, pero una vez que estuvieron cerca de su primo, comenzaron a reír.—No tuve mucho miedo —les explicaba Hunter—. Bueno, sí, un poco, pero fui valiente porque tenía que volver a casa.—¿No tienes
Thane—Sí, hicimos lo que nos ordenó, señor —me avisó uno de mis subordinados—. El niño está con su familia desde hace unas horas.—Bien, pero no dejen de vigilarlos. Esto todavía no se termina —le advertí. —De acuerdo, señor. El hombre se dio media vuelta y se marchó de mi habitación de hotel. Según los médicos, todavía debería estar en el hospital por las complicaciones de mis heridas; pero sabía que, si regresaba, solo moriría de la manera más espantosa. Necesitaba saber sobre Ekaterina. Durante todos estos días, el odio y la rabia que sentía se fueron transformando en desesperación. La necesitaba más de lo que habría necesitado a nadie en toda mi vida, y eso incluía a Lyra. Sin ella había podido sobrevivir durante los años en que estuvimos separados, y había soportado que se casara con otro hombre. Sin embargo, ahora no soportaba la idea de que Ekaterina pudiera ser de otro hombre, que ese otro hombre le diera un hogar a mi hijo.—Tienes que llamarme, maldición. Tienes que hacerl
Landon Mis pequeños dormían plácidamente sobre la cama, casi ajenos a toda la horrible situación que se estaba presentando. O al menos eso era lo que deseaba pensar. Necesitaba que sus pequeñas mentes, aunque fuesen listas, no entendieran del todo la gravedad del asunto y así no vivieran con miedos, con incertidumbre. Lyra por fin salió del baño. Su expresión seguía triste y caminé hacia ella para abrazarla.—Sigo sin poder creerlo —murmuró contra mi pecho. Enseguida la escuché llorar. Yo también sentía la necesidad de hacerlo, pero no por esa doctora, sino por verla así, por la angustia que sentía por mi sobrino. No podía parar de imaginar lo asustado que estaría, que lo estaban tratando mal o dándole de comer sobras. Casi podía escuchar su llanto, su angustia, sus gritos. Era un niño muy valiente, pero también muy pequeño todavía como para sufrir esa clase de traumas.—¿Crees que él esté bien? —preguntó Lyra en un susurro—. No quiero imaginar que…—No lo sé, mi amor. Lo que sí sé
Ekaterina Traicionar a cada persona que me apreciaba era un precio bajo para lograr acallar mi conciencia. Me dolía en el alma tener que dejar atrás a Nikolay y a mi familia; también traicionar a Alekséi, quien había tomado la decisión de arriesgarse a venir después de saber sobre el secuestro de Hunter, el sobrino de Lyra. Él creía que íbamos a escapar juntos, que les daríamos la espalda a todos y que no miraríamos atrás.—Lo siento, lo siento mucho —musité—. Pero esta es la única forma en que puedo ayudar.Me subí al taxi y deseché mi celular. Ahora tenía tres más, mucho más económicos, para intentar comunicarme con los hombres de Thane o con él mismo, si se daba el caso.Con el escaso español que podía pronunciar, ordené al taxista que me llevara a la estación de tren. El dinero que me había dejado el señor Russell no me serviría para siempre, pero como había ahorrado demasiado y la cantidad era grande, me serviría para sostenerme durante algún tiempo, mientras pensaba en cómo aseg
Lyra—¡Tienen que decírsela cuando vuelvan a llamar! —grita Lilly, que está siendo sostenida por Byron para que no se haga daño—. Tienen que decirles en dónde está. La risa que suelta no es de felicidad, sino una risa histérica. Lucía aterradora, pero no me asustaba, sino que me recordaba a mí misma cuando sentía que me podían alejar para siempre de mis hijos.—Ekaterina espera un hijo —respondió Landon—. Debemos contactarla para que se prevenga y…—¡No, nada de eso! —lo interrumpió Lilly, retorciéndose más y con el rostro enrojecido—. La vida de mi hijo depende de que…—Hay mucho en juego —intervine—. Y todos somos víctimas de ese desgraciado. Pero me parece una crueldad no avisar siquiera a Ekaterina para que…—No, la crueldad es que se lo planteen —rebatió ella, mirándonos furiosa—. Ella es una desconocida, una mujer que ayudó a Lyra a olvidarlo todo.—No fue su voluntad hacerlo —la defendí—. Y Ekaterina es importante para mí; fue la única compañía real que tuve durante este tiempo
Lyra Si bien nunca había visto más de una vez a aquel pequeño, Landon, me había mostrado fotos suyas, las que tomó durante los dos años en que lo buscó y él fue su consuelo. A través de esas fotos y del amor con que mi esposo hablaba de él, había aprendido a amarlo, y ahora me encontraba presa de la angustia y el terror por pensar que Thane o alguno de sus hombres lo tenían. Porque así era, no me cabía la menor duda.—Maldita sea, Conrad, debes conducir más rápido —le dijo Landon—. Conduce más rápido.—Estoy yendo a toda la velocidad que puedo —me respondió él, nervioso—. Si voy a más, podemos accidentarnos. Tenemos a tus hijos y a tu esposa. —Es verdad, lo siento mucho.Landon, desde el asiento del copiloto, volteó a vernos arrepentido.—No, mi amor —le dije—. No te preocupes, sé lo angustiado que estás.—¿Qué pasa, mami? —preguntó Antonio, quien venía en mis brazos.—No te preocupes, cielo —le contesté—. Pronto aparecerá tu primo.—¿Está perdido? —indagó Amelie con los ojos muy ab
Landon Intuir que algunos cambios en el cuerpo de mi mujer se debían a un embarazo era algo que me estaba llenando de una felicidad indescriptible. Lyra, a pesar de ser bastante insistente con Ekaterina, se mostraba renuente a creer que lo estaba. Muy en el fondo, sospechaba que las mujeres tenían una clase de mecanismo de defensa para proteger su mente en caso de que sucediera algo que las decepcionara.—Deja de mirarme así —susurró Lyra con una sonrisa cuando estábamos a punto de aterrizar—. Me pones muy nerviosa.—No puedo dejar de mirarte así —repliqué, deseando no tener a mi hija en brazos en ese momento para poder lanzarme sobre ella—. Vas a darme otro hijo.—No sé cuántos intentos nos tomaron los mellizos, pero…—Admito que no se dio de inmediato, pero esta vez puede ser diferente. Estoy seguro de que estás embarazada de nuevo. Tus ojos brillan.Lyra se mordió el labio inferior, nerviosa.—¿Tú lo crees?—Estoy seguro. —Qué nervios —se rio—. ¿Cómo vamos a decirles esto a los de
LyraLuego de saber sobre el embarazo de Ekaterina, tuvimos que empezar a tomar decisiones sobre su destino. Durante un par de semanas se barajaron muchas opciones, siendo la que menos me gustaba la que Ekaterina finalmente eligió: quedarse a criar a su hijo en España.Su dominio del español era casi nulo, pero se había propuesto aprenderlo para que su hijo pudiera adaptarse a la vida allí. Por más que traté de convencerla de que viniera con nosotros, ella alegó que quería comenzar una nueva vida en Madrid, que quería valerse por sí misma por primera vez en su vida. Fue doloroso para mí, pero tenía que respetar su decisión, sobre todo por su promesa de que mantendríamos el contacto y de que nos buscaría en cuanto el bebé estuviera a punto de nacer.—Creo que es lo mejor —me comentó Landon de camino al aeropuerto—. Ella quiere romper con todo lo que le recuerde a él.—Pero yo…—Mi amor, tú eres parte de esa vida, quieras o no. Ekaterina te quiere muchísimo, pero también le es doloroso v