Uy, huida frustrada, ¿será que ya se aplaca este chico? Si te gusta la historia, no te olvides de comentar y votar. ¡Muchas gracias!
LyraLandon se sumergió de nuevo en su trabajo y no volvió a tocarme después de aquella noche, pero ahora trabajaba desde casa la mayor parte del tiempo. Había pasado ya una semana y media desde aquel momento, y en un principio parecía que volveríamos a la monotonía de nuestro horrible matrimonio. Sin embargo, Landon se estaba comportando de una forma más amable. No podía decirse que el amor hacia mí había resurgido, pero ahora sí se tomaba la molestia de comer conmigo y tener conversaciones. Una de ellas fue sobre su encuentro con Karime, y él, en pocas palabras, me explicó que no había estado con ella en el bar, sino que simplemente se encontraron.Tal vez pecaba de ingenua al creer que él se había retirado del bar sin ella, pero se comportaba tan distinto que decidí confiar y comenzar a tener esperanzas de que dejara de verla.—El señor la espera abajo para desayunar —me dijo Sofía por la mañana—. Está todo listo.—Sí, ahora voy —respondí mientras terminaba de arreglarme—. Solo debo
Landon De camino al hospital, aún seguía pensando en la inesperada propuesta que mi madre le había hecho a Lyra. Ella la quería y siempre la apoyaba porque era la hija de su difunta mejor amiga, pero esto era el colmo. ¿Cómo iba a poder Lyra encargarse de la organización de los eventos por venir? ¿Acaso mi madre se estaba cansando de hacerlo?Mientras conducía, apreté el volante con ambas manos. Ni siquiera el sabor dulce del chocolate que aún estaba en mi boca era suficiente para calmarme. ¿Acaso nada era suficiente para Lyra? —Buenos días, señor Langdon —me saludó el doctor Green, que nunca ponía buena cara cuando venía a ver a Karime—. La señorita lo espera. Dejé el informe sobre la mesa. —Sí, de acuerdo —asentí. El doctor se apartó de la puerta y entonces entré. Karime estaba un poco pálida y temblaba, lo que indicaba que todavía no le hacía efecto el medicamento que le habían suministrado. —Mi amor —balbuceó. —Tranquila —le pedí mientras tomaba el informe.Ella había
Lyra Amelia no había aceptado un «no» por respuesta, así que la acompañé a su oficina, ubicada en los laboratorios. No solía estar muchas horas allí, ya que trabajaba más desde casa, pero se avecinaban eventos por el lanzamiento del medicamento.—Te aseguro que me vas a ser de mucha ayuda. Tienes un gusto exquisito, como lo tenía Antonia —me dijo mientras tomábamos un café—. Además, así usas tu tiempo en algo más productivo que ser un florero del idiota de mi hijo.—Amelia…—Esa es la verdad —me interrumpió—. Mi hijo es un idiota por no valorar lo que tiene a su lado.—No puedes obligar a alguien a que te quiera —le dije, dejando mi taza sobre la pequeña mesa—. No puedo obligar a Landon a que me quiera. Él todavía…—No, no te equivoques. No creo que siga enamorado de esa... mujer.—Pero siempre acude ante sus llamados —repliqué—. Siempre que lo necesita, ahí está para ella. Y yo…Bajé la cabeza, conteniendo las lágrimas. No podía ponerme a llorar frente a mi suegra y preocuparla.—Y y
Lyra Luego de la hora del almuerzo, acompañé a Amelia a una reunión con algunas de sus amigas para tomar café. Con ellas no pude negar que era la esposa de Landon, ya que también conocían a mi madre. Pero, por suerte, ninguna me preguntó sobre mi matrimonio. Aquella reunión me sirvió para despejar aún más la mente y darme cuenta de que podía hacer muchas cosas en lugar de quedarme en casa a sufrir por Landon. Amelia me dejó en casa, luego de la reunión. Fue inevitable que me invadiera la tristeza al regresar a la realidad. Solo esperaba que al día siguiente pudiera irme durante muchas horas y no regresar hasta tarde. Mientras caminaba hacia la entrada, me percaté de que el auto de Landon estaba estacionado, lo que significaba que él estaba aquí. Me llevé una mano al pecho, intentando controlar los latidos desbocados de mi corazón.Sofía me saludó cuando llegué, pero no permití que me dijera nada sobre Landon y me apresuré a dirigirme hacia mi habitación, donde comencé a quitarm
Lyra—¿Te gusta que te haga esto, pequeña? —me preguntó Landon mientras me embestía.Mis manos se aferraban a las sábanas y mis dientes estaban hundidos en la almohada. El placer que estaba experimentando era indescriptible, y era incapaz de pronunciar palabra para decirle que me estaba encantando que me hiciera el amor de esta forma y que, de nuevo, iba a alcanzar el clímax.Habían pasado cuatro meses desde nuestro aniversario. Desde entonces, cada noche él venía a nuestra habitación y me tomaba de todas las formas posibles. Esta noche no era la excepción; estaba más apasionado que nunca, como si hubiera estado esperando días por esto, aunque no fuera así.—Dime, Lyra, ¿te gusta que esté dentro de ti? —insistió.Mis dientes liberaron la almohada, y tuve que esforzarme mucho para poder responder.—Sí… quiero más —pedí.Landon dejó escapar un gruñido mientras besaba mis hombros. Estaba sobre mí, pero sin dejar caer todo su peso sobre mi espalda, lo que hacía que la posición fuera extrem
Lyra Desde el día anterior me encontraba entusiasmada por la degustación a la que acompañaría a Amelia, pero ahora me sentía con el estómago poco dispuesto a colaborar. Había podido comer algunos platillos, que estaban bastante buenos, pero mi paladar no podía prestar realmente atención a las diferencias entre uno y otro. No podía dejar de pensar en Landon y en su posible esterilidad. Era posible que aquello fuese la causa de la pérdida de nuestro primer bebé y, según internet, podía tener pequeños embarazos que no se logran y que fueran la causa de mis retrasos menstruales. Estaba claro que no deseaba tener otro bebé después de lo que había pasado, pero ¿por qué me afectaba tanto la idea de que Landon fuera estéril? —No te gustó nada, ¿cierto? —me preguntó Amelia cuando regresamos a la oficina—. ¿Te sientes mal? —No, no, no es eso —le respondí—. Es solo que, para mi mala suerte, me siento un poco revuelta hoy. Los ojos de Amelia brillaron. No necesitaba preguntarle nada; y
Landon La rabia y la decisión eran evidentes en la mirada de Lyra, por lo que me arrepentí de no haberle hablado de aquella vez en la que me desperté a medio vestir y con Karime desnuda y diciéndome que había pasado de todo entre nosotros. En ese momento, no pude hacer nada por culpa del aturdimiento. Lo único que pude hacer fue llegar donde mi esposa y llenarla de mí. Cuando recuperé la claridad mental, hice que nuestros tratos se acabaran y finalicé su relación con mis laboratorios. Al parecer, esta era su silenciosa venganza. —¡Déjame salir! —bramó Lyra cuando la encerré en nuestra habitación—. ¡No puedes retenerme contra mi voluntad! —Será mejor que te tranquilices —respondí, tratando de mantener la calma—. No voy a dejar que te vayas de aquí. —Señor Russell, ¿no cree que está exagerando? Esto es muy estresante para ella —dijo Sofía. —No me importa. Bajo ningún concepto puedes dejarla salir —le advertí—. Y no quiero que recibas a mi madre si ella viene a buscarla. Más va
LyraMiré al médico con los ojos abiertos de par en par y me llevé una mano al vientre. Aunque un embarazo era lo que menos deseaba, escuchar al doctor pronunciar esas palabras me estaba rompiendo el corazón.«Lo siento mucho. Según los estudios que le hemos practicado, el bebé es incompatible con la vida. Lo más recomendable es interrumpirlo en este momento. No se preocupe, esta trisomía es la más común y, en el futuro, podrá tener más hijos, ya que es una mujer sana y joven».—Señora Russell —me llamó el médico una vez más—. ¿Se encuentra bien?—Eh... Sí —mentí—. Es solo que no entiendo nada.—Trisomía dieciséis —me explicó él con paciencia—. Es la más común en humanos, pero también la más letal. El bebé no va a sobrevivir, señora. Y si lo hiciera, no viviría mucho tiempo y solo sufriría.—¿Está completamente confirmado? —indagué, aferrándome a un último resquicio de esperanza.El doctor asintió, matando por completo ese sentimiento. La única cosa que podía consolarme era saber que