Landon
Mi mujer estaba en la entrada del vestidor, luciendo un hermoso vestido azul. Su cabello rojo se veía diferente; más corto y brillante. ¿Para quién quería verse tan hermosa?
La recosté sobre la cama y la inmovilicé con mi cuerpo. Inmediatamente la besé y recordé, por milésima vez, por qué no la dejaría escapar de mí, aunque ella no quisiera darme hijos.
El mes que había pasado sin ella y sin tocarla me había parecido toda una eternidad.
—Landon —gimió al sentir mi boca saboreando su pezón, luego de que le bajara la parte de arriba del vestido.
Con desesperación, comencé a arrancarle la ropa, sin importarme cuánto se asustara. Venía aquí a reclamar lo que me pertenecía, a lo que tenía derecho a acceder después de aquellas largas semanas.
A pesar de su miedo, ella me aceptó en su cálido interior. Estaba perdido en su aroma, en su calor y en los gemidos de placer que dejaba escapar. Durante esos placenteros instantes, me arrepentí de haberla dejado sola, de ignorar su llamada y de que, por ese motivo, estuviera bromeando con la idea de dejarme. Mi madre me había reclamado aquello por mensaje y lo que sentí fue una rabia espantosa, que me había llevado a tomar como lo había hecho.
—Perdóname —le susurré cuando ambos estábamos a punto de alcanzar el orgasmo.
Fue ella quien lo alcanzó primero, ya que me contuve para verla disfrutar. Aun así, era un sufrimiento tocarla y temer que dijera algún otro nombre que no fuera el mío.
Finalmente, alcancé el clímax, y no hubo angustia alguna que me quitará la intensa satisfacción de eyacular dentro de ella, de sentirla tan cerca que podía jurar que nos volvíamos uno solo.
—Landon, ¿qué fue lo que dijiste? —me preguntó jadeando.
La miré embelesado, pero también dudoso sobre si debía disculparme de nuevo. Con ella tan cerca, era difícil pensar y actuar como se suponía que tenía que hacerlo.
—¿Qué fue lo que me dijiste? —insistió.
—Nada —dije, apartándome para recostarme a su lado—. No dije nada.
Lyra asintió y se levantó de la cama. Aún me sentía mareado, pero me di cuenta de que buscaba algo en el cajón de su mesita de noche.
—¿Qué estás…?
Sin dudarlo ni un instante, Lyra se metió una píldora en la boca y la tragó. Su mirada era hostil, como si me odiara. En ese instante, comprendí lo que estaba tomando y me levanté furioso, con las ilusiones destrozadas.
—¿Tanto rechazo te genera concebir a mi bebé?
—¿Cómo dices? —preguntó nerviosa y yo me levanté para volverme a acercar a ella
—¿Por qué has comprado una píldora anticonceptiva? ¿Pensaste que no me iba a enterar? —le dije mientras me ponía el pantalón.
—¿Cómo es que lo sabes? —Sus ojos se abrieron de par en par y sus manos comenzaron a temblar.
—¿Por qué lo sé? ¿De verdad piensas que mi chófer o mis hombres son estatuas? —respondí, acariciando su barbilla, aunque me sentía muy furioso—. Lyra, cualquier cosa que haces lo sabré.
—Landon, yo...
—No te quiero escuchar —la interrumpí, antes de soltarla y salir de la habitación.
Un extraño e inexplicable dolor me atravesó el pecho, pero lo ignoré y me dirigí a la habitación de huéspedes. Al caer en la cama, la cabeza volvió a darme vueltas. Tan solo me había casado para complacer a mi madre y dejar atrás el asunto de Karime, pero cada vez que recibía la noticia de que Lyra salía me volvía loco.
Al cerrar los ojos, solo pude soñar con vestidos cortos y bebés.
LyraLandon salió de la habitación azotando la puerta, dejándome en estado de shock y con las piernas temblorosas. ¿Amelia le había contado a Landon lo que le dijo? ¿Iñaki le había informado sobre mi salida?Mientras me vestía de nuevo, noté una leve picazón en la piel, pero la ignoré, atrapada en mis pensamientos sobre lo que había pasado. Tras lavarme los dientes y la cara, me metí en la cama, tratando de dormir. Esperaba que la pastilla funcionara y no quedara embarazada de nuevo, porque, de ser así, eso me destrozaría. Ya no quería sufrir más.Poco a poco, el sueño me fue venciendo, pero la comezón que sentía en todo el cuerpo se hizo más intensa. —Diablos, ¿qué es esto? —me quejé, moviéndome inquieta en la cama. La picazón se volvía más insoportable con el paso de la noche, así que, al amanecer, me levanté y fui al baño.—¡Jesús! —exclamé aterrorizada al ver mis brazos cubiertos de sarpullido—. ¿Qué me ha pasado?No pasó mucho tiempo antes de que lo dedujera. Jamás había tomado
LyraPor suerte para mí, Landon accedió a que fuéramos a nuestra habitación para que me quitara la ropa, ya que hacerlo frente a los empleados habría sido un momento vergonzoso. Aun así, me sentía bastante vulnerable, incluso un poco humillada.—¿Y bien? ¿Cuánto tiempo me vas a hacer esperar?Sintiendo que me moría de vergüenza, me quité la mascarilla. Landon frunció el ceño y se quedó boquiabierto.—¿Qué demonios es eso?No le respondí y procedí a quitarme la blusa. Hacerlo aumentó la picazón en mis brazos, pero intenté ignorarla.De repente, tenía a Landon deshaciéndose de mis pantalones y ropa interior, aunque no con la intención de tocarme, sino con esa curiosidad que otorgaba ser el dueño de un laboratorio.—Hiciste una completa estupidez. Tomaste anticonceptivos sin prescripción médica y ahora tienes una m*****a alergia —dijo furioso, alejándose de mí.—Esa pastilla solamente…—No puedes tomar esas cosas sin mi consentimiento, ¿me entendiste?Me abracé a mí misma, cubriendo mi cu
LandonCuando me desperté, la cabeza me dolía mucho, aunque no lo suficiente como para decir que tenía resaca. Sin embargo, el dolor se volvió insoportable cuando contesté el teléfono y escuché a Lyra. Sonaba extraña y enojada. De repente, me gritó que quería el divorcio.Aquel grito me dejó despierto de golpe y se me aceleró el corazón. Seguramente había visto en las noticias que Karime me había encontrado en el bar, y por eso la mencionaba. Pero, ¿por qué se ponía así? Yo no había hecho nada, tan solo beber para disipar mi dolor. Incluso la había apartado y me fui sin despedirme.—¿Qué te sucede? —pregunté a la defensiva—. No estoy de humor para tus bromas. ¿Qué es lo que necesitas?—No estoy bromeando, Landon —dijo, respirando agitadamente—. Quiero el divorcio. Me cansé de ti y de tus engaños. Si tanto quieres a Karime, quédate con ella y a mí no me molestes más.—Pero...—Espera, Lyra, esto...Lyra me colgó la llamada, dejándome anonadado.—Pues no, no te daré el divorcio jamás —di
LyraHaber gritado eso por teléfono no me hizo sentir mejor. Por el contrario, un dolor espantoso me cruzaba el pecho y no tenía intenciones de irse. En el fondo, tal vez tenía la esperanza de que él me llamara nuevamente y le diera importancia a lo que acababa de decirle, pero como siempre, no lo hizo.—Tal vez estés ocupado —reí con ironía mientras me dirigía al vestidor para tomar mis maletas.Cuando las tuve abiertas sobre la cama, reflexioné sobre si realmente estaba haciendo lo correcto. ¿Qué iba a pasar conmigo? ¿A dónde iría? Si bien era cierto que había logrado terminar mi carrera de idiomas, no tenía la experiencia necesaria para que me contrataran en ningún sitio.—¿Qué puedo hacer? —susurré desesperada, paralizada por el miedo que sentía a empezar de cero.Finalmente, llegué a la conclusión de que quedarme aquí no me iba a llevar a ninguna parte. No tenía a nadie que dependiera de mí, así que podía hacerme un hueco en cualquier sitio.—Señora, ¿qué hace? —me preguntó Sofía
LyraLandon se sumergió de nuevo en su trabajo y no volvió a tocarme después de aquella noche, pero ahora trabajaba desde casa la mayor parte del tiempo. Había pasado ya una semana y media desde aquel momento, y en un principio parecía que volveríamos a la monotonía de nuestro horrible matrimonio. Sin embargo, Landon se estaba comportando de una forma más amable. No podía decirse que el amor hacia mí había resurgido, pero ahora sí se tomaba la molestia de comer conmigo y tener conversaciones. Una de ellas fue sobre su encuentro con Karime, y él, en pocas palabras, me explicó que no había estado con ella en el bar, sino que simplemente se encontraron.Tal vez pecaba de ingenua al creer que él se había retirado del bar sin ella, pero se comportaba tan distinto que decidí confiar y comenzar a tener esperanzas de que dejara de verla.—El señor la espera abajo para desayunar —me dijo Sofía por la mañana—. Está todo listo.—Sí, ahora voy —respondí mientras terminaba de arreglarme—. Solo debo
Landon De camino al hospital, aún seguía pensando en la inesperada propuesta que mi madre le había hecho a Lyra. Ella la quería y siempre la apoyaba porque era la hija de su difunta mejor amiga, pero esto era el colmo. ¿Cómo iba a poder Lyra encargarse de la organización de los eventos por venir? ¿Acaso mi madre se estaba cansando de hacerlo?Mientras conducía, apreté el volante con ambas manos. Ni siquiera el sabor dulce del chocolate que aún estaba en mi boca era suficiente para calmarme. ¿Acaso nada era suficiente para Lyra? —Buenos días, señor Langdon —me saludó el doctor Green, que nunca ponía buena cara cuando venía a ver a Karime—. La señorita lo espera. Dejé el informe sobre la mesa. —Sí, de acuerdo —asentí. El doctor se apartó de la puerta y entonces entré. Karime estaba un poco pálida y temblaba, lo que indicaba que todavía no le hacía efecto el medicamento que le habían suministrado. —Mi amor —balbuceó. —Tranquila —le pedí mientras tomaba el informe.Ella había
Lyra Amelia no había aceptado un «no» por respuesta, así que la acompañé a su oficina, ubicada en los laboratorios. No solía estar muchas horas allí, ya que trabajaba más desde casa, pero se avecinaban eventos por el lanzamiento del medicamento.—Te aseguro que me vas a ser de mucha ayuda. Tienes un gusto exquisito, como lo tenía Antonia —me dijo mientras tomábamos un café—. Además, así usas tu tiempo en algo más productivo que ser un florero del idiota de mi hijo.—Amelia…—Esa es la verdad —me interrumpió—. Mi hijo es un idiota por no valorar lo que tiene a su lado.—No puedes obligar a alguien a que te quiera —le dije, dejando mi taza sobre la pequeña mesa—. No puedo obligar a Landon a que me quiera. Él todavía…—No, no te equivoques. No creo que siga enamorado de esa... mujer.—Pero siempre acude ante sus llamados —repliqué—. Siempre que lo necesita, ahí está para ella. Y yo…Bajé la cabeza, conteniendo las lágrimas. No podía ponerme a llorar frente a mi suegra y preocuparla.—Y y
Lyra Luego de la hora del almuerzo, acompañé a Amelia a una reunión con algunas de sus amigas para tomar café. Con ellas no pude negar que era la esposa de Landon, ya que también conocían a mi madre. Pero, por suerte, ninguna me preguntó sobre mi matrimonio. Aquella reunión me sirvió para despejar aún más la mente y darme cuenta de que podía hacer muchas cosas en lugar de quedarme en casa a sufrir por Landon. Amelia me dejó en casa, luego de la reunión. Fue inevitable que me invadiera la tristeza al regresar a la realidad. Solo esperaba que al día siguiente pudiera irme durante muchas horas y no regresar hasta tarde. Mientras caminaba hacia la entrada, me percaté de que el auto de Landon estaba estacionado, lo que significaba que él estaba aquí. Me llevé una mano al pecho, intentando controlar los latidos desbocados de mi corazón.Sofía me saludó cuando llegué, pero no permití que me dijera nada sobre Landon y me apresuré a dirigirme hacia mi habitación, donde comencé a quitarm