En una noche de aniversario, Yadira, una mujer curvilínea, descubre la traición de su esposo y su mejor amiga, quienes solo se burlan de ella y su cuerpo, para luego echarla de su propia casa. Desamparada y sola, encuentra la inesperada protección de Guillermo, el enigmático líder de un grupo mafioso. Guillermo ha estado secretamente enamorado de Yadira durante años, a la que conoció mucho tiempo atrás aunque ella no lo recuerde. Para él, es la mujer más hermosa del universo, y está dispuesto a darlo todo por ella, incluso si eso significa enfrentar su oscuro pasado. Adéntrate en esta emocionante historia de venganza, amor, pasión y secretos. en la que los protagonistas tendrán que decidir si están dispuestos a enfrentar los desafíos del pasado y del presente para forjar un futuro juntos.
Leer másYadira se sintió abrumada por las emociones. No sabía por dónde empezar. ¿Qué debía conservar y qué debía desechar? ¿Qué debía recordar y qué debía olvidar?Abrió una caja al azar y encontró un álbum de fotos. Lo abrió con curiosidad y se quedó helada al ver la primera imagen. Era una foto de ella con Rosalba, su exmejor amiga. Las dos sonreían felices, abrazadas, con un cartel que decía "Feliz cumpleaños, Yadira".Yadira sintió un nudo en la garganta. Recordó aquel día, hace dos años, cuando Rosalba le organizó una fiesta sorpresa. Fue la última vez que ella y Rosalba habían compartido un momento de verdadera amistad. Después de eso, todo cambió.Rosalba hará se había convertido en su peor enemiga. Se metió con Enrique su marido, le hizo la vida imposible no solo de manera sentimental, también trato de hacerlo en el trabajo, le difamó con mentiras, y lo peor de todo, le secuestró a su hija Sofía.Yadira no podía entender cómo alguien que había sido tan cercana a ella podía hacerle tan
Guillermo despertó de manera inesperada, con el recuerdo de su conversación con Yadira resonando en su mente. Un agudo dolor proveniente de su herida lo había despertado, pero se calmó al encontrarse con la vista más hermosa: Yadira durmiendo a su lado.Verla a su lado durmiendo lo hizo evocar la noche en que Yadira lo salvó, aunque ella no recordara, el recuerdo se encontraba fresco en su mente. Aunque en ese entonces era un hombre diferente, no la culpaba por no recordar ese incidente del pasado; ella estaba allí con él y eso era suficiente.—Oh, mi hermosa dama, me gustaría saber con qué sueñas—, susurró Guillermo, extendiendo una mano hacia el rostro de Yadira. Sin embargo, se detuvo al verla temblar y hablar en sueños.Preocupado, la abrazó de inmediato al pensar que podría estar teniendo una pesadilla. La tranquilizó con dulces palabras mientras ella se calmaba en sus brazos.Yadira despertó nerviosa, disculpándose tímidamente al apartarse del abrazo. Guillermo sonrió.—¿Te enc
La casa de Guillermo, pese a su tamaño y su lujo, tenía en ese momento el aire de un santuario, un refugio seguro contra las tormentas del mundo exterior. Cuando Yadira y Guillermo llegaron, lo primero que hizo ella fue llevar a Sofía a su habitación. La pequeña, aún con los rastros del miedo en su mirada, se aferraba a su madre como su única certeza en el mundo.Desde la puerta, Guillermo observaba en silencio cómo Yadira acunaba a Sofía, su voz suave como una caricia mientras le cantaba suavemente una canción de cuna.—Mami, tengo miedo —susurró Sofía, su voz apenas audible.—Shhh, mi amor, ya estás en casa. Estás segura aquí, con mamá y Guillermo. No dejes que el miedo quite espacio a los bonitos sueños que tendrás esta noche —respondió Yadira, meciéndola con delicadeza.—¿Me prometes que no nos dejarás? —La pregunta de Sofía estaba llena de una vulnerabilidad que rompería el corazón más duro.—Te lo prometo, mi vida. Siempre estaré contigo, pase lo que pase —aseguró Yadira, deposi
Rosalba salió apresuradamente de la cafetería, sintiéndose aliviada de que sus llamadas se hicieran desde un teléfono de prepago, lo cual le permitía limpiar cualquier rastro de su implicación en el secuestro y entregar el dispositivo a un vagabundo que encontró al salir de allí.El vagabundo, ajeno a lo que estaba sucediendo, se convirtió en su distracción, mientras ella debía lidiar con la verdadera amenaza: Guillermo.En el interior de su automóvil, temblaba sin control, tratando de pensar en quién podría recurrir para salir de esta situación. Sabía que Enrique no la ayudaría, y ninguno de sus amantes tenía el poder para enfrentar a Guillermo. Cualquier intento de protegerla sería inútil frente a su venganza.—¡Maldita sea, Rosalba! Eres una completa idiota. ¿Cómo te atreviste a meterte en esto? —se recriminaba a sí misma mientras se tiraba del cabello y mordía sus uñas hasta sentir el dolor. Golpeó el volante con la cabeza en un arrebato de desesperación, sintiendo el dolor físico
Agitada y llena de temor, dejó caer su móvil. Una mesera, al ver su estado, se acercó con preocupación.—¿Se encuentra bien, señora? —preguntó la joven con cuidado.—Estoy bien, solo déjame —respondió Rosalba, su voz era un gruñido.Después de un empujón apresurado y torpe, recogió su teléfono y se apresuró a encerrarse en el baño, donde intentó comunicarse con el jefe de los secuestradores. Pero su llamada cayó en el vacío, sin respuesta, incrementando el torbellino de pánico que ahora amenazaba con consumirla.Rosalba se retorcía en una maraña de miedo y arrepentimiento, atrapada en una trama de su propia creación que había crecido más allá de lo que jamás imaginó. Su corazón latía frenético buscando una salida a la pesadilla que ella había orquestado, pero con cada palpitar, la realidad de su situación se volvía más abrumadora.El escondite donde los secuestradores guardaban a Yadira pronto se vería sacudido por la fuerza imparable de Guillermo y su equipo. Mientras tanto, Rosalba
Guillermo estaba siendo atendido por las heridas del reciente atentado, rodeado por sus hombres que lo habían llevado a la fuerza al medico de confianza. A pesar de la atención médica, su mente estaba turbada por la acumulación de llamadas perdidas de Yadira en su buzón de voz, y la imposibilidad de contactarla le hacía retorcerse de inquietud en la camilla.—Señor Meza, es imperativo que permanezca aquí. La herida requiere cuidado; una reapertura podría ser catastrófica —insistió el médico, un viejo conocido a quien Guillermo confiaba incluso para tratar heridas de bala.—Por favor, jefe, deje que nos encarguemos. Además, estamos averiguando quién estuvo detrás del atentado —reafirmó uno de sus subordinados.Guillermo los miró con una mezcla de frustración y determinación. Estaba claro que nada lo detendría.El silencio que siguió fue interrumpido por la vibración del teléfono de Guillermo. La pantalla mostraba otra llamada entrante, y el vislumbre de los mensajes de Yadira avivó su
Le había sido imposible contactar con Guillermo de ningún modo. A la preocupación por la desaparición de su hija se unía la sensación de que algo malo le había ocurrido a Guillermo; solo podía esperar. En ese momento, Yadira aguardaba cualquier tipo de comunicación. Su mente estaba sumida en la incertidumbre, en la angustia de no saber dónde estaba Sofía o si estaba a salvo. En ese estado de vulnerabilidad, su móvil finalmente sonó, y ella respondió con las manos temblorosas.—¿Hola? —La palabra se quebró en un susurro cargado de miedo.—Tenemos a tu hija —dijo una voz distorsionada al otro lado—. Si quieres verla sana y salva, vendrás sola. Sin la policía. Tienes una hora.—Rosalba, sé que eres tú. Dime qué quieres. Sabes que haré cualquier cosa por mi hija, pero devuélveme a Sofía —suplicó Yadira.Yadira se aferró al teléfono, como si con su fuerza de voluntad pudiera acercar a su hija, como si gracias a eso fuera capaz de recuperarla.—No sé de quién me habla, señora. Solo haga lo
Yadira llegó unos minutos después de que Rosalba y su plan malvado hubieran tenido éxito. Por lo que se presentó justo cuando la maestra cerraba de vuelta el portón de la escuela.—Lo siento, se que estoy un par de minutos tarde pero ya he llegado por Sofía.La maestra fue tomada por sorpresa sobre todo al escuchar las palabras de Yadira.—Pero ella se acaba de ir con la persona por la que enviaste para recogerla. Debiste haberte cruzado con ellas en el camino.El pánico se apoderó de Yadira al escuchar las palabras de la maestra y darse cuenta que no estaba mintiendo.—No, yo no envié a nadie como le han dado mi hija a un extraño.—Ella me dio esto con tu firma — la maestra sacó el papel que Rosalba le había dado, haciendo que Yadira se diera cuenta al ver el papel quien era la persona que había recogido a su hija.—¡Se han robado a mi hija! ¡Ella se robó a mi hija!Los gritos de Yadira hicieron que salieran todos los profesores enterándose lo que había pasado.La directora de inmedi
Yadira no podía creer que Enrique estuviera derramando lágrimas, y menos aún que trajera a colación el recuerdo más doloroso que compartían.—Por ese hijo que perdimos, el que se fue antes de nacer, cuando tuviste aquel accidente en las escaleras —dijo Enrique, su voz entrecortada por la emoción—, por él, te pido que consideres darme otra oportunidad.—No... por favor, no hablemos de él. No quiero recordar aquello, y no es justo que uses nuestra pérdida para esto —respondió Yadira, su corazón apretado por el dolor del pasado.Se había prometido que no dejaría que Enrique la lastimara de nuevo, y aquí estaba, permitiéndole que reviviera su herida más profunda.—No es mi intención culpabilizarte, Yadira. Siempre supe que fue un accidente y nunca pensé que fueras responsable. Pero también soy consciente de que fue por mi negligencia, por no estar a tu lado cuando más me necesitabas, absorbido por el trabajo y dejándote sola no solo durante el embarazo, sino también con nuestra hija peque