Alice Grace estaba al tanto de la existencia del mundo sobrenatural. Razón por la cuál conocía las formas para mantenerse al margen de cada criatura que pululaba en las noches frías de aquella destellante ciudad. Sin embargo, su motivo principal para esconderse era el poder mantener a salvo a su pequeño hijo, Sam. Las cosas le habían resultado bien durante los primeros 7 años de su vida como madre. Pero las cosas estaban por dar un giro completamente inesperado. Aquel hombre que la embarazó está por cruzarse de nuevo en su camino. Y no es nada menos que un hombre lobo. El Alfa de la manada Obsidiana y jefe del departamento de policía. Y cuando las cosas no parecían poder empeorar, el destino la golpeará con la aparición de un misterioso sujeto que le salvará la vida. Sarcástico, peligroso, con ojos rojo carmesí. Un poderoso empresario, que a decidido tomarla como esposa. Él, sabe lo que es ella y lo que puede hacer. Y por eso la necesitará para completar sus codiciosos planes. Pero Alice no se quedará de brazos cruzados. Después de todo, ella es un súcubo, un ser poderoso cuya especialidad es la seducción, el deseo, y la manipulación de los hombres. Y hará todo lo necesario para proteger a su hijo. Mientras lucha internamente, con los mortales sentimientos rojo fuego, de aquel peligroso triángulo amoroso.
Leer másAlice GraceEl día no parecía querer terminar. Con la última noticia, parecía que apenas comenzaba.Cuando llegamos en la patrulla de Clark, un grupo de personas ya se encontraba en lugar de los echos. Algunos curiosos, veían sin comprender lo que ocurría. No había sangre, ni heridas. Ni siquiera un cuerpo. Solo una figura de piedra, decorada con un expresión de horror en su rostro. Una escultura con detalles tan precisos que erizaban la piel.Pero nostros sabíamos la verdad. Esa era Elizabeth.Mi pecho dolió ante aquella imagen. La chica dulce y amable que solo hace horas había reído conmigo. No podría creerlo.El abuelo de Jeremy estaba allí, junto al primo de la llamada. Parecían confundidos y aturdidos.Jeremy se acercó rápido a su abuelo. Clark y Wilson lo siguieron. Eran los primeros policías en llegar a la escena.—Abuelo ¿Qué fue lo que pasó?—preguntó confundido.—Jeremy, no estamos seguros. Yo salí unos minutos a buscar información sobre lo que ocurrió en el restaurante. No m
-Clark Devinson-Cuando la llamada de Alice llegó, yo mordía una dona mientras tomaba una taza de café. Edward me había traído la cena, y algo para merendar. Ese chico era genial.Sin embargo, no pude terminar de comer tranquilamente. Era mucho pedir una noche tranquila con todo lo que había estado sucediendo.—¿Qué ocurre? Necesito buenas noticias.—Le respondí, algo agotado. Tenía hora y media llenando informes y revisando otros. Ya me dolían los ojos.—Lamento que no sea así. Pero no hay tiempo que perder. Esto es una emergencia.—¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Tú y Sam están bien?—Sí, no es por nosotros. Se trata del padre de Jeremy. Lo envenenaron con extracto de Aquedolia.—Entonces oremos porque Dios lo reciba en su santa gloria. Porque en esa familia, no creo que ninguno sea precisamente santo.—¡Hijo de perra! ¡¿Cómo te atreves?!—Exclamó una vis masculina que reconocí de inmediato.—Asi que andas con Jeremy. Les deseo lo mejor, adiós. Tengo trabajo que hacer.—¡Clark, no cortes la llamad
Aturdida y confundida, levanté la vista encontrando a Jeremy a mi lado, casi encima de mí.—¿Alice, estás bien?—Sí, ¿pero que a pasado?No respondió. Se levantó de golpe y se pegó a un lado de la ventana. Sus hermanos y primos hacían lo mismo, incluso sus tíos. Y todos armados.—¿De donde sacaste eso?—Todos estamos armados, siempre. No te levantes, veamos que es todo esto.Pero el llanto de una mujer distrajo a todos durante un instante. En el suelo yacía un hombre, era el padre de Jeremy. Y se estaba desangrando. La señora Nathalie era quien lloraba.Vi el miedo en los ojos de su hijo y entonces sentí la ira qué brotó de él. Y todos comenzaron a abrir fuego al exterior.¿Quiénes nos habían atacado? aún no lo sabía.Me levanté, aún cuando de nuevo las balas entraban por las ventanas. Y caí al lado del señor Bertelli.—Con permiso señora, permitame revisarlo.Puse mi mano en su pecho. Latidos cardíacos aumentados, mientras su cuerpo trataba de compensar la perdida de sangre.Respira
Había perdido el aire por un instante. Me constaba creer lo que había pasado. Pero cuando miré su rostro esperando ver alguna señal de burla, solo vi un par de ojos preciosos y una sonrisa tímida. —Creo que me e metido demasiado en el papel. Pero supongo que así podré ir fácilmente con la corriente. No sabía que decir. —Supongo que sí... pero te agradecería que te controlaras un poco. Recuerda que esto es fingido. —Vale, lo siento. Pero ¿No tienes a nadie a quien rendirle cuentas, verdad? ¿No lo tenía? ¿El beso entre Clark y yo no contaba? Dios, me sentía tan confundida. Ninguno de los dos había pedido mi opinión. Solo iban y hacían lo que se les daba la gana. Así que no, no tenía ningún compromiso con ninguno de ellos. —No, por ahora no. —¿Por ahora? —Larga historia. —¿El policía? —Él es el padre de Sam. Eso pareció tomarlo desprevenido. —Oh, vaya. Eso no me lo esperaba. Pero ustedes... —No tenemos nada. Y yo tenía 7 años que no lo veía. —Imbecíl. —En aquel tiempo lo
Durante el viaje me había preguntado un par de veces por qué Jeremy había venido en una Limusina a buscarme, si solo se trataba de una cena familiar. Pero la respuesta llegó a mí, en el instante en que nos bajamos en aquel costoso y extravagancia restaurante de comida internacional. Lo conocía, era conocido como La mansión de oro. Y también, había oído que era el más caro de toda la ciudad. —Vamos, mi familia está adentro. Alquilamos todo el restaurante, e invitamos en toda nuestra gente. Hace mucho que no nos reuniamos así. Es previo al cumpleaños del abuelo.Saber eso no hacía que me sintiera menos nerviosa.Respiré profundo, y recordé quien era. Sonreí. Y cuando Jeremy me ofreció su mano para bajar, la tomé. Y sujetando su brazo, nos dirigimos a la entrada. Los dos vigilantes vestidos de traje me clavaron sus ojos, sus labios se separaron un poco. Levanté la mirada y me mantuve firmé, como una reina. Si mi acompañante quería sobresalir con mi presencia, entonces brillaría a su la
Cuando Edward despertó del trance, pose mi mano en su hombro y le sonreí amablemente.—Lo hiciste bien, eres más valiente de lo que crees.—¿Qué viste, mujer?—espetó el hombre llamado Oliver. Algo es su semblante me daba mala espina. Aparte de hecho de que sentía un hedor a morbo emanando de él con cada mirada que me dirigía. Y esos ojos oscuros llenos de soberbia.No fue si no hasta que Clark lo preguntó que me atreví a responder.—Vi a la criatura. El bacilisco. Pero es su forma de bestia. Era... algo que jamás había visto. Alto y lleno de escamas verdosas. Una cabellera de serpientes horrendas. Y una luz enfermiza que escondía su mirada. Además... dijo algo.—¿Qué dijo?—No estoy segura de si se refería a tí. Pero dijo, que primero se encargaría del Alfa. Y una vez que terminara con él, iría tras Bertelli. Pero no sé a cuál de todos se refería. Todo la información está a medias. Oliver río roncamente— Perfecto, seguimos igual. De todas formas esa cosa ya está aquí, así que los pla
Ahora tenía dos sospechosos. Pero la pregunta era ¿Cómo iba a llegar a ellos?Se supone que soy la doctora de la empresa, no una acosadora. Como lo había imagino. Cuando se hicieron las 11:30 am, Jeremy apareció sin avisar.—Cuentame, ¿qué has descubierto hasta ahora?Algo en él había cambiado. No parecía tener ánimos de fraternizar conmigo. Me recordó a la primera vez que lo vi. Seco y arrogante. Casi podía olvidar lo apuesto que era.Casi.—Tengo algo. O al menos eso creo. Pero quedará para mañana.—¿Cómo? ¿Qué encontraste? Tienes que decirme.—Uno de tus empleados sabe algo, o vio algo. Y eso me lleva a dos sospechosos. Pero el problema es como acceder a ellos.Su rostro se había vuelto frío.—¿Quienes?—El jefe de contaduría y... tú hermano, Mateo.—Entiendo. —No pareces muy sorprendido.—No lo estoy. Cabreado sí, pero no sorprendido. De mis hermanos me espero cualquier cosa. —Mañana trataré de acercarme a Russo, primero. —No, espera. Yo lo citaré a tu consulta. Le diré que es
Solo habían sido besos, pero sentía como un pequeño destello, allí inmerso en lo más profundo de mis recuerdos, había renacido.Me había recordado su amor.Y con ello llegó la incertidumbre.Ayer, luego de lo sucedido con Clark, traté de reorganizar las cosas en mi vida. Como lo había esperado, Jeremy Bertelli llamó a mi celular. Y me asignó los días que debía ir a su compañía a "trabajar". Luego solo tuvo que cronometrar mi tiempo en el hospital y los espacios para atender a Sam y llevarlo a clases. Necesitaría de los servicios de Anna, la chica niñera que aveces lo cuidaba.Además, ahora también trabajaba con la policía... Algo me decía que podría terminar loca.Así que mientras conducía mi auto hacía el edificio Bertelli, luego de dejar a Sam en la escuela, pensaba en lo mucho que desea que todo esto terminara rápido.Estacioné mi auto y me encaminé hasta la entrada. El edificios era enorme, repleto con miles de ventanas de cristal azul, que lo hacían lucir como si estuviese hecho
—Hola Clark. —¿Alice? ¡Por Dios mujer! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —Sí, lo estoy. No te preocupes. No veremos más tarde y te explicaré todo. Ya puedes retirar a tu gente de edificio Bertelli. —¿Te están obligando a pedirnos eso? —No. Todo esto es solo para ya sabes, pedir mis servicios. Otro milloranio que necesita ayuda para llevar a cabo ciertos planes. Lo usual. Jeremy tosió en su puño. Lo ignoré. —Entiendo. Entonces ¿Están bien San y tú? —Aquí está, divirtiéndose. Creo que ni me extrañó. —Aún así. Llevarse a una persona de esa forma es secuestro. Voy a meter preso... —No vas a hacer nada. Luego hablamos. Nos vemos a las 10 en mi casa. —Vale... ¿Pero seguro no hay problema? —Sí, seguro. Colgué el teléfono y se lo regresé a Jeremy. —¿No podrían rastrear ese teléfono? El río arrogante—Señorita Alice, un poco más de estima, por favor. Claramente todos mis teléfonos están bloqueados. Nadie los puede rastrear. —Lo imaginé. Entonces, qué ocurre. Cuéntame. Estábamos senta