En el territorio humano hay una extraña ola de calor. El rey de los Zollebs presiente que es debido a una poderosa piedra que pertenece a su continente. Regresar al territorio humano evoca recuerdos que mantuvo ocultos en lo más recóndito de su interior, los cuales no está dispuesto a enfrentar; sin embargo, los eventos se empeñan en revivirlos. En especial cuando conoce a Wendy, una humana bibliotecaria que lo ayudará con su misión, pero que también revolverá su pasado y… algo más. No obstante, el destino puede ser cruel y bromista. Atrapado entre el deber y el deseo, ¿podrá él completar su misión sin involucrar sus sentimientos? ¿O sucumbirá el rey de los zollebs a la fuerza de una pasión prohibida que crece sin control? *Secuela del libro Embarazada del alfa y El hijo del alfa y la híbrida
Leer másEl chico rubio observa a la mujer de piel mulata con lástima. Ella tiene los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. No solo está el hecho de haber sido atacada por maleantes y engañada por su novio, sino también la manera tan humillante en que él la trató para justificar su falta.Liah puede percibir la decepción y el dolor por los que ella está atravesando, pero él no tiene ni idea de qué hacer, como tampoco es su problema.A varias calles de distancia del complejo, él la observa impotente e incómodo por la situación que lo está retrasando y que no sabe cómo manejar.—Oye, disculpa por interrumpir tu... ¿desahogo?, pero ya debo continuar con mi camino —la aborda con indiferencia.La chica, que se encuentra sentada y encorvada en una banca de hierro en un parque rodeado de árboles, levanta la mirada incrédula, juzgando al rubio sin ningún reparo.—¿Acaso piensas dejarme aquí sola? —le reclama.Liah maldice en sus adentros y se cruza de brazos con expresión de hastío.—No eres mi prob
Continente de los humanos«El calor es abrumante, aunque ya la noche está avanzada», piensa Liah mientras usa su mano derecha para secarse las gotas saladas que le humedecen la frente.El olor a poder zolleb le da a entender que su intuición estuvo correcta al ir él mismo a aquella misión. Con los datos reflejados en un aparato electrónico, él busca la ubicación del hombre que una vez fue su aliado, pero a quien tuvo que liberar de la carga del acuerdo porque los humanos se convirtieron en seres poco confiables.Un suspiro deja sus labios.Él había evitado regresar al territorio humano después de lo acontecido veintitrés años atrás, cuando una guerra sin sentido terminó de separarlos por completo.De nuevo se seca el sudor de la frente y maldice por lo bajo el terrible calor que azota a aquel continente, y que lo hace sentir sucio e irritable.—Bueno, si no encuentro la maldita piedra, el territorio humano se irá al demonio. ¡Qué puto calor! —se queja mientras camina por las calles so
Varias décadas más tarde… (Actualidad)La chica flota por los aires con acrobacias hábiles, tan grácil y libre como si de un ave se tratara. Sus ojos se tornan grises y muy cristalinos, y de sus manos empieza a fluir una simple brisa que se va transformando en viento, hasta que un tornado se instala alrededor de sus piernas. Las fuertes brisas empiezan a mover los árboles con gran ímpetu, y el cielo se nubla.—¡Suficiente! —vocifera Liah desde la superficie de gramas plateadas.Legna cierra los ojos. La fuerza del tornado va menguando hasta desaparecer, al mismo tiempo en que ella desciende despacio. Pronto las plantas de sus pies descalzos tocan el suelo de las gramas, que, pese a su apariencia puntiaguda, se sienten suaves como la tela de algodón.—¿Cómo lo he hecho? —inquiere, emocionada y a la expectativa de su respuesta. Para ella es muy importante la opinión del rey de los zollebs, ya que siempre ha admirado su poder y habilidades.Su abuelo, un hombre de tez tersa y joven, con
Liah observa a la mujer, que tiene entre sus brazos, y lo único que se le ocurre es llevarla a su tráiler, ya que es todo lo que posee en ese lugar y lo que considera ser su hogar temporal. Debido a que no confía en las autoridades de aquella ciudad ni siquiera contempla entregarla a ellos, puesto que está seguro de que, si la deja allí, estos podrían aprovecharse de la vulnerabilidad de la chica.Al día siguiente, Liah sale por un desayuno para dos y, al regresar, nota que la mujer está despertándose. Su cabello rojizo luce demacrado con la luz solar, al igual que la piel blanca cubierta de moretones. Cuando ella abre los ojos, él se queda embelesado con el tono ambarino que refleja tristeza y confusión. Mientras tanto, la mujer, de apariencia esquelética, lo observa sin disimulo, analizando cada detalle de él.De repente, ella se levanta de golpe al darse cuenta que está en una cama que no es la suya. Sin embargo, enseguida recuerda que la casa donde vivió ya no es su hogar, y no pu
La brisa fresca levanta las hebras doradas mientras el aroma a frutas se cuela en sus fosas nasales, entonces el niño pequeño ríe y sus ojos verdes brillan satisfechos.¡Lo ha encontrado!El chiquillo da un salto; se sostiene del tronco de un árbol blanco y sin ramas, o eso parece, a menos que estas estén tan cerca de las nubes que él no pueda verlas.Ante un árbol como ese, ¿quién es él? Podría comprarse a un pequeño insecto o un pajarillo que solo busca un fruto, ese que le dará la victoria por encima de sus hermanos.Dado que ese árbol bloquea las habilidades zollebs, es casi imposible poder escalarlo, porque también su textura es resbaladiza y la altura una locura.Él no debería estar allí, pero decidió colarse para obtener la atención de su padre, quien solo lo engendró, pero nunca se ha molestado siquiera en visitarlo.El pequeño Liah escala hasta la cima, donde las nubes cubren cuatro ramas carentes de hojas, pero con un fruto redondo en la punta de cada una. Él se apresura a c
Liah, quien está ceñido con vestimenta negra y de cuero, camina por las calles oscuras sin un atisbo de temor. En vez de mirar preocupado a los lados, debido a lo peligroso que luce aquel lugar, él se conduce con porte intimidante, como si fuera de él de quien se debiera huir.«Este lugar no cambia», piensa mientras hace una mueca despectiva.Los sollozos de una chica captan su atención, también las risas de unos tres hombres, si sus cálculos no son erróneos.—Demonios... —masculla con hastío. Pareciera una burla del destino, un juego macabro que evoca un recuerdo no deseado. Con pasos cautelosos, Liah camina en dirección a lo que parece ser un asalto, y se detiene cuando descubre una escena un poco similar a la que vivió en el pasado, con la diferencia de que la chica no ha sido ultrajada aún.—¡Vamos, perra! Demuestra que todas las mujeres como tú solo sirven para ser cogidas —se burla uno de los hombres que rodean a una joven mujer.Liah observa la escena a una distancia prudente,