Por una broma, Anel firma el contrato equivocado. Ahora está casada con un desconocido. ... Anel Cross jamás pensó que una simple broma cambiaría su vida para siempre. Audaz, rebelde y sin miedo a las reglas, siempre ha vivido al límite, divirtiéndose con su pandilla y desafiando la autoridad. Pero cuando un malentendido la lleva a firmar un misterioso documento, su mundo da un giro inesperado. A la mañana siguiente, descubre la impactante verdad: ha firmado un acta de matrimonio. Y no con cualquiera, sino con Damon Knight, un magnate implacable, tan peligroso como encantador. Dueño de un imperio corporativo, Damon es el epítome del poder y el control, pero detrás de su fachada de empresario exitoso, se esconde un hombre con conexiones en el crimen organizado. En lugar de anular el matrimonio, Damon ve en Anel la oportunidad perfecta para su propia agenda. Con una sonrisa arrogante y un contrato en mano, la chantajea para que desempeñe su papel de esposa ante la sociedad, sumergiéndola en un mundo de lujos, secretos y peligros del que no podrá escapar. Sin embargo, lo que comienza como una lucha de voluntades se convierte en algo más oscuro y tentador. Anel no está dispuesta a ser una simple pieza en su juego, y Damon descubre que su nueva esposa es más difícil de domar de lo que pensaba. Entre el deseo, la traición y un pasado que amenaza con destruirlos, ambos se verán atrapados en una danza peligrosa donde la línea entre el amor y el odio es demasiado delgada. Pero en un mundo donde nada es lo que parece, ¿quién será el primero en ceder? ¿Y qué pasará cuando el enemigo más grande no sea el otro, sino los sentimientos que comienzan a surgir en el fuego de su guerra?
Leer másEl día siguiente transcurre entre silencios cargados y miradas que dicen demasiado. Damon no ha vuelto a mencionar lo que me contó ayer, y yo tampoco lo he presionado. Pero algo ha cambiado. Lo siento en la forma en que me observa cuando cree que no me doy cuenta, en cómo su presencia se ha vuelto aún más abrumadora, más intensa.Y lo peor es que ya no intento ignorarlo.Después de la cena, decido salir al jardín trasero para despejarme. El aire nocturno es fresco, y la brisa me ayuda a ordenar mis pensamientos. Pero la tranquilidad no dura mucho.—Huir de mí no cambiará nada, mariposa.Me sobresalto al escuchar su voz detrás de mí. Me giro y lo veo ahí, apoyado contra una de las columnas de piedra. No sé cuánto tiempo lleva observándome, pero la forma en que sus ojos recorren mi cuerpo me hace sentir que ha estado aquí desde el principio.—No estoy huyendo —respondo con calma.Damon ladea la cabeza con diversión, como si estuviera decidiendo si creerme o no. Luego, con pasos tranquil
El camino de regreso a la mansión se siente diferente.Antes, todo esto me parecía una jaula dorada, un mundo hecho de lujos fríos y reglas invisibles que no comprendía del todo. Ahora, mientras observo por la ventana del auto, me doy cuenta de que algo ha cambiado. No en la ciudad, ni en la mansión. No en Damon.En mí.Las luces de la calle proyectan sombras largas y fugaces sobre los edificios. Gente caminando apresurada, el sonido lejano del tráfico, las luces de los negocios parpadeando en la distancia. He pasado por aquí antes, muchas veces, pero nunca lo había visto realmente.Y Damon…Deslizo la mirada hacia él. Va sentado a mi lado, mirando hacia adelante con su típica expresión indescifrable. Pero ahora veo más allá de su máscara de indiferencia. Veo el peso que carga en los hombros, las cicatrices que no muestra, los silencios que dicen más que sus palabras.La conversación de hace unos minutos sigue repitiéndose en mi mente. Su confesión. Su historia.La imagen de aquel niñ
El silencio se alarga entre nosotros. Su mirada me devora, esperando.—¿Por qué me preguntas eso? —murmuro, apenas un hilo de voz.Damon ladea la cabeza, divertido.—Porque quiero saber hasta dónde llega tu compasión, mariposa. Quiero ver si el miedo que sembró Viviana es más fuerte que lo que sientes aquí —con un movimiento repentino, roza mi pecho, justo sobre mi corazón.Mi piel se eriza.—Eso es injusto —susurro, dando un paso atrás.Él avanza, cerrando la distancia otra vez, acorralándome sin tocarme.—La vida es injusta, Anel —dice con una sonrisa torcida—. Y si realmente quieres saber la verdad, si de verdad quieres entender quién soy, entonces también debes decidir qué harás con esa verdad.Mis labios se separan, pero no sé qué decir.Damon me observa con detenimiento, como si intentara leer mi alma. Luego, su expresión cambia, endureciéndose.—Voy a hacer esto fácil para ti —declara, girándose con elegancia hacia su escritorio. Presiona un botón en el teléfono y su voz suena
El camino de la mansión a la empresa nunca me pareció tan largo. No es que suela venir, pero en esta ocasión el auto parecía demorarse más que nunca. Era como si cada minuto se alargara en el aire, reflejando mi creciente desesperación por llegar, confrontar a Damon y entender lo que realmente está pasando entre nosotros.Cuando finalmente llegamos, Killiam estaciona el auto en la entrada y entrega las llaves a un empleado que las lleva al estacionamiento. Caminamos por el salón principal de la empresa, y me doy cuenta de que, a diferencia de lo que imaginé, no muchas personas nos miran. De hecho, todos parecen estar tan concentrados en lo suyo que no se dan cuenta de nuestra presencia. O la gente aquí es increíblemente profesional, o simplemente nadie está al tanto del rumor sobre el casamiento inesperado de Damon. En cualquier caso, me alegra pasar desapercibida.Al llegar a la recepción, una joven con una sonrisa casi perfecta me recibe. Su formalidad es tan intensa que roza lo mec
No importa cuánto trate de disimularlo, estoy tensa. Y ella lo nota.Un escalofrío me recorre la espalda cada vez que pienso en aquella imagen en mi mente. Pero quizás estoy exagerando, creyendo en algo que ni siquiera es cierto.—Eso no puede ser verdad —digo finalmente, esforzándome por sonar firme.Viviana suelta una carcajada elegante antes de sacar algo de su bolso: una vieja fotografía. La desliza por la mesa con una lentitud calculada.Mis ojos caen sobre la imagen. Un niño de no más de ocho años está arrodillado en el suelo, sus pequeñas manos cubiertas de sangre. Su mirada… esos ojos son los mismos que los de Damon. Es él. No hay duda. Pero lo más perturbador no es la sangre, sino el hecho de que alguien se tomó la molestia de capturar ese momento.—¿Aún crees que no es verdad? —susurra Viviana con satisfacción.No respondo. Mis dedos temblorosos recorren los bordes de la foto mientras ella continúa hablando.—Damon era el mejor. El más letal. Pero un día se volvió blando. Se
Después de un rato más en la cocina, tratando de recuperar la compostura, regreso a mi habitación. A pesar de todo, el sueño no tarda en atraparme. Tal vez sea el efecto del té, o quizás simplemente mi cuerpo ya no aguanta más el cansancio. Pero lo que parecía ser una noche tranquila se convierte en otra cosa cuando mi subconsciente decide jugarme una mala pasada.Sueño con él.No cualquier sueño, no. Uno demasiado vívido, demasiado real, demasiado… intenso. Me despierto de golpe, con la piel ardiendo y la respiración entrecortada.No puede ser. Ahora ni siquiera en mis sueños tengo paz. Como si ya no fuera suficiente lidiar con Damon en la vida real, ahora también invade mi mente mientras duermo. Esto es demasiado.Me giro en la cama y miro el reloj. Pasan de las nueve de la mañana. Para estas horas, Damon ya debe estar en la empresa, lo que significa que tengo el día entero para mí. Tal vez un poco de soledad me ayude a aclarar mi cabeza.Me levanto y voy directo a la ducha. El agua
El primer sorbo de té baja por mi garganta con una calidez reconfortante, el sabor es suave, familiar. Bebo en silencio, disfrutando el momento, pero Killiam sigue aquí, sentado a mi lado. No parece tener prisa por irse, y aunque no lo diga en voz alta, sé que se queda por cortesía, quizás por asegurarse de que estoy bien.—Killiam —llamo su atención y él alza la mirada—. ¿Seguirás siendo mi guardaespaldas?—Sí —asiente con firmeza—. Hasta ahora, no he recibido ninguna orden para dejar de serlo.—Pero después de lo que pasó esta noche… —suspiro, sintiendo de nuevo la tensión en mis hombros—. Es peligroso para ti. Podrían intentarlo de nuevo.—Para eso estoy yo, para evitarlo —dice con seguridad, como si no fuera gran cosa. Quiero confiar en que será suficiente, pero… ¿bastará un solo hombre para protegerme?—¿No tienes miedo de morir si algo sale mal? —pregunto, queriendo escuchar su sinceridad. No quiero que nadie arriesgue su vida por mí.—Si tuviera miedo de morir, no habría elegid
Cuando el auto se detiene, no me apresuro a bajar. Estoy tan perdida en mis pensamientos que ni siquiera noto que hemos llegado hasta que Damon rodea el vehículo y abre la puerta para mí.Me ofrece su mano, esperando que la tome. Mi mirada va de su palma extendida a su rostro, y por un instante dudo. Pero al final, niego con la cabeza y salgo por mi cuenta, apartándolo suavemente antes de entrar en la mansión.Apenas cruzo la puerta, una de las sirvientas se acerca con una expresión atenta.—¿Desea algo para tomar?Aprovecho la oportunidad.—Un analgésico, por favor.Mi cabeza late con un dolor insoportable. Ella asiente y desaparece por el pasillo mientras yo subo a mi habitación.Me siento frente al tocador, con la intención de quitarme el maquillaje y soltarme el cabello, pero mis manos no se mueven. Solo me quedo ahí, mirando mi reflejo en el espejo.¿Qué es lo que me tiene así? ¿Todo lo que viví esta noche… o la culpa que debería sentir?Damon mató a un hombre. No fue la primera
Ray se ha ido. Solo queda el hombre pelirrojo, el que acompañaba al que ahora yace muerto en un charco de su propia sangre. La escena es sofocante. No sé cómo sentirme rodeada de tantas armas. Me incomodan, pero al mismo tiempo me hacen sentir protegida. Es una sensación extraña, contradictoria.Mis manos se aferran con fuerza a la camisa de Damon. Él me observa un instante con algo parecido a la compasión, pero su expresión se endurece enseguida.—Ya estás a salvo, no tengas miedo —dice.Niego con la cabeza.—No es miedo. Solo... no me gusta esto. —Mi voz es apenas un susurro—. La sangre, la violencia, las armas… me resulta insoportable.—Nadie nace preparado para esto. Pero algunos aprenden a vivir con ello… porque no les queda de otra.Su respuesta me golpea como un puño en el estómago. No me reconforta, al contrario, solo hace que la opresión en mi pecho se haga más pesada.Damon aparta la mirada de mí y se dirige al hombre pelirrojo.—¿Para quién trabajas?El hombre sonríe con ar