Camino por los corredores de la mansión con paso firme. Aún me siento ajena a este lugar, como si sus muros intentaran recordarme que no pertenezco aquí. Pero, al menos, creo saber cómo llegar al salón donde cenamos anoche. No sé si él estará ahí, pero espero que sí. Estoy dispuesta a tener una conversación muy seria con él.El eco de mis pasos resuena sobre el mármol pulido. Mi espalda erguida y mi expresión imperturbable no dejan lugar a dudas: voy en serio. No sé cuánto de imponente luzco ahora mismo, pero los sirvientes que encuentro en mi camino bajan la cabeza con respeto. Aun así, noto sus miradas furtivas, los susurros que nacen en cuanto paso de largo. No me importa. Tengo cosas más importantes en las que concentrarme.Cuando giro en el último pasillo, entro al salón. La mesa está servida para dos, aunque él no está. Pero si dispuso esto, significa que sabía que vendría. Sabía que aceptaría el reto. Lo que no sabe es lo que estoy dispuesta a hacer. Al principio, mi única inte
Después de soltar esa información como un balde de agua fría, Damon se levanta y se marcha sin una sola mirada atrás, dejándome sola y completamente desorientada. Me quedo ahí unos minutos más, procesando lo que acaba de pasar, tratando de asimilar que ahora mi vida depende de un guardaespaldas y que estoy atrapada en un mundo donde un solo error podría costarme la vida.Para cuando reacciono, mi apetito ha desaparecido y el café frente a mí se ha enfriado. Me levanto justo cuando una joven sirvienta se acerca para recoger la mesa. Me hace una leve reverencia, pero algo en ella me provoca un escalofrío. Su mirada, aunque respetuosa en apariencia, es fría, como si me odiara sin razón alguna. Estoy segura de que nunca la había visto antes, así que no entiendo de dónde viene ese desprecio.Decido ignorarlo y me dirijo de regreso a mi habitación. No tengo mucho que hacer ni conozco los alrededores de la mansión, así que no hay otro lugar a donde ir. Sin embargo, al avanzar, noto un pasill
Después de aquel ataque de pánico, sigo en el suelo, desorientada. Todo mi cuerpo tiembla en espasmos, recordándome que la crisis me sacudió por completo. La sensación es asfixiante. Hacía mucho que no pasaba por esto y, por un momento, creí que lo había superado. Pero estaba equivocada. El miedo sigue aquí, acechando en las sombras, y con él, los recuerdos que tanto intento olvidar. Esos recuerdos que me empujan de nuevo a este ciclo dañino de terror y desesperación.Odio la sangre. Odio las armas. Odio este mundo violento en el que me han arrastrado. Y lo peor es que no hay escapatoria. Saber que otra vez estaré rodeada de muerte y caos me pone los nervios de punta. Tal vez debería retomar la medicación. No quiero. La detesto. Pero si esto sigue así, no tendré opción. Algo me dice que esta no será la última crisis.Pasan los minutos… quizás horas. No lo sé. Pero cuando finalmente reúno fuerzas, me obligo a levantarme. Me aliso la falda del vestido, trato de arreglar mi cabello desor
Viviana salió del salón con pasos fuertes, claramente furiosa. Seguro quería decir algo más, pero la firme orden de Damon la obligó a marcharse sin rechistar.El silencio que quedó después fue denso. Damon se acercó a mí con movimientos cautelosos. Yo seguía en mi asiento, apretando mi mano adolorida contra mi pecho. La quemadura ardía cada vez más, la piel enrojecida y sensible. Las lágrimas rodaban por mi rostro sin que pudiera detenerlas, pero me negaba a romper en llanto. No le daría esa satisfacción.Damon se sentó a mi lado sin decir nada y tomó mi mano con suavidad. Intenté apartarla, pero cualquier movimiento hacía que el dolor se intensificara. Lo miré en silencio mientras examinaba la herida con atención.—Lauren —llamó con voz firme, y la sirvienta apareció al instante.—Señor.—Tráeme un botiquín y un medicamento para quemaduras.Lauren asintió y desapareció tras la puerta. Aproveché la oportunidad para hablar.—No necesito que hagas nada por mí —solté con frialdad—. Puedo
Cuando nos separamos de aquel beso, no me atrevo a mirarlo. No es por lo que hice, sino por darme cuenta de que me dejé atrapar en mi propio juego. Terminé siendo la que perdió.—¿Qué pasa, ya no eres tan valiente, mariposa? —me pregunta, levantando mi mentón con la punta de su dedo.Intento hablar, pero el silencio me bloquea. Él desliza su dedo por el contorno de mis labios, limpiando el rastro del beso con una calma inquietante.—No pensaste que fuera a corresponder, ¿cierto? —dice con una sonrisa juguetona que me hace sentir aún más torpe.Mi rostro se enciende, y noto que mi orgullo se tambalea.—Antes de querer jugar conmigo, piensa bien en quién tiene el control.Me deja con esas palabras flotando en el aire y se levanta, saliendo del salón con esa arrogancia que tanto odio. Me quedo allí, sola, completamente desconcertada. Todo esto ha sido un golpe. Por un segundo olvidé quién es realmente Damon Knight, y eso no es algo que debo hacer. Jugar con él no será nada fácil; él pare
Los guardias me subieron a la parte trasera del auto con firmeza, aunque tampoco puse mucha resistencia. Sabía que patalear no serviría de nada. Damon se sentó a mi lado, silencioso y tenso, mientras los guardias ocupaban los asientos delanteros. El trayecto transcurrió en un mutismo sofocante. Aunque no me ha dicho una sola palabra, puedo sentir su enojo cargando el aire como una tormenta a punto de estallar. Lo miro de reojo: su mandíbula está apretada, las venas de su cuello marcadas como si estuviera conteniendo algo que en cualquier momento podría explotar. —¿No vas a decir nada? —pregunto finalmente, incapaz de soportar más este silencio lleno de amenazas. —¿Y qué quieres que diga? —responde con frialdad, su mirada fija en la carretera—. ¿Que eres una insensata que no mide las consecuencias? Eso ya lo sabes. Estoy cansado de repetirlo, así que esta vez tomaré medidas. Un escalofrío me recorre la espalda. —¿Vas a encerrarme? —mi voz es pura indignación. —Sí. La simpleza co
Camino de un lado a otro por la habitación, incapaz de quedarme quieta. Mis nervios están a flor de piel. No puedo devolver la lista ahora mismo; si Damon llega a encontrarme en su despacho, no tendré ninguna excusa creíble. No me queda más opción que esperar hasta mañana, cuando se vaya a la empresa y me deje el camino libre. Solo espero que no descubra la ausencia del papel antes de eso, porque si lo hace… no sé qué pasaría. Pero esto no puedo hacerlo sola. Necesito ayuda. Si intento salir de aquí, uno de sus guardias me seguirá. Necesito que alguien lleve la información a la policía por mí. Pienso en todas las personas que conozco, buscando a alguien en quien realmente pueda confiar. Y la primera persona que me viene a la mente es Tom. Ray resultó ser un traidor, pero Tom… él siempre fue diferente. El más confiable del grupo. El alma de nuestra pandilla. Siempre que teníamos un problema, él estaba ahí para ayudar. Jamás me falló. Agarro el teléfono y marco su número, que
Damon no se baja del auto. Sus hombres tampoco.El aire a mi alrededor se siente denso, pesado, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Permanezco de pie, sin atreverme a moverme demasiado, midiendo cada uno de mis gestos. Un paso en falso y podría desencadenar su ira.Mi mente trabaja frenéticamente en busca de una salida. Si me atrapa, me encerrará en la mansión, y dudo que esta vez sea tan indulgente. Pero peor aún, no puedo permitir que descubra a dónde iba. Eso pondría en peligro a Tom y todo nuestro plan.Si Damon está aquí, significa que la policía nunca llegó por él.Mi estómago se revuelve.¿Qué hago? ¿Qué excusa invento?Lo mejor será seguirle la corriente. Que siga creyendo que solo intentaba escapar.—¿Qué pasa, mariposa? —su voz se desliza desde el interior del auto, burlona, venenosa—. ¿El gato te comió la lengua?Apretando los dientes, mantengo mi fachada fría. No puedo dejar que vea mi nerviosismo.—¿Qué quieres? —mi tono es afilado, sin un atisbo de emoci