Han pasado 20 años desde que Celeste lo miró por última vez en el restaurante, volver al pueblo significaba volver a verlo, Jeremy la había dejado por su mejor amiga y ella aun no entendía porque razón lo hizo. ¿Sera que este encuentro con Jeremy tendrá un significado para Celeste? ¿Qué reacción tendrá Jeremy cuando vea a su primer amor nuevamente?
Leer más-¿Qué has dicho? -Las piernas de Celeste temblaban a cada lado de mi cabeza. Ella jadeaba y se movía, pero yo presioné mi brazo sobre ella y la sostuve en su lugar. -¿Qué has dicho? -Que eres mía -dije, puntuando cada palabra con una intensa lamida. Ella emitió un ruido agudo y se puso tensa debajo de mí. Su voz se quebró a través de su orgasmo y se sacudió por completo, aferrándose a sus pechos, apretando sus manos por todas partes. -Sí -siseó ella. -Sí, sí, sí, sí. -Ahora puedes tenerme -dije y me levanté de entre sus piernas. Agarré mis jeans, saqué mi billetera del bolsillo trasero y luego saqué un condón. Era uno viejo que nunca me había molestado en reemplazar - ¿quién usaba el condón de su maldita billetera? - pero eso tendría que ser suficiente. Abrí el paquete, lo extendí alrededor de mi pene y luego me abalancé sobre ella. Cara a cara, mis brazos alrededor de su pequeña figura, sus senos rozando mi pecho. Así es como había querido. Nuestras miradas se encontraron, su
-Jeremy Revisé la comida china, inhalando cada olor, se me hacía agua la boca. No era para mí. Sin embargo, había llegado a mi puerta hace unos momentos, y ya la había pagado y le había dado la propina al repartidor. Era la comida de Celeste. Su madre tenía un turno de noche en el hospital - lo había mencionado al salir - y el tipo que había dicho que vendría hoy a hacer la instalación de la alarma no había aparecido. Las mujeres tuvieron que quedarse en la mansión, otra noche para fantasear con celeste. -Ya, recoge las cosas -murmuré y cerré la puerta. Tecleé el código de alarma, el plan era subir las escaleras y dirigirme a las habitaciones de huéspedes. Entregarle la comida, desearle una buena comida y una buena noche de sueño, y luego regresar a mi habitación para descansar. Me pediría una pizza si fuera necesario. Me distraería de pensar en ella con algo de comida y cerveza. Probablemente
CELESTEUna oleada de culpabilidad quería aplastarme. No podía evitarlo. No era como si fuéramos las mejores amigas, y ella no sabía lo que había pasado entre Jeremy y yo, pero aún así. Jeremy y yo nos habíamos besado anoche, y él había susurrado... cosas no muy dulces, sino muy calientes en mi oído.—Estábamos comprometidos —susurró Ruth. —Comprometidos y tu lo sabías.—Lo sé —dije. —Jeremy y yo nos reunimos solo por negocios.—Eso es todo. ¿Sólo negocios? —preguntó Ruth. — ¿Estás segura de eso?—Sí. ¿Por qué estás tan... molesta por esto? Éramos amigos antes de que tú y yo nos conociéramos. Incluso, fui yo quien te presentó a Jeremy. Y en cuanto a nosotras, Ruth, tú y yo apenas nos hemos mantenido en contacto.—Lo sé —dijo Ruth. —Pero ayer cuando charlamos, bueno, eso me hizo sentir bien de nuevo. Encontrarme con una vieja amiga, me hizo sentir tan emocionada. La posibilidad de que salgamos otra vez, charlemos, tengamos nuestro
CELESTEEn la última semana, había dudado de mi cordura en múltiples ocasiones. Primero, estaba lo de entrar al castillo usando la llave en la maceta, y luego la cosa de besar a Jeremy al despedirnos, ahora esto.Me quedé fuera del restaurate, entrecerrando los ojos ante el letrero, intentando y no logrando convencerme de que no me reuniera con Jeremy. Ya eran la 1:35 p.m., y estaba llegando tarde. Despreciaba llegar tarde a las citas, pero esto era diferente. Necesitaba un poco de previsión.Las palabras que me susurró al oído, toda la anoche resonaron en mi mente repitiéndose una y otra vez.—Te desnudaré lentamente. Te acostaré en la cama, me deslizaré entre tus piernas y te comeré el coño hasta escucharte gritar. Te voy a joder con la lengua. Te chuparé el clítoris. Haré todo lo que necesites para sacarte de aquí.—Estoy tan jodida y nerviosa —susurré. —Metafóricamente jodida.El exterior del restaurante era pintoresco, con paredes de ladrillo y ventanas que dan a la calle y adorn
CELESTE —No puedo creer que estemos haciendo esto —siseé a mi madre. —No puedo creerlo. ¿Cómo puedes aceptarlo? —¿De qué demonios estás hablando, Celeste?. ¿Cuál es el problema con eso?— ¿Cuál es el problema? El problema es que es Jeremy —respondí.—Tienes que superar tu incomodidad con él, cariño.Mamá —murmuré. —Mamá, es complicado, ¿de acuerdo? —Confías en mí.—Eso es diferente. Eres mi madre.—Cariño, estoy exhausta, y tú también. Ahora, ve a la habitación de al lado y duerme, por el amor de Dios.—Bien —Buenas noches, mamá.—Salí de la habitación de mi madre y luego entré en la mía. Exhalé, lentamente. —Bien —murmuré — Muy bien —Levanté mi bolso de viaje del suelo, Saqué mi ropa interior y mi pijama.Mis pensamientos volvieron al beso. Su lengua contra la mía. Sus manos viajando sobre mi cuerpo. Tragué, el calor me inundó de pies a cabeza.—Dios, tienes
JEREMY — ¿Estás bien? —pregunté. —Estoy bien. No hacía falta que vinieras hasta acá.—Estás bromeando, ¿verdad? —En cuanto oí a Celeste gritar desde el costado de la casa, volví corriendo hacia ella.La policía había venido. Estaban en el dormitorio ahora, revisando los daños, la nota, el ladrillo, y hacían todo bajo la supervisión de la madre de Celeste. La noticia se había difundido previsiblemente rápido. La gente había empezado a aparecer, hablando unos con otros.Si no hubiera dejado entrar a la policía por la puerta, entonces ninguno de los otros habría entrado tampoco, pero éramos víctimas de vivir en un pequeño pueblo entrometido.—Celeste, cariño, ¿estás bien? —Luna agarró los codos de Celeste.—Me enteré de las noticias. Estaba tan preocupada por ti.—Estoy bien, Luna. No te preocupes —Celeste también le sonrió. —Sólo es una ventana rota y un ladrillo.—Sí, pero esa horrible nota también.
CELESTE —SÍ, bésame.Los dedos de Jeremy se engancharon en mi pelo, y me llevó a su pecho. Sus labios presionaron los míos. Me reclamó como si fuera suya. Apenas podía pensar, funcionar. Era él. Su lengua se apretó contra la mía, y yo respondí, gimiendo suavemente.Sus manos viajaron sobre mi piel, por mi espalda. Se colocaron en mi cintura y la apretaron. Empujó su peso contra mí, y el deseo se extendió, rápido y caliente. Estaba duro y mis párpados revoloteaban.Lo besé más rápido, y él respondió apretando su agarre, bajando la mano y poniéndola sobre mi trasero. —Oh, Dios —no me pude contener. —Oh Dios, Jeremy. Es bueno. Es bueno. Es demasiado bueno.—Ven aquí —El beso se intensificó.No quería que se detuviera. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, presioné mis senos contra su pecho y mis ojos se volvieron a poner en blanco.Los mareos se apoderaron de mí, mis piernas temblaban. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué demoni
JEREMY POVConfié en Carlos, y me hecho vainas de muchas maneras. Financieramente, emocionalmente, mentalmente. Se metió con otras mujeres, jugó con mi mente y me hizo creer que era alguien que no era. Así que, sí —Parpadeó. —Lo siento. —No, eso es bueno —dije. —Habla todo lo que quieras.—Sí, que se joda. Recuperaré mi empresa. Lo compraré de nuevo, si es necesario. Encontraré.... una manera —Se mojó los labios.La cafetera había dejado de gotear, así que me di la vuelta y la agarré para verter el contenido en las tazas. Las acerqué a la mesa. — ¿Lo quieres con azúcar?—Negro está bien —dijo y aceptó la taza. Una vez más, nuestros dedos se rozaron. —Bebimos de nuestras tazas.— ¿Y? ¿Qué hay de ti? —preguntó. —¿Cuál es tu historia?— ¿Con respecto a qué?—Ruth —dijo ella. — ¿Qué pasó allí?— ¿De eso es de lo que quieres hablar? ¿Ruth? —Oh, vamos, Jeremy. Te hablé
JEREMYEran cinco minutos después de la hora que había acordado para la cena. la pizza estaba aún en el horno. Tomé una copa de vino para servirle a ella, una cerveza para mí y mi irritado estómago lleno de amargura.El timbre sonó y mis músculos se tensaron de inmediato. Ella estaba aquí. Mierda, ella sí vino. Cualquier esperanza de que me retirara ya había desaparecido. Dios, estaba tan emocionado. Era como ver a otro imbécil manejando mi cuerpo. Caminé hacia la pesada puerta principal de roble y la abrí.Celeste estaba de pie en la alfombra de bienvenida, con el pelo suelto alrededor de los hombros, peinado en rizos. Llevaba un vestido veraniego, apretado contra su preciosa piel pálida. Mínimo maquillaje, sus labios brillantes y húmedos.—Hola —dijo ella. —No debí haber venido.—Por supuesto que debías —mentí.—Adelante, entra. Cuéntame qué se siente ser invitado en vez de entrar a hurtadillas en la oscuridad de la noche.Celeste entró dando pasos cortos y se detuvo, se lamió un de