Clara Evans ha pasado un año trabajando para Donovan Blackwood, un CEO tan imponente como exigente. Su vida es una rutina de silencio y discreción, construida con esfuerzo tras sobrevivir a un oscuro episodio de abuso en su pasado. Clara es meticulosa, reservada y absolutamente determinada a no destacar, pero su jefe, intrigado por su naturaleza estoica y su falta de feminidad, empieza a notar mucho más de lo que ella desearía. Donovan, acostumbrado a manejar el mundo con autoridad, no puede evitar sentirse atraído por la profesionalidad impecable y el aire de misterio de Clara. Sin embargo, a medida que su curiosidad crece, también lo hace el doloroso pasado de Clara, quien teme que su muralla cuidadosamente levantada se derrumbe bajo su mirada.
Leer másEl silencio entre ellos se había vuelto más pesado desde la confesión de Clara. Donovan la miraba con una mezcla de dolor e impotencia, pero sin atreverse a expresar nada que pudiera hacerla sentir aún más vulnerable. Clara, en cambio, mantenía la mirada baja, con las manos apretadas sobre su regazo. Sabía que él estaba procesando lo que acababa de escuchar, que probablemente sentía rabia, pero también alivio porque finalmente había compartido su verdad con alguien.Donovan tomó aire y, con su voz más tranquila y cuidadosa, rompió el silencio.—Clara, sé que esto no es fácil de decir ni de escuchar, pero… ¿has pensado en hablar con alguien? Un profesional, me refiero. Alguien que pueda ayudarte a sobrellevar esto.Clara sintió cómo su cuerpo se tensaba. No porque la idea le pareciera ofensiva, sino porque la asustaba. Buscar ayuda significaba enfrentarlo de verdad, revivirlo una vez más y permitir que alguien más escarbara en sus cicatrices. Y eso era aterrador.—No necesito terapia —
El sonido de los tacones de Clara resonaba en el piso de mármol mientras caminaba por el pasillo de la oficina. Llevaba un montón de documentos en brazos y un café en la otra mano, tratando de equilibrar todo sin derramar una sola gota. Era una mañana tranquila, como cualquier otra, hasta que el aire cambió. Sintió una opresión en el pecho, como si alguien le hubiera colocado una mano invisible sobre la garganta.—Buenos días, Clara. —La voz grave y pausada la congeló en su lugar.Los papeles casi se le resbalaron de los brazos. Su espalda se tensó y un escalofrío le recorrió la nuca. No necesitaba girarse para saber quién era. La voz de Elliot Moreau aún estaba grabada en su memoria, como una pesadilla recurrente de la que nunca podía escapar.Con un esfuerzo sobrehumano, se obligó a girar lentamente. Elliot estaba allí, apoyado contra el marco de la puerta con esa expresión arrogante que siempre había detestado. Vestía un traje impecable, con la corbata ligeramente aflojada, y la som
Cuando el mensaje de Donovan llegó al teléfono de Clara, ella lo leyó inmediatamente. Era un recordatorio breve y casual sobre su salida planeada:"¿Sigue en pie nuestra cena? Puedo pasarte a buscar en una hora."Clara suspiró aliviada. Necesitaba salir de ese apartamento y de la atmósfera opresiva que Leticia había traído consigo. Su madre estaba encerrada en la sala, revisando sus redes sociales como si nada hubiera pasado, mientras Clara aún sentía las heridas abiertas de su última conversación."Sí, por favor. Me vendría bien despejarme. Avísame cuando estés aquí."La respuesta de Donovan no tardó en llegar:"Perfecto. Estoy en camino."Donovan llegó puntual, como siempre. Cuando Clara subió al auto, él la saludó con una sonrisa cálida.—¿Lista para una noche diferente? —preguntó, echándole una rápida mirada mientras conducía.—Más que lista. —Clara trató de sonreír, aunque su mente aún estaba enredada en pensamientos oscuros.Donovan pareció notarlo.—Hoy no hay preguntas difícil
Clara cerró la puerta detrás de ella, suspirando mientras intentaba ordenar sus pensamientos tras la inesperada despedida con Donovan. Sin embargo, la calma que buscaba se desvaneció al escuchar un ruido en la sala. Sus pasos se detuvieron en seco cuando la voz familiar de su madre resonó desde el sofá.—Vaya, llegas tarde. ¿Una cita? —preguntó Leticia, con un tono cortante que mezclaba sarcasmo y juicio en partes iguales.Clara sintió cómo su cuerpo se tensaba al instante. Esa era su madre: elegante, altiva, y con una habilidad innata para hacer que cada palabra pareciera un reproche disfrazado de interés casual.—No es de tu incumbencia, mamá —respondió Clara, intentando mantener la voz firme mientras se acercaba.Leticia estaba sentada con la postura impecable de siempre, como si incluso en los momentos más mundanos necesitara demostrar su perfección. Su cabello estaba perfectamente peinado, y su vestido de diseñador parecía fuera de lugar en el pequeño apartamento de Clara.—Por s
El sol estaba comenzando a alcanzar su punto más alto en el cielo cuando Clara decidió que era hora de irse del parque. Aunque el tiempo con Donovan había sido agradable, especialmente después del pequeño incidente con el perro, sentía que necesitaba un respiro.—Voy a pedir un taxi —dijo, sacando su teléfono del bolso mientras caminaban hacia la salida.Donovan arqueó una ceja y se cruzó de brazos.—¿Taxi? No tiene sentido. Déjame llevarte.Clara se detuvo, volteándose hacia él con una expresión indecisa.—No quiero molestarte, de verdad. Además, mi casa no está tan lejos.—Clara, ¿de verdad piensas que te dejaré ir sola después de nuestra pequeña aventura en el parque? —bromeó, señalando su labio aún ligeramente hinchado—. Es lo menos que puedo hacer después de sobrevivir a un ataque doble: el perro y tu cabezazo.Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.—Insisto, Donovan, puedo ir sola...Él negó con la cabeza antes de que ella terminara la frase.—No voy a discu
La tarde en el parque se tornaba más tranquila, con el sol pintando el cielo de tonos cálidos y el sonido de los niños jugando reduciéndose a un murmullo lejano. Donovan y Clara seguían sentados en el banco, cada uno sumido en sus pensamientos. Fue Donovan quien rompió el silencio primero.—¿Sabías que estudié psicología unos semestres?Clara parpadeó, sorprendida por la confesión inesperada. Giró ligeramente hacia él, intrigada.—¿En serio? —preguntó, arqueando una ceja.Donovan asintió, recostándose contra el respaldo del banco con las manos en los bolsillos.—Sí. Siempre me interesó entender cómo funcionan las personas, sus pensamientos, emociones... esas cosas. Me parecía fascinante.—¿Y por qué no terminaste?Él soltó una risa suave, sin alegría, mirando hacia el horizonte.—Porque mi familia tenía otros planes para mí. Psicología no encajaba con la idea de lo que un Kincaid debía hacer. Así que me "convencieron" de que mi tiempo estaría mejor invertido en algo que pudiera aplicar
Cuando el evento terminó, Donovan fue el primero en ordenar a todos que regresaran a sus hogares. Clara se quedó unas horas más, procurando terminar su jornada. Y juntos, regresaron a la oficina.El ambiente estaba cargado de una tensión suave, apenas perceptible, mientras Clara y Donovan estaban sentados en su oficina tras finalizar un día particularmente agotador. La luz cálida de la lámpara de escritorio proyectaba sombras suaves en la pared, creando un refugio de intimidad improvisado. Clara jugueteaba con una pluma entre los dedos, mirando fijamente la superficie del escritorio como si las respuestas a sus tormentos estuvieran grabadas allí.Donovan, con las mangas de la camisa remangadas, la observaba con cautela. Había algo en su postura, en la forma en que sus hombros se curvaban ligeramente hacia adentro, que gritaba vulnerabilidad. Pero él sabía que presionarla no era el camino.—¿Te molesta si pregunto algo? —su voz fue baja, suave, como una caricia en la quietud de la habi
Donovan estaba inclinado sobre la mesa de la sala de reuniones, revisando la lista de actividades para la salida de equipo. Clara, a unos pasos de él, estaba organizando cuidadosamente los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Habían pasado semanas desde la última vez que habían tenido una conversación significativa, y aunque sus interacciones eran cortas y profesionales, ambos parecían esforzarse por mantener una aparente calma.—¿Está todo listo? —preguntó Donovan, girándose hacia ella con una sonrisa ligera.—Sí, todo está bajo control —respondió Clara sin mirarlo directamente, concentrada en su trabajo.Había sido idea de Donovan organizar la salida. Era una oportunidad para fortalecer el ambiente laboral y dar a los empleados un respiro de la rutina diaria. Clara, pese a su reticencia inicial, había trabajado arduamente para ayudarlo a planificarlo. Desde la elección del lugar hasta los detalles más pequeños, se había encargado de todo con una eficiencia impeca
Donovan llegó a su oficina temprano aquella mañana, como de costumbre, pero con un peso adicional en su mente. La noche anterior, después de la inesperada explosión de Clara, había pasado horas repasando cada palabra, cada gesto, cada mirada. Algo la había herido profundamente, y aunque no tenía idea de qué era, sentía un ardiente deseo de protegerla, incluso de sí misma.Encendió su computadora, dispuesto a sumergirse en el trabajo para distraerse, cuando notó un correo electrónico anónimo en su bandeja de entrada. El asunto decía: "Información importante".Frunció el ceño. Era raro recibir correos sin remitente claro, pero su curiosidad superó a su instinto de ignorarlo. Al hacer clic, el mensaje era breve:"Tal vez quieras ver esto antes de confiar en las personas equivocadas."Adjunto había un archivo de video. Por un instante, dudó. Algo sobre ese correo le provocaba un malestar inexplicable, pero la posibilidad de descubrir algo importante lo empujó a abrirlo.El video comenzó c