El reloj marcaba las siete en punto cuando Clara ajustó el cuello de su blusa impecablemente almidonada. El reflejo en el espejo del baño mostraba a una mujer joven de cabello recogido en un moño bajo, maquillaje sutil y ojos cansados, pero decididos. Era un ritual que había perfeccionado en el último año: la armadura que vestía para enfrentar cada día bajo la dirección del hombre que se había convertido en el sinónimo de intimidación en su vida laboral.
Donovan Blackwood, CEO de Blackwood Enterprises, no era solo un jefe exigente; era una figura imponente. Alto, con un porte elegante y una voz que resonaba con autoridad, parecía diseñado para mantener a todos en su lugar con una sola mirada. Clara había aprendido a navegar sus humores con cautela, asegurándose de no sobresalir ni provocar más atención de la necesaria. Ella prefería la seguridad de la sombra, un espacio donde podía hacer su trabajo sin enfrentarse al desdén o las preguntas inquisitivas que parecían ser su especialidad.
Esa mañana, sin embargo, el aire en la oficina tenía un peso diferente. Algo en el ambiente indicaba que sería un día particularmente desafiante. Clara lo sintió al cruzar las puertas de cristal de la empresa, donde la recepcionista, usualmente sonriente, evitó el contacto visual. A lo largo del pasillo, el murmullo de los empleados era más contenido de lo habitual, y al llegar a su escritorio, Clara notó un correo electrónico urgente en su bandeja de entrada.
De: Donovan Blackwood
Asunto: Reunión inmediataHora: 8:00 a.m.No había más detalles, pero no los necesitaba. Donovan rara vez explicaba el porqué de sus decisiones; simplemente esperaba resultados. Clara sintió el familiar nudo de ansiedad apretándose en su estómago mientras revisaba apresuradamente sus documentos, asegurándose de tener todo lo necesario para cualquier eventualidad.
A las ocho en punto, Clara se encontró frente a la puerta de cristal esmerilado que llevaba a la oficina de Donovan. Respiró profundamente antes de golpear suavemente.
—Adelante.— La voz profunda del hombre resonó desde el interior.
Clara entró, cerrando la puerta tras de sí con cuidado. Donovan estaba de pie junto a su escritorio, revisando un archivo con su ceño fruncido característico. Cuando levantó la mirada, sus ojos grises la estudiaron con una intensidad que la hizo sentir vulnerable, a pesar de su postura erguida.
—Señorita Evans.— Su tono era seco, casi cortante.— ¿Puede explicarme por qué este informe está lleno de inconsistencias?
Clara parpadeó, sorprendida. Había revisado ese informe tres veces antes de enviarlo, segura de que cada detalle estaba en su lugar.
—Disculpe, señor Blackwood, pero… ¿podría mostrarme qué errores encontró? Revisé el documento varias veces antes de enviarlo.— Su voz era firme, aunque una chispa de inseguridad brilló en sus ojos.
Donovan alzó una ceja, claramente sorprendido por su respuesta directa. Abrió el archivo en su computadora y giró la pantalla hacia ella.
—Aquí. Las cifras no coinciden con las proyecciones del mes pasado. Esas discrepancias podrían costarnos una relación clave con uno de nuestros principales clientes.
Clara se inclinó hacia la pantalla, estudiando las cifras con rapidez. Su mente trabajó frenética, comparando datos y buscando una explicación. De repente, lo vio.
—Esto es un error en el sistema de integración de datos, no del informe.— Su voz sonaba más segura ahora. —Los datos del mes pasado no se sincronizaron correctamente. Si me permite, puedo corregirlo de inmediato y reenviar el informe actualizado.
Donovan la observó en silencio durante un largo momento, con su expresión indescifrable. Finalmente, asintió.
—Tiene dos horas para arreglarlo.— Se giró hacia su escritorio, dando por terminada la conversación. Pero antes de que Clara pudiera salir, él habló nuevamente, con un tono más bajo.
—Señorita Evans, ¿Siempre es usted así en su trabajo? No es algo que se vea a menudo.
Clara se detuvo, sorprendida por el comentario. No era un cumplido, exactamente, pero tampoco sonaba como una crítica. Finalmente, respondió con cautela.
—Solo trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, señor Blackwood.
Donovan asintió, y Clara salió de la oficina con el corazón latiendo rápido. Había algo en la forma en que la miraba, como si intentara desentrañar un misterio que ni siquiera ella comprendía.
A lo largo del día, Clara trabajó sin descanso, inmersa en la corrección del informe y en sus propios pensamientos. Había algo inquietante en la atención que Donovan parecía dirigir hacia ella. No era como el escrutinio habitual que reservaba para todos los empleados; era diferente. Más… personal.
Mientras tanto, Donovan también se encontraba distraído. Había observado a Clara desde que comenzó a trabajar para él, intrigado por su naturaleza reservada y su aparente indiferencia hacia él. La mayoría de las empleadas buscaban su aprobación o incluso coqueteaban abiertamente, pero Clara mantenía una profesionalidad impenetrable. Su vestimenta siempre era correcta, su comportamiento impecable. No había rastros de coquetería ni intento de destacar. Donovan se preguntaba qué historias escondía esa fachada cuidadosamente construida.
Cuando Clara finalmente entregó el informe corregido, era casi la hora de salir. Tocó suavemente la puerta antes de entrar.
—Aquí está el informe actualizado, señor Blackwood.
Él tomó el archivo sin levantar la mirada, revisándolo rápidamente. Después de unos momentos, asintió con aprobación.
—Buen trabajo. Puede irse.
Clara se giró para salir, pero antes de llegar a la puerta, Donovan habló de nuevo.
—Evans, ¿por qué trabaja tan duro? No es solo ambición, ¿verdad?
Clara se congeló. La pregunta la tomó por sorpresa, y el peso de su pasado amenazó con derrumbar la fachada que había construido con tanto esfuerzo. Sin girarse, respondió con una voz neutral.
—Simplemente creo en hacer las cosas bien, señor Blackwood.
Él no insistió, pero cuando Clara dejó la oficina, sintió la intensidad de su mirada siguiéndola hasta que cerró la puerta.
Esa noche, mientras Clara caminaba a casa, no pudo evitar repasar el día en su mente. Había algo peligroso en la curiosidad de Donovan, algo que despertaba en ella una mezcla de miedo y extraña fascinación. Sabía que tenía que ser cuidadosa. Su vida ya había sido marcada por el abuso de poder de un hombre, y no podía permitirse repetir esa historia.
Por su parte, Donovan se quedó en su oficina hasta tarde, repasando el informe y, más allá de eso, reflexionando sobre Clara Evans. Había algo en ella que desafiaba su comprensión, algo que no podía ignorar. Y, aunque no quería admitirlo, estaba decidido a descubrir qué era.
Clara había decidido pasar la noche sola en su departamento después de un largo día de trabajo. Su mente estaba agotada, pero las sombras de su pasado aún la perseguían, como demonios ansiosos por emerger. Había llegado a un acuerdo consigo misma: no dejaría que esos recuerdos la controlaran. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando ahuyentar las imágenes fragmentadas que acudían a su mente. Recordaba fragmentos de la fiesta, la presión de un beso que no deseaba, el aroma dulce del licor que su jefe le había dado… Recordaba la pérdida de control, la humillación, el dolor, y luego el silencio que había seguido.Estaba acurrucada en el sofá, envuelta en una manta gruesa, cuando sonó el teléfono. Miró la pantalla y vio el nombre de su mejor amiga, Ana. Su corazón dio un pequeño salto; hablar con Ana siempre le traía paz. Clara no había compartido con Ana los detalles de lo que había pasado aquella noche. No podía. Sabía que Ana se había preocupado por ella durante mucho tiempo y que la
Clara salió de la oficina con el corazón acelerado. Había estado todo el día a la defensiva, consciente de cada palabra y acción de Donovan, su jefe. Desde que la noche anterior se abrió un poco más con Ana, su curiosidad sobre él había crecido. Los pequeños gestos de consideración que Donovan había mostrado hoy, como preguntar si necesitaba algo o suavizar su tono al hablarle, no pasaron desapercibidos para Clara. Algo en su comportamiento estaba cambiando, y eso comenzaba a despertar una chispa de curiosidad en ella. Pero, aún así, Clara seguía siendo cautelosa. No podía permitirse bajar la guardia, no después de todo lo que había pasado.Salió del edificio y respiró hondo, sintiendo el frescor del aire de la tarde sobre su rostro. Mientras se dirigía hacia su coche, sus pensamientos volvieron a aquella fiesta, a la droga en su bebida, y al jefe que había abusado de su confianza. Su mente aún luchaba con esas imágenes turbias, con el dolor que nunca parecía disiparse del todo. Pero
El ascensor ascendía lentamente, el sonido mecánico de los cables rompiendo el silencio en el interior. Clara miró su reflejo en las puertas metálicas, intentando controlar el ligero temblor en sus manos. Hablar con Donovan había sido desconcertante, y aunque intentó convencerse de que no era nada, no podía ignorar la creciente inquietud en su pecho. Había algo en su actitud, en esa sonrisa tranquila y en su invitación inesperada, que la hacía dudar.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en su piso, Clara salió apresuradamente y caminó hacia su apartamento. Se obligó a respirar hondo, a calmar la sensación de ser observada que la había acompañado desde que dejó el edificio de Ana. Era ridículo, se dijo. Era un edificio lleno de gente. Nadie estaba observándola.Pero la sensación no desaparecía.Desde el estacionamiento subterráneo, unos ojos vigilantes seguían cada movimiento de Clara. Oculto en las sombras, un hombre alto, con una chaqueta oscura y una gorra que cubría parcialm
2 semanas después...Clara ajustó el dobladillo de su vestido frente al espejo de su pequeño apartamento, sintiendo una mezcla de nervios y resignación. Era el primer evento corporativo al que asistiría desde que comenzó a trabajar para Donovan Kane. La perspectiva de pasar horas rodeada de compañeros y desconocidos la llenaba de ansiedad, pero sabía que no tenía opción. Estas reuniones eran parte de su trabajo, una oportunidad para demostrar su profesionalismo y compromiso, aunque preferiría estar en cualquier otro lugar.Respiró hondo, tomó su bolso y salió. El lugar del evento era un salón de lujo en el centro de la ciudad, con techos altos, luces cálidas y un ambiente que exudaba sofisticación. Clara llegó temprano, esperando poder ubicarse en un rincón discreto antes de que llegara la multitud. Sin embargo, Donovan ya estaba allí.Él estaba junto a un grupo de ejecutivos, su postura relajada pero dominante. Su mirada cruzó la habitación y se detuvo en Clara. Una leve sonrisa se f
Clara hojeaba una carpeta llena de documentos en la pequeña sala de archivo de la empresa. Era un día tranquilo, y la oficina estaba casi vacía, lo que le daba una oportunidad para enfocarse en terminar el papeleo que Donovan había solicitado con tanta urgencia. Mientras revisaba, un sobre desgastado llamó su atención. Era diferente a los demás: viejo, mal etiquetado y con un nombre que no había visto antes.Curiosa, lo abrió y encontró dentro varios papeles relacionados con la adquisición de una empresa menor por parte de la compañía de Donovan. Uno de los documentos mencionaba a un "Elliot Moreau" como un accionista de la empresa. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.El nombre era inconfundible. Elliot Moreau. El hombre que había arruinado su vida....Durante el resto del día, Clara no pudo concentrarse. Su mente estaba llena de recuerdos fragmentados y preguntas sin respuesta. ¿Cómo era posible que ese hombre estuviera vinculado con Donovan? ¿Lo sabría él?Intentó traba
Donovan observó su reflejo en el ventanal de su despacho mientras revisaba los últimos contratos del día. Desde que asumió las riendas de la empresa, su vida se había convertido en un intrincado juego de diplomacia, números y, sobre todo, evitar a Elliot. Su medio hermano tenía la habilidad de entrar en cualquier lugar y convertirlo en un campo de batalla emocional.Cuando Donovan escuchó el inconfundible eco de los pasos de Elliot acercándose, supo que su día estaba a punto de complicarse.—Hermano —dijo Elliot al entrar, sin molestarse en llamar. Su tono era burlón, como siempre, una mezcla de sarcasmo y condescendencia que había aprendido a odiar desde la adolescencia.—Elliot —respondió Donovan, sin levantar la vista de sus documentos—. ¿Qué haces aquí?—Vamos, ¿no puedo pasar a visitar al gran Donovan? —respondió Elliot, con una sonrisa ladeada mientras se dejaba caer en una de las sillas frente al escritorio.Donovan alzó la vista, sus ojos clavándose en los de su hermano. Aunqu
Clara caminó rápidamente hasta su escritorio, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. Todo estaba volviendo, como una ola que arrasaba con su frágil calma. No podía concentrarse, no podía respirar con normalidad.Mientras se sentaba, su teléfono vibró con un mensaje. Lo abrió con manos temblorosas."Recuerda lo que te dije, Clara. Mantén la boca cerrada."Era de un número desconocido, pero no necesitaba confirmarlo. Sabía que era Elliot.Clara apagó su teléfono, apoyando la frente en sus manos. No podía dejar que él ganara. No esta vez. Pero, ¿cómo enfrentarse a un hombre como Elliot?El ascensor sólo había sido solo el principio. Clara apenas podía recordar cómo llegó a su escritorio tras su encuentro con Elliot, pero los recuerdos dolorosos ya se habían desatado, envolviéndola como un torbellino implacable.Su corazón latía con fuerza desbocada, como si buscara escapar de su pecho. El eco de las palabras de Elliot retumbaba en su mente: "Arruinaré tu vida."Clara se encogió
El evento social de la empresa era más una exhibición de poder que una celebración. Clara no tenía intención de asistir, pero Donovan había insistido en que su presencia era necesaria.—Es un evento importante —le había dicho en la tarde del día anterior, con su tono calmado pero autoritario—. Quiero que me acompañes.Clara había aceptado con una mezcla de resignación y ansiedad. No estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, y la idea de interactuar con desconocidos la llenaba de nervios.El salón estaba lleno de gente elegante, con copas de champán brillando bajo las luces de araña. Donovan caminaba a su lado con naturalidad, como si perteneciera completamente a ese mundo. Clara, en cambio, se sentía como un pez fuera del agua, insegura y tensa.—Relájate —le dijo Donovan al notar su incomodidad, inclinándose ligeramente hacia ella—. No muerden.Clara forzó una sonrisa, pero su corazón latía con fuerza. Donovan se detuvo varias veces para hablar con socios y empleados, presentándol