Clara salió de la oficina con el corazón acelerado. Había estado todo el día a la defensiva, consciente de cada palabra y acción de Donovan, su jefe. Desde que la noche anterior se abrió un poco más con Ana, su curiosidad sobre él había crecido. Los pequeños gestos de consideración que Donovan había mostrado hoy, como preguntar si necesitaba algo o suavizar su tono al hablarle, no pasaron desapercibidos para Clara. Algo en su comportamiento estaba cambiando, y eso comenzaba a despertar una chispa de curiosidad en ella. Pero, aún así, Clara seguía siendo cautelosa. No podía permitirse bajar la guardia, no después de todo lo que había pasado.
Salió del edificio y respiró hondo, sintiendo el frescor del aire de la tarde sobre su rostro. Mientras se dirigía hacia su coche, sus pensamientos volvieron a aquella fiesta, a la droga en su bebida, y al jefe que había abusado de su confianza. Su mente aún luchaba con esas imágenes turbias, con el dolor que nunca parecía disiparse del todo. Pero las palabras de Ana resonaban en su cabeza: "Es solo un mal momento, no una mala vida".
La casa de Ana siempre había sido un refugio para Clara. Era un hogar lleno de risas, juegos y amor, cosas que Clara a menudo añoraba. Cuando llegó, Ronny, el pequeño niño de Ana, salió corriendo hacia ella con una sonrisa radiante.
—¡Clara! —exclamó, sus pequeños brazos se extendieron para abrazarla.
Clara se agachó y lo levantó en sus brazos, sintiendo la calidez y la pureza de su amistad con Ana en cada movimiento.
—Hola, Ronny —dijo Clara, con voz suave—. ¿Cómo estás, campeón?
—Bien, Clara. ¿Vienes a jugar conmigo? —preguntó Ronny, con su carita llena de entusiasmo.
Ana apareció en la puerta, con una sonrisa tranquila en su rostro. Clara sintió un pequeño alivio al verla. Ana había estado ocupada con su hijo, pero siempre encontraba tiempo para estar allí cuando Clara lo necesitaba.
—Hola, Clara —dijo Ana—. Gracias por venir. Siempre es un placer verte.
—Gracias por invitarme —respondió Clara, mirándola con gratitud—. Necesitaba un respiro.
Se dirigieron a la sala de estar, donde Ronny comenzó a mostrarle a Clara sus juguetes nuevos. Ana se sentó en el sofá, ofreciéndole a Clara un té mientras hablaban de todo y de nada. Clara se sintió agradecida por ese momento de tranquilidad. A veces, no necesitaba palabras; solo la compañía silenciosa de Ana y Ronny era suficiente.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó Ana, mientras Ronny sacaba sus bloques de construcción.
Clara decidió ser honesta, al menos en parte.
—Fue largo y difícil —respondió Clara, su voz sonando más baja de lo que pretendía—. Pero estoy bien.
Ana la miró con un entendimiento silencioso, como si conociera cada parte del sufrimiento de Clara sin necesidad de explicaciones detalladas. Clara no podía ocultar sus miedos y inseguridades con Ana, pero al menos intentaba no alarmarla con los detalles más oscuros.
—¿Y tu jefe? —preguntó Ana, levantando una ceja—. ¿Ha estado mejor hoy?
Clara se encogió de hombros.
—Sí, ha sido más… considerado —respondió Clara, algo desconfiada—. Pero no estoy segura de qué está pasando con él.
Ana asintió, como si entendiera lo que eso significaba.
—Tal vez está tratando de ser un mejor jefe —dijo Ana, con tono casual—. ¿Te ha dicho algo?
Clara negó con la cabeza.
—No, pero está siendo raro —respondió Clara—. Más tranquilo, como si no estuviera intentando jugar conmigo.
Ana la observó.
—Quizás está comenzando a ver las cosas desde tu perspectiva —sugirió Ana, su voz llena de suavidad—. A veces, las personas necesitan tiempo para conocer a su entorno, Clara.
Clara no estaba segura de cómo interpretar esos pequeños cambios en Donovan. Podía ser solo una fachada, un intento de ganar su confianza antes de atacar. Pero algo en su voz, en su manera de actuar, le hacía dudar. ¿Podría ser sincero por primera vez? No conocía bien a su jefe aunque llevaba trabajando para él un año.
Después de un par de horas, cuando ya era tarde, Clara se despidió de Ana y de Ronny. Ana le dio un abrazo reconfortante antes de que Clara se subiera al coche. Aunque sabía que todavía tenía un largo camino por recorrer en su proceso de recuperación emocional, Clara se sentía menos sola, al menos por un rato.
Al salir del edificio de nuevo, el cielo se había oscurecido, y la ciudad se veía aún más imponente en la oscuridad. Mientras esperaba el ascensor, Clara se encontró con Donovan, quien al parecer vivía también en ese edificio. Su jefe y su perro, un labrador juguetón llamado Max, bajaban hacia el vestíbulo. Clara sintió un nudo de nervios en el estómago. No esperaba encontrarlo allí. Donovan la miró con una leve sonrisa en los labios, un gesto que Clara no pudo interpretar del todo.
—Hola, Clara —dijo Donovan, su tono era suave, casi amigable.
Clara asintió, incómoda.
—Hola, señor Donovan —respondió, con la voz un poco tensa.
Donovan pareció notar su incomodidad, porque suavizó su tono aún más.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó, como si realmente se interesara.
Clara se encogió de hombros, tratando de mantener su guardia en alto.
—Normal —respondió, tratando de sonar casual—. ¿Y el suyo?
Donovan dejó escapar una risa suave.
—Bueno, ha sido un día largo —dijo, su voz tenía un tono más relajado de lo habitual—. Quería preguntarte si te apetecería tomar algo, ahora que ya es tarde.
Clara frunció el ceño, sorprendida por la invitación.
—¿Tomar algo? —preguntó, desconfiada—. ¿Por qué?
Donovan se encogió de hombros.
—Simplemente pensé que podríamos… charlar. Tal vez conocernos un poco mejor fuera de la oficina —respondió, en tono aún relajado.
Clara se quedó en silencio, luchando contra la tentación de aceptar. ¿Era una trampa? Donovan tenía una manera extraña de cambiar su comportamiento, y Clara aún no podía determinar si era genuino o solo una maniobra para manipularla.
—No sé —dijo finalmente, con tono lleno de dudas—. No estoy segura de que sea buena idea.
Donovan asintió, como si esperara esa respuesta.
—Lo entiendo —dijo, con una pequeña sonrisa—. No quiero presionarte. Solo pensé que sería una oportunidad para… conocernos mejor, fuera del trabajo.
Clara sintió una punzada de curiosidad. Había algo en Donovan que no cuadraba del todo, algo que la hacía preguntarse si podría abrirse a él de alguna manera. Pero aún así, se mantenía a la defensiva.
—Tal vez otro día —respondió, finalmente—. Pero gracias por la oferta.
Donovan sonrió, un poco más sincero esta vez.
—Está bien, Clara. Te veré mañana entonces —dijo, mientras el ascensor llegaba y se abría.
Clara subió al ascensor y miró a Donovan mientras él y Max se alejaban. No estaba segura de qué pensaba, pero algo en su gesto le decía que algo estaba cambiando.
El ascensor ascendía lentamente, el sonido mecánico de los cables rompiendo el silencio en el interior. Clara miró su reflejo en las puertas metálicas, intentando controlar el ligero temblor en sus manos. Hablar con Donovan había sido desconcertante, y aunque intentó convencerse de que no era nada, no podía ignorar la creciente inquietud en su pecho. Había algo en su actitud, en esa sonrisa tranquila y en su invitación inesperada, que la hacía dudar.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en su piso, Clara salió apresuradamente y caminó hacia su apartamento. Se obligó a respirar hondo, a calmar la sensación de ser observada que la había acompañado desde que dejó el edificio de Ana. Era ridículo, se dijo. Era un edificio lleno de gente. Nadie estaba observándola.Pero la sensación no desaparecía.Desde el estacionamiento subterráneo, unos ojos vigilantes seguían cada movimiento de Clara. Oculto en las sombras, un hombre alto, con una chaqueta oscura y una gorra que cubría parcialm
2 semanas después...Clara ajustó el dobladillo de su vestido frente al espejo de su pequeño apartamento, sintiendo una mezcla de nervios y resignación. Era el primer evento corporativo al que asistiría desde que comenzó a trabajar para Donovan Kane. La perspectiva de pasar horas rodeada de compañeros y desconocidos la llenaba de ansiedad, pero sabía que no tenía opción. Estas reuniones eran parte de su trabajo, una oportunidad para demostrar su profesionalismo y compromiso, aunque preferiría estar en cualquier otro lugar.Respiró hondo, tomó su bolso y salió. El lugar del evento era un salón de lujo en el centro de la ciudad, con techos altos, luces cálidas y un ambiente que exudaba sofisticación. Clara llegó temprano, esperando poder ubicarse en un rincón discreto antes de que llegara la multitud. Sin embargo, Donovan ya estaba allí.Él estaba junto a un grupo de ejecutivos, su postura relajada pero dominante. Su mirada cruzó la habitación y se detuvo en Clara. Una leve sonrisa se f
Clara hojeaba una carpeta llena de documentos en la pequeña sala de archivo de la empresa. Era un día tranquilo, y la oficina estaba casi vacía, lo que le daba una oportunidad para enfocarse en terminar el papeleo que Donovan había solicitado con tanta urgencia. Mientras revisaba, un sobre desgastado llamó su atención. Era diferente a los demás: viejo, mal etiquetado y con un nombre que no había visto antes.Curiosa, lo abrió y encontró dentro varios papeles relacionados con la adquisición de una empresa menor por parte de la compañía de Donovan. Uno de los documentos mencionaba a un "Elliot Moreau" como un accionista de la empresa. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.El nombre era inconfundible. Elliot Moreau. El hombre que había arruinado su vida....Durante el resto del día, Clara no pudo concentrarse. Su mente estaba llena de recuerdos fragmentados y preguntas sin respuesta. ¿Cómo era posible que ese hombre estuviera vinculado con Donovan? ¿Lo sabría él?Intentó traba
Donovan observó su reflejo en el ventanal de su despacho mientras revisaba los últimos contratos del día. Desde que asumió las riendas de la empresa, su vida se había convertido en un intrincado juego de diplomacia, números y, sobre todo, evitar a Elliot. Su medio hermano tenía la habilidad de entrar en cualquier lugar y convertirlo en un campo de batalla emocional.Cuando Donovan escuchó el inconfundible eco de los pasos de Elliot acercándose, supo que su día estaba a punto de complicarse.—Hermano —dijo Elliot al entrar, sin molestarse en llamar. Su tono era burlón, como siempre, una mezcla de sarcasmo y condescendencia que había aprendido a odiar desde la adolescencia.—Elliot —respondió Donovan, sin levantar la vista de sus documentos—. ¿Qué haces aquí?—Vamos, ¿no puedo pasar a visitar al gran Donovan? —respondió Elliot, con una sonrisa ladeada mientras se dejaba caer en una de las sillas frente al escritorio.Donovan alzó la vista, sus ojos clavándose en los de su hermano. Aunqu
Clara caminó rápidamente hasta su escritorio, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. Todo estaba volviendo, como una ola que arrasaba con su frágil calma. No podía concentrarse, no podía respirar con normalidad.Mientras se sentaba, su teléfono vibró con un mensaje. Lo abrió con manos temblorosas."Recuerda lo que te dije, Clara. Mantén la boca cerrada."Era de un número desconocido, pero no necesitaba confirmarlo. Sabía que era Elliot.Clara apagó su teléfono, apoyando la frente en sus manos. No podía dejar que él ganara. No esta vez. Pero, ¿cómo enfrentarse a un hombre como Elliot?El ascensor sólo había sido solo el principio. Clara apenas podía recordar cómo llegó a su escritorio tras su encuentro con Elliot, pero los recuerdos dolorosos ya se habían desatado, envolviéndola como un torbellino implacable.Su corazón latía con fuerza desbocada, como si buscara escapar de su pecho. El eco de las palabras de Elliot retumbaba en su mente: "Arruinaré tu vida."Clara se encogió
El evento social de la empresa era más una exhibición de poder que una celebración. Clara no tenía intención de asistir, pero Donovan había insistido en que su presencia era necesaria.—Es un evento importante —le había dicho en la tarde del día anterior, con su tono calmado pero autoritario—. Quiero que me acompañes.Clara había aceptado con una mezcla de resignación y ansiedad. No estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, y la idea de interactuar con desconocidos la llenaba de nervios.El salón estaba lleno de gente elegante, con copas de champán brillando bajo las luces de araña. Donovan caminaba a su lado con naturalidad, como si perteneciera completamente a ese mundo. Clara, en cambio, se sentía como un pez fuera del agua, insegura y tensa.—Relájate —le dijo Donovan al notar su incomodidad, inclinándose ligeramente hacia ella—. No muerden.Clara forzó una sonrisa, pero su corazón latía con fuerza. Donovan se detuvo varias veces para hablar con socios y empleados, presentándol
Donovan llegó a su oficina temprano aquella mañana, como de costumbre, pero con un peso adicional en su mente. La noche anterior, después de la inesperada explosión de Clara, había pasado horas repasando cada palabra, cada gesto, cada mirada. Algo la había herido profundamente, y aunque no tenía idea de qué era, sentía un ardiente deseo de protegerla, incluso de sí misma.Encendió su computadora, dispuesto a sumergirse en el trabajo para distraerse, cuando notó un correo electrónico anónimo en su bandeja de entrada. El asunto decía: "Información importante".Frunció el ceño. Era raro recibir correos sin remitente claro, pero su curiosidad superó a su instinto de ignorarlo. Al hacer clic, el mensaje era breve:"Tal vez quieras ver esto antes de confiar en las personas equivocadas."Adjunto había un archivo de video. Por un instante, dudó. Algo sobre ese correo le provocaba un malestar inexplicable, pero la posibilidad de descubrir algo importante lo empujó a abrirlo.El video comenzó c
Donovan estaba inclinado sobre la mesa de la sala de reuniones, revisando la lista de actividades para la salida de equipo. Clara, a unos pasos de él, estaba organizando cuidadosamente los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Habían pasado semanas desde la última vez que habían tenido una conversación significativa, y aunque sus interacciones eran cortas y profesionales, ambos parecían esforzarse por mantener una aparente calma.—¿Está todo listo? —preguntó Donovan, girándose hacia ella con una sonrisa ligera.—Sí, todo está bajo control —respondió Clara sin mirarlo directamente, concentrada en su trabajo.Había sido idea de Donovan organizar la salida. Era una oportunidad para fortalecer el ambiente laboral y dar a los empleados un respiro de la rutina diaria. Clara, pese a su reticencia inicial, había trabajado arduamente para ayudarlo a planificarlo. Desde la elección del lugar hasta los detalles más pequeños, se había encargado de todo con una eficiencia impec