El ascensor ascendía lentamente, el sonido mecánico de los cables rompiendo el silencio en el interior. Clara miró su reflejo en las puertas metálicas, intentando controlar el ligero temblor en sus manos. Hablar con Donovan había sido desconcertante, y aunque intentó convencerse de que no era nada, no podía ignorar la creciente inquietud en su pecho. Había algo en su actitud, en esa sonrisa tranquila y en su invitación inesperada, que la hacía dudar.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en su piso, Clara salió apresuradamente y caminó hacia su apartamento. Se obligó a respirar hondo, a calmar la sensación de ser observada que la había acompañado desde que dejó el edificio de Ana. Era ridículo, se dijo. Era un edificio lleno de gente. Nadie estaba observándola.
Pero la sensación no desaparecía.
Desde el estacionamiento subterráneo, unos ojos vigilantes seguían cada movimiento de Clara. Oculto en las sombras, un hombre alto, con una chaqueta oscura y una gorra que cubría parcialmente su rostro, la observaba. Había esperado pacientemente, como un depredador al acecho, estudiando cada detalle de su rutina. Su mirada estaba fija en ella, con una mezcla de satisfacción y un frío desprecio.
Era un rostro que Clara conocía, aunque no lo sabía aún. Este hombre, con su mirada perturbadora y su sonrisa torcida, era el fantasma de su pasado: Elliot, el medio hermano de Donovan y, más importante, su antiguo jefe. El mismo hombre que había destrozado su confianza y su sentido de seguridad. Esa noche que Clara había intentado enterrar en lo más profundo de su memoria aún vivía vívidamente en la mente de Elliot.
Para él, aquello no había sido suficiente. No cuando Clara había escapado y dejado su vida atrás, intentando reconstruirla. Su presencia allí no era casualidad; había estado siguiendo a Donovan y, al encontrar a Clara en su órbita, se había convencido de que era el momento perfecto para reclamarla.
Clara cerró la puerta de su apartamento y dejó caer su bolso sobre la mesa. La sensación de incomodidad persistía, como un eco que no podía ignorar. Miró a su alrededor, buscando algo fuera de lugar, pero todo estaba tal como lo había dejado esa mañana. Dejó escapar un suspiro y se dirigió a la cocina para prepararse una taza de té.
Mientras el agua hervía, se acercó a la ventana y miró hacia abajo, al callejón que corría junto al edificio. La calle estaba desierta, apenas iluminada por unas pocas farolas. Sin embargo, su mirada se detuvo en una figura oscura que parecía moverse entre las sombras. Era un hombre, parado cerca de un automóvil. Clara entrecerró los ojos, intentando distinguir más detalles, pero el hombre pareció darse cuenta de que lo observaban y rápidamente desapareció detrás de un contenedor de basura.
Clara sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza. ¿Era su imaginación? ¿O realmente alguien estaba allí? Recordó la sensación de ser observada mientras esperaba el ascensor y el escalofrío que le recorrió la espalda al salir de la oficina.
Sacudió la cabeza, intentando convencerse de que estaba siendo paranoica. Después de todo, había tenido un día estresante, y su mente podía estar jugando trucos con ella. Pero no podía evitar sentir que algo no estaba bien.
Elliot observó desde su escondite, satisfecho de que Clara lo hubiera notado, aunque no pudiera reconocerlo. Eso era parte de su diversión: plantarle la semilla de la duda, hacerla cuestionar su seguridad y su cordura. Había esperado este momento durante años, y ahora que ella estaba tan cerca de Donovan, todo encajaba perfectamente en su plan.
Su teléfono vibró en su bolsillo. Sacándolo, leyó un mensaje breve:
"¿Sigues en la ciudad? Esto no es un juego, Elliot. Mide tus pasos."
Elliot sonrió mientras respondía:
"Siempre juego con cuidado. Tú preocúpate por Donovan."
Apagó la pantalla y volvió a observar el edificio donde Clara vivía. Esta era solo la primera movida.
2 semanas después...Clara ajustó el dobladillo de su vestido frente al espejo de su pequeño apartamento, sintiendo una mezcla de nervios y resignación. Era el primer evento corporativo al que asistiría desde que comenzó a trabajar para Donovan Kane. La perspectiva de pasar horas rodeada de compañeros y desconocidos la llenaba de ansiedad, pero sabía que no tenía opción. Estas reuniones eran parte de su trabajo, una oportunidad para demostrar su profesionalismo y compromiso, aunque preferiría estar en cualquier otro lugar.Respiró hondo, tomó su bolso y salió. El lugar del evento era un salón de lujo en el centro de la ciudad, con techos altos, luces cálidas y un ambiente que exudaba sofisticación. Clara llegó temprano, esperando poder ubicarse en un rincón discreto antes de que llegara la multitud. Sin embargo, Donovan ya estaba allí.Él estaba junto a un grupo de ejecutivos, su postura relajada pero dominante. Su mirada cruzó la habitación y se detuvo en Clara. Una leve sonrisa se f
Clara hojeaba una carpeta llena de documentos en la pequeña sala de archivo de la empresa. Era un día tranquilo, y la oficina estaba casi vacía, lo que le daba una oportunidad para enfocarse en terminar el papeleo que Donovan había solicitado con tanta urgencia. Mientras revisaba, un sobre desgastado llamó su atención. Era diferente a los demás: viejo, mal etiquetado y con un nombre que no había visto antes.Curiosa, lo abrió y encontró dentro varios papeles relacionados con la adquisición de una empresa menor por parte de la compañía de Donovan. Uno de los documentos mencionaba a un "Elliot Moreau" como un accionista de la empresa. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.El nombre era inconfundible. Elliot Moreau. El hombre que había arruinado su vida....Durante el resto del día, Clara no pudo concentrarse. Su mente estaba llena de recuerdos fragmentados y preguntas sin respuesta. ¿Cómo era posible que ese hombre estuviera vinculado con Donovan? ¿Lo sabría él?Intentó traba
Donovan observó su reflejo en el ventanal de su despacho mientras revisaba los últimos contratos del día. Desde que asumió las riendas de la empresa, su vida se había convertido en un intrincado juego de diplomacia, números y, sobre todo, evitar a Elliot. Su medio hermano tenía la habilidad de entrar en cualquier lugar y convertirlo en un campo de batalla emocional.Cuando Donovan escuchó el inconfundible eco de los pasos de Elliot acercándose, supo que su día estaba a punto de complicarse.—Hermano —dijo Elliot al entrar, sin molestarse en llamar. Su tono era burlón, como siempre, una mezcla de sarcasmo y condescendencia que había aprendido a odiar desde la adolescencia.—Elliot —respondió Donovan, sin levantar la vista de sus documentos—. ¿Qué haces aquí?—Vamos, ¿no puedo pasar a visitar al gran Donovan? —respondió Elliot, con una sonrisa ladeada mientras se dejaba caer en una de las sillas frente al escritorio.Donovan alzó la vista, sus ojos clavándose en los de su hermano. Aunqu
Clara caminó rápidamente hasta su escritorio, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. Todo estaba volviendo, como una ola que arrasaba con su frágil calma. No podía concentrarse, no podía respirar con normalidad.Mientras se sentaba, su teléfono vibró con un mensaje. Lo abrió con manos temblorosas."Recuerda lo que te dije, Clara. Mantén la boca cerrada."Era de un número desconocido, pero no necesitaba confirmarlo. Sabía que era Elliot.Clara apagó su teléfono, apoyando la frente en sus manos. No podía dejar que él ganara. No esta vez. Pero, ¿cómo enfrentarse a un hombre como Elliot?El ascensor sólo había sido solo el principio. Clara apenas podía recordar cómo llegó a su escritorio tras su encuentro con Elliot, pero los recuerdos dolorosos ya se habían desatado, envolviéndola como un torbellino implacable.Su corazón latía con fuerza desbocada, como si buscara escapar de su pecho. El eco de las palabras de Elliot retumbaba en su mente: "Arruinaré tu vida."Clara se encogió
El evento social de la empresa era más una exhibición de poder que una celebración. Clara no tenía intención de asistir, pero Donovan había insistido en que su presencia era necesaria.—Es un evento importante —le había dicho en la tarde del día anterior, con su tono calmado pero autoritario—. Quiero que me acompañes.Clara había aceptado con una mezcla de resignación y ansiedad. No estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, y la idea de interactuar con desconocidos la llenaba de nervios.El salón estaba lleno de gente elegante, con copas de champán brillando bajo las luces de araña. Donovan caminaba a su lado con naturalidad, como si perteneciera completamente a ese mundo. Clara, en cambio, se sentía como un pez fuera del agua, insegura y tensa.—Relájate —le dijo Donovan al notar su incomodidad, inclinándose ligeramente hacia ella—. No muerden.Clara forzó una sonrisa, pero su corazón latía con fuerza. Donovan se detuvo varias veces para hablar con socios y empleados, presentándol
Donovan llegó a su oficina temprano aquella mañana, como de costumbre, pero con un peso adicional en su mente. La noche anterior, después de la inesperada explosión de Clara, había pasado horas repasando cada palabra, cada gesto, cada mirada. Algo la había herido profundamente, y aunque no tenía idea de qué era, sentía un ardiente deseo de protegerla, incluso de sí misma.Encendió su computadora, dispuesto a sumergirse en el trabajo para distraerse, cuando notó un correo electrónico anónimo en su bandeja de entrada. El asunto decía: "Información importante".Frunció el ceño. Era raro recibir correos sin remitente claro, pero su curiosidad superó a su instinto de ignorarlo. Al hacer clic, el mensaje era breve:"Tal vez quieras ver esto antes de confiar en las personas equivocadas."Adjunto había un archivo de video. Por un instante, dudó. Algo sobre ese correo le provocaba un malestar inexplicable, pero la posibilidad de descubrir algo importante lo empujó a abrirlo.El video comenzó c
Donovan estaba inclinado sobre la mesa de la sala de reuniones, revisando la lista de actividades para la salida de equipo. Clara, a unos pasos de él, estaba organizando cuidadosamente los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Habían pasado semanas desde la última vez que habían tenido una conversación significativa, y aunque sus interacciones eran cortas y profesionales, ambos parecían esforzarse por mantener una aparente calma.—¿Está todo listo? —preguntó Donovan, girándose hacia ella con una sonrisa ligera.—Sí, todo está bajo control —respondió Clara sin mirarlo directamente, concentrada en su trabajo.Había sido idea de Donovan organizar la salida. Era una oportunidad para fortalecer el ambiente laboral y dar a los empleados un respiro de la rutina diaria. Clara, pese a su reticencia inicial, había trabajado arduamente para ayudarlo a planificarlo. Desde la elección del lugar hasta los detalles más pequeños, se había encargado de todo con una eficiencia impec
El reloj marcaba las siete en punto cuando Clara ajustó el cuello de su blusa impecablemente almidonada. El reflejo en el espejo del baño mostraba a una mujer joven de cabello recogido en un moño bajo, maquillaje sutil y ojos cansados, pero decididos. Era un ritual que había perfeccionado en el último año: la armadura que vestía para enfrentar cada día bajo la dirección del hombre que se había convertido en el sinónimo de intimidación en su vida laboral.Donovan Blackwood, CEO de Blackwood Enterprises, no era solo un jefe exigente; era una figura imponente. Alto, con un porte elegante y una voz que resonaba con autoridad, parecía diseñado para mantener a todos en su lugar con una sola mirada. Clara había aprendido a navegar sus humores con cautela, asegurándose de no sobresalir ni provocar más atención de la necesaria. Ella prefería la seguridad de la sombra, un espacio donde podía hacer su trabajo sin enfrentarse al desdén o las preguntas inquisitivas que parecían ser su especialidad