2 semanas después...
Clara ajustó el dobladillo de su vestido frente al espejo de su pequeño apartamento, sintiendo una mezcla de nervios y resignación. Era el primer evento corporativo al que asistiría desde que comenzó a trabajar para Donovan Kane. La perspectiva de pasar horas rodeada de compañeros y desconocidos la llenaba de ansiedad, pero sabía que no tenía opción. Estas reuniones eran parte de su trabajo, una oportunidad para demostrar su profesionalismo y compromiso, aunque preferiría estar en cualquier otro lugar.
Respiró hondo, tomó su bolso y salió. El lugar del evento era un salón de lujo en el centro de la ciudad, con techos altos, luces cálidas y un ambiente que exudaba sofisticación. Clara llegó temprano, esperando poder ubicarse en un rincón discreto antes de que llegara la multitud. Sin embargo, Donovan ya estaba allí.
Él estaba junto a un grupo de ejecutivos, su postura relajada pero dominante. Su mirada cruzó la habitación y se detuvo en Clara. Una leve sonrisa se formó en sus labios, algo que ella notó con un nudo en el estómago. Donovan parecía observarla más últimamente, con una mezcla de curiosidad y algo que no podía descifrar.
Clara evitó su mirada y se dirigió a una mesa cercana, fingiendo interés en los arreglos florales. Mientras lo hacía, sus pensamientos comenzaron a girar en torno a su creciente incomodidad con la atención de Donovan. Aunque sus gestos hacia ella habían sido amables últimamente, no podía evitar la sensación de vulnerabilidad que la invadía cada vez que él se acercaba. ¿Por qué de repente parecía interesado en ella? ¿Y por qué eso la inquietaba tanto?
A medida que avanzaba la noche, el salón se llenó de risas, música suave y el tintineo de copas de vino. Clara intentaba mantenerse en las sombras, pero eso no impidió que algunos hombres se acercaran a ella. Uno de ellos, un colega llamado Michael, se inclinó demasiado cerca mientras hablaban.
—Entonces, ¿cómo te estás adaptando al equipo? —preguntó Michael, su tono amistoso, pero su cercanía claramente invasiva.
Clara dio un paso hacia atrás, forzando una sonrisa.
—Bien, gracias. Es un equipo muy profesional.
Sin embargo, Michael no pareció captar su incomodidad. Dio un paso adelante, reduciendo nuevamente la distancia entre ellos.
—Me alegra oír eso. Si necesitas algo, lo que sea, no dudes en decirme.
El tono de su voz era lo suficientemente amable para no ser directamente inapropiado, pero la manera en que sus ojos recorrían a Clara le hizo sentir náuseas. Se tensó, buscando una excusa para salir de la conversación, pero antes de que pudiera responder, una voz familiar interrumpió.
—¿Todo bien aquí? —Donovan apareció junto a ella, su expresión neutral pero su presencia inconfundible.
Michael enderezó su postura inmediatamente.
—Oh, sí, claro. Solo estaba poniéndome al día con Clara.
—Perfecto —respondió Donovan con una sonrisa educada, aunque había algo frío en su mirada mientras observaba a Michael—. Disculpa, pero necesito a Clara un momento.
Sin esperar respuesta, Donovan colocó una mano en el brazo de Clara, guiándola lejos del grupo. El contacto fue breve, pero lo suficientemente protector para que Clara sintiera un alivio inmediato.
—Gracias —murmuró cuando estuvieron a cierta distancia.
Donovan la miró, evaluándola con detenimiento.
—¿Estás bien?
Clara asintió rápidamente, pero el nudo en su garganta la delataba. Donovan no insistió, pero sus ojos oscuros parecían leer más de lo que ella estaba dispuesta a admitir.
—Si alguien te molesta esta noche, dímelo —dijo en voz baja—. No tienes que manejar eso sola.
Clara lo miró con desconfianza, no acostumbrada a este nivel de atención por parte de un jefe. Sin embargo, la firmeza en sus palabras la desarmó. No parecía una simple cortesía.
Durante el resto de la velada, Donovan se mantuvo cerca lo suficiente como para que Clara sintiera una extraña mezcla de alivio y confusión. Nunca la había tratado de esta manera antes, y no sabía cómo interpretar sus acciones. Por un lado, agradecía su intervención. Por otro, no podía ignorar el miedo persistente que el pasado había incrustado en ella.
Cuando finalmente decidió que era hora de irse, Donovan apareció nuevamente a su lado.
—Te acompaño hasta la puerta —dijo, sin dejar espacio para discusión.
Caminaron en silencio por el pasillo vacío del edificio. Clara no podía evitar sentirse ansiosa por la cercanía, aunque notó que Donovan mantenía una distancia respetuosa. Cuando llegaron al vestíbulo, él se detuvo y la miró directamente.
—Sé que a veces puedo parecer... intimidante —comenzó—. Pero no tienes que temerme, Clara.
Clara tragó saliva, sorprendida por sus palabras. No estaba segura de cómo responder, así que simplemente asintió. Mientras el aire fresco de la noche la envolvía, se dio cuenta de que algo en su percepción de Donovan estaba cambiando. Tal vez no era el hombre implacable que había asumido al principio. Tal vez, bajo esa fachada dura, había alguien dispuesto a protegerla.
...
El evento llegó a su fin, y Clara sintió un alivio abrumador mientras recogía su abrigo. Había logrado pasar desapercibida en su mayoría, aunque la cercanía de algunos hombres y la inesperada intervención de Donovan seguían pesando en su mente.
Mientras esperaba su turno para salir del edificio, Donovan apareció nuevamente junto a ella, impecable como siempre. Había algo en su postura relajada y su tono pausado que la hacía sentir incómoda y, al mismo tiempo, segura.
—¿Vas en taxi? —preguntó casualmente, pero sus ojos reflejaban un interés genuino.
—Sí, eso tenía pensado —respondió Clara, sin mirarlo directamente.
Él guardó silencio por un momento, y luego añadió: —Es tarde. Puedo llevarte a casa.
Clara lo miró, sorprendida. Aunque su tono era tranquilo, no lo sintió como una orden, sino como una oferta sincera. Su primera reacción fue rechazarlo, pero algo en su interior la detuvo. Había visto un lado diferente de Donovan esa noche, un lado más humano que había derribado parte de su habitual coraza.
—Está bien, gracias —respondió finalmente, su voz apenas audible.
El trayecto en el auto fue, al principio, un silencio cómodo. Donovan conducía con una mano en el volante, sus movimientos seguros y fluidos. Clara, sentada a su lado, se mantenía rígida, mirando fijamente por la ventana mientras intentaba calmar los nervios que sentía al estar sola con él.
—¿Te gustó el evento? —preguntó Donovan de repente, rompiendo el silencio.
Clara giró ligeramente la cabeza hacia él. —Fue... interesante. No estoy acostumbrada a este tipo de reuniones.
Donovan asintió. —A veces pueden ser tediosas. Pero es parte del trabajo.
Su tono era relajado, casi amistoso. Clara no podía evitar notar cómo este lado suyo contrastaba con el hombre frío y exigente que conocía en la oficina. Quizás por eso, y porque la oscuridad del auto parecía ofrecer un refugio, se permitió bajar un poco la guardia.
—Gracias por... antes —dijo, titubeando. —No sé cómo habría manejado esa situación sin tu ayuda.
Él lanzó una mirada rápida hacia ella antes de volver a concentrarse en la carretera. —No tienes que agradecer. Solo hice lo que cualquiera debería hacer.
Clara no respondió, pero sus palabras resonaron en su mente. No todos habrían intervenido de la manera que él lo hizo, y lo sabía muy bien.
—A veces, los eventos sociales pueden ser difíciles —añadió Donovan después de una pausa—. No siempre sabes quién tiene buenas intenciones y quién no.
Clara se tensó ligeramente, sintiendo que sus palabras rozaban un tema delicado. Sin embargo, él no presionó, dejando que el silencio llenara el espacio nuevamente.
Cuando llegaron al edificio de Clara, Donovan apagó el motor y se giró hacia ella.
—¿Necesitas algo más? —preguntó, su tono neutral pero atento.
Clara negó con la cabeza, agarrando su bolso con fuerza. ¿Qué había pasado? ¿Como sabía él donde vivía? Ella se había olvidado por completo de que no le había dicho y el de alguna forma ya sabía...
—No, estoy bien. Gracias por traerme.
Él asintió, pero no hizo ningún movimiento por irse inmediatamente, como si esperara asegurarse de que realmente estaba bien. Finalmente, Clara abrió la puerta del auto y bajó.
—Buenas noches, Clara —dijo Donovan antes de que ella cerrara la puerta.
Clara levantó la vista hacia él por un momento, sorprendida por el uso de su nombre en lugar de algo más formal.
—Buenas noches, señor Donovan —respondió suavemente, cerrando la puerta detrás de ella.
Mientras entraba a su edificio, no pudo evitar mirar hacia atrás y ver el auto de Donovan desaparecer en la distancia. Había algo en esa interacción que la dejó inquieta, aunque no supo exactamente qué.
Al entrar en su apartamento, corrió a llamar a Ana.
—¿Y cómo te fue en el evento? —preguntó Ana, emocionada.
Clara suspiró.
—Bien, supongo. Aunque me sentí un poco fuera de lugar.
—¿Por qué? —Ana frunció el ceño—. ¿Alguien te hizo sentir incómoda?
Clara dudó, pero luego asintió lentamente.
—Uno de mis compañeros fue un poco... invasivo. Pero Donovan intervino.
—¿Tu jefe? ¿El mismo tipo que siempre parece tan distante?
Clara asintió de nuevo, con su mirada fija en su taza.
—Sí. Fue inesperado, pero... no sé. Ha estado actuando diferente últimamente. Más amable, más atento.
—¿Y eso te incomoda?
—Un poco. No estoy acostumbrada a que los hombres sean... así conmigo.
—Clara. No puedes permitir que ese trauma controle tu vida para siempre.
Ella sabía que su amiga tenía razón, pero superar ese miedo no era tan sencillo.
—Es complicado —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. A veces siento que nunca podré dejarlo atrás.
—Vamos, dale una oportunidad... quizá te sorprenda —susurró Ana mientras reía sonoramente.
Clara hojeaba una carpeta llena de documentos en la pequeña sala de archivo de la empresa. Era un día tranquilo, y la oficina estaba casi vacía, lo que le daba una oportunidad para enfocarse en terminar el papeleo que Donovan había solicitado con tanta urgencia. Mientras revisaba, un sobre desgastado llamó su atención. Era diferente a los demás: viejo, mal etiquetado y con un nombre que no había visto antes.Curiosa, lo abrió y encontró dentro varios papeles relacionados con la adquisición de una empresa menor por parte de la compañía de Donovan. Uno de los documentos mencionaba a un "Elliot Moreau" como un accionista de la empresa. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda.El nombre era inconfundible. Elliot Moreau. El hombre que había arruinado su vida....Durante el resto del día, Clara no pudo concentrarse. Su mente estaba llena de recuerdos fragmentados y preguntas sin respuesta. ¿Cómo era posible que ese hombre estuviera vinculado con Donovan? ¿Lo sabría él?Intentó traba
Donovan observó su reflejo en el ventanal de su despacho mientras revisaba los últimos contratos del día. Desde que asumió las riendas de la empresa, su vida se había convertido en un intrincado juego de diplomacia, números y, sobre todo, evitar a Elliot. Su medio hermano tenía la habilidad de entrar en cualquier lugar y convertirlo en un campo de batalla emocional.Cuando Donovan escuchó el inconfundible eco de los pasos de Elliot acercándose, supo que su día estaba a punto de complicarse.—Hermano —dijo Elliot al entrar, sin molestarse en llamar. Su tono era burlón, como siempre, una mezcla de sarcasmo y condescendencia que había aprendido a odiar desde la adolescencia.—Elliot —respondió Donovan, sin levantar la vista de sus documentos—. ¿Qué haces aquí?—Vamos, ¿no puedo pasar a visitar al gran Donovan? —respondió Elliot, con una sonrisa ladeada mientras se dejaba caer en una de las sillas frente al escritorio.Donovan alzó la vista, sus ojos clavándose en los de su hermano. Aunqu
Clara caminó rápidamente hasta su escritorio, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. Todo estaba volviendo, como una ola que arrasaba con su frágil calma. No podía concentrarse, no podía respirar con normalidad.Mientras se sentaba, su teléfono vibró con un mensaje. Lo abrió con manos temblorosas."Recuerda lo que te dije, Clara. Mantén la boca cerrada."Era de un número desconocido, pero no necesitaba confirmarlo. Sabía que era Elliot.Clara apagó su teléfono, apoyando la frente en sus manos. No podía dejar que él ganara. No esta vez. Pero, ¿cómo enfrentarse a un hombre como Elliot?El ascensor sólo había sido solo el principio. Clara apenas podía recordar cómo llegó a su escritorio tras su encuentro con Elliot, pero los recuerdos dolorosos ya se habían desatado, envolviéndola como un torbellino implacable.Su corazón latía con fuerza desbocada, como si buscara escapar de su pecho. El eco de las palabras de Elliot retumbaba en su mente: "Arruinaré tu vida."Clara se encogió
El evento social de la empresa era más una exhibición de poder que una celebración. Clara no tenía intención de asistir, pero Donovan había insistido en que su presencia era necesaria.—Es un evento importante —le había dicho en la tarde del día anterior, con su tono calmado pero autoritario—. Quiero que me acompañes.Clara había aceptado con una mezcla de resignación y ansiedad. No estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, y la idea de interactuar con desconocidos la llenaba de nervios.El salón estaba lleno de gente elegante, con copas de champán brillando bajo las luces de araña. Donovan caminaba a su lado con naturalidad, como si perteneciera completamente a ese mundo. Clara, en cambio, se sentía como un pez fuera del agua, insegura y tensa.—Relájate —le dijo Donovan al notar su incomodidad, inclinándose ligeramente hacia ella—. No muerden.Clara forzó una sonrisa, pero su corazón latía con fuerza. Donovan se detuvo varias veces para hablar con socios y empleados, presentándol
Donovan llegó a su oficina temprano aquella mañana, como de costumbre, pero con un peso adicional en su mente. La noche anterior, después de la inesperada explosión de Clara, había pasado horas repasando cada palabra, cada gesto, cada mirada. Algo la había herido profundamente, y aunque no tenía idea de qué era, sentía un ardiente deseo de protegerla, incluso de sí misma.Encendió su computadora, dispuesto a sumergirse en el trabajo para distraerse, cuando notó un correo electrónico anónimo en su bandeja de entrada. El asunto decía: "Información importante".Frunció el ceño. Era raro recibir correos sin remitente claro, pero su curiosidad superó a su instinto de ignorarlo. Al hacer clic, el mensaje era breve:"Tal vez quieras ver esto antes de confiar en las personas equivocadas."Adjunto había un archivo de video. Por un instante, dudó. Algo sobre ese correo le provocaba un malestar inexplicable, pero la posibilidad de descubrir algo importante lo empujó a abrirlo.El video comenzó c
Donovan estaba inclinado sobre la mesa de la sala de reuniones, revisando la lista de actividades para la salida de equipo. Clara, a unos pasos de él, estaba organizando cuidadosamente los documentos y asegurándose de que todo estuviera en orden. Habían pasado semanas desde la última vez que habían tenido una conversación significativa, y aunque sus interacciones eran cortas y profesionales, ambos parecían esforzarse por mantener una aparente calma.—¿Está todo listo? —preguntó Donovan, girándose hacia ella con una sonrisa ligera.—Sí, todo está bajo control —respondió Clara sin mirarlo directamente, concentrada en su trabajo.Había sido idea de Donovan organizar la salida. Era una oportunidad para fortalecer el ambiente laboral y dar a los empleados un respiro de la rutina diaria. Clara, pese a su reticencia inicial, había trabajado arduamente para ayudarlo a planificarlo. Desde la elección del lugar hasta los detalles más pequeños, se había encargado de todo con una eficiencia impec
El reloj marcaba las siete en punto cuando Clara ajustó el cuello de su blusa impecablemente almidonada. El reflejo en el espejo del baño mostraba a una mujer joven de cabello recogido en un moño bajo, maquillaje sutil y ojos cansados, pero decididos. Era un ritual que había perfeccionado en el último año: la armadura que vestía para enfrentar cada día bajo la dirección del hombre que se había convertido en el sinónimo de intimidación en su vida laboral.Donovan Blackwood, CEO de Blackwood Enterprises, no era solo un jefe exigente; era una figura imponente. Alto, con un porte elegante y una voz que resonaba con autoridad, parecía diseñado para mantener a todos en su lugar con una sola mirada. Clara había aprendido a navegar sus humores con cautela, asegurándose de no sobresalir ni provocar más atención de la necesaria. Ella prefería la seguridad de la sombra, un espacio donde podía hacer su trabajo sin enfrentarse al desdén o las preguntas inquisitivas que parecían ser su especialidad
Clara había decidido pasar la noche sola en su departamento después de un largo día de trabajo. Su mente estaba agotada, pero las sombras de su pasado aún la perseguían, como demonios ansiosos por emerger. Había llegado a un acuerdo consigo misma: no dejaría que esos recuerdos la controlaran. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando ahuyentar las imágenes fragmentadas que acudían a su mente. Recordaba fragmentos de la fiesta, la presión de un beso que no deseaba, el aroma dulce del licor que su jefe le había dado… Recordaba la pérdida de control, la humillación, el dolor, y luego el silencio que había seguido.Estaba acurrucada en el sofá, envuelta en una manta gruesa, cuando sonó el teléfono. Miró la pantalla y vio el nombre de su mejor amiga, Ana. Su corazón dio un pequeño salto; hablar con Ana siempre le traía paz. Clara no había compartido con Ana los detalles de lo que había pasado aquella noche. No podía. Sabía que Ana se había preocupado por ella durante mucho tiempo y que la