CELESTE
Entré en Rey Café quince minutos pasadas las nueve de la mañana, con el hambre pellizcándome en el centro del abdomen. Mis ojos ardían de cansancio, aunque era temprano, y había dormido lo suficiente anoche. Fue por lo de Carlos. Y lo de Jeremy. Y lo de —no tengo nada. Me uní a la larga fila para tomar un café, sofocando un bostezo con mi puño, escaneando los especiales en la pizarra detrás del mostrador. ¿Qué es un Capuchino de avellana? — ¿Celeste? —Una voz de mujer. Uno que reconocí de los viejos tiempos. —Celeste, ¿eres tú? Me di la vuelta y vi a Ruth sentada. Su larga cabellera oscura caía más allá de sus hombros, brillante como siempre, pero su cara era más madura, sus ojos color café lucían apagados en comparación con lo que habían sido antes. — ¿Ha pasado tanto tiempo? —Vaya —dije y me salí de la fila. Caminé hacia ella, sonriendo. —Han pasado años. He querido llamarte, pero acabo de volver a la ciudad. —Totalmente —Ruth se levantó de un salto y me abrazó. — ¡Oh, Dios mío, es tan bueno verte, Celeste! ¿Cómo has estado? —Esa es una pregunta difícil —respondí, mientras nos separábamos. — ¿Qué hay de ti? —Ella sonreía de alegría, y algunos de los clientes de la tienda nos miraban. —¿Estás ocupada? ¿Quieres sentarte conmigo y ponerte al día? ¡Podría ser divertido! —Claro, eso será genial —Ruth y yo nos habíamos distanciado después de la universidad. Empezó a salir con Jeremy, y yo odiaba eso. Me senté frente a ella en la cabina. —Hola —dije y sonreí. —Te ves genial. —No lo sé —contestó Ruth, poniendo los ojos en blanco. —En absoluto. He pasado por un infierno. Seguramente, ya lo has oído. Esta ciudad es demasiado pequeña para que no lo hayas hecho. — ¿Escuchar qué? —Le pregunté. Ruth suspiró, presionando sus dedos contra el puente de su nariz. —Jeremy y yo... rompimos. El compromiso —Levantó su dedo anular, ahora vacío — Oh cielos —dije y aclaré mi garganta. —Lo siento mucho. Eso es terrible —Y yo lo sentía. Ella había sido mi amiga, y aunque despreciaba el hecho de que estuvieran juntos, no quería que se sintiera mal. Volvimos a la normalidad, otra vez. Sólo comentábamos un chisme entre dos amigas que compartían un café. Si tan solo ya tuviera una taza en mi mano. Un camarero pareció leer mi mente y se acercó para atender mi orden. —Hola, bienvenidas a Rey café, ¿en qué puedo ayudarlas? —Sólo un capuchino, por favor. Oh, y unas arepas rellenas de carne, para el desayuno si todavía los hacen. —Sí —dijo, sonriendo. Tenía el pelo rubio y los ojos bonitos. Los puso en dirección a Ruth. — ¿Y usted, señorita? ¿Algo más? —Quisiera rellenar esta —contestó ella y golpeó el borde de su taza, que se había vaciado muy rápido. —En realidad, al diablo con eso, ¿por qué no me traes unas arepas rellenas de carne también? — ¡Enseguida! —El camarero se alejó hacia el frente para entregar nuestras órdenes. Ruth suspiró, se tomó el último sorbo de café y lo dejó a un lado. —De todos modos, ¿dónde estábamos? —yo estaba siendo comprensiva. —Dios mío, te extrañé —Ella agarró mi mano sobre la mesa y luego la apretó. — ¿Por qué nos distanciamos? —No tengo ni idea —mentí. —Sólo distancia, supongo —¿Qué más podía decir? Ruth no tenía ni idea de que Jeremy me había quitado la virginidad, que habíamos tenido una noche juntos antes de que todo se hubiera ido a la m****a y que habíamos terminado con todo, incluida nuestra amistad. Al menos, había esperado unos años antes de acostarse con Ruth. Por lo menos. No podía culparlo por esa parte. Sobre las otras cosas… —Bueno, me alegro de que estés aquí, ahora. Me alegro de que todos podamos asistir a la reunión y llevarnos bien. Supongo que sí... ¿Puedo hacerte una pregunta? —Ruth titubeó jugando con sus manos. —Otra, quiero decir. —Claro, adelante. — ¿Lo has visto? —preguntó ella. Oh, Dios. ¿Lo he visto? ¿Te refieres a cuánto de él? — ¿A quién? —Era más fácil jugar a los tontos en esta situación. —Tú sabes, Jeremy. Quería saber si había regresado a la ciudad para la reunión. Sé que rompimos hace seis meses, pero soy un desastre, Celeste. Necesito hablar con él de nuevo, preguntarle por qué no me da una segunda oportunidad. Dios, ¿por qué la vida era tan complicada? Yo quería a Jeremy. Yo había sido más cercana a él que ella, y lo había tirado todo por la borda. —No tienes que hablar con él por mí ni nada —dijo Ruth. —Sólo quiero saber si regresó. —Sí, él regresó —Salió a regañadientes. ¿Qué había hecho Jeremy para romperle el corazón? ¿Le habrá dicho a ella las mismas cosas que me había dicho a mí en su momento? —Regresó —repitió Ruth, suspirando. —Oh Dios, eso significa que probablemente estará en la reunión. Tendré que volver a verlo. —Tal vez. Realmente no sé cuáles son sus planes. No me importa mucho averiguarlo, si sabes a lo que me refiero. Ruth agitó la cabeza. —No lo sé. Realmente nunca entendí por qué empezaron a pelearse en primer lugar. Sé que fue tu amigo primero, antes de yo hacerme amiga de él, quizá por eso nunca lo entendí. —Sí. El camarero regresó con nuestras bebidas, y lo usé como excusa para evitar el tema. —De todos modos —dije y dejé mi taza en la mesa. —¿Cómo has estado aparte de...? —¿El final de mi compromiso? —preguntó Ruth, haciendo énfasis. —Oh, he estado de maravilla. —Lo siento —contesté enseguida. —No, está bien —Me hizo un gesto con la mano. —Estoy siendo una perra. No he dormido mucho últimamente, debe ser por eso. —Sí —dije, después de un rato. —Siento oír que las cosas no están saliendo como planeaste, ¿sabes? Siempre tuviste todo en orden. La cerca blanca era parte de eso. —Lo sé. De todos modos, eso ya se acabó —Volvimos a caer en un incómodo silencio y ambas sorbimos nuestros cafés. Ruth siempre había sido la más emocional de los tres. Mientras que Jeremy siempre había sido un poco alejado y a veces hasta frío, Ruth siempre había sido un poco exagerada en sus emociones, estilo reina del drama.CELESTE Las arepas rellenas de carne llegaron y me salvaron de mencionar alguna otra cosa. Comimos, y Ruth sonrió, incluso hizo una broma y habló de otra cosa que no fuera Jeremy. Después, me despedí, anoté su nuevo número y le prometí llamar pronto.Quince minutos después, estaba de vuelta en la casa. La puerta principal estaba cerrada con llave, y una nota estaba pegada al frente. “Me fui a pescar”. La llave está debajo de la puerta. “Sólo bromeaba, me estoy arreglando el pelo. Con amor, mami’. —Mami —dije y sonreí. Arranqué la nota de la puerta, la doblé y la metí en mi bolsillo para siempre. Me encantaban estas cosas. Cosas sentimentales por las que podía recordar a la gente. Saqué la llave, entré a la casa y llevé todas las cosas a la cocina.Desempaqué apresuradamente, aunque no había razón para ello, luego me dirigí a la puerta principal y la sostuve abierta, mirando al castillo de la mama de Jeremy. No, su castillo. Era su castillo, ahora.Su auto no estaba aparcado en la en
JEREMYEran cinco minutos después de la hora que había acordado para la cena. la pizza estaba aún en el horno. Tomé una copa de vino para servirle a ella, una cerveza para mí y mi irritado estómago lleno de amargura.El timbre sonó y mis músculos se tensaron de inmediato. Ella estaba aquí. Mierda, ella sí vino. Cualquier esperanza de que me retirara ya había desaparecido. Dios, estaba tan emocionado. Era como ver a otro imbécil manejando mi cuerpo. Caminé hacia la pesada puerta principal de roble y la abrí.Celeste estaba de pie en la alfombra de bienvenida, con el pelo suelto alrededor de los hombros, peinado en rizos. Llevaba un vestido veraniego, apretado contra su preciosa piel pálida. Mínimo maquillaje, sus labios brillantes y húmedos.—Hola —dijo ella. —No debí haber venido.—Por supuesto que debías —mentí.—Adelante, entra. Cuéntame qué se siente ser invitado en vez de entrar a hurtadillas en la oscuridad de la noche.Celeste entró dando pasos cortos y se detuvo, se lamió un de
JEREMY POVConfié en Carlos, y me hecho vainas de muchas maneras. Financieramente, emocionalmente, mentalmente. Se metió con otras mujeres, jugó con mi mente y me hizo creer que era alguien que no era. Así que, sí —Parpadeó. —Lo siento. —No, eso es bueno —dije. —Habla todo lo que quieras.—Sí, que se joda. Recuperaré mi empresa. Lo compraré de nuevo, si es necesario. Encontraré.... una manera —Se mojó los labios.La cafetera había dejado de gotear, así que me di la vuelta y la agarré para verter el contenido en las tazas. Las acerqué a la mesa. — ¿Lo quieres con azúcar?—Negro está bien —dijo y aceptó la taza. Una vez más, nuestros dedos se rozaron. —Bebimos de nuestras tazas.— ¿Y? ¿Qué hay de ti? —preguntó. —¿Cuál es tu historia?— ¿Con respecto a qué?—Ruth —dijo ella. — ¿Qué pasó allí?— ¿De eso es de lo que quieres hablar? ¿Ruth? —Oh, vamos, Jeremy. Te hablé
CELESTE —SÍ, bésame.Los dedos de Jeremy se engancharon en mi pelo, y me llevó a su pecho. Sus labios presionaron los míos. Me reclamó como si fuera suya. Apenas podía pensar, funcionar. Era él. Su lengua se apretó contra la mía, y yo respondí, gimiendo suavemente.Sus manos viajaron sobre mi piel, por mi espalda. Se colocaron en mi cintura y la apretaron. Empujó su peso contra mí, y el deseo se extendió, rápido y caliente. Estaba duro y mis párpados revoloteaban.Lo besé más rápido, y él respondió apretando su agarre, bajando la mano y poniéndola sobre mi trasero. —Oh, Dios —no me pude contener. —Oh Dios, Jeremy. Es bueno. Es bueno. Es demasiado bueno.—Ven aquí —El beso se intensificó.No quería que se detuviera. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, presioné mis senos contra su pecho y mis ojos se volvieron a poner en blanco.Los mareos se apoderaron de mí, mis piernas temblaban. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué demoni
JEREMY — ¿Estás bien? —pregunté. —Estoy bien. No hacía falta que vinieras hasta acá.—Estás bromeando, ¿verdad? —En cuanto oí a Celeste gritar desde el costado de la casa, volví corriendo hacia ella.La policía había venido. Estaban en el dormitorio ahora, revisando los daños, la nota, el ladrillo, y hacían todo bajo la supervisión de la madre de Celeste. La noticia se había difundido previsiblemente rápido. La gente había empezado a aparecer, hablando unos con otros.Si no hubiera dejado entrar a la policía por la puerta, entonces ninguno de los otros habría entrado tampoco, pero éramos víctimas de vivir en un pequeño pueblo entrometido.—Celeste, cariño, ¿estás bien? —Luna agarró los codos de Celeste.—Me enteré de las noticias. Estaba tan preocupada por ti.—Estoy bien, Luna. No te preocupes —Celeste también le sonrió. —Sólo es una ventana rota y un ladrillo.—Sí, pero esa horrible nota también.
CELESTE —No puedo creer que estemos haciendo esto —siseé a mi madre. —No puedo creerlo. ¿Cómo puedes aceptarlo? —¿De qué demonios estás hablando, Celeste?. ¿Cuál es el problema con eso?— ¿Cuál es el problema? El problema es que es Jeremy —respondí.—Tienes que superar tu incomodidad con él, cariño.Mamá —murmuré. —Mamá, es complicado, ¿de acuerdo? —Confías en mí.—Eso es diferente. Eres mi madre.—Cariño, estoy exhausta, y tú también. Ahora, ve a la habitación de al lado y duerme, por el amor de Dios.—Bien —Buenas noches, mamá.—Salí de la habitación de mi madre y luego entré en la mía. Exhalé, lentamente. —Bien —murmuré — Muy bien —Levanté mi bolso de viaje del suelo, Saqué mi ropa interior y mi pijama.Mis pensamientos volvieron al beso. Su lengua contra la mía. Sus manos viajando sobre mi cuerpo. Tragué, el calor me inundó de pies a cabeza.—Dios, tienes
CELESTEEn la última semana, había dudado de mi cordura en múltiples ocasiones. Primero, estaba lo de entrar al castillo usando la llave en la maceta, y luego la cosa de besar a Jeremy al despedirnos, ahora esto.Me quedé fuera del restaurate, entrecerrando los ojos ante el letrero, intentando y no logrando convencerme de que no me reuniera con Jeremy. Ya eran la 1:35 p.m., y estaba llegando tarde. Despreciaba llegar tarde a las citas, pero esto era diferente. Necesitaba un poco de previsión.Las palabras que me susurró al oído, toda la anoche resonaron en mi mente repitiéndose una y otra vez.—Te desnudaré lentamente. Te acostaré en la cama, me deslizaré entre tus piernas y te comeré el coño hasta escucharte gritar. Te voy a joder con la lengua. Te chuparé el clítoris. Haré todo lo que necesites para sacarte de aquí.—Estoy tan jodida y nerviosa —susurré. —Metafóricamente jodida.El exterior del restaurante era pintoresco, con paredes de ladrillo y ventanas que dan a la calle y adorn
CELESTEUna oleada de culpabilidad quería aplastarme. No podía evitarlo. No era como si fuéramos las mejores amigas, y ella no sabía lo que había pasado entre Jeremy y yo, pero aún así. Jeremy y yo nos habíamos besado anoche, y él había susurrado... cosas no muy dulces, sino muy calientes en mi oído.—Estábamos comprometidos —susurró Ruth. —Comprometidos y tu lo sabías.—Lo sé —dije. —Jeremy y yo nos reunimos solo por negocios.—Eso es todo. ¿Sólo negocios? —preguntó Ruth. — ¿Estás segura de eso?—Sí. ¿Por qué estás tan... molesta por esto? Éramos amigos antes de que tú y yo nos conociéramos. Incluso, fui yo quien te presentó a Jeremy. Y en cuanto a nosotras, Ruth, tú y yo apenas nos hemos mantenido en contacto.—Lo sé —dijo Ruth. —Pero ayer cuando charlamos, bueno, eso me hizo sentir bien de nuevo. Encontrarme con una vieja amiga, me hizo sentir tan emocionada. La posibilidad de que salgamos otra vez, charlemos, tengamos nuestro