JEREMY
— ¿Estás bien? —pregunté. —Estoy bien. No hacía falta que vinieras hasta acá.—Estás bromeando, ¿verdad? —En cuanto oí a Celeste gritar desde el costado de la casa, volví corriendo hacia ella.La policía había venido. Estaban en el dormitorio ahora, revisando los daños, la nota, el ladrillo, y hacían todo bajo la supervisión de la madre de Celeste.La noticia se había difundido previsiblemente rápido. La gente había empezado a aparecer, hablando unos con otros.Si no hubiera dejado entrar a la policía por la puerta, entonces ninguno de los otros habría entrado tampoco, pero éramos víctimas de vivir en un pequeño pueblo entrometido.—Celeste, cariño, ¿estás bien? —Luna agarró los codos de Celeste.—Me enteré de las noticias. Estaba tan preocupada por ti.—Estoy bien, Luna. No te preocupes —Celeste también le sonrió. —Sólo es una ventana rota y un ladrillo.—Sí, pero esa horrible nota también.CELESTE —No puedo creer que estemos haciendo esto —siseé a mi madre. —No puedo creerlo. ¿Cómo puedes aceptarlo? —¿De qué demonios estás hablando, Celeste?. ¿Cuál es el problema con eso?— ¿Cuál es el problema? El problema es que es Jeremy —respondí.—Tienes que superar tu incomodidad con él, cariño.Mamá —murmuré. —Mamá, es complicado, ¿de acuerdo? —Confías en mí.—Eso es diferente. Eres mi madre.—Cariño, estoy exhausta, y tú también. Ahora, ve a la habitación de al lado y duerme, por el amor de Dios.—Bien —Buenas noches, mamá.—Salí de la habitación de mi madre y luego entré en la mía. Exhalé, lentamente. —Bien —murmuré — Muy bien —Levanté mi bolso de viaje del suelo, Saqué mi ropa interior y mi pijama.Mis pensamientos volvieron al beso. Su lengua contra la mía. Sus manos viajando sobre mi cuerpo. Tragué, el calor me inundó de pies a cabeza.—Dios, tienes
CELESTEEn la última semana, había dudado de mi cordura en múltiples ocasiones. Primero, estaba lo de entrar al castillo usando la llave en la maceta, y luego la cosa de besar a Jeremy al despedirnos, ahora esto.Me quedé fuera del restaurate, entrecerrando los ojos ante el letrero, intentando y no logrando convencerme de que no me reuniera con Jeremy. Ya eran la 1:35 p.m., y estaba llegando tarde. Despreciaba llegar tarde a las citas, pero esto era diferente. Necesitaba un poco de previsión.Las palabras que me susurró al oído, toda la anoche resonaron en mi mente repitiéndose una y otra vez.—Te desnudaré lentamente. Te acostaré en la cama, me deslizaré entre tus piernas y te comeré el coño hasta escucharte gritar. Te voy a joder con la lengua. Te chuparé el clítoris. Haré todo lo que necesites para sacarte de aquí.—Estoy tan jodida y nerviosa —susurré. —Metafóricamente jodida.El exterior del restaurante era pintoresco, con paredes de ladrillo y ventanas que dan a la calle y adorn
CELESTEUna oleada de culpabilidad quería aplastarme. No podía evitarlo. No era como si fuéramos las mejores amigas, y ella no sabía lo que había pasado entre Jeremy y yo, pero aún así. Jeremy y yo nos habíamos besado anoche, y él había susurrado... cosas no muy dulces, sino muy calientes en mi oído.—Estábamos comprometidos —susurró Ruth. —Comprometidos y tu lo sabías.—Lo sé —dije. —Jeremy y yo nos reunimos solo por negocios.—Eso es todo. ¿Sólo negocios? —preguntó Ruth. — ¿Estás segura de eso?—Sí. ¿Por qué estás tan... molesta por esto? Éramos amigos antes de que tú y yo nos conociéramos. Incluso, fui yo quien te presentó a Jeremy. Y en cuanto a nosotras, Ruth, tú y yo apenas nos hemos mantenido en contacto.—Lo sé —dijo Ruth. —Pero ayer cuando charlamos, bueno, eso me hizo sentir bien de nuevo. Encontrarme con una vieja amiga, me hizo sentir tan emocionada. La posibilidad de que salgamos otra vez, charlemos, tengamos nuestro
-Jeremy Revisé la comida china, inhalando cada olor, se me hacía agua la boca. No era para mí. Sin embargo, había llegado a mi puerta hace unos momentos, y ya la había pagado y le había dado la propina al repartidor. Era la comida de Celeste. Su madre tenía un turno de noche en el hospital - lo había mencionado al salir - y el tipo que había dicho que vendría hoy a hacer la instalación de la alarma no había aparecido. Las mujeres tuvieron que quedarse en la mansión, otra noche para fantasear con celeste. -Ya, recoge las cosas -murmuré y cerré la puerta. Tecleé el código de alarma, el plan era subir las escaleras y dirigirme a las habitaciones de huéspedes. Entregarle la comida, desearle una buena comida y una buena noche de sueño, y luego regresar a mi habitación para descansar. Me pediría una pizza si fuera necesario. Me distraería de pensar en ella con algo de comida y cerveza. Probablemente
CELESTE — ¿Cómo fue que llegue aquí?, digo. — Es mi entrevista en la empresa.Había dejado mi pueblo hace mucho tiempo atrás, y ahora 20 años después estaba en el porche de su castillo, buscando la llave en un florero para poder entrar por la puerta principal.Había perdido mi trabajo y volver a mi pueblo “las palmeras” después de tanto tiempo era una oportunidad que la vida le estaba brindando para poder recuperar todo lo que había perdido.—Oh vamos, ya basta porque piensas tanto —murmuré. Mis dedos sintieron un objeto puntiagudo, — ¡Te encontré! —Saqué la llave y la levante.Iba a entrar en la casa de mi exnovio y el no vivía en el castillo Parston. La madre de mi exnovio había contratado a mi mamá como enfermera y ama de llaves ya algunos años atrás y desde ese entonces nos había dejado usar una pequeña y humilde casa en la esquina del castillo Parston.—Quite los restos de tierra de la llave, la inserte en la cerradura y la giré.—Atravesé la puerta de entrada, noté que las luce
JEREMY En un tiempo atrás ella era todo para mí, pero yo había arruinado todo. Así que solo le di la espalda al pasado.Pero ahora, ella estaba aquí, en mi territorio, no lo podía creer, camine por el extenso césped del castillo de mi mama, ahora es mía, y me dirigí a la casa que había a la izquierda, era la casa de la enfermera y ama de llaves de mi mama, era la madre de Celeste.— ¡Pero porque sigo pensando en eso!Celeste estaba ahí, en mi propiedad. Finalmente me acerque a la puerta. Celeste estaba en el patio, llevaba un par de guantes y se estaba inclinando, para apodar las isoras que estaban en patio de su casa.—Vamos — Hoy te pondré muy hermosas.Me sonreí un poco. Las curvas de su cuerpo se marcaban, la ropa que tenía puesta abrazaban su silueta, distrajo mi atención. Anoche me la imagine dándole mi amor unas mil veces por minuto. El tono que coloreaba su piel, me había hecho retroceder en el tiempo.Celeste dio un último movimiento con la tijera y anivelo las Isoras. Se li
CELESTE La cocina era acogedora, y el aroma de la torta quesillo impregnaba la habitación. Ella había horneado torta con chispas de chocolate, mientras yo estaba en el jardín luchando con el pequeño árbol. — ¡Oh oh! —Mi madre dejo caer los pañuelos otra vez. — ¿Qué pasa? —le pregunte. Tome el guante de la cocina y abrí el horno, inhalando el aroma de esas deliciosas torta que mi madre solo hacía. —Jeremy pasó por ahí. ¿ o simplemente alucine?—Hija, ¿Prestaste atención a lo que te pregunte?—Esa torta tiene un olor Ummm… Ya provoca comérselas —dije. Cerré el horno y me gire hacia ella. —Eres la mejor pastelera del mundo.—Gracias mi princesa hermosa. —Pero aun no me respondes la pregunta querida.— ¿Qué hace Jeremy en las palmeras?— ¿Madre no tenias que arreglar los floreros de nuestra casa? —le pregunte.—Buen intento, tienes rato evadiéndome el tema. Mi mama me saco del camino, me retiro los guantes, se los coloco y se dirigió al horno y saco la torta. —Quise tomar un trozo pe
JEREMY —El precio de los embutidos había subido, eso está por las nubes. Es ridículo, recuerdo que en aquellos tiempos, la salchicha costaba la mitad de lo que cuesta ahora por una docena. —Dijo Franco, el dueño de la tienda. —sabes que una docena son doce salchichas.—Sí —dije y puse una docena en el mostrador.—Un grito resonó desde el final de la calle.La frente de Franco se arrugo —Oh, ¿qué? —camino hacia la ventana del frente y miró por la calle. —Oh no. — ¿Qué pasa?—Hay una pareja discutiendo ahí, se parece a Celeste, Dios mío. ¿Qué hace ella aquí?Salí de la tienda en un abrir y cerrar de ojos. Estaba en la calle, en la acera, con el brazo atrapado en el puño de un tipo, lo suficiente fuerte para dominarla a ella, tal vez pero yo le rompería el cráneo. Lo reconocí. Apreté los dientes. —Suéltame, Carlos. Suéltame.—Celeste solo quiero hablar. Tenemos que solucionar esto.— ¡Oye!Dejaron de pelear y miraron hacia arriba. La cara de Celeste se transformo a alivio. Se arrancó