CELESTE
— ¿Cómo fue que llegue aquí?, digo. — Es mi entrevista en la empresa. Había dejado mi pueblo hace mucho tiempo atrás, y ahora 20 años después estaba en el porche de su castillo, buscando la llave en un florero para poder entrar por la puerta principal. Había perdido mi trabajo y volver a mi pueblo “las palmeras” después de tanto tiempo era una oportunidad que la vida le estaba brindando para poder recuperar todo lo que había perdido. —Oh vamos, ya basta porque piensas tanto —murmuré. Mis dedos sintieron un objeto puntiagudo, — ¡Te encontré! —Saqué la llave y la levante. Iba a entrar en la casa de mi exnovio y el no vivía en el castillo Parston. La madre de mi exnovio había contratado a mi mamá como enfermera y ama de llaves ya algunos años atrás y desde ese entonces nos había dejado usar una pequeña y humilde casa en la esquina del castillo Parston. —Quite los restos de tierra de la llave, la inserte en la cerradura y la giré. —Atravesé la puerta de entrada, noté que las luces del gran castillo estaban apagadas, todo estaba intacto como lo había imaginado. Luego de cerrar la puerta principal estuve en silencio por unos segundos, me di cuenta que extrañaba a la mamá de Parston, extrañaba su sonrisa y lo cariñosa, que era con mi mamá y conmigo. —Me merezco y necesito una larga ducha, —dije. Subí de prisa las escaleras, camine por el pasillo hasta el baño y encendí la luz. —Ooh — fruncí el ceño rápidamente me di cuenta que algo andaba diferente. — ¿Qué es eso? ¿Ese ruido? Escuche un ruido que salía desde el baño. — ¿Agua cayendo? —Abrí la puerta del baño y entre. Las luces estaban encendida, gire la vista hacia las puertas de cristal de la ducha, observe en su interior un Hombre, de gran estatura, con buen perfil en su rostro. El agua goteaba sobre su cuerpo y se deslizaba por sus pectorales y sus abdominales bien definidos. — ¿Oh por Dios qué estoy haciendo? — perdí el control, murmure. Aleje mi mirada de sus abdominales y me dirigí finalmente hacia su cara, me miro fijamente a través del cristal. Mi corazón se acelero, entre en pánico, y dejé escapar un chillido de entre mis labios. Miré sus ojos de color verde. Su cabello estaba húmedo y era de color castaño claro y su piel bronceada, enseguida observe sus labios que ya había besado mucho tiempo atrás. — ¡No lo puedo creer!, —Era Mi Ex – novio. —Hola — dijo Jeremy y rápidamente cerro el grifo y el goteo de la grifería rompió el silencio. —Veo que no has perdido tu encanto querida, tanto tiempo sin verte. — Ah, sí. —contesto mientras abría la puerta de la ducha y salía de ella, sonriéndome. Trate de no mirarlo, pero mis mejillas se enrojecieron. —Tienes un nuevo hábito. ¿Allanamiento de morada?, dijo. —Pues déjame decirte que tengo una llave… —Quiero decir, sabía dónde estaba la llave, ¡oye! Mi madre vive en esta mansión. No estoy entrando sin autorización. Jeremy tomó una toalla que colgaba de la barandilla, se la envolvió alrededor de la cintura y luego camino hacia donde estaba. Puso una mano en mi mejilla, y la acaricio suavemente. —Estoy muy contento de volverte a ver, celeste. — ¿Qué estás haciendo en este lugar? —le pregunte. — ¿Dónde está Ruth? Ruth era nuestra mejor amiga, ella había terminado comprometida con él años después de nuestra cita. —No sabes lo que paso, —dijo. —No, ¿De qué me estás hablando? —digo. —Ruth y yo terminamos, celeste, pensé que ella te lo había comentado. — ¿Terminaron? —Si —Contesto Jeremy. —Lo lamento mucho —dije, pero la verdad no era cierto, no lamentaba nada. —Te ves bien. ¿Te sientes bien? — ¿Y por qué no habría de estar bien? —Porque estas en el pueblo, la felicidad nunca ha ido de la mano contigo cuando estás aquí. — ¿Lo dices por mi? —Lo digo por la gente en general, volvió a sonreír. —Habrá una reunión este fin de semana. Es sobre nuestra empresa. — ¡Que coincidencia! Yo también estoy aquí por dicha reunión. —Tú. Para la reunión. —dije. —Aja sí ¿Por qué te sorprendes? —Porque eres tú celeste — le dije. —Nunca te interesó las empresas que se manejan en este lugar e incluso nunca le distes importancia a este pueblo, ni a esta casa. —Eso no es verdad, no pongas palabras en mi boca la cual nunca he dicho, ni he pensado. He mantenido contacto con tu mama. —Como sea. Discúlpame por interrumpir tu ducha. —Me voy —Me di la vuelta, en busca de la salida de la habitación pensando que al día siguiente me iba a dar la ducha que quería. —No vale, quédate. —Me siento incomoda —Quizás me hayas confundido con otra persona para hablarme de tal manera. ¿Acaso me estas ordenando que me quede? —No fue una orden — ¿Escuché bien? —Oh, vamos, celeste. Siempre he sido amable, generoso y bondadoso. —Está bien, me quedare. Gracias —Hay una toalla allí, estaré al final del pasillo en mi habitación, por necesitas algo en que te pueda ayudar. —Aja y eso. Jeremy se inclinó hacia adelante y luego me sujetó en sus brazos, y besó mi mejilla. Mis piernas se volvieron gelatinosas en el momento. —Te recuerdo, que es bueno, muy bueno verte de nuevo. —Que tengas una Linda noche —dije. Apenas podía tragar las palabras, Jeremy salió del baño y cerró la puerta. Mi cuerpo estaba temblando. El había sido mi mejor amigo mucho tiempo atrás, al igual que Ruth. —Contrólate Celeste, como puede ser posible que te ponga a temblar —murmure. —Me aseguré de pasar bien el seguro en la puerta del baño. Se supone que iba a ser un momento para ordenar mis cosas. Para recuperar mi oficina contable que la compañía me había quitado. Saqué todos mis pensamientos negativos y me concentre en tener una buena ducha, que me relajara después de esa impresión que lleve con Jeremy, reconozco que aumento mi temperatura. Después, me iría de esta mansión y nunca volvería para más nunca volverlo a ver. Jeremy Parston estaba oficialmente fuera de los límites, eso pensaba.JEREMY En un tiempo atrás ella era todo para mí, pero yo había arruinado todo. Así que solo le di la espalda al pasado.Pero ahora, ella estaba aquí, en mi territorio, no lo podía creer, camine por el extenso césped del castillo de mi mama, ahora es mía, y me dirigí a la casa que había a la izquierda, era la casa de la enfermera y ama de llaves de mi mama, era la madre de Celeste.— ¡Pero porque sigo pensando en eso!Celeste estaba ahí, en mi propiedad. Finalmente me acerque a la puerta. Celeste estaba en el patio, llevaba un par de guantes y se estaba inclinando, para apodar las isoras que estaban en patio de su casa.—Vamos — Hoy te pondré muy hermosas.Me sonreí un poco. Las curvas de su cuerpo se marcaban, la ropa que tenía puesta abrazaban su silueta, distrajo mi atención. Anoche me la imagine dándole mi amor unas mil veces por minuto. El tono que coloreaba su piel, me había hecho retroceder en el tiempo.Celeste dio un último movimiento con la tijera y anivelo las Isoras. Se li
CELESTE La cocina era acogedora, y el aroma de la torta quesillo impregnaba la habitación. Ella había horneado torta con chispas de chocolate, mientras yo estaba en el jardín luchando con el pequeño árbol. — ¡Oh oh! —Mi madre dejo caer los pañuelos otra vez. — ¿Qué pasa? —le pregunte. Tome el guante de la cocina y abrí el horno, inhalando el aroma de esas deliciosas torta que mi madre solo hacía. —Jeremy pasó por ahí. ¿ o simplemente alucine?—Hija, ¿Prestaste atención a lo que te pregunte?—Esa torta tiene un olor Ummm… Ya provoca comérselas —dije. Cerré el horno y me gire hacia ella. —Eres la mejor pastelera del mundo.—Gracias mi princesa hermosa. —Pero aun no me respondes la pregunta querida.— ¿Qué hace Jeremy en las palmeras?— ¿Madre no tenias que arreglar los floreros de nuestra casa? —le pregunte.—Buen intento, tienes rato evadiéndome el tema. Mi mama me saco del camino, me retiro los guantes, se los coloco y se dirigió al horno y saco la torta. —Quise tomar un trozo pe
JEREMY —El precio de los embutidos había subido, eso está por las nubes. Es ridículo, recuerdo que en aquellos tiempos, la salchicha costaba la mitad de lo que cuesta ahora por una docena. —Dijo Franco, el dueño de la tienda. —sabes que una docena son doce salchichas.—Sí —dije y puse una docena en el mostrador.—Un grito resonó desde el final de la calle.La frente de Franco se arrugo —Oh, ¿qué? —camino hacia la ventana del frente y miró por la calle. —Oh no. — ¿Qué pasa?—Hay una pareja discutiendo ahí, se parece a Celeste, Dios mío. ¿Qué hace ella aquí?Salí de la tienda en un abrir y cerrar de ojos. Estaba en la calle, en la acera, con el brazo atrapado en el puño de un tipo, lo suficiente fuerte para dominarla a ella, tal vez pero yo le rompería el cráneo. Lo reconocí. Apreté los dientes. —Suéltame, Carlos. Suéltame.—Celeste solo quiero hablar. Tenemos que solucionar esto.— ¡Oye!Dejaron de pelear y miraron hacia arriba. La cara de Celeste se transformo a alivio. Se arrancó
CELESTE Entré en Rey Café quince minutos pasadas las nueve de la mañana, con el hambre pellizcándome en el centro del abdomen. Mis ojos ardían de cansancio, aunque era temprano, y había dormido lo suficiente anoche.Fue por lo de Carlos. Y lo de Jeremy. Y lo de —no tengo nada.Me uní a la larga fila para tomar un café, sofocando un bostezo con mi puño, escaneando los especiales en la pizarra detrás del mostrador. ¿Qué es un Capuchino de avellana?— ¿Celeste? —Una voz de mujer. Uno que reconocí de los viejos tiempos.—Celeste, ¿eres tú?Me di la vuelta y vi a Ruth sentada. Su larga cabellera oscura caía más allá de sus hombros, brillante como siempre, pero su cara era más madura, sus ojos color café lucían apagados en comparación con lo que habían sido antes. — ¿Ha pasado tanto tiempo?—Vaya —dije y me salí de la fila. Caminé hacia ella, sonriendo. —Han pasado años. He querido llamarte, pero acabo de volver a la ciudad.—Totalmente —Ruth se levantó de un salto y me abrazó. — ¡Oh, Dios
CELESTE Las arepas rellenas de carne llegaron y me salvaron de mencionar alguna otra cosa. Comimos, y Ruth sonrió, incluso hizo una broma y habló de otra cosa que no fuera Jeremy. Después, me despedí, anoté su nuevo número y le prometí llamar pronto.Quince minutos después, estaba de vuelta en la casa. La puerta principal estaba cerrada con llave, y una nota estaba pegada al frente. “Me fui a pescar”. La llave está debajo de la puerta. “Sólo bromeaba, me estoy arreglando el pelo. Con amor, mami’. —Mami —dije y sonreí. Arranqué la nota de la puerta, la doblé y la metí en mi bolsillo para siempre. Me encantaban estas cosas. Cosas sentimentales por las que podía recordar a la gente. Saqué la llave, entré a la casa y llevé todas las cosas a la cocina.Desempaqué apresuradamente, aunque no había razón para ello, luego me dirigí a la puerta principal y la sostuve abierta, mirando al castillo de la mama de Jeremy. No, su castillo. Era su castillo, ahora.Su auto no estaba aparcado en la en