CELESTE
La cocina era acogedora, y el aroma de la torta quesillo impregnaba la habitación. Ella había horneado torta con chispas de chocolate, mientras yo estaba en el jardín luchando con el pequeño árbol. — ¡Oh oh! —Mi madre dejo caer los pañuelos otra vez. — ¿Qué pasa? —le pregunte. Tome el guante de la cocina y abrí el horno, inhalando el aroma de esas deliciosas torta que mi madre solo hacía. —Jeremy pasó por ahí. ¿ o simplemente alucine? —Hija, ¿Prestaste atención a lo que te pregunte? —Esa torta tiene un olor Ummm… Ya provoca comérselas —dije. Cerré el horno y me gire hacia ella. —Eres la mejor pastelera del mundo. —Gracias mi princesa hermosa. —Pero aun no me respondes la pregunta querida. — ¿Qué hace Jeremy en las palmeras? — ¿Madre no tenias que arreglar los floreros de nuestra casa? —le pregunte. —Buen intento, tienes rato evadiéndome el tema. Mi mama me saco del camino, me retiro los guantes, se los coloco y se dirigió al horno y saco la torta. —Quise tomar un trozo pero me golpeó la mano en respuesta. —Huyyyy mamá— dije y me lleve la mano al pecho. —¿No hay torta y tu sabes porque? —Están muy deliciosas —contesto mamá — no te daré ninguna hasta que me respondas. — ¿Qué pregunta? —dije. — ¿Sabías que Jeremy estaba aquí? —Sí. — ¿Cómo sabías? —Me lo encontré anoche. —Anoche, ¿Cuándo te duchaste? —Sí —dije. — ¿Oh y como fue eso? —Oh, por el amor de Dios mamá, no es lo que estas pensando. —Se sonríe. —Fue como nada, dije. El estaba allí, y dijo que podía ducharme, y eso fue todo. Mamá se sonríe. —Sí, claro eso fue todo —dijo ella. — ¿Qué? —intente tomar un trozo de torta de nuevo. —Tienes 35 años, Celeste. Ya no eres pequeña, así que no te daré ni un trozo de mi especialidad, torta-quesillo. —Mamá yo soy tu princesita querida aun —dije. —Bien te daré un trozo, solo un trozo pequeño para que pruebes, —Pero no te vas a escapar de mis preguntas. —Está bien, te contare. Se veía bien. Fue muy confuso, pero luego recordé que tengo que concentrarme en mí y en volver a organizar mi vida. —Bueno, sé que ya no se llevan bien. —Sí, eso es lo que pasa cuando un hombre quita tu virginidad y luego se va a escondidas a compartir placeres con tu mejor amiga. —según recuerdo eso fue lo que paso. —No fue nada de eso, pero aún así es complicado. —Por lo menos fue sincero contigo después de lo que aconteció. —Me rompió el corazón mamá y tampoco quiero hablar de este tema. — ¿dime por qué estamos hablando de esto? No le veo ninguna importancia. —Pues a mí sí me importa Celeste, eres mi hija y todo lo que pase en tu entorno me importa. —Jeremy es tu amigo. Y estoy tan segura de que ustedes dos pueden resolver esta situación. El no es un mal hombre querida. Los vi crecer juntos. —Lo sé mamá, pero algunas cosas es mejor dejarlas en el pasado. Por mi bien y por el suyo. — ¿Por qué? — ¿Por qué vas a irte otra vez? ¿Vas a empezar tu vida de nuevo en Bogotá? Le puse una cara — no creo que pueda volver a Bogotá después de lo que paso mamá. —mi madre odiaba a mi ex novio más que yo. —Carlos —pedazo de m****a. — ¡Mamá! —Tan creído él. Tan lleno de sí mismo. — ¿Y acaso Jeremy es un santo? —Dejame decirte que no es el tipo de hombre que echaría abajo tu empresa por vicios —contestó mamá. —Aja pero eso es porque nunca tendrá la oportunidad. —tome un trozo de torta. —Entonces, ¿Que planes tienes para el día de hoy? —pregunto ella. —por los momentos nada. Sentarme aquí contigo, y disfrutar esta rica torta que has hecho —Esto es el paraíso. —Necesito que vayas a la ciudad, y me compres unas cosas que necesito. —¿Mamá.. Quieres que vaya a la ciudad? — estas tratando de sacarme. —Sí, murmura. —Ve y tráeme el sustento —dijo, señalando desde la cocina. —Está bien —Salí de la cocina con la nota de todo lo que necesitábamos, lo metí en el bolso. Saliendo a encontrarme con la luz del sol de la mañana. Tome el auto, lo encendí y salí del camino de entrada de la casa de mi mamá y tome la ruta larga que conducía hacía la puerta principal de la mansión. 15 minutos después me encontré con Luna. Ella tenía un negocio de charcuterías, era una mujer muy chismosa, le gustaba indagar la vida de los demás para difundir la información en toda la ciudad. —Hola Luna. La saludé con la mano de vuelta, mis tripas se retorcieron. — ¡Ahí estás! —Luna respiro y llevó las manos a su pecho. — me preguntaba cuando vendrías a verme. Ya han pasado muchos años, siglos. —Se acercó al mostrador y me abrazo. —Oh querida, como has crecido. —Luna me fui cuando tenía 15 años. —lo sé querida, pero aún así, has crecido. Has madurado, a eso me refiero. —Me agarró de la parte superior de los brazos y me sostuvo. —Dios mío, eres una joven encantadora. Tan adorable. —Sonreí — ¿Cómo has estado? —He estado bien. —Se froto el pecho y camino hacia el asiento que estaba en el mostrador. El timbre de la puerta sonó y entró un cliente. Gire la cabeza, y me estremecí tan fuerte. —Carlos. — ¿Carlos estaba aquí? Su cabello rubio estaba liso tirado hacía los lados, y sus ojos azules intenso me miraban fijamente. —Oh, hola ¿En qué puedo ayudarle? Carlos no dijo ninguna palabra. Me miró fijamente —Hola Celeste. —Casi nunca hay gente del extranjero en mi tienda. ¿Desea algo? — ¿Que estás haciendo aquí? ¿No lo puedo creer me has seguido? — ¿Me seguiste? Los ojos de Luna se abrieron de par en par. —Ya he estado aquí antes Celeste —contesto Carlos, en ese tono de sermón que despreciaba. — ¿Qué es lo que quieres? Le pregunte. —Tenemos que hablar de lo que pasó en Bogotá —Dejaste muy clara tu posición Carlos, tú mismo creaste tu fama. Y ya sabes lo que dicen, crea tu fama… —acuéstate a dormir. Luna jadeó. —Sólo vete —le dije. —no te quiero aquí. Este no es tu pueblo, y tampoco es tu lugar. —No entiendes lo que paso Celeste, te necesito en mi vida, tu eres mi roca. —Tu Bastón, querrás decir —dije y levante la mano. —lo siento, pero ya lo que paso, lo dejare atrás, y además no me interesa ser tu bastón. Eso no es lo que soy. —Joven, —dijo Luna. —Ya has oído a la dama. Quiere que la dejes en paz. Le sugiero que se vaya antes de que llame a la policía. —No, luna, está bien. Ya me estaba yendo. — ¡Celeste, espera! —los pasos de Carlos golpearon el concreto detrás de mi. —Espera Celeste por favor. —Tenemos que hablar de esto. Y de forma correcta nunca me distes una oportunidad para explicarte. —Que nunca te di una oportunidad, —dije sarcásticamente —Te di más de 80 oportunidades para que me dieras una explicación —Ahora sales con este drama —No es un drama, quiero explicarte. —su mano se apretó contra mi brazo. — ven conmigo. — ¡No! Suéltame —Estas siendo cachorra Celeste. Solo tomara un segundo. El agarre de Carlos se hizo más fuerte y me arrastró hacia atrás un par de pasos. Busqué ayuda en la calle, pero estaba vacía.JEREMY —El precio de los embutidos había subido, eso está por las nubes. Es ridículo, recuerdo que en aquellos tiempos, la salchicha costaba la mitad de lo que cuesta ahora por una docena. —Dijo Franco, el dueño de la tienda. —sabes que una docena son doce salchichas.—Sí —dije y puse una docena en el mostrador.—Un grito resonó desde el final de la calle.La frente de Franco se arrugo —Oh, ¿qué? —camino hacia la ventana del frente y miró por la calle. —Oh no. — ¿Qué pasa?—Hay una pareja discutiendo ahí, se parece a Celeste, Dios mío. ¿Qué hace ella aquí?Salí de la tienda en un abrir y cerrar de ojos. Estaba en la calle, en la acera, con el brazo atrapado en el puño de un tipo, lo suficiente fuerte para dominarla a ella, tal vez pero yo le rompería el cráneo. Lo reconocí. Apreté los dientes. —Suéltame, Carlos. Suéltame.—Celeste solo quiero hablar. Tenemos que solucionar esto.— ¡Oye!Dejaron de pelear y miraron hacia arriba. La cara de Celeste se transformo a alivio. Se arrancó
CELESTE Entré en Rey Café quince minutos pasadas las nueve de la mañana, con el hambre pellizcándome en el centro del abdomen. Mis ojos ardían de cansancio, aunque era temprano, y había dormido lo suficiente anoche.Fue por lo de Carlos. Y lo de Jeremy. Y lo de —no tengo nada.Me uní a la larga fila para tomar un café, sofocando un bostezo con mi puño, escaneando los especiales en la pizarra detrás del mostrador. ¿Qué es un Capuchino de avellana?— ¿Celeste? —Una voz de mujer. Uno que reconocí de los viejos tiempos.—Celeste, ¿eres tú?Me di la vuelta y vi a Ruth sentada. Su larga cabellera oscura caía más allá de sus hombros, brillante como siempre, pero su cara era más madura, sus ojos color café lucían apagados en comparación con lo que habían sido antes. — ¿Ha pasado tanto tiempo?—Vaya —dije y me salí de la fila. Caminé hacia ella, sonriendo. —Han pasado años. He querido llamarte, pero acabo de volver a la ciudad.—Totalmente —Ruth se levantó de un salto y me abrazó. — ¡Oh, Dios
CELESTE Las arepas rellenas de carne llegaron y me salvaron de mencionar alguna otra cosa. Comimos, y Ruth sonrió, incluso hizo una broma y habló de otra cosa que no fuera Jeremy. Después, me despedí, anoté su nuevo número y le prometí llamar pronto.Quince minutos después, estaba de vuelta en la casa. La puerta principal estaba cerrada con llave, y una nota estaba pegada al frente. “Me fui a pescar”. La llave está debajo de la puerta. “Sólo bromeaba, me estoy arreglando el pelo. Con amor, mami’. —Mami —dije y sonreí. Arranqué la nota de la puerta, la doblé y la metí en mi bolsillo para siempre. Me encantaban estas cosas. Cosas sentimentales por las que podía recordar a la gente. Saqué la llave, entré a la casa y llevé todas las cosas a la cocina.Desempaqué apresuradamente, aunque no había razón para ello, luego me dirigí a la puerta principal y la sostuve abierta, mirando al castillo de la mama de Jeremy. No, su castillo. Era su castillo, ahora.Su auto no estaba aparcado en la en
JEREMYEran cinco minutos después de la hora que había acordado para la cena. la pizza estaba aún en el horno. Tomé una copa de vino para servirle a ella, una cerveza para mí y mi irritado estómago lleno de amargura.El timbre sonó y mis músculos se tensaron de inmediato. Ella estaba aquí. Mierda, ella sí vino. Cualquier esperanza de que me retirara ya había desaparecido. Dios, estaba tan emocionado. Era como ver a otro imbécil manejando mi cuerpo. Caminé hacia la pesada puerta principal de roble y la abrí.Celeste estaba de pie en la alfombra de bienvenida, con el pelo suelto alrededor de los hombros, peinado en rizos. Llevaba un vestido veraniego, apretado contra su preciosa piel pálida. Mínimo maquillaje, sus labios brillantes y húmedos.—Hola —dijo ella. —No debí haber venido.—Por supuesto que debías —mentí.—Adelante, entra. Cuéntame qué se siente ser invitado en vez de entrar a hurtadillas en la oscuridad de la noche.Celeste entró dando pasos cortos y se detuvo, se lamió un de
JEREMY POVConfié en Carlos, y me hecho vainas de muchas maneras. Financieramente, emocionalmente, mentalmente. Se metió con otras mujeres, jugó con mi mente y me hizo creer que era alguien que no era. Así que, sí —Parpadeó. —Lo siento. —No, eso es bueno —dije. —Habla todo lo que quieras.—Sí, que se joda. Recuperaré mi empresa. Lo compraré de nuevo, si es necesario. Encontraré.... una manera —Se mojó los labios.La cafetera había dejado de gotear, así que me di la vuelta y la agarré para verter el contenido en las tazas. Las acerqué a la mesa. — ¿Lo quieres con azúcar?—Negro está bien —dijo y aceptó la taza. Una vez más, nuestros dedos se rozaron. —Bebimos de nuestras tazas.— ¿Y? ¿Qué hay de ti? —preguntó. —¿Cuál es tu historia?— ¿Con respecto a qué?—Ruth —dijo ella. — ¿Qué pasó allí?— ¿De eso es de lo que quieres hablar? ¿Ruth? —Oh, vamos, Jeremy. Te hablé
CELESTE —SÍ, bésame.Los dedos de Jeremy se engancharon en mi pelo, y me llevó a su pecho. Sus labios presionaron los míos. Me reclamó como si fuera suya. Apenas podía pensar, funcionar. Era él. Su lengua se apretó contra la mía, y yo respondí, gimiendo suavemente.Sus manos viajaron sobre mi piel, por mi espalda. Se colocaron en mi cintura y la apretaron. Empujó su peso contra mí, y el deseo se extendió, rápido y caliente. Estaba duro y mis párpados revoloteaban.Lo besé más rápido, y él respondió apretando su agarre, bajando la mano y poniéndola sobre mi trasero. —Oh, Dios —no me pude contener. —Oh Dios, Jeremy. Es bueno. Es bueno. Es demasiado bueno.—Ven aquí —El beso se intensificó.No quería que se detuviera. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, presioné mis senos contra su pecho y mis ojos se volvieron a poner en blanco.Los mareos se apoderaron de mí, mis piernas temblaban. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué demoni
JEREMY — ¿Estás bien? —pregunté. —Estoy bien. No hacía falta que vinieras hasta acá.—Estás bromeando, ¿verdad? —En cuanto oí a Celeste gritar desde el costado de la casa, volví corriendo hacia ella.La policía había venido. Estaban en el dormitorio ahora, revisando los daños, la nota, el ladrillo, y hacían todo bajo la supervisión de la madre de Celeste. La noticia se había difundido previsiblemente rápido. La gente había empezado a aparecer, hablando unos con otros.Si no hubiera dejado entrar a la policía por la puerta, entonces ninguno de los otros habría entrado tampoco, pero éramos víctimas de vivir en un pequeño pueblo entrometido.—Celeste, cariño, ¿estás bien? —Luna agarró los codos de Celeste.—Me enteré de las noticias. Estaba tan preocupada por ti.—Estoy bien, Luna. No te preocupes —Celeste también le sonrió. —Sólo es una ventana rota y un ladrillo.—Sí, pero esa horrible nota también.
CELESTE —No puedo creer que estemos haciendo esto —siseé a mi madre. —No puedo creerlo. ¿Cómo puedes aceptarlo? —¿De qué demonios estás hablando, Celeste?. ¿Cuál es el problema con eso?— ¿Cuál es el problema? El problema es que es Jeremy —respondí.—Tienes que superar tu incomodidad con él, cariño.Mamá —murmuré. —Mamá, es complicado, ¿de acuerdo? —Confías en mí.—Eso es diferente. Eres mi madre.—Cariño, estoy exhausta, y tú también. Ahora, ve a la habitación de al lado y duerme, por el amor de Dios.—Bien —Buenas noches, mamá.—Salí de la habitación de mi madre y luego entré en la mía. Exhalé, lentamente. —Bien —murmuré — Muy bien —Levanté mi bolso de viaje del suelo, Saqué mi ropa interior y mi pijama.Mis pensamientos volvieron al beso. Su lengua contra la mía. Sus manos viajando sobre mi cuerpo. Tragué, el calor me inundó de pies a cabeza.—Dios, tienes