7:45 PM - POV Salomé
—¡Hogar dulce hogar! ¡Vamos, alegría, alegría! ¡Alegría, vamos!
Repetía Zamira una y otra vez en intentos constantes de levantarme el ánimo. Había regresado a casa después de ocho largos días internada, y mi querida hermana no se apartaba de mi lado, al igual que en el hospital. No estaba del todo bien, todavía me sentía débil, pero eran simples sensaciones, físicamente, salvo detalles, me encontraba perfectamente. Tenía la pierna enyesada y todavía me estaba recuperando del golpe en la cabeza, los médicos me habían dicho que con mucho reposo y siguiendo algunas instrucciones, estaría recuperada en poco tiempo.
—Sí, yujuu... — respondí algo desanimada, mientras me acomodaba en la silla de ruedas que acababan de sacar del baúl del coche.
Realmente seguía sin tener ganas de hablar con nadie, quería estar sola, sentía vergüenza por todo lo que había pasado. Le había ocasionado problemas a todos los que me rodean por un pataleo propio de una niña malcriada, no quería pensar en los motivos que tuve en ese momento, sabía que no había excusa que justificara mi comportamiento.
—Vamos, tonta, hoy es un día de celebración —insistió Zamira—, así que alegra esa cara, lo importante es que estás bien. No te das una idea de lo mal que lo pasé ese día—cerró al borde del llanto.
Me levanté como pude de la silla de ruedas y la abracé con toda mi alma, ambas rompimos a llorar como dos bebés.
—¡Bien, bien! ¡Ya está! —nos interrumpió Damián—. ¡Tenemos una cena que preparar! —añadió a la vez que terminaba de cerrar el coche.
Según los médicos, tuve mucha suerte de salir con vida. El conductor no tuvo tiempo de maniobrar cuando me vio, y aunque pudo frenar, el asfalto mojado impidió que el coche se detuviera a tiempo, por lo que me impactó de lleno. Igualmente, al final sólo sufrí una micro fractura o algo así, no soy muy buena recordando ese tipo de jerga especializada, y un ligero traumatismo en la cabeza, y si bien estuve unas horas inconsciente, mi vida nunca corrió grave peligro.
Zamira estuvo conmigo durante toda mi estancia en el hospital, mientras que Damián sólo estuvo el primer día y el resto aparecía cuando caía la noche, o eso creo. Los tres nos pusimos de acuerdo en que no era necesario que mis padres se enteraran del accidente, no queríamos que se preocuparan, y además, sabíamos que mi papá era capaz de armar un escándalo importante. Tuve mucho tiempo para hablar con mi hermana sobre lo que había sucedido, le conté hasta el último detalle de lo que pasó esa noche y de cómo me sentía al respecto, y Zami, lejos de ponerse del lado de ninguno de los dos, quiso justificar las acciones de ambos para apaciguar las cosas, y en todo momento intentó levantarme el ánimo para que no me sintiera responsable. Lo cierto, es que sin ella no creo que hubiera haber podido sobrellevar todo esto tan bien, lo más seguro es que hubiese terminado llamando a mamá para que me fuera a buscar y me llevara lo más lejos posible de Damián, con quien, por cierto, no tuve mucho tiempo de hablar en esos días, en parte por su trabajo, y en parte porque lo evité todo lo que pude.
Era el día de mi regreso, así que Zamira y Damián decidieron hacer una cena a lo grande en el departamento. Tomamos el ascensor, ese maldito y viejo ascensor que tardaba años en llegar y que algún día nos daría un buen susto. Damián se había cansado de decirle al presidente de la comunidad que había que arreglarlo, pero éste siempre decía que no podía hacer nada, ya que la constructora no paraba de darle largas y los vecinos no estaban dispuestos a hacerse cargo de los gastos. Si bien el ascensor estaba viejo, el edificio no estaba del todo mal, por dentro era moderno y desde afuera parecía del alto standing. Fue Zamira quién nos consiguió esta vivienda, ella vive justo en la puerta que está en frente de nosotros. Resulta que cuando Damián y yo decidimos irnos a vivir juntos, mi hermana se ofreció voluntaria para buscarnos un lugar en el centro de la ciudad, por donde vivía ella. Y al parecer, durante el proceso de búsqueda, el departamento de en frente del de ella se desocupó, y le pareció una idea genial que mi novio y yo nos convirtiéramos en sus nuevos vecinos.
—Al fin llegó —dijo medio enojado Damián—. No puede ser que tardemos cinco minutos cada vez que queremos subir o bajar, imagínate si hay una emergencia. Un día de estos voy a ir a esa constructora a decirles unas cuantas cosas.
Al entrar a casa, me encontré de frente y sin esperármelo, con una pancarta que decía "¡Bienvenida a casa, Salo-Salo!", las letras eran horribles y estaban cubiertas con una purpurina de un color marrón desagradable, y parecían escritas por un nene de tres años, pero esa era la letra de Dami, la reconocería a kilómetros. Además... ¡odio con toda mi alma que me llamen Salo-Salo! Pero en ese momento, lejos de enojarme, me eché a reír como una loca, no podía creerlo, inmediatamente me giré y abracé a Damián y a Zamira, ya ni me acordaba del clima tenso que había entre mi novio y yo, simplemente me dejé llevar por el momento.
—¡Es horrible! —dije riéndome como una histérica—, los amo, en serio.En una escena bastante irreal, los tres nos quedamos abrazados duranto un largo rato mientras nos despechábamos de la risa.
De la cena se encargaron ellos dos, lógicamente, yo no estaba para esos trotes, pero me hubiese gustado estarlo, ya que no se rompieron mucho la cabeza pensando en el menú... Pollo al horno y ensalada de lechuga y tomate, decían que no era bueno que cambiara la dieta tan drásticamente después de haberme alimentado con pescado y diversas sopas ligeras durante mi estancia en el hospital, así que decidieron preparar algo liviano.
Desde el sofá podía ver como se mataban de la risa mientras preparaban la comida, y yo sabía que era por mí, los turros sabían perfectamente que no me gustaba la ensalada, es más, sabían que lo verde me daba repulsión. En ese sentido soy muy infantil, a pesar de tener 23 años, no me gusta la verdura y desprecio el ajo, no tolero el aceite de oliva y el pimiento mientras más lejos lo tenga, mejor. Pero, en fin, el doctor les había recomendado que no me cargaran con cosas muy pesadas, así que no me quedó otra que apechugar...
Mientras se hacía el pollo, Damián dejó los guantes y se sentó a mi lado, —¿Cómo te encuentras? —me preguntó.
—Bien —le contesté.
—Me alegro —Dijo con una sonrisa— En el hospital no pudimos hablar mucho —ahí me empecé a asustar—, creo que ahora es un buen momento para hacerlo, ¿no te parece?
—Creo que no tenemos nada de que hablar —respondí cortante.
—Quiero que aclaremos las cosas, Ro, todo esto pudo haber terminado muy mal, no quiero que vuelva a pasarnos.
—No tenemos nada que aclarar, Damián —le dije convencida—, deberíamos olvidarnos de todo lo que pasó y seguir con nuestras vidas.
—¿Pero estás bien? —insistió.
—Sí, Dami, estoy bien. No hablemos más del tema.
—Bueno, bebé, como tú quieras. Te amo.
—Yo también te amo —le respondí al borde de las lágrimas y dándole un abrazo—. Perdóname por todo.
—¡No! —dijo sorprendido— El que te tiene que pedir perdón soy yo, no paro de cagarla. Sólo quiero hacerte feliz, pero me sale todo mal.
No dijimos nada más. La verdad es que quería mantenerme firme y fuerte, y así lo intenté, pero me sentía tan culpable, y lo veía a él tan triste, que no pude conterme. Me dolía en el alma verlo así
—¡EJEM! —nos interrumpió Zamira— Basta de lantos, ¡hoy es un día para celebrar! Así que al próximo que vea soltar una lágrima lo muelo a sartenazos, ¿está bien?
—¡Sí, señor!—respondimos entre risas al unísono.
En ese momento realmente quería decir lo que dije, llegué a la conclusión de que había que dejar todo atrás y tratar de empezar de cero. Sabía que las cosas no iban a cambiar, que el trabajo iba a seguir teniendo secuestrado a Damián, pero yo no podía hacer nada al respecto, y entre soportar eso o perderlo, la decisión estaba clara, amaba a mi novio más que a nada en este mundo, estaba dispuesta a olvidar todo y aguantar lo que viniera a partir de ahora.
La cena transcurrió entre carcajadas y llantos provocados por la risa, mi hermana era una experta monologuista, todas sus anécdotas las convertía en historias graciosas, por eso a todos lados donde iba era el alma de la fiesta. Gracias a ella terminamos el día felices y nos olvidamos de todos nuestros problemas. ¿Qué sería de mí sin mi hermana? Santo cielo...
—Bueno, ya está todo limpio y ordenado. Creo que es hora de que me vaya yendo —dijo Zami secándose las manos.
—Quédate un rato más, boba —la detuvo Dami —. Vamos a jugar a las cartas o algo.
—No, no. Creo que ya es hora de que tengan un poco de intimidad. Mi trabajo aquí ya ha terminado —concluyó riéndose.
—Está bien, está bien.
—Gracias por todo, Zami —Intervine—. En serio, nunca te voy a poder devolver todo lo que haces por mí. Te quiero muchísimo.
—Yo también te quiero mucho, tonta. Soy tu hermana y siempre voy a estar ahí para lo que necesites.
Dicho esto, Zamira se fue a su casa, y por primera vez en más de una semana, volvía a estar a solas con mi novio. Pero no nos dijimos mucho, apagamos todas las luces, terminamos de acomodar lo poco que quedó desordenado, y nos tumbamos en el sofá a ver la tele abrazados.
De la nada se hicieron las doce de la noche, y tras una hora en la misma posición, empecé a notar a Dami un poco inquieto, cuando no me acariciaba el brazo, me acomodaba el pelo y me daba besos en la frente, sino me ponía la mano en el viente y me lo empezaba a masajear en lentos movimientos circulares. Yo sabía bien que cuando se ponía así de inquieto y cariñoso, sólo podía significar una cosa...
La verdad es que Dami y yo no éramos lo que se dice una pareja 'súper activa' en el plano sexual, sólo teníamos relaciones una o dos veces a la semana, y lo preparábamos todo el día, como si todas las veces fueran esa 'primera vez'. Llámenlo timidez o llámenlo como quieran, pero lo cierto es que nos costaba horrores ponernos al tema. Si bien él tenía más experiencia que yo, nunca se lanzaba si no veía un gesto o una señal evidente mía, y claro, yo nunca enviaba ningún tipo de señal porque me daba muchísima vergüenza. Él siempre me vio como una chica delicada que podía romperse en cualquier momento, en parte debido a cómo me comportaba yo cuando surgía la cosa, y en parte, mayor parte diría yo, por las amenazas que le profirió mi padre en nuestros primeras días juntos, así que era muy complicado para nosotros todo esto. Todo era mucho más fácil cuando vivíamos separados, porque no teníamos un lugar fijo para hacerlo como ahora, y difícilmente nos lográbamos quedar solos en casa, y en la universidad... ¡Por dios, no! ¡Qué vergüenza! ¿Y si alguien nos descubría? Tendría que mudarme de planeta, mis padres me internarían en el convento más alejado de la tierra. Y sí, es lo que tienen las crianzas cerradas, mis padres se encargaron de darme una educación tradicional, protección contra los 'chicos malos' y los típicos lavados de cabeza, a los que nunca hice demasiado caso, pero que a la hora de la verdad me hacían eco en la consciencia. Por eso nunca había tenido novio, ni siquiera un enamorado, hasta que conocí a Damián.
Conocí a Damián en la Universidad, en el año 2010, cuando yo tenía 19 años y recién empezaba a estudiar magisterio. En cambio, él ya era un veterano, tenía 25 años y estaba terminando la carrera de Administración de Empresas. La verdad es que me fijé en él desde la primera vez que lo vi, en una charla a los novatos en el salón de actos de la Universidad. Me encantaba como se expresaba, la seguridad con la que lo hacía, lograba tener a todos los alumnos nuevos muy atentos. Además era un hombre muy apuesto (y lo sigue siendo). Cómo lo describiría... Alto, 1.85 apróximadamente, unos ojos negros penetrantes, pelo negro corto, barba de dos días, un cuerpo bastante atlético, que no era el de David Beckham, pero tampoco el de un flaco raquítico. Bueno, me sentí atraída a él desde el primer momento que lo vi, pero no me atreví a hablar con él hasta un mes más tarde, en la biblioteca. Yo estaba perdida y muy alterada con un trabajo de literatura que tenía que entregar esa tarde y todavía no ll
6:00 PM - POV Fernando—Ah... ah... ah... ah... sí...—Mirá la diferencia que hay cuando te liberás. Así es otra cosa, preciosa, jaja.—Cierra la puta boca ya y no bajes el ritmo.Por fin, y después de tanto intentarlo, la tenía en su cama matrimonial a cuatro patas gritando como una perra. No era lo mismo cogérmela en mi cuartucho de tres al cuarto que en la cama donde dormía con su marido todas las noches. También me la había empomado varias veces en la cocina, cuando su marido se duchaba, pero ahí se contenía demasiado y muchas veces ni me daba tiempo a acabar. Pero, sin duda alguna, el mejor polvo con ella fue en su baño, el cornudo de su marido había llegado temprano a casa ese día y a mí no me daba la gana volver a quedarme a medias, así que nos encerramos en el baño, puse la traba, y le seguí dando con todo, incluso 'Corneta' golpeó la puerta y le preguntó si estaba bien, porque por momentos se le escapaban gemidos a la yegua, fue un momento único.—Ah, ah, ah, ah, ah, ah, Dios
9:50 PM - POV Damián— ¿Y ahora cómo se lo digo? —Me repetía a mí mismo una y otra vez mientras subía por el ascensor. Hacía unas horas mi jefe me había dicho que ese fin de semana tendría que hacer turno completo y horas extras, todo porque a último momento habían programado una reunión para ese lunes con un inversor muy importante del extranjero, y necesitaban que yo y mi grupo de trabajo dejáramos todo preparado para ese día.Pedí, casi supliqué que por favor que me sustituyeran por Núñez, alegué que llevaba semanas planeando irme de viaje con mi novia. Pero al parecer no confiaban en su capacidad, ni en la de ningún otro, yo era el único en el que creían para llevar a cabo "un trabajo de semejante envergadura", según sus palabras."Lo siento, Damián, son órdenes de arriba. Te juro que si todo sale bien, seremos recompensados con creces". Con creces, sí, como si eso fuera a dejar contenta a Salomé. Y lo peor era que no sabía cuando iba a tener de nuevo un fin de semana entero libre
Fue el momento más difícil de mi vida, muchas cosas pasaron por mi cabeza, la culpa me invadió y comencé a imaginarme un futuro sin Salomé, un futuro negro, lleno de confrontaciones con su familia, y con la mía propia, que la querían como si fuera un miembro más de la misma. Pero no duré mucho en estado de pánico, uno de los vecinos que se había acercado a ver qué había pasado, me tranquilizó al hacerme dar cuenta de que Salomé respiraba, que sólo estaba inconsciente. De paso, otras personas de la zona que habían presenciado el accidente, me avisaron que ya habían llamado a una ambulancia, y aprovecharon para contarme cómo había sucedido todo.Pero lo peor llegó cuando apareció Zamira, que la había llamado yo, y vio la ambulancia. Le dio un ataque de histeria, lloraba y gritaba mientras corría hacia el tumulto que se había formado ahí, nunca la había visto así. Cuando me vio, empezó pegarme y a insultarme, la tuvieron que sujetar los vecinos, porque tenía intenciones en serio de hacer
12:35 AM - POV Damián."Riiiiiiing, riiiiiiiiing, riiiiiiiing, riiiiiiiiing".—¿En serio? ¡No me jodas! ¡Son las doce y media de la noche!—Vé a ver quién es. Quizás sólo es Zami, puede que se haya olvidado algo.Hacía semanas que no intimaba de esta forma con Salomé. No podía ser que me vinieran a joder a esas horas de la noche.Me puse lo primero que encontré y fui a ver quién era. Al llegar al salón, encendí una de las lámparas grandes que teníamos, y me asomé por la mirilla de la puerta. Después de ojear varias veces, por fin pude ver a una persona tirada en el suelo. Ahí mi imaginación empezó a rodar. Lo primero que pensé es que podía ser un ladrón, o sea, la típica argucia para que un infeliz, que en ese caso era yo, abriera la puerta de su casa para acto seguido meterle un grupo armado con el único objetivo de vaciarle hasta el alma.Mientras mi cabeza seguía imaginando posibles intentos de vejación hacia mi persona y mis bienes materiales, el sujeto que estaba ahí retorciéndos
01:50 AM - POV Fernando."Paso dos, conseguir que me abran la puerta de su casa: completado".06:50 AM - POV Damián.Me levanté a las 6:30, media hora más temprano de lo habitual, porque antes de ir a trabajar quería hablar con Fernando. Sabía bien por donde iban a venir los tiros, y por más que Salomé pataleara, esta vez no iba a ceder, no me importaba cuál fuera su situación, en mi casa no se iba a poder quedar. Tenía que estar en la oficina a las ocho, así que tenía tiempo de sobra para dejarles las cosas bien claras a ambos.Salomé ya estaba despierta, se encontraba sentada en la cama leyendo un libro.—Buenos días —la saludé.—Hola —contestó ella sin más.Sin darle importancia a su frío saludo, me levanté y me fui directamente al baño para asearme. Cuando volví, ella ya estaba en la silla de ruedas, vestida, esperándome.—No deberías hacer eso. Ya estoy yo aquí para ayudarte —dije mientras empezaba a vestirme.—No te preocupes, puedo hacerlo sola perfectamente. —me respondió con
—No sé si está permitido, pero los que quieren conservar su trabajo tienen que acatar las órdenes de arriba. Lamentablemente, es lo que hay.—Uh, qué cagada... Me imagino que le deben pagar bastante bien para que aguante todo eso, ¿no?—Sí, bueno, no nos falta de nada, pero para mí no compensa todo el tiempo que le saca.Zamira me había contado todo lo que había pasado en el trabajo de Damián, desde el fracaso por culpa de la ausencia de mi novio, hasta las consecuencias que eso había traído, y que seguiría trayendo. Igual, no quise entrar en detalles con Fernando, no tenía muchas ganas de hablar del tema.—¡En fin! ¿Me ayudas a hacer la cena? —dije.—¿Ayudarte? Disculpame, nena, pero vas a ser vos la que me ayude a mí —decía mientras hacía que se sacudía polvo del hombro.—¿Perdón? —dije sorprendida.—Que te voy a mostrar que no estuve al pedo todos estos años. Vení, vamos a ver qué tenés en la despensa. —dijo mientras se levantaba con decisión y se frotaba las manos.Me sorprendía c
01:20 AM - POV Fernando.Llevaba como una hora en el baño pensando cuál sería mi siguiente movimiento. Estaba claro que retomar nuestra amistad tal cual había sido iba a ser imposible, Salomé no parecía confiar en mí y no tenía tiempo ni ganas de volverme a ganar su amistad con los viejos métodos. Además, me había hecho enojar de verdad, "¿Quién mierda se cree que es? Si si no fuera por mí ahora estaría en un convento de monjas con un cincurón de castidad", pensaba para mis adentros. Pero no quería perder la calma, no tenía ningún otro lugar al que ir, no me podía dar el lujo de perder ese techo.El discursito que le acababa de soltar en el salón había estado muy bien, el camino de la lástima parecía que podía darme resultados, así que empecé a maquinar jugadas basándome en ese 'estilo de juego'.Pero ya era muy tarde para volver a atacar, al día siguiente seguiría trabajándomela. Así que después de una hora encerrado en el baño, salí con la única idea de acostarme en el sofá y dormir