Placer y Traición [+18]
Placer y Traición [+18]
Por: xRaconteurr
Inconsciente

POV Salomé

—¡Siempre dices lo mismo! ¡Estoy harta de tus promesas!

Tras estas palabras, agarré mi abrigo, mi bolso y mi paraguas, y salí por la puerta.

Estaba a punto de llorar y muy enojada, no podía creer que me lo hubiera vuelto a hacer, ¡había vuelto a romper su promesa! Pero ésta iba a ser la última vez, ya era hora de que eligiera, o su trabajo o yo. Así que decidí que lo mejor era irme a pasar unos días a casa de mi madre, sabía perfectamente lo mucho que le molestaba eso, pero pensé que un buen escarmiento le vendría bien. Todavía estaba a tiempo de llegar al último tren de las 10:45, tenía la estación a diez minutos a pie, así que dándome un poco de prisa llegaría sin problemas, si ese maldito ascensor se daba prisa en llegar.

Durante el camino iba dándole vueltas al tema, tenía millones de cosas en la cabeza en ese momento, y por primera vez tuve dudas, ¿había hecho bien en irme a vivir con Damián tan pronto? Después de todo no hacía ni dos años que estábamos saliendo, y las cosas entre nosotros iban muy bien hasta que decidimos dar ese paso.

—Toda la culpa la tiene el maldito trabajo ese, que lo tiene absorbido, no sólo se pasa diez horas al día en la oficina, también tiene que trabajar cuando llega a casa. ¡Nunca tiene tiempo para mí! —Iba murmurando mientras caminaba.

De pronto empezó a sonar mi teléfono, —Seguro que es él —pensé en ese momento, pero ni me molesté en mirar la pantalla, no tenía ganas de hablar con nadie.

Volvió a sonar tres veces más, pero lo volví a ignorar, sabía que si escuchaba una explicación me iba a volver a engatusar con sus excusas, pero no, ya había sido suficiente, no era la primera vez que pasaba, era hora de que dejara de salirse con la suya.

Nunca estuve de acuerdo con que aceptara ese trabajo, si bien el sueldo que le ofrecían alcanzaba para darnos una vida más que decente, no me parecía suficiente como para compensar el tiempo que tendría que pasar en esa oficina. Por eso más de una vez le dije que yo podía trabajar de lo que fuera y que no me importaba tener una vida sin lujos, lo importante era que pudiéramos pasar tiempo juntos. Pero Benja siempre fue muy terco, según él, no me propuso que nos fuéramos a vivir juntos para que yo disminuyera mi nivel de vida, sino para que lo aumentara, no entraba en sus planes que su novia tuviera que pasar miserias, que si él tenía que dejarse el lomo trabajando por mi bien, así sería.

La verdad es que siempre fue muy tajante con el tema, así que con el tiempo dejé de insistir, pero con el paso de los meses la situación empezó a volverse insoportable para mí, si bien de alguna manera lograba llevarlo en silencio y pacíficamente, no estaba nada conforme con la situación. Y ese día... ese día la gota rebalsó el vaso.

"You're way too beautiful girl, that's why it'll never work". Mi hermana Zamira me había puesto esa horrible canción como tono de llamada en mi teléfono, y yo, que siempre fui una negada para las nuevas tecnologías, nunca supe cómo cambiarla. "You'll have me suicidal"... Seguía sonando el dichoso aparato, tenía ganas de reventarlo contra el suelo, ya era la quinta vez que sonaba, pero esa fue la última, por fin.

Hacía mucho que teníamos planeado irnos ese fin de semana a una posada con aguas termales que habíamos descubierto a las afueras de la ciudad. No todos los días le daban a Damián dos días libres seguidos, la ocasión era única. Estaba muy entusiasmada, iba a ser la primera vez desde que nos fuéramos a vivir juntos, hacía ya siete meses, que saldríamos en un viaje como este, tenía todo preparado para el sábado, incluso había ido a un salón de belleza para estar linda para la ocasión, pero...

—Salo... tenemos que hablar de lo del sábado.

Había salido tan decidida hacia la estación de tren y tan sumida en mis pensamientos, que me olvidé de que estaba lloviendo a cántaros. Cuando me di cuenta, frené en seco y saqué ese paraguas tan complicado de abrir que me había regalado mi hermana.

—Vaya —dije mientras me refugiaba en un portal—, ¿quién habrá sido el genio que inventó esto?

Después de sesenta largos segundos luchando contra él, por fin conseguí abrirlo, entonces miré mi reloj y vi que tenía poco menos de cinco minutos para llegar a la estación, así que decidí darme un poco más de prisa, pero sin exagerar demasiado, ya que a mi derecha tenía las vías y podía verlas perfectamente, por lo que me daría cuenta cuando el tren estuviera cerca, o al menos eso creía...

Estaba tan perdida en mis pensamientos, que no escuché a la máquina hasta que la tuve a pocos metros detrás de mí. Ahora sí me había quedado sin tiempo, inmediatamente empecé a correr como si la vida me fuera en ello, no quería perder ese tren por nada del mundo, ésta era mi oportunidad de poner en su lugar al idiota de Benja.

Entonces todo fue muy rápido, primero vi de reojo unas luces amarillas aproximarse por mi izquierda, después escuché un coche frenando, y por último sentí como mi cuerpo se sacudía, se levantaba en el aire y terminaba tirado en el asfalto mojado.

—¡¡¡Salomé!!! ¡¡¡Salomé!!! —pude escuchar segundos antes de perder la consciencia.

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