Post - Alcohol

12:50 AM - Fernando.

—Se terminó todo, no puedo creer cómo m****a fui tan pelotudo de proponerle algo como eso. La tenía en mis manos, ¡la concha de mi madre!

Trataba de mantenerme calmado, pero tenía ganas de romper todo. Ahí se había escapado mi oportunidad de ganarme a Salomé, y todo por dejarme guiar por la cabeza de abajo.

—¡Qué pelotudo, por dios!

Estaba muy nervioso y pensaba en muchas cosas a la vez, no podía tranquilizarme. Sabía que era muy probable que a la mañana siguiente viniera el payaso ese a decirme que tenía que irme ahora que estaba recuperado. Y no podía contarles la verdad, primero porque no me iban a creer, y segundo porque aunque lo hicieran, el tipo no iba a permitir que me quedara cuando estaba siendo perseguido por una mafia organizada.

Estuve dando vueltas en la cama toda la noche, apenas pude dormir, me sentía condenado en toda la extensión de la palabra...

10:50 AM - Salomé.

"You're way too beautiful girl, that's why it'll never work"

—¡Salo! ¡Buenos días!

—Buenos días, Dami. Te noto bastante animado hoy.

—Je, es que adelantamos muchísimo trabajo anoche, y pude dormir unas seis horitas. ¿Y tú cómo estás?

—Bien, bien. Me desperté a las ocho hoy, pensé que me ibas a llamar temprano, como ayer.

—¡Lo siento! Tendría que haberte dejado un mensaje o algo...

—No te preocupes, igual aproveché para hacer algunas cositas de la casa.

—Te dije que no te exijas demasiado. Ya falta poco para el viernes...

—Dami, hablando de eso, me gustaría ir mañana mismo a que me quiten la escayola.

—¿Eh? ¿Y eso tan de repente?

—Es que ya no me duele la pierna, puedo pisar perfectamente, y me siento muy frustrada al no poder hacer las cosas por mí misma.

—Faltan cuatro días nada más, mi amor, ¿no puedes aguantar hasta el viernes?

—No, además me da mucho asco cuando meto la mano y siento los pelitos... Te digo que ya estoy bien, ¿para qué alargarlo más? Yo pido la cita, no hace falta que vengas...

—No digas tonterías, ¿quién te va llevar si no voy yo?

—Zamira, ayer hablé con ella.

—¿Zamira? ¿Apareció?

—Sí, ya te contaré... Bueno, ¿qué me dices?

—No sé, Salomé, quería hablar personalmente con el médico...

—No soy una cría, Damián, soy capaz de entender perfectamente las explicaciones de un médico.

—No dudo que puedas entenderlas, lo que dudo es que vayas a contármelas después.

—Sí, claro...

—Mira, mañana a la mañana voy para casa y te llevo yo mismo al hospital, tú encárgate de pedir la cita..

—Pero, ¿y el trabajo?

—No te preocupes por eso, hoy entro a las tres, y con el trabajo que adelantamos anoche, hasta capaz pueda ir a pasar la noche a casa, pero no te prometo nada...

—¡¿En serio?!

—Te dije que no prometo nada, no adelantemos acontecimientos. Tú hoy pide la cita, y ya me dices por mensaje a qué hora te la dieron.

—Está bien. Gracias, mi amor, tengo muchísimas ganas de verte.

—Yo también, mi vida, y lo sabes... ¡Ah! Antes de que se me olvide, ayer hablé con Alutti, el de los pisos en alquiler...

—Ah, ¿sí? ¿Y qué te dijo?

—Bueno... Me dijo que la que maneja todo el asunto de los pisos es su mujer, pero resulta que hasta el viernes no puede hablar con ella...

—¿Y tú crees que se lo vaya a alquilar?

—Alutti es un buen hombre, siempre me ayudó desde que estoy en la oficina, no creo que me diga que no...

—Entonces... hay que esperar hasta el viernes...

—Sí...

—Y... ¿te parece bien a ti?

—No sé... Dime si te parece bien a ti...

—Bueno... Sí, si no hay más alternativa... No me gustaría que se quedara en la calle por cuatro días de nada...

—Entonces está bien, que se quede hasta el viernes.

—Pero... ¿tú estás de acuerdo?

—Sí, ¿por qué no lo iba a estar? Ya te dije que si tú confías en él, entonces yo también. Además, te está ayudando mucho según dices, ¿no es así?

—Sí, así es.

—Bueno, pues eso. Te dejo mi amor, Rabuffetti quiere ir a desayunar afuera. Si voy a la noche, te aviso, ¿ok?

—Sí, Dami, te amo.

—Yo también te amo, y recuerda, ya queda un día menos para que termine todo esto.

—Lo sé, mi amor, hasta después.

—Adiós.

* * *

Eran más de las ocho de la noche y todavía Damián no había vuelto a llamar. Ya había pedido la cita para el médico, y se lo había hecho saber por mensaje, y desde entonces estaba mirando mi móvil a cada rato esperando su respuesta. No tenía muchas esperanzas de que viniera esa noche a casa, pero igual, siempre está ese cosquilleo que te hace mantener la ilusión hasta el último segundo.

Fernando, por su parte, no había salido de su habitación en todo el día más que para picar algo en la cocina y para ir al baño, se veía desanimado, pero no le pregunté el motivo ni tampoco me interesaba, en ese momento, en mis pensamientos sólo había lugar para Damián, y no quería arriesgarme a que me volviera a envenenar la mente en su contra.

Ya liberada completamente de los efectos del alcohol, le di muchas vueltas a lo que había sucedido la noche anterior, pero no pude entender ni explicar por qué Fernando me había dicho todas esas cosas sobre mi novio. Aunque lo que más me molestaba de todo, era que yo había entrado en su juego, dudando de Damián y llegando incluso a pedirle ayuda. Me daba mucha vergüenza recordar todo lo que había dicho, y también las respuesta que había dado a su propuesta indecente... "Pedirme que intime con él, vaya sinvergüenza...". Por eso había dudado cuando mi novio me preguntó si estaba de acuerdo con que se quedara.

Finalmente, Damián no me respondió al mensaje, ni me llamó. No cené esa noche, me fui a la cama triste y sin ganas de nada. Tenía la esperanza de que al menos viniera al día siguiente para llevarme al hospital, ya que si no, estaba perdida, porque Zamira empezaba a trabajar justo ese día y no tenía a nadie más que me pudiera llevar.

Me costó bastante conciliar el sueño, y lo peor es que lo hice pensando en todo lo que había dicho el idiota de Fernando.

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