4:00 PM - Damián.
—Qué día de m****a, santo cielo. La verdad es que preferiría volver a trabajar 24 horas seguidas a tener que seguir teniendo que soportar al asqueroso de Barrientos.
Acababa de salir de la oficina ya en mi segundo día de horario estabilizado, sin horas extras ni explotaciones de ningún tipo. No obstante, el trabajo seguía siendo un dolor de huevos tremendo, y todo por culpa del supervisor del nuevo proyecto que nos habían asignado a mi equipo... bueno, al equipo de Lau y a mí.
Ya estaba llegando a casa, quería aislarme de los problemas del trabajo al menos por unas horas, tenía ganas de ver a mi querida novia y que me alegrara el día con su hermosa sonrisa.
Apenas entré en el apartamento, lancé el maletín al sofá que tenía más cerca, y también la chaqueta. Grité hasta tres veces el nombre de Salomé, pero no hubo respuesta, cosa que me extrañó, porque suponía que a esa hora tenía que estar en casa. Seguí llamándola, tenía muchas ganas de verla, el día había sido espantoso. Entonces la escuché por fin, estaba en el cuarto de baño.
—¿Salomé? ¿Estás ahí? —pregunté acercándome a la puerta lo máximo posible.
—S-Sí... —dijo con un tono de voz casi inaudible.
—¿Salomé? ¿Estás bien? —volví a preguntar.
—Sí... E-Estoy... un poco indispuesta... nada más —respondió entrecortadamente, como si estuviera recuperando la respiración.
—¿Te traigo un vaso de agua o algo?
—No... En serio... Estoy b-bien, no... te preocupes. ¡Ay! ¡Ah! —eso último habían sido quejidos, y justo después se escuchó un ruido fuerte.
—¿Qué fue eso? ¿Estás bien? ¡Déjame entrar! —grité asustado.
—¡No fue nada! ¡E-En serio! En un rato salgo, espérame en... —dijo sin terminar la frase, se había callado de una forma bastante antinatural.
—¿Que te espere dónde? Me estoy empezando a asustar, Salomé. Si te pasa algo, dímelo, no tengas vergüenza —insistí. Y entonces escuché como empezaba a correr el agua de la ducha —¿Te vas a duchar?
—Damián, espérame en el salón, por favor, no me siento cómoda contigo aquí escuchando lo que hago dentro del baño —ahora su tono de voz se había normalizado, aunque la ducha abierta no me dejaba escuchar del todo bien.
—Está bien... Voy a preparar algo para que merendemos, te espero ahí —dije haciendo caso a su petición, pero no me volvió a responder.
Me resultó muy extraño todo, desde los pequeños quejidos que había soltado, hasta de cómo abrió la ducha tan repentinamente mientras hablaba conmigo. Sin necesidad de pensarlo demasiado, di por hecho que se trataba de algún tema íntimo, ella siempre había sido muy tímida a la hora de hablar de esas cosas, y pensé que quizás había sido por eso. Pero, igualmente, por alguna razón, llámenlo presentimiento o instinto, sentía que sucedía algo más...
No quise seguir invadiendo la privacidad de mi novia, y por eso me fui a la cocina a preparar la merienda. Esa singular escena que acababa de tener lugar, no iba a estropear la hermosa velada que tenía planeada para mi bella Salomé y para mí.
—¡Vamos allá! —dije con determinación, a la vez que me comía una buena cucharada de nocilla.
00:00 hs. - Fernando.—Bueh... Al menos gané un poco de tiempo.Estaba sentado en el salón, solo, mi única compañía eran mis pensamientos y las voces de la televisión, a las cuales no les daba pelota. La verdad es que esa noche, por un buen rato, llegué a olvidarme de todos mis problemas. Sí, durante unas horas, sentí paz en mi alma. Me costaba reconocerlo, me gustaba sentir que tenía todo controlado y que yo mandaba sobre mis emociones, pero la verdad era que la situación me estaba superando. Por esa razón, la compañía de Salomé fue como un soplo de aire fresco para mí. Haber pasado el rato con ella me había hecho volver a aquellos días de adolescencia cuando estaba enamorado de ella."Será que al final no soy tan duro como creo ser", pensaba mientras cambiaba de canal, aunque sin buscar ningún canal en específico. Sí, porque había llegado a esa casa buscando techo gratis por una semana o dos, la idea era hacer mis trabajitos para poder pagarle a los negros, y una vez juntara lo sufi
—Acariciame... Dame un poco más de tu calor... Tu objetivo es que yo me dé cuenta de que tenés ganas de 'tema'...Mi parte la tenía clarísima, pero no sabía si ella iba a ser capaz de cumplir la suya. Sin embargo, Salomé volvió a hacer algo que no me esperaba. Muy torpemente, se incorporó un poco, y pasó su pierna derecha por encima de mi pierna izquierda. Luego me abrazó con la mano que, hasta ese momento, había tenido atrapada entre nuestros cuerpos, y se apretó contra mí. Esta vez su cara quedó enfrentada con mi cuello, y pude notar como su respiración se iba acelerando cada vez más.—¿Así está bien? —me preguntó. Por supuesto que estaba bien, el 99% de los hombres, incluido su novio, ya habrían captado sus intenciones y se la habrían llevado a la catrera a empotrarla como dios manda. Pero yo no era su pareja, y no me convenía que la cosa terminara ahí, tenía que seguir incitándola a que avanzara más.—Cualquiera ya habría entendido perfectamente lo que querés, Salo, pero no Damián
POV Salomé—¡Siempre dices lo mismo! ¡Estoy harta de tus promesas!Tras estas palabras, agarré mi abrigo, mi bolso y mi paraguas, y salí por la puerta.Estaba a punto de llorar y muy enojada, no podía creer que me lo hubiera vuelto a hacer, ¡había vuelto a romper su promesa! Pero ésta iba a ser la última vez, ya era hora de que eligiera, o su trabajo o yo. Así que decidí que lo mejor era irme a pasar unos días a casa de mi madre, sabía perfectamente lo mucho que le molestaba eso, pero pensé que un buen escarmiento le vendría bien. Todavía estaba a tiempo de llegar al último tren de las 10:45, tenía la estación a diez minutos a pie, así que dándome un poco de prisa llegaría sin problemas, si ese maldito ascensor se daba prisa en llegar.Durante el camino iba dándole vueltas al tema, tenía millones de cosas en la cabeza en ese momento, y por primera vez tuve dudas, ¿había hecho bien en irme a vivir con Damián tan pronto? Después de todo no hacía ni dos años que estábamos saliendo, y las
7:45 PM - POV Salomé—¡Hogar dulce hogar! ¡Vamos, alegría, alegría! ¡Alegría, vamos!Repetía Zamira una y otra vez en intentos constantes de levantarme el ánimo. Había regresado a casa después de ocho largos días internada, y mi querida hermana no se apartaba de mi lado, al igual que en el hospital. No estaba del todo bien, todavía me sentía débil, pero eran simples sensaciones, físicamente, salvo detalles, me encontraba perfectamente. Tenía la pierna enyesada y todavía me estaba recuperando del golpe en la cabeza, los médicos me habían dicho que con mucho reposo y siguiendo algunas instrucciones, estaría recuperada en poco tiempo.—Sí, yujuu... — respondí algo desanimada, mientras me acomodaba en la silla de ruedas que acababan de sacar del baúl del coche.Realmente seguía sin tener ganas de hablar con nadie, quería estar sola, sentía vergüenza por todo lo que había pasado. Le había ocasionado problemas a todos los que me rodean por un pataleo propio de una niña malcriada, no quería
Conocí a Damián en la Universidad, en el año 2010, cuando yo tenía 19 años y recién empezaba a estudiar magisterio. En cambio, él ya era un veterano, tenía 25 años y estaba terminando la carrera de Administración de Empresas. La verdad es que me fijé en él desde la primera vez que lo vi, en una charla a los novatos en el salón de actos de la Universidad. Me encantaba como se expresaba, la seguridad con la que lo hacía, lograba tener a todos los alumnos nuevos muy atentos. Además era un hombre muy apuesto (y lo sigue siendo). Cómo lo describiría... Alto, 1.85 apróximadamente, unos ojos negros penetrantes, pelo negro corto, barba de dos días, un cuerpo bastante atlético, que no era el de David Beckham, pero tampoco el de un flaco raquítico. Bueno, me sentí atraída a él desde el primer momento que lo vi, pero no me atreví a hablar con él hasta un mes más tarde, en la biblioteca. Yo estaba perdida y muy alterada con un trabajo de literatura que tenía que entregar esa tarde y todavía no ll
6:00 PM - POV Fernando—Ah... ah... ah... ah... sí...—Mirá la diferencia que hay cuando te liberás. Así es otra cosa, preciosa, jaja.—Cierra la puta boca ya y no bajes el ritmo.Por fin, y después de tanto intentarlo, la tenía en su cama matrimonial a cuatro patas gritando como una perra. No era lo mismo cogérmela en mi cuartucho de tres al cuarto que en la cama donde dormía con su marido todas las noches. También me la había empomado varias veces en la cocina, cuando su marido se duchaba, pero ahí se contenía demasiado y muchas veces ni me daba tiempo a acabar. Pero, sin duda alguna, el mejor polvo con ella fue en su baño, el cornudo de su marido había llegado temprano a casa ese día y a mí no me daba la gana volver a quedarme a medias, así que nos encerramos en el baño, puse la traba, y le seguí dando con todo, incluso 'Corneta' golpeó la puerta y le preguntó si estaba bien, porque por momentos se le escapaban gemidos a la yegua, fue un momento único.—Ah, ah, ah, ah, ah, ah, Dios
9:50 PM - POV Damián— ¿Y ahora cómo se lo digo? —Me repetía a mí mismo una y otra vez mientras subía por el ascensor. Hacía unas horas mi jefe me había dicho que ese fin de semana tendría que hacer turno completo y horas extras, todo porque a último momento habían programado una reunión para ese lunes con un inversor muy importante del extranjero, y necesitaban que yo y mi grupo de trabajo dejáramos todo preparado para ese día.Pedí, casi supliqué que por favor que me sustituyeran por Núñez, alegué que llevaba semanas planeando irme de viaje con mi novia. Pero al parecer no confiaban en su capacidad, ni en la de ningún otro, yo era el único en el que creían para llevar a cabo "un trabajo de semejante envergadura", según sus palabras."Lo siento, Damián, son órdenes de arriba. Te juro que si todo sale bien, seremos recompensados con creces". Con creces, sí, como si eso fuera a dejar contenta a Salomé. Y lo peor era que no sabía cuando iba a tener de nuevo un fin de semana entero libre
Fue el momento más difícil de mi vida, muchas cosas pasaron por mi cabeza, la culpa me invadió y comencé a imaginarme un futuro sin Salomé, un futuro negro, lleno de confrontaciones con su familia, y con la mía propia, que la querían como si fuera un miembro más de la misma. Pero no duré mucho en estado de pánico, uno de los vecinos que se había acercado a ver qué había pasado, me tranquilizó al hacerme dar cuenta de que Salomé respiraba, que sólo estaba inconsciente. De paso, otras personas de la zona que habían presenciado el accidente, me avisaron que ya habían llamado a una ambulancia, y aprovecharon para contarme cómo había sucedido todo.Pero lo peor llegó cuando apareció Zamira, que la había llamado yo, y vio la ambulancia. Le dio un ataque de histeria, lloraba y gritaba mientras corría hacia el tumulto que se había formado ahí, nunca la había visto así. Cuando me vio, empezó pegarme y a insultarme, la tuvieron que sujetar los vecinos, porque tenía intenciones en serio de hacer