Fue el momento más difícil de mi vida, muchas cosas pasaron por mi cabeza, la culpa me invadió y comencé a imaginarme un futuro sin Salomé, un futuro negro, lleno de confrontaciones con su familia, y con la mía propia, que la querían como si fuera un miembro más de la misma. Pero no duré mucho en estado de pánico, uno de los vecinos que se había acercado a ver qué había pasado, me tranquilizó al hacerme dar cuenta de que Salomé respiraba, que sólo estaba inconsciente. De paso, otras personas de la zona que habían presenciado el accidente, me avisaron que ya habían llamado a una ambulancia, y aprovecharon para contarme cómo había sucedido todo.
Pero lo peor llegó cuando apareció Zamira, que la había llamado yo, y vio la ambulancia. Le dio un ataque de histeria, lloraba y gritaba mientras corría hacia el tumulto que se había formado ahí, nunca la había visto así. Cuando me vio, empezó pegarme y a insultarme, la tuvieron que sujetar los vecinos, porque tenía intenciones en serio de hacerme daño. Finalmente, se tranquilizó cuando los médicos hablaron con ella y le dijeron que la vida de Salomé no corría peligro.
Zamira y yo pasamos la noche en el hospital, sin sobresaltos, ya que Salomé estaba bien y sólo estaban haciéndole algunos estudios. El doctor nos recomendó que nos quedáramos hasta que todas las pruebas hubieran terminado, aunque no era necesaria la advertencia, no teníamos planeado movernos de ahí hasta que no viéramos a mi novia consciente.
También estuvo con nosotros Manuel, el hombre que la había atropellado, un señor de 70 años que volvía del trabajo, y que por culpa de la intensa lluvia, no vio venir a mi novia. El pobre hombre estaba rojo de los nervios, puso a nuestra disposición su casa, dinero y toda la ayuda que pudiera prestarnos en ese momento, y eso que él no había tenido la culpa de nada. Quedó demostrada su predisposición al quedarse toda la noche con nosotros, y no se fue hasta que Salomé no recobró la consciencia. Unos días más tarde, Manuel y su mujer vinieron a visitarla, le trajeron regalos y postres caseros, y quedamos en que algún día iríamos a comer a su casa. Una dulzura de seres humanos.
El parte médico de Salomé fue tranquilizador, sólo sufrió una "fractura en la parte proximal del peroné" y un "traumatismo craneal cerrado", o sea, nada grave. Le enyesaron la pierna izquierda por precaución y nos dijeron que en unas semanas estaría recuperada. No obstante, la mantuvieron una semana ingresada porque querían asegurarse que el golpe en la cabeza no fuera a ser nada más serio.
Fue una semana difícil para mí, el día después del accidente no pude ir a trabajar, esa madrugada llamé a mi jefe y le conté lo que había pasado. Fue muy comprensivo conmigo, me dijo que avisaría a otro para hacer los preparativos para la reunión y que hablaría con los mandamases, que yo lo que tenía que hacer era cuidar de mi novia. Y no quedó sólo ahí, días más tarde vino a visitar a Salomé al hospital, que sobra decir que fue un "Hola y adiós" por parte de mi novia, que si apenas quería hablar conmigo, pueden imaginarse las ganas que tenía de saludar al tipo que la dejó sin vacaciones e indirectamente provocó todo esto.
Más allá de la buena predisposición de Santiago, todo el asunto del accidente iba a terminar costándome mucho más caro de lo que jamás me hubiera imaginado. Todo fue porque, finalmente, el bueno de Núñez me sustituyó ese fin de semana, y las cosas no pudieron salir peor, la reunión del lunes terminó siendo un fracaso y la empresa perdió una oportunidad única. Se venían días difíciles para todos los trabajadores, y yo no iba a ser la excepción.
Más allá de que mi jefe me dijo que no me preocupara por nada, cuando en la empresa se enteraron de que Salomé ya estaba bien, me mandaron a llamar enseguida, y el lunes por la tarde ya estaba trabajando. Esa noche hubo una reunión entre la cúpula de la empresa y los jefes de sección. El fracaso con el inversor había traído consecuencias, los peces gordos estaban muy enfadados y lo que más temíamos los trabajadores se iba a hacer realidad. Enseguida nos comunicaron que ese mes, y parte del siguiente, íbamos a tener que hacer más de alguna hora extra en la oficina.
Muchos renunciaron, básicamente los que se lo podían permitir, y yo hubiese sido uno de ellos si el accidente de Salomé no me hubiese salido tan caro. Porque resulta que el coche de Don Manuel se había estampado de frente contra una farola, y en una de las charlas que tuve con él, me contó que no sabía cómo iba a afrontar las reparaciones, ya que su seguro no cubría accidentes de este tipo. Sí, soy bastante bueno a veces, tan bueno que parezco tonto. Me ofrecí a pagarle todas las reparaciones y las piezas que hicieran falta. Don Manuel era un hombre humilde con un sueldo más bien bajo, su mujer no trabajaba y no tenían hijos ni familiares que pudieran ayudarlos, no podía dejarlo tirado con un problema que había provocado la imprudencia de mi novia. Por esto, y porque los medicamentos para Salomé me iban a costar un ojo de la cara, no podía permitirme quedarme sin trabajo en este momento.
Como ya dije, Salomé no quería hablar conmigo, me evitaba, se hacía la dormida cuando yo entraba en su habitación, o repentinamente le entraban ganas de hacer sus necesidades, además Zamira no se separaba de su lado, era imposible quedarme a solas con mi novia, aunque me imagino que eran órdenes explícitas de ella. Aun así, me quedé en el hospital todo el fin de semana hasta que me llamaron del trabajo. Los días siguientes, sólo podía pasarme por la noche, y no por mucho tiempo, porque cada día me levantaba muy temprano para ir a la oficina.
No pasaron muchas más cosas durante la estadía de mi novia en el hospital... Salvo un suceso que me llamó bastante la atención. El domingo por la tarde se presentó un tipo que quería ver a Salomé, decía llamarse Fernando y aseguraba haber ido con ella al instituto. Según él, se había enterado del accidente porque ella misma se lo había dicho, y que venía a darle una sorpresa.
Era un tipo alto, el típico musculitos con el pelo largo teñido de rubio, y por su acento deduje que era argentino. Salomé nunca me había hablado de ningún 'Fernando'... En realidad, no tenía constancia de que de Salomé tuviera ningún amigo, por lo que no creí en su historia. Así que, muy educadamente, le dije que mi novia no recibía visitas y que, por favor, no volviera de nuevo. No me pareció que se lo tomara del todo bien, capaz no utilicé los mejores modos para echarlo, pero no me importaba, la verdad.
Casualmente, justo en ese momento llegaba Zamira, y le pregunté si conocía al tal 'Fernando', que salía por la puerta de recepción. Su respuesta fue clara, "no lo he visto en mi vida", así que si la súper guardiana de mi novia decía que no lo había visto en la vida, eso significaba que Salomé tampoco lo había hecho. Así que no le di más importancia al asunto.
Ocho días después de su ingreso en el hospital, Salomé recibió el alta médica.
12:35 AM - POV Damián."Riiiiiiing, riiiiiiiiing, riiiiiiiing, riiiiiiiiing".—¿En serio? ¡No me jodas! ¡Son las doce y media de la noche!—Vé a ver quién es. Quizás sólo es Zami, puede que se haya olvidado algo.Hacía semanas que no intimaba de esta forma con Salomé. No podía ser que me vinieran a joder a esas horas de la noche.Me puse lo primero que encontré y fui a ver quién era. Al llegar al salón, encendí una de las lámparas grandes que teníamos, y me asomé por la mirilla de la puerta. Después de ojear varias veces, por fin pude ver a una persona tirada en el suelo. Ahí mi imaginación empezó a rodar. Lo primero que pensé es que podía ser un ladrón, o sea, la típica argucia para que un infeliz, que en ese caso era yo, abriera la puerta de su casa para acto seguido meterle un grupo armado con el único objetivo de vaciarle hasta el alma.Mientras mi cabeza seguía imaginando posibles intentos de vejación hacia mi persona y mis bienes materiales, el sujeto que estaba ahí retorciéndos
01:50 AM - POV Fernando."Paso dos, conseguir que me abran la puerta de su casa: completado".06:50 AM - POV Damián.Me levanté a las 6:30, media hora más temprano de lo habitual, porque antes de ir a trabajar quería hablar con Fernando. Sabía bien por donde iban a venir los tiros, y por más que Salomé pataleara, esta vez no iba a ceder, no me importaba cuál fuera su situación, en mi casa no se iba a poder quedar. Tenía que estar en la oficina a las ocho, así que tenía tiempo de sobra para dejarles las cosas bien claras a ambos.Salomé ya estaba despierta, se encontraba sentada en la cama leyendo un libro.—Buenos días —la saludé.—Hola —contestó ella sin más.Sin darle importancia a su frío saludo, me levanté y me fui directamente al baño para asearme. Cuando volví, ella ya estaba en la silla de ruedas, vestida, esperándome.—No deberías hacer eso. Ya estoy yo aquí para ayudarte —dije mientras empezaba a vestirme.—No te preocupes, puedo hacerlo sola perfectamente. —me respondió con
—No sé si está permitido, pero los que quieren conservar su trabajo tienen que acatar las órdenes de arriba. Lamentablemente, es lo que hay.—Uh, qué cagada... Me imagino que le deben pagar bastante bien para que aguante todo eso, ¿no?—Sí, bueno, no nos falta de nada, pero para mí no compensa todo el tiempo que le saca.Zamira me había contado todo lo que había pasado en el trabajo de Damián, desde el fracaso por culpa de la ausencia de mi novio, hasta las consecuencias que eso había traído, y que seguiría trayendo. Igual, no quise entrar en detalles con Fernando, no tenía muchas ganas de hablar del tema.—¡En fin! ¿Me ayudas a hacer la cena? —dije.—¿Ayudarte? Disculpame, nena, pero vas a ser vos la que me ayude a mí —decía mientras hacía que se sacudía polvo del hombro.—¿Perdón? —dije sorprendida.—Que te voy a mostrar que no estuve al pedo todos estos años. Vení, vamos a ver qué tenés en la despensa. —dijo mientras se levantaba con decisión y se frotaba las manos.Me sorprendía c
01:20 AM - POV Fernando.Llevaba como una hora en el baño pensando cuál sería mi siguiente movimiento. Estaba claro que retomar nuestra amistad tal cual había sido iba a ser imposible, Salomé no parecía confiar en mí y no tenía tiempo ni ganas de volverme a ganar su amistad con los viejos métodos. Además, me había hecho enojar de verdad, "¿Quién mierda se cree que es? Si si no fuera por mí ahora estaría en un convento de monjas con un cincurón de castidad", pensaba para mis adentros. Pero no quería perder la calma, no tenía ningún otro lugar al que ir, no me podía dar el lujo de perder ese techo.El discursito que le acababa de soltar en el salón había estado muy bien, el camino de la lástima parecía que podía darme resultados, así que empecé a maquinar jugadas basándome en ese 'estilo de juego'.Pero ya era muy tarde para volver a atacar, al día siguiente seguiría trabajándomela. Así que después de una hora encerrado en el baño, salí con la única idea de acostarme en el sofá y dormir
11:15 PM - POV Zamira—Hijo de la grandísima puta. No sé quién se habrá creído que es el payaso ese, pero como me vuelva a insultar de esa forma, de la hostia que le voy a dar no se va a olvidar en la vida.Acababa de volver del curro y tenía los nervios por las nubes. Mi jefe me acababa de proponer ser bailarina erótica en uno de sus clubes nocturnos. O sea, me acababan de ofrecer un trabajo de puta, a mí, una abogada recibida con matrícula de honor. Obviamente lo rechacé, de la manera más educada que pude, porque no quería perder el trabajo que ya tenía de camarera. Lamentablemente no me podía dar el lujo de quedarme en la calle, porque si no le habría metido la calva en la freidora al degenerado ese.—Vaya mierda de país, en cualquier otro lugar ya estaría ejerciendo mi oficio, pero aquí tengo que prenderle velas a Satán para conseguir algo. Y encima los malditos belgas no responden a mis correos... ¡Qué asco, Dios! —iba gritando a los cuatro vientos mientras esperaba el maldito as
—Ya te dije, diferente. Eras más... más niño... Te veía como un hermano pequeño, un hermano pequeño en el que podía confiar, un hermano pequeño que estaría siempre ahí para mí —respondí tratando de elegir bien las palabras—. Pero ahora, ese hermano pequeño se ha convertido en un hermano mayor, en una persona que me impone mucho respeto. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Te digo todo esto porque no quiero que pienses que nuestra amistad no significó nada para mí, después de mi familia, eras lo más preciado que tenía en mi vida.—Sí... Entiendo... —dijo tras un largo silencio—. Por eso creo que lo mejor es que me vaya.—¡¿Pero por qué?! —insistí— ¡Si ayer estuvimos hablando como en los viejos tiempos! ¡Y nos lo pasamos muy bien! ¡Lo único que te pido es que respetes ciertos límites!—¿Pero de qué límites me estás hablando, Salomé? —saltó indignado—. ¡Lo único que hice fue preguntarte sobre el accidente! ¡Y me sacaste cagando como si fuera cualquiera! ¡Y después lo del abrazo! ¡Un abraz
—¡Sí! —atiné a decir.—¡Hasta que contestas! —respondió Dami—. ¡Llevo desde las ocho tratando de comunicarme contigo!—Lo siento, Dami, tenía el móvil sin batería y no me di cuenta hasta recién...—Creo que ya va siendo hora de que pongamos teléfono fijo...—Es probable —dije riéndome—. En fin, ¿cómo estás? ¿Has dormido algo?—La verdad es que muy poco. Ya sabes lo que me cuesta poder conciliar el sueño en casa ajena...—¿Pero a qué hora terminaste?—A las siete.—¿Y ahora estás en la casa de tu compañero?—Sí, estoy en el piso de Rabuffetti. Ahora iba a desayunar algo —dijo, haciéndome acordar que no había comido lo que me había preparado Fernando. Otro motivo más para sentirme todavía más mal conmigo misma.—Ah... Dami, ¿hoy te voy a ver?—Hoy entro a las tres, así que seguramente tenga que volver a quedarme toda la noche en la oficina.—Entiendo... —dije con desánimo.—Ya hemos superado el primer día, Ro, y voy a seguir necesitando de tu apoyo para superar el resto.—Y sabes que cu
7:30 PM - Fernando—Hola.—Pichón, no puedo esperar más.—Necesito que me des un mes más por lo menos, tuve un problemita con la policía, no pude conseguir la guita todavía.—Hace dos meses que me estás toreando, y yo me estoy jugando el cuello por ti.—Mirá, Ramón, no es joda esto, me tuve que ir de la pensión de Lorenzo, me está buscando gente muy peligrosa. Sólo te pido un mes, un mísero mes más.—Hace dos meses que vengo evitando que te manden dos tipos a que te partan las piernas... Lo siento, pero se te acabó el tiempo, Pichón, los de arriba ya no esperan más.—¿En serio me decís eso? ¿Después de todo lo que hice por ustedes?—Todo recíproco, Pichón, tú nos has dado tanto como nosotros te hemos dado a ti. Ya no puedo hacer nada más para ayudarte, tengo a Amatista pegado en el culo, en todas las reuniones le llena la cabeza a los jefes diciéndoles que yo soy tu cómplice, no me voy a arriesgar más.—¿Y vos no me podés prestar lo que me falta? Sabés que yo nunca te cagaría.—¿Cuánt