Dulce Aroma

01:20 AM - POV Fernando.

Llevaba como una hora en el baño pensando cuál sería mi siguiente movimiento. Estaba claro que retomar nuestra amistad tal cual había sido iba a ser imposible, Salomé no parecía confiar en mí y no tenía tiempo ni ganas de volverme a ganar su amistad con los viejos métodos. Además, me había hecho enojar de verdad, "¿Quién m****a se cree que es? Si si no fuera por mí ahora estaría en un convento de monjas con un cincurón de castidad", pensaba para mis adentros. Pero no quería perder la calma, no tenía ningún otro lugar al que ir, no me podía dar el lujo de perder ese techo.

El discursito que le acababa de soltar en el salón había estado muy bien, el camino de la lástima parecía que podía darme resultados, así que empecé a maquinar jugadas basándome en ese 'estilo de juego'.

Pero ya era muy tarde para volver a atacar, al día siguiente seguiría trabajándomela. Así que después de una hora encerrado en el baño, salí con la única idea de acostarme en el sofá y dormir lo que me dejaran mis anfitriones. Preparar la cena me había destrozado, permanecer más de diez minutos seguidos de pie era una tortura para mi cuerpo lastimado.

Pero cuál fue mi sorpresa al llegar a mi cama improvisada, Salomé estaba acostada en ella y vestida con el mismo camisón que tan dura me la había puesto la noche anterior.

"Qué preciosidad de mujer, por el amor de dios...". Se me hacía agua la boca al verla en esa posición y vestida de esa forma.

—Salomé —le dije en voz baja—. Che, Salomé, andate a tu cama.

Pero no me contestó, estaba profundamente dormida. Hice algunos movimientos bruscos a ver si reaccionaba, pero nada, ya estaría deambulando por el séptimo sueño.

Entonces me di cuenta de algo, sobre la mesita de café, al lado de un vaso vacío, había una cajita de pastillas que decía en letras grandes y rojas: 'Dormimax'. Hablando en plata, pastillas para dormir.

Me pasaron varias ideas hermosas por la cabeza, pero hice una lista rápida de pros y de contras, y estos últimos le ganaron fácil a los primeros, tenía claro que no podía permitirme arriesgar mi alojamiento gratuito por una tanda de manoseo no consentido. Además, no era mi estilo.

Así que no lo pensé más, me agaché, pasé una mano por atrás de sus rodillas y otra por atrás de su espalda, y la levanté para llevarla a su habitación.

Pero no pude dar ni medio paso, antes de darme cuenta, me había rodeado el cuello con ambas manos, y de pronto empezó a tirar de mí. Ese movimiento repentino hizo que perdiera el equilibrio, y terminé cayendo de espaldas en el sofá, con ella encima mío.

Me había caído con todo su peso sobre la zona donde más patadas me había dado el pelado hijo de puta ese, el dolor fue espantoso, pensé que me moría. Ella, sin embargo, todavía seguía agarrada a mi cuello, pero seguía dormida. Todo eso lo había hecho inconscientemente.

Intenté incorporarme, pero me dolía demasiado el cuerpo. No sabía qué carajo hacer, porque si intentaba despertarla, cosa que parecía improbable que pudiera conseguir, se iba a enojar al vernos en esa posición, aunque tampoco quería tirarla al suelo, no soy tan animal.

Mientras pensaba cómo salir de aquella, ella empezó a acercar poco a poco su cara a la mía, y también notaba como su cuerpo se apretaba cada vez más contra el mío. Parecía una prueba del infierno, yo no quería hacerle nada, pero la situación me invitaba a aprovecharme de ella.

De pronto, empezó a restregar su cara contra mi cuello y a acariciar mi pelo. No eran besos lo que me daba, pero el roce de su nariz y de sus labios contra mi piel, provocaron que mi 'amigo' se empezara a despertar. No era normal en mí calentarme con tan poca cosa, pero, al parecer, eran los efectos que provocaba la fruta prohibida que tenía ante mí, la misma fruta que tantas veces me había sido negada.

Así que no lo pude evitar, liberé mi brazo derecho de entre los dos cuerpos, y lo puse sobre su espalda. Lentamente, con mucho cuidado para que no se despertara, empecé a descender sobre su reverso. Ella seguía acariciándome el pelo y bañando mi cuello con su tibio aliento, lo que provocaba que lentamente mi miembro viril se fuera despertando de su letargo.

Y llegó el momento en el que no pude aguante más y decidí dejar de retrasar lo inevitable. Deslicé mi mano derecha directamente hasta su culito, y con la mano izquierda agarré su teta derecha, todo esto mientras hacía que nuestros cuerpos se restregaran rírtmicamente el uno con el otro. Qué culito que tenía, santo cielo, grande, sin llegar a ser gordo, ni mucho menos, y duro como una piedra, nunca antes había tenido entre mis manos un pavito de ese nivel. Con la otra mano, me deleitaba con sus dos grandes tetas, encima me había hecho el favor de quitarse el sujetador, estaba en el cielo y nadie me había avisado.

Entonces me incorporé, soportando el dolor infernal que eso traía a mi torso, y la acosté boca arriba sobre el sofá. Le bajé los tirante del camisón, y me lancé como un oso hambriento a engullir ese monumental par de tetas. Parecía poseído, lengüeteaba sus pezones como si no hubiera un mañana y estrujaba esos pechos sin medir mi fuerza, mientras ella emitía unos gemidos casi inaudibles. No me importa ya nada, estaba lanzado, sabía que ya no había vuelta atrás, tenía que aprovechar ese momento todo lo que pudiera. Ahí me levanté, desabroché mi cinturón, me bajé los pantalones, y finalmente liberé al Krakken. 22 centímetros de tranca salieron disparados de mi entrepierna, listos y preparados para servir a su amo.

No quería perder ni un segundo, pasé una pierna por encima de su cuerpo, y me senté sobre su vientre, acto seguido, coloqué mi pene entre sus dos montañas, y sujetándolas con ambas manos por los costados para que su 'huesped' no pudiera escaparse, empecé a bombear a gran velocidad.

Fueron diez largos minutos los que estuve jugando con sus tetas, pero todavía no estaba ni cerca de acabar. Ella no daba señales de que fuera a despertarse aún, y todavía me quedaban zonas de ese cuerpo que todavía no había explorado, como sus partes nobles, por ejemplo. Me bajé de su pancita, me acomodé delante de ella, y retiré su bombachita, y, sin más, separé sus piernas. Ahí, por fin, tenía ante mí la conchita que hacía mucho anhelaba conocer. 

Fui con mucho cuidado, con mucha delicadeza, quería recrearme en el momento, quería que quedara en mi memoria para siempre. No utilicé las manos, acerqué mi nariz muy despacio y la posé entre sus labios vaginales, para después inhalar y llevarme conmigo el hermoso aroma que desprendía, fue un momento glorioso. Pero los momentos dulces no duran para siempre, inmediatamente pelé la lengua, y empecé a comerme ese coñito como nunca antes me había comido uno. Lamí cada rincón de esa cavidad, no dejé ni una sola esquina sin revisar. Me entretuve un largo rato en su clítoris, lo sorbí con fuerza y le di pequeños mordisquitos, mi objetivo en ese momento era que llegara al climax. Ella, mientras tanto, se retorcía y gemía de placer, me daba igual si se despertaba, así que aumenté más, si se podía, el ritmo de mis lamidas, también me ayudé con un par de dedos, primero el mayor, y después el anular. No aguantó mucho de esa manera, sin esperármelo, me inundó la boca con sus jugos de placer, su cuerpo de arqueó y un breve y casi insonoro gritito salió de su boca. Le había dado un orgasmo como seguro nunca se lo había dado el anormal de su novio, podía saber por la sonrisa de su cara.

No me había podido controlar, tenía que haber esperado a correrme yo antes de que lo hiciera ella, ahora todo su cuerpo estaba sensibilizado y cualquier roce mal dado podía provocar que se despertara. Así que hasta ahí había llegado mi 'nochecita romántica'.

La acomodé en el sofá, y me puse a asearla con unas toallitas húmedas que había encontrado en el baño, no quería que quedara ni un solo rastro de mi saliva en su cuerpo, ni tampoco de sus propios fluidos, no podían quedar pistas sobre lo que había pasado esa noche.

Una vez asegurado eso, la vestí rápido y la llevé a su cama, esa vez, procurando que ningún movimiento en falso provocara mi caída.

Cuando aseguré todo el escenario, me encerré en el baño, y me dispuse a terminar lo que no había podido minutos atrás, if you know what I mean...

06:20 AM - POV Damián.

—Me cago en mi vida.

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